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El balcón se encontraría completamente vacío de no ser por la presencia del general Jackson y él. Fue imposible convencerlo de quedarse en el castillo, entendía que quisiera acompañarlo en caso de algún incidente pero lo único que el Káiser quiere es estar con el príncipe Park, a solas.

Sabía que en unos momentos, JinYoung aparecería. Optó quedarse en ese lugar, para mantener un perfil bajo. Por más que quisiera pasearse de la mano con él o bailar bajo las luces de los lujosos candelabros, sabe que si es visto junto al príncipe, las cosas irían en su contra, perjudicando más al chico que al Káiser mismo. Jae Beom está acostumbrado a las habladurías, no hay nada que pudiera incrementar su mala reputación porque el daño ya está hecho, JinYoung apenas se está abriendo paso por los caminos obligatorios que la corona le ofrece, su reputación se está formando y Jae Beom no será quien la arruine. Sabe mejor que nadie cuan difícil es sobrevivir en este mundo tan prejuicioso en el que están envueltos, las palabras que van de boca en boca muchas veces pueden ser duras y pesadas cuando se tiene la intención de causar daño con ellas. Los monarcas y los miembros del parlamento serían capaces de arruinar el futuro del príncipe por algo tan simple y absurdo como verlo hablar con él. 

Con ese lado oscuro y ajeno a cualquiera que no perteneciera, la corona tenía más aspectos malos que buenos. La manipulación era una buen ejemplo.

—Esto es una locura. No debimos haber venido.— Jackson está enojado.

Ellos habían localizado tropas del rey cerca de las tierras prohibidas, cada vez más numerosas. Al parecer planeaba atacar una vez más. Esta ocasión, Jae Beom iría al frente de su ejército, para tratar de acabar con las confrontaciones y de no ser así, dejarle en claro que él está dispuesto a defender con su propia espada las tierras que le corresponden, las que tanto trabajo le costó levantar.

Debería estar preparándose para la batalla, pero en vez de eso se encontraba en territorio del enemigo. Sus ansias por ver a JinYoung eran enormes, necesitaba verlo antes de ir hacia la masacre. La lucha que se avecinaba sería masiva y aunque siempre logrará superar al rey en cuanto al número de soldados, sabe muy bien que los números no ganan batallas. Es el único gobernante que se enfrenta cara a cara con las tropas del enemigo, lo hizo junto a su padre y desde que el hombre murió, Jae Beom se defiende sólo con la misma valentía y coraje que le fueron otorgados. Siempre acude con la frente en alto para defender de los que dependen de él porque no puede dejar que sus hombres luchen solos, por conflictos que a pesar de involucrarlos, no les corresponden directamente.

Ha luchado durante años, pero por primera vez en mucho tiempo se siente inquieto ante la idea. Se desconoce a sí mismo al darse cuenta que teme morir en medio de la guerra. Nunca le importó que uno de los escenarios pudiera ser ese, perder la vida de esa manera, ¿por qué ahora? Su repentina preocupación es casi inexplicable pero muy en el fondo, la razón comienza a tomar forma de una silueta masculina.

—Puedes retirarte en cuanto quieras.— El enojo del general Wang es justificable, pero los asuntos de Jae Beom no se discuten. Él puede cuidar bien de sí mismo.— Nada te detiene.

—Claro que si. Es cuestión de horas para que se desate una batalla y lo menos prudente era acudir a una fiesta del rey que envió a su ejército. Esa invitación no cuadra aquí, mi instinto no deja de gritar que esto es una trampa.

—No lo es.

—¿Cómo estás tan seguro?

Porque el príncipe fue quién me invitó.

—No sería tan tonto para hacer un movimiento teniendo a cientos de testigos.

El sobre que fue enviado hasta su palacio le causó intriga. Creyó que se trataba de una declaración oficial de guerra, así que lo abrió con recelo esperando ver palabras hostiles, pero lo que encontró fue una invitación para celebrar el cumpleaños del príncipe Park junto con un mensaje escrito a mano por el mismo JinYoung.

"Tuve que hacer maravillas para adjuntar esta nota sin ser visto. Espero que puedas presentarte, Jae Beom. Será otra reunión aburrida, pero ten la certeza de que si decides asistir, harás que los incómodos preparativos valgan la pena."

JY.

A pesar de recibir invitaciones de todo tipo debido a su rango, Jae Beom jamás se había sentido tan importante como en la declaración que ese mensaje le daba a entender.
Oh, JinYoung. Cuánto afecto le había tomado al menor como para que unas simples palabras suyas lo dejaran descolocado.

Con una semana restante, Jae Beom se vio inquieto porque la tan ansiada fecha llegara.
Había estado trabajando sin descanso por meses, procurando que sus tierras no fueran profanadas por enemigos natos, renovó varios aspectos de sus principales entradas económicas buscando una mejora y proclamó nuevas leyes.
Tanto esfuerzo se lo cobraba muchas veces con horas de insomnio aparentemente infinitas, haciéndole sentir desgastado no sólo de manera física sino que emocionalmente también. Necesitaba un pequeño respiro de todo por unas cuántas horas, y eso era lo que el príncipe le ofrecía en cada uno de sus encuentros secretos cerca del lago, donde dejaba de ser el temible Káiser Lim para convertirse en Jae Beom. Dejaba atrás sus pendientes, sus preocupaciones, para dar paso a la quietud que reemplazaba cada uno de ellos porque ante JinYoung él no era más que un hombre común, eso que tantas veces había soñado ser pero que lamentablemente no era.

Por obvias razones, Jackson se enteró del sobre dirigido a él. Jae Beom le dijo que asistiría pero no aclaró el motivo de la celebración.
Desde que descubrió su reciente amistad con el príncipe, el general Wang no dejaba de hablar sobre las oportunidades que tendría si se abría paso con su ayuda, argumentando cuánto le beneficiaría convertirlo en su aliado, o más bien, en un conejillo de indias únicamente para el beneficio de su trono.

No quería decirle nada acerca de JinYoung, ni siquiera que el menor le había escrito. Entendía perfectamente la preocupación del general porque el rey atacara mientras se encontraban en sus condominios, pero tomando en cuenta las circunstancias que los envolvían, un ataque de esa clase no le traería beneficios.

Era un hecho que debía mantener la boca cerrada ante Wang, ya que no importaba la confianza que le tuviera, la relación que había entre el príncipe y él era algo que sólo les concernía a ellos. Además, al tenerlo solamente entre los dos no habían amenazas porque la verdad quedara al descubierto.
Qué gran revuelta se armaría si saliera a la luz. Una confrontación entre reinos se avecina cada vez más y si esto llegara a oídos del rey Park, la paz sería perturbada. Todo pende de un hilo así que un simple rumor donde se vea involucrado con el último heredero sería lo suficientemente justificable como para iniciar la contienda. Es un gran riesgo. Jae Beom tiene las advertencias a la vista y aún así no es capaz de dar la vuelta para evitarse un problema enorme, tanto para él como para JinYoung. Sus acciones ignoraban por completo lo que su mente le dictaba.

Siempre se dejó guiar por acciones metódicas y calculadas, analizando sus posibilidades, lo que le convenía y lo que no. ¿Desde cuándo había dejado de razonar? Una vocecita en su interior le decía que había dejado de usar la cabeza desde que se encontró al joven príncipe por accidente. Él comenzaba a darle la razón. En primer lugar, no debió entrometerse en los asuntos del chico, lo más prudente hubiera sido dar media vuelta e irse por donde había venido.

Muchas veces se había cuestionado si aquello fue obra de lo que muchos llaman destino, porque sabe que actuar por impulsos no es parte de él. Quizá conocer a JinYoung era parte del destino que supuestamente le correspondía.

Por la expresión que Wang tenía en la mirada, sabía que no creía nada de lo que salía de su boca. —Tienes razón, aquí el tonto es otro.— mencionó el general, cruzándose de brazos.

—¿Disculpa?— Jae Beom se sintió aturdido por el repentino mote bajo por el que fue llamado.— Siempre nos tomamos altos grados de confianza pero aún sigo siendo el Káiser, respétame como tal.

—Eres el Káiser, Jae Beom. Pero yo no soy solamente tu mano derecha, también soy tu amigo, y te hablo con la honestidad de uno verdadero. ¿Crees que puedes engañarme? Es obvio que estás aquí por el príncipe Park.

Jae Beom apartó la mirada, dejando en evidencia que Wang estaba en lo correcto, por más que quisiera negarlo.—Te equivocas.

—Si ese no es el motivo, ¿entonces cuál es? Quieres verlo, por eso has estado insoportable todo este tiempo.

Es increíble como Jackson lo conoce igual que la palma de su mano. Ciertamente, es el único quien se ha mantenido a su lado durante todos éstos años, aguantando su fuerte temperamento. Ningún empleado del castillo permanece más de un año por lo mismo, aveces el carácter de Jae Beom puede salirse un poco de control.
Y en los meses recientes ha estado como un mismísimo demonio rompiendo cosas y descargando su furia y frustración sobre todo el mundo. ¿La razón? Es evidente, por algo está ahí.

Nadie podría comprender lo que Jae Beom piensa y siente respecto a JinYoung. Su mente es todo un torbellino de contradicciones, porque su lado racional no deja de argumentar lo malo que fue encontrarse a JinYoung, pero luego de pensar en eso se reprende. Con el príncipe Park encuentra momentos perfectos para dejar de ser ese dragón malvado y Jae Beom disfruta cada minuto de eso, por más insuficientes que fuesen.
Con cada visita, Jae Beom ansió más tiempo. Por cada noche, Jae Beom deseó más que escasos minutos a su lado.
Verlo, tocarlo, sentirlo. Por cada encuentro con él, sus ganas incrementaban y para el final del día no bastaba. Pronto se vio imaginando la calidez de su cuerpo, la suavidad de su piel y el sabor de sus labios. ¿Cómo se oiría un "te quiero, Jae Beom" provenir de su boca?

Eran tantas cosas las que se podía imaginar, cada una teniendo a JinYoung como parte de ellas. Todo se trataba de fantasías inocentes que no eran más que eso. Fantasías. Porque ni en un millón de años podría dar respuesta a todo lo que se preguntaba acerca del príncipe, y era eso lo que le causaba una extraña incomodidad. Terminaba enojado consigo mismo por perderse en algo que no fuera su deber en el reino o su familia en Alemania.

Por eso se descontroló como hacía años no lo había hecho, porque se estaba desviando de su camino y era nada más ni nada menos que por sus propios caprichos.

—¿Vas a usarlo? Hazlo, pero que sea de una maldita vez. Esta clase de relación que tienes con él no está yendo por el lado correcto. Te está perjudicando.

No, Jackson no sabía nada. Las cosas eran contrarias a lo que decía, era Jae Beom quien perjudicaba al príncipe.

—No voy a usarlo.— gruñó. Tenía que dejar en claro que nunca sería capaz de caer tan bajo como para aprovecharse de alguien como JinYoung. Tan ajeno al conflicto entre sus familias, tan inocente de todo.

—Entonces ¿por qué...— Jackson abrió la boca con sorpresa. Le lanzó una mirada llena de incredulidad que llegó a un punto sin retorno.— Te gusta.

—No digas tonterías.

—No son tonterías. Todo este tiempo estuviste viéndolo a escondidas porque te gusta.— Wang sonrió con sorna, aún creyendo que no era más que una mala broma.— Es sólo un príncipe más, uno de tantos sin particularidad alguna. ¿Qué tiene éste que te hace perder la cabeza?

Ni si quiera sabe la respuesta.

Lo deja eufórico y colérico pero es el único quien lo calma. Jae Beom no sabe a ciencia exacta lo que le hizo obsesionarse con el chico. Si fue su belleza encantadora, sus pensamientos tan diferentes, lo parecidos que son hablando de sus vidas tan controladas y carentes de emoción. Tal vez la mierda del destino era cierta y sus caminos estaban destinados a cruzarse, pero sólo eso y nada más. Sería muy difícil que sus caminos se unieran.

Debe hallar la manera de controlar esos extraños sentimientos que el príncipe causa, por el bien de ambos. Sin embargo, a este paso será casi imposible dar marcha atrás y hacer como si nada hubiera pasado.

—No estoy seguro.

—¿Cómo sabes que esto no es otra trampa?

—El no se prestaría para eso.

—Lo defiendes pero no lo conoces en realidad. Él iba a dar todo por el lugar de su padre, ¿cómo puedes estar tan seguro de que esto no es parte de un acuerdo entre ellos? Él obtendrá lo que siempre quiso a cambio de tenerte comiendo de su mano, y por lo que veo, lo está logrando.

Jae Beom no sabía si la rabia que sentía fue por la manera despectiva en la que Jackson hablaba de JinYoung, o debido a que había dado justo en el clavo. Por una o por otra, esta pequeña riña tenía que detenerse.

Se enderezó y se mordió los labios, contando hasta diez para dar tiempo a que el fuego en su sangre se desvaneciera. —Basta, deja esto. ¿Por qué no vas a dar una vuelta? Te veré en unas horas.

—Estás equivocado si crees que me iré.

La ira nuevamente creció en él y sus ojos se crisparon como unas dagas. Estaba llegando a su límite. — ¡Por un carajo, Wang! ¡Deja de comportarte como un...

De manera repentina, las puertas del balcón se abrieron, obligándole a callar antes de que fuera demasiado tarde.

—¿Jae Beom?

Sus cejas se arquearon ante la voz grave y cautelosa de JinYoung y su cuerpo volteó en busca del chico que lo había embelesado por completo.

Los pasos del príncipe Park fueron lentos, como si dudara en acercarse. —¿Ocurre algo?— cuestionó Jae Beom, queriendo saber por qué JinYoung se detuvo a una distancia lejana, en comparación con las otras veces.

—Nada, es sólo que... ¿Estás enojado?

Ahora todo cuadraba. Seguramente escuchó algo de lo que le había gritado al general. Era la primera vez que Jae Beom se sentía mal por ocasionar una impresión despiadada, le daba igual si los demás lo veían de esa manera pero no soportaba la imagen de JinYoung temblando de miedo por culpa suya.

—¿Me temes?— susurró, ligeramente atemorizado por oír la respuesta.

—¡No! No quise decir eso. Por favor, no te enojes conmigo.

—Jamás me enojaría contigo, JinYoung. No podría.— Incluso si el príncipe llegara a odiarlo a muerte, Jae Beom seguiría tratándolo igual, con el mismo afecto y dulzura que siente por él.

Habían alrededor de tres metros separándolos, demasiada distancia para su propio gusto, así que le extendió una mano con la intención de darle confianza.
Grande fue su sorpresa al ver que JinYoung no le tomó la mano, en vez de eso corrió hacia él y se aferró con fuerza. Su movimiento tan repentino lo dejó atónito, pero estaría mintiendo al decir que no lo encontró agradable.

—Te extrañé mucho.— JinYoung se refugió en sus brazos, enredando los propios en el traje que Jae Beom usaba esa noche.

Ignoró el bufido hastiado de Jackson, ahora eso no era relevante, sólo debía darle su atención a ese hombre que reclamaba su atención, responsable de hacerlo sentir igual que un chiquillo tembloroso. Escuchó al general retirarse, dándoles esa privacidad que Jae Beom deseó desde el principio. Ahora que no tenía la mirada acusadora a sus espaldas, dejó que sus manos nerviosas descansaran sobre las caderas del menor, manteniéndolas quietas contra su deseo de apretar entre sus dedos. No quería que se interpretara como un agarre grotesco, él podrá ser el hombre más hostil del mundo pero la cosa cambiaba cuando se trataba del chico.

Oh, divino cielo. Estaban cuerpo a cuerpo, dejando que sus emociones hablaran por sí solas en ese abrazo.

—No tienes idea de cuánto anhelaba verte. — murmuró. No, JinYoung realmente no tenía idea lo mucho que había pensado en él y lo mal que la había pasado. —¿Cómo has estado?

En segundos se vio arrepentido de haber preguntado porque sólo eso bastó para que sus ojos perdieran brillo y adquirieran pintas tristes. Pronto supo el motivo y deseó morir ahí mismo.

"Mis padres van a hacer un acuerdo nupcial. Esta horrible fiesta ni
siquiera es para celebrar mi cumpleaños, están buscando un pretendiente."

El dolor en las palabras de JinYoung había sido enorme, tanto como las punzadas en el corazón de Jae Beom.
No podía creerlo. No quería creerlo. Se sentía impotente por no poder brindarle protección, quería resguardarlo de todos porque él no merecía ese futuro cruel.

—Pero eso ya no importa, estás aquí. Todo lo malo desaparece cuando estás conmigo.— JinYoung sonrió como si nada estuviera pasando, como si no fuera a comprometerse por obligación.

Demonios. El corazón de Jae Beom no debería bombear con ímpetu por tal declaración. Estaba enojado, triste, dolorido. Pero aún sabiendo lo que iba a suceder su boca no debería ansiar probarlo y sus manos no deberían picar por tocarlo como él quería.
Era inevitable perderse en sus ojos porque eran profundos y cálidos. En ellos se reflejaba la sinceridad con la que JinYoung hablaba y la gentileza con la que lo trataba a él.

Se estaba enamorando.

Y no debía.

¿Pero cómo evitarlo? Era imposible cuando lo miraba de esa manera, como si Jae Beom fuera lo más brillante del mundo, en vez de lo que realmente era; una total escoria.
Entre sus brazos se acomodaba perfectamente, como si hubiera nacido para estar ahí. Su deseo incrementó a un nivel inimaginable y por cada segundo iba perdiendo la cordura, pero no era eso lo que lo tenía a sus pies, era el simple hecho de ser quien era.

Jae Beom sabe que no existe alguien igual a JinYoung, tan perfecto en todos los sentidos. Es hermoso por cualquier ángulo donde lo viera, de voz suave y gentil, igual que la dulce lira de los poemas que solía leer. Es el hombre más inteligente y capaz que ha conocido.

Es todo lo que Jae Beom anhela, todo lo que necesita. Pero JinYoung no le pertenece y tristemente nunca podrá ser suyo. La realidad del emperador es esa. El mundo entero conspira para impedírselo. El destino era tan cruel, porque aún después de haber entrelazado sus vidas, le recordaba de la manera más vil lo inalcanzable que era y lo insuficiente que Jae Beom sería para un ser tan divino como JinYoung.
Era un hombre con un pasado oscuro, con el alma tan corrompida que salvarlo de sus pecados sería imposible. JinYoung necesitaba más que eso. Un hombre así de puro e inocente no debía estar al lado de alguien como Jae Beom.

Sabe que lo mejor es dar media vuelta e irse, pero ya es tarde, vuelve a caer hasta el fondo, en un círculo vicioso que lo va consumiendo lenta y dolorosamente.
¿Por qué entre todas las personas del mundo, tuvo que ser JinYoung? Estaba destinado a ser doloroso desde el principio aún cuando no eran nada, siendo un claro indicio de lo mucho que lo desgarraría si intentaba seguir adelante.

En esta versión de la historia, Jae Beom podría perderlo todo. No sólo su trono, también podría perder a JinYoung, porque los villanos nunca ganan, están destinados al fracaso desde el principio. Y como una broma del destino, Jae Beom es el infame emperador que se estaba enamorando del hermoso príncipe que pronto estaría comprometido. El final ya estaba escrito, incluso sin haber dado inicio a la historia.

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¿Alguien vio el live de YuGyeom? Esta pequeña criatura siempre se los pierde. Creo que no he visto ni uno solo. TnT

¿Le ha pasado a alguien más? ¿O sólo yo cargo con tremenda suerte culera?

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