CHAPTER FOUR ━ nightmare

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( 悪夢 )
𝐂𝐇𝐀𝐏𝐓𝐄𝐑 𝐅𝐎𝐔𝐑

"Los pies desnudos de Lilith caminaban sobre el suave y húmedo césped del jardín del Tartaro. Aquél era su lugar favorito del inframundo y era el único con una vegetación completamente hermosa y bien mantenida, claramente era todo obra de su madre. Su exageradamente largo cabello azabache se movía a la par de ella, llenándose de pétalos de diversas flores del suelo. Nuevamente se había emocionado por una visita de Athan y su pelo no disimuló ni un poco lo alegre que la puso verlo luego de tanto tiempo.

Todo iba perfecto en aquél hermoso día hasta que una extraña brisa golpeó contra su cuerpo, provocandole una punzada en su pecho y que sus pelos se pusieran de punta. Giró su rostro hacía atrás, notando una gran cantidad de fuego cerca de la entrada al inframundo. Una exclamación se escapó de sus labios. No tardó ni un minuto en correr rápidamente y subirse a su caballo, cabalgando al lugar donde todo parecía ser un caos. ¿Qué es lo que estaba ocurriendo?

Le llevó unos diez minutos llegar al centro de la batalla, encontrándose con invasores y demonios luchando contra su madre, Perséfone. Hades no se encontraba en aquellos momentos en el inframundo por situaciones que debía atender en el Olimpo, cosa que los demonios y enemigos aprovecharon para atacar por sorpresa.

──¡Madre!── Exclamó la joven diosa, saltando de su caballo para correr hacía su progenitora, tomando una espada y cortando su cabello ágilmente para que este no le molestara a la hora de luchar.

──¡Lilith, encierrate en el Tartaro y llama a tu padre! ¡No salgas de ahí, es una orden!── Gritó la reina del inframundo, luchando contra criaturas que eran nuevas para el conocimiento de la susodicha, pero de las cuales curiosamente comenzó a sentir una rara conexión entre ellos y ella. ──¡Lilith, hazme caso, por favor!

Antes de que la menor pudiera decir siquiera algo, vió como una espada, empuñada por una mujer con cabello morado, atravesaba el pecho de su madre, desgarrandolo por completo. Sus labios se abrieron pero ni una palabra salió de ellos. Es imposible que una diosa muera, ¿verdad? Si hubiera sido una espada común, Perséfone habría sobrevivido a la apuñalada pero claramente no era una espada normal, era la espada de Cronos. Una espada especialmente creada para asesinar dioses.

Cuando la diosa de la fertilidad cayó de rodillas al suelo, desplomándose, el mundo se comenzó a caer en pedazos para la pequeña Lilith. Los gritos de lucha aturdía su cabeza y la risa victoriosa de aquella mujer se le hacía completamente insoportable, acabando con toda cordura que le quedaba en cuestión de segundos.

Lilith incendió todo, calcinando el cuerpo de aquellas criaturas enemigas y de sus propios súbditos. El fuego infernal arrasó con absolutamente todo. Pero esa mujer y un hombre de cabello azabache lograron sobrevivir y escapar de las llamas de la hija de Hades, quien regresó en el momento en el que todo había sido consumido por el fuego, encontrándose con su hija en un estado de completo shock con el cuerpo de su esposa en brazos.

──¡Lilith!

Cordelia. Ella era la asesina de su madre."

Perséfone se despertó completamente asustada, el pecho le subía y bajaba con rapidez haciendo que su respiración estuviera agitada. Su cuerpo temblaba y las lágrimas se escaparon de sus ojos. Se clavó las uñas de ambas manos en sus brazos, asegurándose de estar realmente despierta. Hacía demasiado tiempo que no soñaba con la muerte de su madre y menos de una forma tan real. Incluso soñó con los más pequeños detalles y muchas dudas comenzaron a surgir en su cabeza.

Con algo de esfuerzo, se levantó de la cama, saliendo silenciosamente de su habitación con la intención de buscar algo de agua en la cocina de la mansión Sakamaki o cualquier cosa dulce que pudiera calmarla de aquellas pesadillas. Perséfone se preguntaba si el día agotador en el instituto tenía algo que ver con el sueño o si era por el hecho de estar en esta casa que muchas buenas vibras no le daba.

Al salir al pasillo, se encontró que todo estaba completamente iluminado por los rayos del sol, y una ventana al final de este capturó parte de su atención. La griega miró para todos lados, asegurándose que no había nadie por los alrededores y absolutamente, estaba en lo correcto por lo que comenzó a dirigirse hacía allí. Parecía que no todos los mitos humanos eran mentira.

A medida que se acercaba a la ventana, el dolor en el pecho comenzaba a aparecer y a crecer de a poco, y antes de llegar al ventanal chocó contra la entrada a una habitación, a la que su intuición decía que lo mejor era no abrirla pero su curiosidad le estaba ganando fuertemente.

"¿Esta no es la habitación a la que entró Yui cuando se armó todo ese espectáculo?" Definitivamente lo era.

Su mano se extendió hacía el picaporte sin dudarlo, el candado y la cadena continuaban en el suelo, algo que le pareció bastante extraño conociendo un poco al segundo Sakamaki. Tomó un poco de aire y con valentía abrió la puerta, hundiéndose en la curiosidad que la mataría en cualquier momento. Al entrar al cuarto pudo darse cuenta que se trataba de la habitación de una mujer, ¿será la antigua habitación de la madre de ellos?

Con pasos sigilosos comenzó a recorrerla, encontrando joyas de todo tipo, vestidos largos y elegantes del mismo tono de morado. También había una enorme estantería de libros y un hermoso tocador al cual no dudó en verse al espejo, como siempre lo hacía con cualquier objeto que pudiera devolverle su imagen. Al principio todo era normal, el espejo estaba algo sucio pero no era nada grave, hasta que su mirada se centró en otra cosa que no era ella misma: una mujer posada detrás de ella, una mujer de cabello morado.

Perséfone soltó un pequeño grito del susto y dio un paso brusco hacía atrás, tropezando y cortándose con unos vidrios de un cuadro que yacía en el suelo de madera. Su respiración se aceleró, un gran corte había en su pierna y detrás de ella podía sentir a otra criatura. Rápidamente se levantó del suelo, cortandose también las palmas de la mano, volteo hacia donde estaba la dama de cabello morado pero ya no se encontraba allí; en cambio, había una enorme vidriera semicubierta por una manta. No sabía por qué estaba tan asustada pero de todas formas tomó el resto de la manta y tironeo de ella, encontrándose con algo que la haría caer nuevamente al piso por la sorpresa, generando un golpe seco que apostaría que se escuchó por toda la casa.

La espada de Cronos.

──Cordelia.

Las lágrimas comenzaron a resbalarse por sus mejillas mientras la sangre dorada goteaba de sus extremidades y su pecho subía y bajaba velozmente. Estaba en la habitación de la mujer que asesinó sin piedad alguna a su madre.

──Parece que tenemos a una curiosa más. ── La voz de Reiji sólo la exalto más. ──Y ahora se entiende por qué hablabas griego antiguo, Perséfone. ── Susurro para él mismo.

La susodicha, con esfuerzo, se levantó y miró a los seis vampiros que la rodeaban como si de una presa se tratara, aunque en aquella posición claramente lo era. Estaba en un estado de shock y chorreando sangre por doquier, y el aroma de la sangre de un dios era mucho más potente y exquisito a la de un humano promedio. Más aún la de Perséfone.

──No solo Yui-chan será nuestra muñeca, Teddy. ── Murmuro Kanato por lo bajo, aferrándose a su oso de peluche.

La hija de Hades no entendía nada, regresó su mirada a donde se suponía que se encontraba la espada pero no había nada: solo un par de libros viejos. ¿Estaba enloqueciendo? Intentó decir algo pero sus piernas tambalearon y antes de caer nuevamente, las frías manos de Raito rodearon con algo de presión su cintura, tomando suavemente la mano izquierda de la fémina para dirigirla hacía sus labios.

──Sueltame ahora mismo.── Murmuró la griega, intentando escapar del agarre. Aquella débil resistencia solo lograba excitar más al castaño rojizo con sombrero, quien se estaba conteniendo de no morderle el cuello y marcarla como suya.

Desde el primer momento que entró en la casa, el tercer Sakamaki había clavado su atención en ella: ella sería su presa, sería suya. Algo en la azabache lo hipnotizaba por completo, lo atraía y capturaba, a la vez que le daba demasiada curiosidad. "¿Así se sentirá el amor a primera vista del que tanto hablan los humanos?"

──Oe, no estás en posición de ordenarnos algo. ── Ayato se acercó a ellos, pisando los vidrios rotos y bañados en icor, y tomó a la muchacha del cuello, obligándola a verlo a los ojos. ──¿Piensas que puedes provocarnos desparramando toda la sangre sin sufrir ninguna consecuencia? Ore sama no tendrá piedad contigo.

Raito soltó una carcajada y pegó a la diosa más a él, apartandola de su hermano menor. Todos y cada uno de los hermanos Sakamaki estaban hambrientos y el elixir de Perséfone solo los alteraba incluso más; llevándolos a un punto en el que ninguno se pudiera controlar, ni siquiera Reiji.

──¿Ustedes quién demonios se creen? ¿Saben con quién están hablando?── Gritó, a punto de desvanecerse, no entendía como tanta sangre salía de aquellos cortes tan torpes. ──Soy... la hija de Hades, diosa del-..  ── Sus ojos comenzaron a cerrarse y sus rodillas tambalearon.

──Tks, son tan ruidosos.── Afirmó Shu, apartando a todos de la chica para tomarla en brazos cuando ésta cerró sus ojos al desmayarse, y desapareció antes de que alguno de sus hermanos pudiera decir o hacer algo.

Reiji tosió para recomponer su postura serena y acomodó sus lentes.

──Tendremos una charla los seis junto a Perséfone, ahora todos vuelvan a sus respectivas habitaciones. ── Ordenó él, y en menos de un segundo todos habían desaparecido de la antigua habitación de Cordelia.

Mientras tanto, el mayor de todos se teletransportó a su habitación, cerrando todo con llave y dejando a la joven sobre su cama, quien protestaba con cada acción que realizaba. El vampiro dejó a la diosa sobre su cama y la observó detalladamente, su camisón de seda se encontraba manchado de sangre dorada y le permitía ver las largas piernas de ella, también sucias por el icor.

──¿Quién demonios eres?── Murmuró el rubio, acercando su cuerpo al de la contraria. Deslizó la yema de sus dedos sobre las piernas desnudas de ella, llevándolo hasta la lastimadura que continuaba sangrando levemente. ──¿Y qué es lo qué tienes que te hace tan atractiva y me provoca ser un lascivo?

Manchó sus dedos con el icor y los llevó a sus labios, saboreando hasta la última gota de este. Sus ojos se abrieron con sorpresa y sintió como sus colmillos se afilaban en el interior de su boca. Sin poder contenerse, afirmó su agarre en las piernas de la diosa y comenzó a lamer toda la sangre derramada casi con desesperación. No podía morderla, era muy pronto y esa persona se enteraría.

Un quejido se escapó de los labios carmesí de Perséfone y se revolvió en la cama, dándose la vuelta y desacomodando todo su pijama. Shu negó con la cabeza y apartó la vista, limpiándose los restos de sangre de la boca. ¿Qué planes ocurrirían con ella en el medio?

──Hija de Hades... interesante.

Después de un par de horas, Perséfone se despertó del desmayo completamente agitada y asustada, otra vez. Con el pecho agitado, volteo hacia todos lados, analizando el lugar en donde estaba, claramente no era su habitación entonces...  ¿la habitación de qué Sakamaki era?

Estiró su brazo hacia el costado, tomando una almohada y la llevo a su rostro, olfateando la fragancia de está: vainilla y colonia, olía exquisito. Seguramente era la habitación del primogénito. Dejó la almohada nuevamente en su lugar y se sentó sobre la cama, desacomodando todo su camisón como consecuencia.

───Finalmente despiertas, ya comenzaba a creer que me ibas a ganar en quién duerme más. ─── Bromeó Shu, quien se encontraba recostado sobre la pared que daba frente a la cama, quedando a una corta distancia de la azabache.

La griega simplemente lo observó, ladeando su cabeza hacia un costado mientras guardaba silencio.  ¿Acaso la habrán mordido alguno de los Sakamaki? Recordó la escena que había vivido anteriormente, por un momento se aterrorizó de estar rodeada de seis criaturas bebedoras de sangre hambrientas por tomar de su cuerpo. Se había enfrentado a diferentes criaturas y dioses, pero la desconocida sensación de ser mordida le aterraba, mejor dicho, le intrigaba.

───Eres muy escandalosa siempre y cuando debes hablar guardas silencio, que ironía. ─── Habló, acercándose a ella vagamente, acortando la distancia entre ambos mientras tenía su mirada zafiro clavada en el cuerpo de la de orbes ámbar.

───Simplemente estoy procesando todo lo ocurrido. ─── Murmuró la deidad, levantando la mirada para encontrarse con el pecho del vampiro. Sus heridas continuaban manchadas con sangre fresca, e incluso salía un pequeño hilo de icor de ellas, el olor estaba volviendo loco al vampiro. ───¿Ocurre algo, Shu-san?─── Preguntó con una inocencia fingida, sonriendo levemente mientras abría las piernas de forma delicada. Llevaba ya rato conteniendose de los toques masculinos, más cuando Raito la había dejando deseando ser besada, estaba en su naturaleza la ninfomanía.

Shu ya conocía su verdadera identidad desde que había entrado a la mansión, por lo que por el momento no le interesaba conocer más sobre Perséfone, lo único que quería era beber de ella de forma desesperada, pero las amenazas de esa persona aparecieron en su mente como un recuerdo. Pero, ¿realmente se enteraría?

───Me intrigas, Perséfone. ─── Admitió, apoyando su rodilla entre las piernas de la susodicha, quedando casi a su misma altura. Posó su mano izquierda en su mentón, dirigiendolo hacía arriba mientras que con su otra mano acariciaba su muslo derecho. ───¿Qué es lo que hace una diosa griega entre nosotros?

Las manos de la azabache se posaron en el fortificado abdomen del rubio sin un apice de vergüenza, acariciandolo coquetamente, con pequeños toques juguetones, a su vez que inclinaba su cabeza hacía delante; sus respiraciones llegaron a mezclarse por la cercanía de ambos y los labios carnosos de la princesa del Inframundo invitaban al Sakamaki a pecar.

La tensión entre ambos se vió terminada cuando unos golpes se hicieron presentes en la puerta del mayor, dejándolos a los dos con un deseo culposo y unas ganas que crecerían con el transcurrir del tiempo.

Shu se recompuso, separándose de Perséfone mientras se dirigía a abrir la puerta, encontrándose con su hermano de sangre. Reiji detestaba tener que ver a su hermano mayor, más aún tener que ir a buscarlo, pero era de la única alternativa.

Perséfone se levantó de la cama, acomodando su camisón y amarrando su cabello en un moño improvisado. Lentamente se dirigió hacía la puerta, si mirada rubí choco contra la magenta del segundo Sakamaki. Está vez no se salvaría de las preguntas.

───Tendremos una reunión, tú estás incluida, Perséfone. ─── anunció Reiji, mirando a la diosa de forma disimulada. ───Apenas estén listos bajen a la sala principal. ─── Dicho eso, desapareció en un abrir y cerrar de ojos.

La mujer suspiro, saliendo de la habitación del contrario sin siquiera girarse a verlo. Ella estaba igual de intrigada que él, tenía que hablar urgentemente con su padre, ¿acaso sabía que ellos eran hijos de la mujer que asesino a su madre, de la espada de Cronos, y la envío allí igualmente? Quería creer que no era consciente de la situación, no sería tan cruel con su propia hija.

Entro a su habitación, soltando un suspiro cuando cerró la puerta, necesitaba algo de tranquilidad con urgencia, estar allí la iba a volver completamente loca. Cerró con seguro y comenzó a desvertise, cosa que no le llevo mucho tiempo ya que solo tenía aquella prenda de seda; quería tomar un baño pero Reiji seguramente ya la estaría esperando junto a los demás y no quería hacerlo esperar mucho más, por lo que tomó una remera de 'Slipknot' que le había robado a su padre y salió de su habitación.

Apenas bajó las escaleras, los seis hermanos ya estaban sentados en los sillones que decoraban la sala, tomó un poco de aire y se sentó en el único asiento que quedaba libre: al lado de Raito.

───Oe, que hermosa te ves de esta manera, princesa-chan. ─── Canturreo el anterior nombrado, sonriéndole a su acompañante. ───No me imagino lo hermosa que estarás cuando te desnude.

Sus ojos rojizos se abrieron con una leve sorpresa y sus mejillas se sonrojaron, no era lo más atrevido que le dijeron pero le sorprendió el descaro con el que lo decía frente a todos sus familiares, suponía que ya estaban acostumbrados a la actitud de él.

Una tos interrumpió lo que Perséfone estaba apunto de decir. Todos guardaron silencio y voltearon a ver a Reiji, quien de puso de pie para comenzar con la conversación.

───Bien, comencemos con esta reunión. ─── Habló. ───Si bien puede ser que algunos no estén interesados en esta charla, sé que en el fondo les intriga que es lo que planea esa persona, y la llegada de nuestra invitada especial tiene mucho que ver con sus planes. ─── El vampiro dirigió su mirada a la única mujer presente en esa reunión. ───Así que, Perséfone, dinos que es lo que vienes a hacer aquí y dinos la verdad sobre quién eres.

Ahora el centro de atención paso a ella completamente. No tenía idea del porqué pero se sentía incluso intimidada ante los Sakamaki, cuando era alguien mucho más superior a todos ellos.

───Mi nombre es Perséfone, soy la diosa del fuego y el infierno, como les dije antes soy hija de Hades y futura reina del Inframundo. ─── Se presentó, clavando su mirada rojiza en el vampiro que tenía al lado. ───Si bien soy consciente de que nuestros padres son aliados y quieren afirmar esa alianza, no estoy segura de sus planes. ─── Declaró, llevando su cabello detrás de su oreja. ───Pero mi padre es de la vieja escuela y supongo que el suyo también lo es, por lo que no sería nada raro que termine comprometida a alguno de ustedes.

Todos se quedaron en silencio, analizando lo que acababan de decirles, nuevas dudas y preguntas comenzaron a surgir en la mente de cada uno.

───Esa persona quiere hacer al clan Sakamaki más fuerte. ─── Rompió el hielo Shu, levantándose de su sillón de cuerpo completo. ───Perséfone es la invitada especial porque alguno de nosotros se casará con ella para gobernar, siendo una diosa griega y más aún hija del dios Hades, no hay nadie "mejor" para cumplir el papel de la reina de los demonios según él.

"Por Gaia, si mi padre organizo un compromiso con alguno de ellos juró que lo mataré con mis propias manos."

Raito sonrió al escuchar lo que su hermano mayor había dicho, la griega pasaría bastante tiempo en la casa, se divertiría bastante. Reiji miro enojado al primogénito, ¿sabía toda esa información y recién ahora la había compartido? Odiaba que esa persona solo le contará de los asuntos al rubio cuando era él quien más se preocupaba por las responsabilidades.

───Entonces si alguno se casará con ella y serán los nuevos reyes, ¿por qué mandó a la humana?─── Preguntó Subaru, quejándose. La fémina lo observó con sorpresa, creía que era la primera vez que escuchaba hablar al albino, no había tenido oportunidad de hablar con él todavía.

───La sangre de la tabla es especial también, no sabe cómo la de cualquier persona...─── Murmuró Ayato.

───Eso es otro de los planes de esa persona, pero creo que ninguno está enterado de lo que será el destino de Komori, lo único que sabemos es que también desposara a alguno de nosotros. ─── Respondió el peligris, volviendo a sentarse.

La hija de Hades no comprendía absolutamente nada, debía hablar con su padre lo antes posible, necesitaba muchas explicaciones. También le intrigaba la rubia, algo de Yui Komori no le terminaba de convencer, había algo maligno en ella.

───Oe, ¿y por qué no podemos morder a Perséfone-chan? Si es como una novia de sacrificio más. ─── Se burló el primer trillizo, tratando de tomar el rostro de la susodicha pero ella fue más rápida y abrazo la muñeca del contrario con su mano. ───¿Uhm?

A todos se les escapó una exclamación cuando la mirada de la deidad se oscureció y su hermano terminó en el suelo.

───Bien, ahora que ya no tengo que ocultar quien soy... Dejemos unas cosas en claro. ─── Habló ella, poniéndose de cuclillas frente al muchacho que había tirado hace solo momentos. ───No soy una simple bolsa de alimento para ustedes, no vine a cumplir esa misión, soy una diosa griega, un ser mucho más superior a toda su raza. Así que espero ser tratada como tal o, al menos, como un par. ¿Se entendió, Raito?

El recién nombrado estaba sorprendido, la actitud dominante de la chica solo lo volvía aún más loco.

───Me caes bien, dulzura, no arruines las cosas poniéndome de mal humor ¿si?

───Ah, tu odio y tú enojo hacía mi solo me vuelve más loco por ti, princesa-chan. Significa que al pensar en mi sientes algo, ¿no es hermoso? ─── Suspiro el castaño rojizo, levantándose para quedar cara a cara ante la diosa, quien tenía los brazos cruzados con una expresión de enojo en el rostro. ───Además, tu cara de enojo es aún más perfecta de cerca, realmente hermosa.

Perséfone sonrió de costado, acercando aún más su rostro al del contrario, quien solo la veía con una bella expresión gatuna, juguetona. Era igual a Cordelia.

───Realmente no me quieres conocer enojada, Raito-san.

───Si nadie tiene nada más para decir o preguntar, doy por terminada está reunión. ─── Anuncio Reiji, interrumpiendolos.

───¡Yo tengo una pregunta!─── Gritó la mujer antes de que todos se fueran a sus respectivas habitaciones. ───¿Todos son hijos de Cordelia?

Y el clima se puso tenso, los trillizos la observaban fijamente. ¿Acaso había hecho mal en nombrar a aquella mujer?

───Creo que ese es un tema que debes hablar con los trillizos, señorita Perséfone, a nosotros no nos incumbe. ─── Habló nuevamente el peligris, desapareciendo a los instantes al igual que los otros dos que no se veían involucrados en el tema de la conversación.

───Oe, ¿por qué quieres saber sobre nuestra madre? ─── Exclamó Ayato, acercándose de forma peligrosa a la deidad.

───Teddy no quiere escuchar nada sobre esa mujer. ─── Murmuró Kanato, abrazando aún más fuerte a su oso de peluche.

───La habitación en la que estuve cuando me acorralaron, ¿es la antigua habitación de ella, verdad?─── Preguntó la azabache, quedándose quieta ante el acercamiento del pelirrojo.

───¿A qué se debe tanta curiosidad sobre nuestra progenitora, Perséfone?

La susodicha se asombró ante el serio tono en el que habló Raito,  era la primera vez que lo escuchaba hablando seriamente y dejando de lado su actitud coqueta.

¿Debía decirles o era muy pronto? ¿acaso se lo informarían a ella?

───Cordelia es la mujer que asesino a mi madre, tengo cosas pendientes de resolver con ella. ─── Respondió, desconfiada sobre lo que acababa de hacer.

El vampiro de sombrero soltó una risa.

───Lamentablemente, Perséfone-chan, no podrás resolver nada con Cordelia ya que... la asesinamos.

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