🐉☯90☯🐉

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Sie Kensou es el tipo de amigo que puede llegar a ser paranoico.

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El típico sonido de llamada resonaba en su oído, (...) siempre demoraba en contestar, pero casi nunca lo mandaba a buzón.

Sentía como si algo malo hubiese pasado.

¿Y si de había lastimado? ¿estaría con yeso? Los Ikari Warrios estaban algo locos, lo veía posible, ¿estaría descansando? ¿comería apropiadamente su desayuno, almuerzo y cena?

-Hola, (...) -dijo en cuanto el tercer buzón de voz le dio la señal para hablar- mira, se que quieres que te deje hacer esto por tu cuenta y eso lo respeto -no supo que más decirle, quería decirle que volviera a casa, que era peligroso, pero eso no era lo que debía decirle- pero, al menos contesta el teléfono, no lo haces desde hace dos semanas y me estas preocupando.

Detuvo sus palabras al momento que su tiempo acabó.

-Ah, esto me esta matando -soltó un suspiro de puro cansancio.

Pero no podía evitarlo, conocía a (...), lo suficiente para decir que entraba en un raro estado de abstinencia si no tenía wi-fi a la mano por lo menos una semana, días más, días menos.

No podía imaginarla en aquellos lugares a donde iban esos soldados, de seguro era un lugar cerca del desierto o en medio de la nada.

-Hasta dejó su manta... -tomó el suave objeto en manos- ¡¿Cómo se supone que vea películas o se haga bolita si no tiene su manta?!

Ya sonaba como padre sobre protector, ya se lo habían dicho en más de una ocasión, Momoko le hacía burla de aquello y le hablaba de terribles escenarios solo para verlo rabiar y que le diera dolor en el estómago; le daba material a su tortuosa imaginación de solo especulares lo peor.

Que (...) en sin agua después de comer muchas cosas saladas, que (...) no pudiendo enchufar un electrodoméstico porque le tenía miedo al enchufe, que (...) con la lengua quemada por tomar muy rápido su chocolate caliente, que (...) siendo víctima de acoso escolar.

...

Ahora que lo pensaba bien, esas no eran situaciones de vida o muerte; todos y cada uno de esos escenarios eran cosas en las que él solía ayudarla.

Siempre le daba un poco limonada con azúcar si se hartaba de lo salado, enchufaba los electrodomésticos por ella, le daba algún helado o dulce helado para bajar el ardor en su lengua de gato y siempre que se enteraba de algún nuevo ataque hacia su amiga, él era el primero en defenderla.

Le preocupaba tanto no poder estar ahí para ella.

Pero luego recordaba su voz decidida, completamente segura de que iba a lograr sobrepasar a su sangre y nadie más saldría herido; confianza, decisión, temple y calma, todo eso se lo había transmitido en aquella llamada que le dio apenas se enteró que ella decidió irse con Leona.

Sin olvidar que por primera vez escuchó esa risa.

-Ella está bien -dijo fuerte y claro, dándose ligeras palmadas en las mejillas y luego pasarse varias veces las manos por el rostro para dejar ir cada uno de esos malos pensamientos- ella es fuerte, si hay alguien que puede hacerlo esa es (...)... puede que Athena y el maestro tambien.

Volvió a mirar su teléfono, aun tenía ganas de saber de ella, pero lo más seguro es que estuviese ocupada, no quería molestarla.

¡De seguro estaba entrenando mucho!

-Mañana será -fue lo que dijo mientras se estiraba y caminaba hasta la sala de entrenamiento.

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Si (...) estaba dando todo de sí, ¡él debía hacer lo mismo!

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Extra:

Los gritos que habían en el contenedor empezaban a ponerlo de los nervios.

Algunos gritos sonaban a alguien desquiciado, casi eran risas; los otros gritos eran desesperados, parecían llantos y lamentos dolientes.

Siempre fue de los que creyó que una exposición al agente alérgico sanaba la alergia.

-Huele tu miedo, solo mantente tranquila -trató hacer de menos la situación, viendo que tras dos golpes fuertes en el metal todo sonido se detuvo- Oh, vaya, no me digan que la mató.

Poco después las puertas del contenedor se abrieron desde adentro, dejando ver el terrible estado en el que se encontraba la menor.

Golpes despiadados por todas partes, mordidas y arañazos esparcidos en su dermis, la ropa destrozada en varias secciones de su cuerpo, sangre saliendo de más de una herida abierta y el tobillo derecho torcido.

-Basta... ya... no -el aire le faltaba, tosiendo sangre después de esas míseras palabras, su ojos estaba tan hinchado que apenas si la dejaba ver.

Quiso dar más pasos fuera de ese lugar, pero sus pies fueron fuertemente tomados, haciéndola caer de cara, en cuanto sintió el tirón hacia atrás también sintió más dolor en su tobillo; trató de aferrarse a las puertas metálicas con todas sus fuerzas, escuchando el grito endemoniado detrás de ella.

Sus dedos sin uñas iban a ceder por el ardor de la carne expuesta a la tierra y suciedad, algunos pedazos de piel faltaban en más de un lugar de su cuerpo, algunos colgaban de donde fue su lugar.

Miró hacia atrás, viéndose a sí misma pero con la piel morena, el cabello rojizo y los ojos completamente rojos.

El terror la invadía.

-¡SIE! -fue todo lo que pudo gritar antes de ser arrastrada una vez más a lo profundo de esa fría y podrida oscuridad.

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