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Soiree Meira es el tipo de novio que trata de ir a cada uno de tus partidos.

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-Saldré un momento -creyó escuchar de su hermano, pero el estaba más concentrado dándole forma a la figurilla entre sus dedos- ¿Soiree?

-Ah, sí, ve con cuidado, hermano -volteó rápidamente para recordarle que por los alrededores se formaban pequeñas pandillas, su hermano podría fácilmente con esos niñatos, pero jugaban sucio.

-¿No deberías estar en otra parte ahora mismo? -Alba señaló el reloj, el cual mostraba que eran las 7 de la noche con algunos minutos.

-¿En serio? -no quitaba los ojos de lo que hacía en sus manos.

-Pensé que tu novia tenía un partido de Hockey el día de hoy -vio a su hermano saltar con rapidez de donde estaba sentado, dirigiéndose al baño para lavarse las manos y tratar de ponerse ropa más abrigada.

El lugar en donde jugaban Hockey era un verdadero infierno helado.

Cuando el taxista aparcó a un lado de la calle al ver que pedían sus servicios, pero en cuanto el muchacho subió...

-¡Al estadio de Hockey justo ahora! -gritó casi histérico, el hombre se preguntaba qué hacía un muchacho así de abrigado en plena y calurosa California.

Cuando Soiree llegó escuchó el usual y brutal choque de dos jugadores pelear por el disco y el sonido del hielo ser cortado en su superficie.

-¡Conner, pasa el disco a Tori!

Por supuesto, no olvidemos los gritos de su linda novia.

Casi se le subió la bilis en cuanto vio que ella era empujada por la horda furiosa que seguía el disco, pero el verla regresar el golpe fue satisfactorio y preocupante.

En un deporte así todo puede pasar, aunque realmente era todos los deportes tenían su peligro, incluso el ajedrez.

-¡Soiree! -(...) lo localizó con facilidad, alzando la mano para saludarlo- ¡Tu sitio está a un lado de Asesino!

Y no era broma, la jaula del animal estaba ahí, y la mascota de su novia estaba ahí dentro, parado en dos patas mientras tenía calor de la bufanda que tenía los colores y emblema del equipo, por si fuera poco este tenía un chalequito con los mismo colores y la cara pintada.

Su novia era demasiado apasionada con el deporte.

-¡Defensa! ¡defensa! -gritaban en las gradas a un lado de él, casi pudo jurar que aquel ratón se levantó junto a los fanáticos y chilló.

Aun le ponía los pelos de punta aquel animal.

-¡Vamos (...)! -gritó dándole ánimos a su pareja.

Aunque de todas maneras, perdieron, y él no sabía qué decirle o cómo consolarla; (...) no se veía molesta, mucho menos triste, pero Soiree sabía que ni bien llegando a casa...

-¡Pude haberlo hecho mejor! -lloró con el rostro escondido en la almohada, estaba sentada sobre las piernas de su novio, quien trataba de consolarla dando ligeras caricias en su espalda.

-No te preocupes, sé que diste lo mejor.

-No lo viste porque llegaste tarde -aun con la almohada en el rostro se dejó caer en él, para después abrazarlo, era un milagro sentirlo con la camiseta en medio de ese abrazo, casi nunca tenía mucha ropa en el torso; verlo con la camiseta de mangas largas y aquella chaqueta de micro lana era algo que no se podía permitir todos los dias- estaba tan entusiasmada que iba muy rápido, me caí más de una vez y perjudique al equipo, nos anotaron muchos goles.

Ahora lo entendía, si bien sí era su culpa, aunque nunca se lo diría, errar era normal, en especial cuando uno está ido entre toda la emoción, y siendo ella tan fanática del deporte se hacía la idea de que parecía un cachorro estrenando juguete nuevo.

Su novia era fuerte a su adorable y rara manera.

-Esta bien que te equivoques -dijo mientras hacía algo de fuerza para sacar su rostro de entre la almohada, dejando a la vista su cara roja y llena de moco y lágrimas- todos nos equivocamos y suelen venir buenas cosas de ello, ¿Acaso no recuerdas que por olvidarte cerrar bien la refrigeradora encontraste ese ratón? -señaló al animal, que en esos momentos se limpiaba la cara de la pintura comestible, parecía disfrutar que fuera dulce- sólo debes ser más cuidadosa.

-Ah, ¿Qué haría sin ti? -la vio tragarse los mocos en un sonido gangoso el cual le causó repelús, pero le seguía viendo bastante adorable.

-Soy un buen novio, a que si -estaba vez la almohada voló, ya que lo abrazó directamente.

-Te besaría, pero tengo fluidos corporales que podrías tragarte.

-Después de que te laves la cara, será.

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Solo un buen novio sabe cómo consolar a su novia; y después de muchas metidas de pata él también lo sabía.

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Algo de misericordia para sus corazones.

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