CHAPTER FOURTEEN ━ best friends

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( 親友 )
𝐂𝐇𝐀𝐏𝐓𝐄𝐑 𝐅𝐎𝐔𝐑𝐓𝐄𝐄𝐍

Todos se encontraban alterados en la mansión Sakamaki, con Lilith incluída. Ahora mismo Reiji se encontraba analizando una muestra de icor de la griega, comprobando cuál sería el antídoto correcto que trajo ella, aunque pudo notar algo raro en las muestras: había otra cosa que le provocaba el mareo y los desmayos además de la droga. Suspiro y bajó hacía la sala, dónde los demás se encontraban rodeando a la diosa para recibir respuestas a miles de preguntas.

Pero la respuesta que dió la griega desató la furia de Ayato, quien arremetió contra ella, tomándola del cuello con firmeza. La fémina flaqueó pero se sostuvo solo para observar al pelirrojo con soberbia.

──¿¡Por qué la abandonaste con los convertidos!? Maldita diosa..── Preguntó el trillizo menor, parecía querer matarla, lo cual solo provocaba más satisfacción en la diosa.

Lilith estaba completamente agotada, tanto de forma mental como física. Pensó que con aquella noche de lujuria traería de regreso a Raito a sus redes pero no había funcionado, él simplemente terminó y se fue de la habitación, dejándola sola. En aquellos momentos ya no le importaba ver el mundo arder.

───Ayato, dejála.─── Ordenó Shu, levantándose de su sillón.

Si bien la diosa del Infierno podía hacer que Ayato se retorciera por dolor, no lo hizo; podía ver como el vampiro estaba enamorado de la humana y su ausencia lo alteraba, a veces eran tan sentimentales.

──Tal vez porque pensé que así sería más feliz que estando aquí contigo. ── Soltó burlona y el agarre incrementó, haciéndola tocer.

──Ayato.── Advirtió esta vez Reiji.

──No tienes idea de l-. . .

──Estas enamorado de ella y ella de ti, es muy obvio. ── Las uñas del vampiro se clavaron en su cuello. ───Esta cansada de los maltratos que recibe de ustedes, yo haría lo mismo. Pobre, al parecer sufre del síndrome de Estocolmo, igual no la culpo mi madre pasó por lo mismo.

───No estoy enamorado de ella.── El pelirrojo intentó sonar firme en su respuesta, pero la duda se hacía escuchar.

────Entonces, ¿por qué no bebes de mi? si estas tan sediento. ──── Raito se encontraba viendo todo al igual que los demás, todos sabían que su hermano estaba enamorado de la rubia.────Podrías conseguir otra presa y listo, si es que Yui no es tan importante pero eres tan sentimental que le serás fiel a su sangre, que romántico.

──Ayato ya fue suficiente, déjala. ── Shu se posó detrás de su hermano, colocándole una mano en su hombro para apartarlo de su prometida.

──Se ve que viene de hermanos fingir no tener sentimientos. ── Susurro lo suficientemente fuerte para que todos la escucharán. Raito hizo una mueca, acomodando su sombrero. La azabache no perdía oportunidad para atacarlo.

──No la dejé porque quisiera abandonarla, la pondría en riesgo a ella y a todos nosotros si la traía conmigo. Los ancestros están buscándome a mi para asesinarlos a ustedes y si no dejaba a Yui con los Mukami sólo provocaría que ellos nos atacarán antes de tiempo. ── Explicó, sentándose en el sillón detrás suyo. Reiji aprovechó ese momento para colocar el antídoto en ella mientras escuchaba atentamente y pensaba que debían hacer.  ──Debo estar casada con Shu antes de que quieran hacer algo.

La diosa suspiro, cerrando los ojos mientras el líquido pasaba por su cuerpo, brindándole finalmente un alivio luego de tantos dolores. Ayato bufó, apartándose de ella para sentarse en un sillón.

──¿Entonces que debemos hacer?── Pregunto Subaru desde una esquina de la sala.

──Esperar. ── Respondió Reiji. ──Como dijo la señorita Lilith, solo provocaremos una tragedia si intentamos atacar o recuperar a Yui. Debemos esperar, el eclipse se acerca por lo que la boda de Shu y Lilith también. ── Eso dejo un gusto amargo en algunos de los presentes, incluyendolo a él, Reiji no podía creer que luego de tanto esfuerzo el que reinará sería Shu y no él.

──No te preocupes Ayato, tu enamorada regresará a tus brazos. ── Dijo burlona la azabache, levantándose para dirigirse a su propia habitación, con sus pensamientos carcomiendo toda su cabeza.

Todavía no terminaba de procesar lo que había ocurrido y la nueva información que consiguió. Entonces, el verdadero problema detrás de todo el drama era ella, no Yui. Si lo que buscaban era su poder, ella era la responsable de poner a todos en riesgo. Ella era el problema.

( . . . )

Luego de una ducha, que ayudo un poco a calmar sus emociones, Perséfone se encontraba sentada en su cama con el cabello húmedo. Lo cepillaba cuidadosamente, pensando en todo lo que había ocurrido desde que había sido desterrada, una de las peores cosas que le habían sucedido en toda su larga vida.

Lo de Cordelia había sido algo doloroso de atravesar, revivir el momento de la muerte de su madre no era algo bonito de recordar. Y cuando pensó que las cosas finalmente estaban bien, incluso su vida amorosa, todo se derrumbó y volvía a correr riesgo de muerte. Pero arrastraría a los Sakamaki con ella si no hacía algo para evitarlo, debía actuar ¿pero cómo?

Lágrimas comenzaron a escapar de sus ojos y un estruendo resonó por toda la habitación, vidrios cayeron sobre el tocador cuando el cepillo, que lanzó Lilith en un impulso , impactó contra el pequeño espejo.


Lo iba a perder todo, su libertad, su amor, su vida...

───¿Qué es todo ese ruido, mujer? ─── La voz de Shu provocó que elevara la mirada del suelo a él, dejando caer más lágrimas. Él no entendía que estaba ocurriendo en la mente de la azabache pero no dudo en acercarse a ella, sentándose a su lado. ──Hey... ───  Rodeó su cintura y hundió su cabeza en el cabello de ésta, sintiendo el fuerte olor a jazmín. ───Lindo perfume.

La diosa soltó una risa, limpiando sus pequeñas lágrimas con uno de sus dedos. ¿Por qué le decía eso en aquellos momentos? Siempre era tan inoportuno. Levantó la mirada, observando a quien en solo días se convertiría en su esposo; quería a Shu, se había ganado su cariño y amistad, pero sabía que también le estaría arrebatando la poca libertad que él poseía al casarse con ella. Los dos estaban condenados, esa era la vida de un primogénito heredero al trono.

──Estoy agotada, Shu. ── Murmuro Lilith, subiéndose al regazo del contrario para ocultar su rostro en el cuello de este. ──Es muy cansador ser siempre el objetivo... primero lo de mi madre, ¿ahora esto? Es como si se hubieran enterado que yo sería desterrada, estoy segura que antes ni siquiera sabían quién era.

──Deja de pensar en eso por un segundo. ── La tranquilizo el vampiro, acariciando su cabello a la vez que dejaba al descubierto el cuello de ésta. ──Ya es suficiente, Lilith. No sé que vaya a ocurrir pero ambos seremos esposos, gobernaremos, y podrás contar conmigo en cada locura que se te ocurra.

La hija de Hades rió, imaginando cómo serían ella y él como reyes. Seguramente ella tendría encargarse de todos los asuntos porque él no querría o estaría durmiendo todo el día. Cuando su risa cesó, se separó del cuello del contrario para acercar su rostro al de él, acariciando con cuidado su mejilla.

───¿Sabías que los besos refuerzan una amistad, vago? ─── preguntó Lilith, recordando la vez que Shu la había tenido que bañar para sacarse la sangre de los humanos a los cuales había matado. ───Y hoy no estoy cubierta de sangre.

Shu soltó una risa ronca, sus manos se aferraron más a su cadera baja, rozando su trasero, mientras la apegaba a su cuerpo. La de orbes ámbar sintió la erección de su compañero, cosa que le arrebató un suspiro mientras acercaba más su rostro al suyo.

───Es momento de ser mejores amigos, ¿no, mujer obscena?. ── Pregunto en un murmullo.

En cuestión de instantes, los labios rojos de la azabache comenzaron a moverse sobre los fríos labios del vampiro, quién soltó un gruñido cosa que provocó que se convirtiera en un beso mucho más profundo.

Los colmillos de el de orbes zafiro se clavaron en el labio inferior de Lilith, succionando un poco de icor, acción que hizo que la diosa se moviera sobre él, clavando aún más la erección del rubio en su entrepierna. La inmortal rompió el beso para soltar un gemido y tomar algo de aire, la sangre dorada y el sabor metálico de ésta continuaba en la boca de Shu.

Ambos se observaron por cortos segundos para unirse en un beso más salvaje que el anterior, las prendas fueron arrancadas con desesperación, necesitaban sentir al otro con más cercanía, los dos se necesitaban, necesitaban olvidar de lo que ocurriría en el futuro.

─Shu, por favor...── Hazme olvidar a Raito.

Los primeros rayos del sol se colaban por la ventana, todos se encontrarían durmiendo seguramente, hasta Shu lo estaba haciendo a su lado, pero Lilith no había pegado un ojo en toda la noche. Si bien, el rubio la había hecho olvidar de todos sus problemas por un buen rato, estos seguían allí carcomiendo su mente a más no poder.

Soltó un suspiro y se levantó de la cama con cuidado, sin hacer ruido, para salir a su balcón y disfrutar un poco del amanecer que siempre había admirado del mundo mortal. Apenas salió, se apoyo sobre la baranda de piedra y volvió a suspirar con los ojos cerrados, disfrutando la luz solar que pegaba contra su rostro.

" Confió plenamente en ti " esas habían sido palabras del Sakamaki con intención de calmarla, aunque solo logró ponerle un peso más encima. Estaba al borde de la locura, mientras continuaba pensando algo que dijo ella misma antes de tener sexo con el primer Sakamaki:

"Es como si se hubieran enterado que yo sería desterrada." ¿Será que su padre la vendió a los Tsukinami para traicionar a Karl? Imposible, su padre ya había perdido a su madre, no la perdería a ella por la ambición del poder . ¿Qué otra posibilidad podría haber?

Ahora mismo sólo necesitaba una maldita razón, una maldita razón para poder decidir que hacer, pero su razón parecía no querer estar de su lado. Raito estaba cada vez más y más lejano; traía chicas a más no poder cuando le juraba que se quedaría con ella pase lo que pase. Pero aquellas palabras sólo fueron eso, palabras sin valor que se las llevó el viento.


Mientras tanto, en alguna parte de la gran mansión Sakamaki, Raito se encontraba en la misma situación que la griega. Al parecer Eros y Afrodita por fin se habían puesto de acuerdo junto a Morfeo para no dejar que los enamorados durmieran en paz, ignorando lo que sucedía entre ellos.

El castaño rojizo suspiro y se echó el cabello para atrás, observando a la pelirroja que estaba en su cama durmiendo plácidamente. ¿Por qué simplemente no podía actuar como cualquier persona cuando un amor es mutuo? ¿Por qué ella lo seguía atormentando hasta después de su muerte definitiva? ¿Por qué ella seguía allí?

Cordelia lo había arruinado de cierta forma. Le sacó lo más puro de su alma y lo convirtió en lujuria, haciendo que no sepa actuar ante las situaciones como ésta. Conocía todo sobre el sexo, definitivamente lo conocía todo. Cada punto sensible, como hacer temblar las piernas de cualquiera, y no sabía nada de como hacer el amor.

Pero, al igual que su madre le había en enseñado a como tener un excelente polvo, Lilith le había enseñado a hacer el amor.

» Uno de los dedos de la diosa griega se deslizaba por el puente de la nariz del vampiro, apreciando su linda forma, luego terminó sobre sus labios y también se deslizo por ellos, sintiendo la textura suave de estos.

El de ojos esmeraldas observaba con detalles lo que la azabache hacía, se veía jodidamente adorable y, a la vez, como la mujer más caliente del mundo cuando estaba sobre él.

La de orbes rojizas plantó un suave beso en la comisura de Raito, sin llegar a ser un beso completamente. Fue un roce inocente y tierno.

Las manos cálidas de la castaña se pasearon por el pecho del Sakamaki y volvieron a su cabello rojizo, jugando y enredando algunos mechones en sus dedos.

───¿Qué haces, Lilith? ─── preguntó él, pasando una de sus manos por la espalda baja de la femenina.

───Te haré el amor, Raito «

Ambos recordaron aquella noche con un gusto semi amargo en la boca; el menor luego de eso había huido como una maldita rata, dejando a la griega en una completa soledad.

Las ventanas francesas se abrieron nuevamente detrás de la diosa del Infierno, provocando que casi suelte su anillo de plata con el cual estaba jugando: era algo muy especial, regalo de Bry.

───Por todos los dioses, Shu, casi haces que me dé un infarto.── El rubio se posó a su lado, éste solo traía sus pantalones y su pecho estaba descubierto, al igual que su cabello estaba completamente despeinado. ───¿Qué haces despierto justamente tú?

Por primera vez en todos los meses que había pasado en la mansión, Perséfone observó a Shu sin sus típicos auriculares, lo que le hizo sonreír levemente. Realmente lo quería, de una forma sincera.

───¿En serio piensas que durmiendo toda la noche iba a dormir de día, mujer? ──── Preguntó el vampiro algo obvio, mientras se apoyaba en las barandas junto a ella. ───Es obvio que no voy a dormir tanto.

───Que lástima, estabas a punto de romper un récord mundial a la persona más vaga del mundo. ─── La de hebras negras soltó una corta risa antes de suspirar otra vez. No solo no había podido dormir nada, si no que también creyó ver la silueta de su madre parada frente a ella a mitad de la noche.───¿Tu tienes aquél presentimiento de que algo malo va a pasar pronto? Sentí lo mismo antes de que los Mukami se llevaran a Yui y me secuestraran.

───Debemos encontrarla antes de que el humor de Ayato empeore, ya no lo soporto. ─── Shu observó como los rayos del sol hacían lucir a la diosa mas atractiva de lo que era, no le molestaría pasar la eternidad junto a ella. ───¿Qué ocurrió con Raito?

La pregunta tomó por sorpresa a Lilith y deseaba tener un cigarrillo entre sus labios en aquel momento.

───¿Por que crees que mis problemas se basan en Raito? Él es un simple polvo y ya, nada del otro mundo, por todos los dioses del Olimpo.── La femenina se dió la vuelta y apoyó su espalda contra el barandal, observando a Shu detalladamente.

───Porque estas enamorada de él y él también de ti aunque es un idiota, se puede ver en tu rostro, mujer obscena. ── El rubio se acercó a ella, dejando sus cuerpos a pocos centímetros, creando la misma tensión que hace unas horas atrás. ───Raito no fue ni es un simple polvo, Lili, yo fui un simple polvo.

La diosa del inframundo abrió su boca indignada y le dio un golpe amistoso en el brazo.

───¡Eso no es verdad! Solo fortalecimos nuestra amistad, bobo. Serás mi esposo, debes saber besarme correctamente y como a mí me gusta. ─── Ambos volvieron a reír cortamente. ───Y lo otro también es mentira, él no está enamorado de mi y lo sabes.

───Simplemente ve y dile lo que sientes, si él te rechaza es porque ya es un idiota sin remedio y el sexo le arruino las pocas neuronas que tiene. ──── El Sakamaki mayor acercó sus labios a la frente de la fémina y dejó un casto beso. ───Ahora mejor trata de dormir, yo volveré a mi habitación.

De los labios rojizos de la azabache se escapo un suspiro pero asintió, lo abrazo cortamente antes de que se fuera.

───Descansa, futuro esposo.── Se despido, Shu salió de la habitación de la diosa y ella se recostó en su cama, cerrando los ojos mientras trataba de conciliar el sueño. Rogándole a Morfeo que le permitiera dormir aunque sea unas horas.

Mientras tanto, por el otro lado, el Sakamaki pervertido estaba camino a hablarle a Persefone, le había pedido a la chica pelirroja que se fuera, por fin se había decidido. Pero al ver a su hermano mayor salir de la habitación de la inmortal, toda su seguridad se había ido al carajo.

No quería salir más lastimado de lo que ya estaba.

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