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Los domingos eran los mejores días, se podía dormir hasta tarde, se podía descansar en este último día antes de entrar de nuevo en la monótona semana laboral.

Aunque levantarse tarde venía después de despertarse como relojito a las 6 y acostarse de nuevo, su monotonía se quedaba siempre.

-¿Estas despierta? -escucha en la puerta, hace un sonido de afirmación muy vago a la vez que trata de volver a dormir- ya son las 10 de la mañana, es muy tarde, debes despertarte -le siente acariciar su cabello y avanzar hacia el ropero en donde guarda algunas de sus cosas.

A pesar de estar en el cuarto de ella, con todo el desorden diario en ese departamento, no era de extrañar el que cosas de cada terminase en cuartos diferentes.

-Es que se está tan bien aquí -trata de esconderse entre las mantas, dando un ligero bostezo.

-No te niego el que se sienta bien -deja escapar una risita divertida al final de sus palabras, lo ve ponerse su usual chaqueta de aviador, extrañando el verle con su antigua chaqueta roja.

Era retro, pero tampoco podía decir que prefería una cosa sobre la otra; aunque sí extrañaba demasiado su cabello más largo y su gorra.

Pero las cosas siempre están destinadas a cambiar.

-¿Hasta que hora es tu trabajo hoy? -tuvo que levantarse a duras penas, pensando en hacer el desayuno como ya se le había acostumbrado.

Desde que Rock dejó de vivir las 24/7 con ellos a ella solía tocarle cocinar temprano y Terry hacia la cena o el almuerzo... en ocasiones solo les quedaba pedir comida china.

Pero cuando eso pasaba venía él tema de las calorías, tema que el rubio aun no había superado.

-En media hora, no te preocupes por el desayuno, lo dejé en la cocina para ti -lo vio finalmente en la entrada de la puerta, de nuevo, dándole los últimos datos antes de irse de casa- regresaré cerca de las 9 de la noche.

-¿Ya comiste? -estaba tanteando en su mesita de noche por su teléfono.

-Iré a un café con Mary, así que todo cubierto -estuvo por cerrar la puerta,  deteniéndose un momento antes- casi lo olvidaba, Rock viene hoy y creo que querrá comer su comida favorita.

-Entendido alto y claro -después de eso, una ligera sonrisa y un movimiento de manos, (...) se dejó caer de cara nuevamente sobre su almohada, esta vez sin ganas de dormir o de levantarse.

Solía ser demasiado idiota cómo para admitir lo que realmente estaba pensando.

Finalmente solo se levantó cual muerto, sintiendo esa extraña sensación que muchos tienen cuando se levantan de golpe después de haber estado echados durante mucho tiempo.

En cuanto llegó a la cocina encontró los platos, uno sobrepuesto al otro, sintiendo el ligero aroma a quemado salir del fregadero en donde descansaba la sarten siendo remojada.

Miró con detenimiento el platillo, típico desayuno americano que había sido cambiado a uno que más le gustaba.

-Gracias por la comida -viejas costumbres que no se cambian, al igual que sentir el crujir del huevo en su boca- esta mejorando.

Todo lo contrario a sus pensamientos.

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