🔮🌌93🌌🔮

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Athena Asamiya es el tipo de chica que ya sabía que iba a conocerte.

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-Mira, Athena -escuchó a sus espaldas, dejando ver hacia el oscuro cielo estrellado, aun cuando se podía ver al sol junto a la luna, la voz de Kensou la distrajo de la extraña vista- pobrecita.

-¡¿Kensou, por qué tienes eso?! -se exaltó, asustada ante lo que había en los brazos del castaño.

Una pequeña serpiente de color marrón, que se retorcía tratando de escapar, llena de moretones y algunos cortes entre sus sucias escamas.

-¡Es peligroso! -le reclamó, casi chilla cuando la pequeña serpiente mordió al castaño cuando este trató de acariciarla.

-¡No te preocupes! -su dedo seguía entre las pequeñas fauces del animal, pero no había muestra de dolor en su rostro- es algo rara la presión, pero no tiene dientes, ni siquiera colmillos, lo más seguro es que ni tenga veneno.

Athena se quedó sin palabras, escuchó ruido a sus espaldas y de nueva cuenta volteó, encontrándose a Kensou, de nuevo, pero esta vez era diferente.

El estaba sonriendo como acostumbraba y tenia la pequeña serpiente envuelta en su brazo derecho.

-¡Mira, Athena! -cuando él se acercó pudo ver mejor al reptil.

Escamas brillantes de colores negro y marrón en el lomo, esparcidos entre escama y escama en dibujos parecidos a mandalas simples pero hermosos, en su vientre las escamas amarillas, casi doradas, adornaban toda la zona.

-Es hermosa estaba hipnotizada por los bellos colores de aquel ser- pero, ¿no es mejor dejarla en su ambiente natural? -Siempre escuchaba sobre aquello, de dejar ir a los animales salvajes de nuevo a su hogar- dejar que pelee por si misma, algo me dice que eso es lo que quiere, como todo animal exótico.

-¿Eh? ¿de verdad? -la serpiente se movió hacia el cuello del muchacho, empezando a dormir- puede que tengas razón.

Athena sonrió, feliz de hacer lo que creyó correcto.

Pero luego el llanto la hizo abrir los ojos que ni se dio cuenta de en qué momento los había cerrado.

Vio un pequeño montículo de hojas, Kensou lloraba a un lado de esta, con el rostro cubierto por sus manos.

-¿Quién podría haberle hecho esto? -le escuchó murmurar, dolido, ella trató de acercase y preguntar qué pasaba.

La respuesta estaba ahí, el pequeño y bello animal estaba bañado en su sangre, las escamas arrancadas, subió un poco más su vista, llegando a su cabeza.

Pero el solo ver el estado de la serpiente en la pequeña cama de hojas secas la asustó tanto que la hizo despertar.

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-¡Athena! ¡mira esto y- Whoa! -dijo en cuanto vio a la peli morada con ligeras ojeras debajo de los ojos.

-No te preocupes -dijo mientras movía su mano de lado a lado, restando importancia a ello y tratando de recordar su sueño, porque, como le suele pasar a algunas personas, se le olvidó tras unos minutos de haber despertado.

-Bien como decía, quiero presentarte a alguien, aquí esta... un momento -lo vio ir hacia lo que recordaba era su cuarto, parecía estar hablando con alguien- ¡¿Pero qué te pasó?! Volvieron a molestarte, ¿no? Ya te dije que tienes que decirme si te están molestando en tu escuela -parecía estar regañando a alguien- ahora sí, disculpa, es un poco tímida y -lo vio hacer una ligera mueca de dolor, aunque más parecía de incomodidad- ¡(...) no hagas eso!

Athena fue un poco a la izquierda, notando a la chica que tenía en la boca la mano de Kensou, no parecía morderlo, más bien parecía solo apretarlo.

-Bueno, Athena, esta es (...), una buena amiga mía -le vio darle ligeras palmaditas en los desordenados cabellos de la muchacha a su lado, esta en respuesta escupió la mano que tenía en su boca y miró hacia otro lado, se podía notar que tenía algo de tierra en su cuerpo y cara- es algo tímida, pero eso la hace adorable, ¡Ah! ¡pero tu eres más adorable, Athena!

No hubo respuesta, ella parecía perdida en sus pensamientos.

-Un gusto, Achamiya -dijo en un mal japonés, haciéndola sonar adorable y que Kensou se lo dijese directamente.

Athena decidió dejar de preocuparse por sus raros sueños, dando la sonrisa más cándida que podía para confortar a la chica que se veía algo nerviosa, aunque no cambiaba su cara de poker.

-Es un gusto para mi tambien, (...)-chan.

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Si hubiese visto las señales, quizás hubiera podido evitar la tragedia.

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