The Light

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-¡Vamos novata! -la dejaron caer casi sin delicadeza al suelo, siendo recibida por el fuerte impacto, la sangre que corre presurosa por sus venas la marea y hace que siente el palpitar en su cabeza.

Nunca le ha gustado hacer ejercicio, mucho menos pelear.

Se levanta lentamente, mirando a su izquierda en donde puede ver a Leona sentada y con su usual rostro inmutable, a su lado, está otro de sus superiores.

El otro esta en frente de ella, tratando de saber cuanta es su fuerza y potencial, pero hasta ahora siente que solo esta calentando con unas pesas.

¡Y es que ella no hacía nada! Prácticamente se dejaba golpear.

Hay cierto cosquilleo gratificante, que hasta parece provocarla a golpear de vuelta, pero hacer daño a alguien más se le hace insulso, infructuoso.

-Realmente esto me hace replantearme si apenas sabes como jalar el pelo como lo hacen las inmaduras -Ralf se pasa una mano por el cabello; estaba cansado, pero mentalmente.

Le molestaba el que la niña no fuese capaz de siquiera contener bien un golpe.

-Suficiente por hoy -Clark se levantó de su asiento, dándose cuenta de la situación y del estado de la menor- (...), ve a cambiar tus vendas -con sus palabras ella solo se sonrojó, bajando la cabeza y pasando los dedos por las vendas en sus manos.

Las quemaduras solían dolerme de vez en cuando, en especial cuando la costra se salía antes de tiempo.

Vio la mirada fría de Leona, sintiéndose intimidada e inútil, prácticamente no estaba haciendo nada a pesar de que dijo que haría su mayor esfuerzo en hacerse más fuerte.

-Novata -escuchó a sus espaldas- más tarde vamos al río.

Ralf sabía que no debía meterse, (...) era algo así como la alumna de Leona, pero le preocupaba, un poquito, ya que no sabía cómo es que Leona podría enseñarle algo cuando aún seguía siendo antisocial y a penas le hablaba a la menor lo justo y necesario.

Cuando (...) llegó, temblando un poco por el viento que corría salvaje.

-Voy a enseñar te un poco de supervivencia -fue lo que escuchó de su superior mientras lo veía acercarse al río y, solo de un golpe, atrapaba un pez- anda, inténtalo tu -(...) sentía pena por el animal, y sentía cierto asco de ver como se veía tan resbaladizo- mira que te enseño al menos algo, si a mi me hubieran enseñado no hubiera tenido que comer barro.

-¿Comiste barro?

-¡Háblame con respeto, soy tu superior! -casi le lanza el pescado a la cara, pero ella se acercó rápidamente- vas a demorar algún tiempo, pero toda práctica hace la perfección junto a-

Splash.

-¿Por qué tienes eso? -Clark ve con algo de gracia la canasta hecha de ramitos que llevaba la menor entre sus brazos, tiene la cara algo sucia y las manga mojadas.

De alguna manera, le recordaba a Leona cuando llevaba pocos días con ellos; era otra cara, otros ojos, pero ahí estaba el mismo sentimiento.

-¿Pero qué le pasó? -Whip apareció a un lado de ellos, haciendo burla inmediatamente del aroma a pescado de Ralf.

-No es tu asunto, Machiko -no quería decir que, entre los primeros intentos de la chica, los pescados salían volando hacia él en más de una ocasión ya que ella le daba zarpazos al agua, casi adivinando en donde dar el golpe- Oye -(...) volteó a mirarlo- si sigues poniendo ese espíritu en lo que haces o en cómo peleas puede que considere llamarte cabo.

-Gracias, lo tendré en cuenta -asintió con efervescencia, dando a entender que aceptaba con alegría sus palabras, el sonrojo en su cara le resultó infantil.

Leona hizo acto de presencia, notando el escenario que se desarrollaba en frente de ella, (...) fue a su encuentro rápidamente, cuidando que nada se le cayese al piso, dando un saludo y continuando hasta el comedor.

-Traje pescado, para que todos en la base puedan comer un poco, hay suficiente -(...) se acercó a los encargados de la cocina, todos mirándola con cierta melancolía.

Leona hacia eso también, pero ella dejaba todo en la puerta y no hablaba con nadie.

La mencionada sonrió levemente.

-(...) -llamó, la sonrisa ya no era tan notoria, pero seguía ahí- ven, iremos a jugar al guerrero.

-¡Sí! -dejó la improvisada canasta en una de las mesas, siguiendo a Leona.

Tres pares de ojos les seguían con la mirada; unos vagando entre los recuerdos.

-¿Qué? ¿esas son lágrimas, teniente?

-Silencio.

-¡¿Qué?! ¡¿usted también, coronel?!

En ocasiones, de la más profunda oscuridad uno podía vislumbrar una fuerte y pura luz.

En ocasiones, podías encontrar dos.

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