CHAPTER THIRTEEN ━ in the middle of the night

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( 夜中に )
𝐂𝐇𝐀𝐏𝐓𝐄𝐑 𝐓𝐇𝐈𝐑𝐓𝐄𝐄𝐍

Lilith se posó frente a la puerta de la habitación de Raito, dudando en pasar o no. Tenía varios sentimientos encontrados en su interior por todo lo que acababa de suceder y no sabía si era lo correcto hablar tan pronto con el vampiro. El sol comenzaba a aparecer, ya era momento de dormir. La diosa tomó valor y golpeó delicadamente la puerta, sin recibir respuesta alguna, como era de esperarse, y con un empujón de valentía se adentró a la habitación, encontrándose con un Raito dormido sobre su cama.

Se quitó los zapatos para no hacer ruido sobre el suelo de madera y de a pasos lentos comenzó a caminar hasta llegar a la cama, sentándose al lado del cuerpo dormido del Sakamaki, se veía tierno e indefenso. ¿Tan rápido había conciliado el sueño? Que envidia. Un suspiro se coló entre sus labios, pasando la mano por los cabellos rojizos del contrario, ¿por qué siempre le pasaba estas cosas a ella? Jamás se había enamorado de ninguno de sus amantes, ¿por qué le sucedía esto con Raito?

"El césped se colaba entre los dedos de sus pies, sintiendo la vegetación luego de tanto tiempo encerrada en la mansión Sakamaki. Lilith se giró hacía su costado, observando como Raito se sentaba a su lado, abriendo una botella de vino para servirla en dos copas de cristal.

──Qué romántico, cariño, no pensé que te gustarán las citas al aire libre. ── Canturreo divertida la diosa, tomando una de las copas. Los amantes estaban teniendo un picnic en los límites del bosque, alejados de la mansión y de los demás. ──Vaya, extrañaba demasiado la naturaleza. ── Murmuro, disfrutando de la vegetación. El castaño rojizo sonrió, acariciando el rostro de la fémina con el dorso de su mano.

──¿Acaso no tienen vegetación en el Inframundo? A veces se necesita algo de aire. ── Preguntó, bebiendo del vino.

──Teníamos un sector, mi madre se encargaba de él pero claro, luego de su muerte todo se comenzó a marchitar y mi padre lo regresó a su estado original. ── Respondió, tomando una uva con un trozo de queso, saboreando aquella combinación que tanto comía en el Olimpo. ──Que ricas uvas, por Gaia... ¿acaso me intentas conquistar dándome bocadillos griegos, Raito?

──¿Acaso ya no caiste enamorada a mis pies, Lili?── Lili. Aquel apodo sonaba tan dulce saliendo de sus labios.

──Creo que quieres que te elija como esposo, ya te he descubierto.── Se burló, acercando su rostro al de él.

──Que vil eres, quieres ver el alma de mi madre retorciéndose cuando me vea casado contigo.── Contestó, acercándose más para rozar sus narices.

──Como si te fuera a elegir a ti, pervertido."

La princesa del Inframundo recordó aquella cita con un gusto agridulce en la boca. Maldita sea, si quería elegirlo a él. Cansada de la situación, besó con dulzura la frente de Raito y se levantó de la cama, saliendo de la habitación no sin antes murmurarle algo al vampiro:

──Espero que pronto volvamos a ser los de siempre, Raito-san.

El susodicho no se encontraba dormido, para nada, y estuvo a punto de tomar la mano de la griega y pedirle que se quedé con él pero era en vano. Ya estaba comprometida con Shu, ¿por qué seguir intentándolo?

Estaba claro, eran dos amantes destinados a sufrir por el otro.
Jamás supieron cómo amar sanamente y aquí estaban las consecuencias. Raito prefería amarla en silencio, intentando olvidarla con otras mujeres, mientras que Lilith estaba dispuesto a luchar por él, pero no podía hacer nada si el vampiro no cooperaba. Su amor era como una tragedia griega.

La azabache se dirigió a su habitación, con los hombros caídos y los ojos cansados, necesitaba dormir con urgencia. Observó de reojo el jardín de las rosas de Subaru, se veía hermoso con el sol del amanecer aunque notó algo que le llamó mucho la atención: Yui Komori siendo rodeada por tres muchachos. Los vampiros de la montaña la iban a secuestrar.

Antes de que pudiera decir o siquiera hacer algo, una gran mano cubrió su boca y fue presionada contra la pared, una aguja de clavó en su cuello y sintió como un líquido se abría pasó entre sus venas. Su cuerpo estaba siendo acorralado por el cuerpo de, nada más ni nada menos, Yuma Mukami. La presión que este ejercía solo provocó que los pechos de Lilith quedarán sobre el firme abdomen del castaño, quien colocó una de sus piernas entre los muslos desnudos de la contraria.

──¿Te estás debilitando, no es así, diosa? La medicina de Ruki realmente funcionó. ── Se burló el más alto, aún con su mano en la boca de ella. ──Te ves mejor así de sumisa que ladrando como una perra.

Los ojos de la deidad se tornaron rojizos, quiso agarrar una espada de una de las armaduras que se encontraba a una corta distancia pero fue perdiendo la consciencia lentamente. Ahí estaba la razón por la que se sentía mal durante esos días, la fueron drogando de a poco, con aquellos bombones que un "admirador secreto" le había regalado. ¿Cómo podía ser tan tonta?

Finalmente y luego de mucho esfuerzo, Lilith se desmayó. Yuma la tomó en sus brazos y se teletransportó al jardín donde sus hermanos se encontraban con la humana también desmayada.

──Será mejor irnos antes que se enteren, aún estamos en ventaja. ── Ordenó Ruki con Yui en brazos.

Dicho y hecho, los Mukami se teletransportaron a su mansión. Al llegar, dejaron a las mujeres inconscientes sobre unos sillones de la sala. Su plan ya estaba en marcha, debían convertirse en el nuevo Adán.

( . . . )

Poco a poco, la diosa fue recobrando la consciencia, levantándose con mucho esfuerzo de sillón donde estaba recostada. ¿Había soñado todo o realmente había sucedido? Miró a su alrededor, observando a Yui inconsciente, realmente había pasado, no fue ningún sueño.

──Hey, Yui... Yui, despierta. ── Llamó Lilith a la rubia, sacudiendo sus brazos aunque fue en vano, seguía dormida. ──Por Rea, ¿ahora qué hago?── Murmuro para si misma, parándose. Se acercó al ventanal, ya estaba oscureciendo, ¿cuánto tiempo llevaba dormida?

No había señal de los convertidos alrededor, pero eran vampiros, sus sentidos estaban atentos a cada movimiento. Con mucho cuidado, comenzó a caminar por un largo pasillo oscuro: era más tenebroso ese pasillo que toda la mansión Sakamaki. Antes de seguir recto se encontró con una habitación llena de dagas, ¿por qué vampiros tenían dagas que podrían acabar con su vida? Ahora eso no importaba, debía llevar una por si acaso.

──¿Por qué siempre me pasan estás cosas a mí?── Pensó en voz alta, siguiendo el camino y encontrándose con una puerta entreabierta a solo metros de ella. Unas voces se hicieron escuchar, estaban allí, debía descubrir que planeaban con ella.

Agradeció por primera vez no tener sus zapatos de Chanel y con sigilo se acercó rápidamente, pegando su cuerpo a la pared al lado de la entrada, allí podía escuchar perfectamente todo lo que conversaban.

──Tenemos que hacer esto no solo por esa persona sino también para los fundadores. ── Explicó uno. Fundadores... su padre también los nombró pero no tenía idea de quiénes se trataba. ──Si entregamos a Lilith a los ancestros ellos harán su venganza en paz, con el poder de ella matarán a los Sakamaki y dejarán el camino libre para que nos casemos con Eva. Luego acordaremos las condiciones para el reinado.

¿Entregarme a mí?

Ruki Mukami se encontraba explicándole el plan nuevamente a sus hermanos, quienes escuchaban atentamente hasta que un nuevo aroma invadió sus fosas nasales. Sus ojos se clavaron en la puerta entreabierta, logrando ver la sombra de la silueta de la azabache. Los estaba espiando. Los otros tres también notaron la presencia femenina y se acercaron a la puerta, dispuestos a enfrentarla pero la diosa fue más rápido que ellos, en un instante a otro Lilith tenía al Mukami menor, amenazando la vida de este con una filosa daga de plata apuntando directo a su corazón.

──Me dirán ahora mismo quienes son los ancestros y por qué me quieren entregar a ellos. ── Ordenó, colocando con más firmeza el arma sobre el pecho de Azusa. Yuma frunció el ceño, evitando soltar un gruñido, la diosa era demasiado problemática. ──Mi paciencia se está agotando y no me va a temblar el pulso para asesinarlos de la forma más cruel, quiero respuestas ahora.

──Oe, cerda, baja el arma ahora mismo. ── Mandó el más alto, acercándose a ella con pasos lentos. ──Estas débil y nosotros hambrientos, no quieras provocarnos más.

──Yuma-kun tiene razón, Mneko-chan, ¿por qué mejor no hablamos las cosas de forma tranquila? ── Propusó el rubio con una amabilidad tan falsa que solo irritó más a la hija de Hades, por lo que rasgó la camisa del vampiro al que tenía amenazado, creando un largo pero superficial corte en su pecho. Quería las respuestas ya.

El mayor de la familia suspiro y se acercó a la inmortal con paso firme.

──Los ancestros son vampiros purasangre, los verdaderos herederos al trono de Karlheinz. ── Explicó el peliazul, posandose frente a ella. ──Tú eres su objetivo.

Lilith se burló.

──¿Acaso saben quién soy? Si lo quisiera, estarían ahora mismo retorciendose de dolor en el suelo. ── Advirtió, soltando a Azusa pero aún sosteniendo la daga con firmeza. ──No soy una novia de sacrificio, yo puedo ir y venir cuando quiera. No piensen que me quedaré aquí sin protestar como lo hará Yui.

──Podrías irte, pero tú estado comenzará a empeorar hasta que ya no puedas ni siquiera respirar sin sentir dolor. ── Rió Ruki. ──Yo tengo el antídoto, así que te guste o no te quedarás con nosotros, ganado irrespetuoso.

Algo que no soportaba la diosa eran los apodos que intentaban rebajarla, apodos como el que acababa de escuchar. Su paciencia se había terminado por completo, los Mukami acababan de hacer surgir la ira de una diosa.

──Conoce tu lugar, ser miserable.

Lilith tomó varios remedios del despacho de Ruki, no sabía cuál de todos sería el antídoto: se vería obligada a pedirle ayuda a Reiji una vez que logrará llegar a la mansión Sakamaki. Había escapado de las garras de los Mukami luego de un gran esfuerzo, pero no había logrado traer consigo de nuevo a Yui.

No quería admitirlo pero le había costado demasiado librarse de los vampiros convertidos, incluso Yuma logró morderla y beber de su sangre, un grave error ya que solo simplificó las cosas para que éste acatará sus órdenes.

Ahora mismo estaba en medio de la carretera, débil y con solo una remera larga cubriendo su cuerpo. No sabía cómo volvería, no tenía las fuerzas como para transportarse a la casa, no iba a gastar sus últimas energías. Sus pies también estaban desnudos y tocaban el frío suelo de la acera, estaba buscando un teléfono público para llamar a alguno de los Sakamaki.

Estaba agotada y obviamente las miradas masculinas se posaban en ella mientras caminaba: estaba casi desnuda, tal vez hubiera esperado al día siguiente para intentar asesinar a los convertidos o al menos hubiera tomado algo de ropa. Finalmente, luego de tanto caminar, había conseguido llegar a una cabina telefónica pero para su mala suerte el único número que había logrado memorizar era el de Raito.

──Por favor, Raito, contesta. ── Suplico, marcándole con el teléfono. La llamada comenzó a sonar y luego de unos instantes el vampiro contestó, aunque unos gemidos se escuchaban de fondo. ¿Acaso estaba con otra chica? ──Raito...

──Are pero si eres tú~, ¿de qué número me estás llamando, Lilith-chan? ── Respondió Raito en un jadeo. Los gemidos terminaron de un segundo a otro, estaba mirando porno el desgraciado. ─Estaba algo ocupado, podrías haber venido a mi habitación directamente.

──Los Mukami me secuestraron, logré escapar y ahora estoy en medio de la nada encerrada en una cabina telefónica. ── Explicó rápidamente. ──Ven a buscarme.

──¿Y si te dijera que estoy con alguien más, linda?

─Por favor, cariño, aunque busques no vas a encontrar a alguien mejor que yo. ── Rió. ──Jamás encontrarás a alguien que se compare a una diosa como yo.

Raito llevó su cabeza hacía atrás, dejando caer su bombín al suelo. Su amante tenía mucha razón y su necesidad estaba requiriendo la ayuda de la femenina.

──Dime dónde estás.

( . . . )

Los gemidos se escapaban de los labios de Lilith mientras esté había sido mordido por Raito. El vampiro ni siquiera le permitió contar lo sucedido con Yui ya que apenas al llegar sus labios se unieron en un fogoso beso. Después habría tiempo para ocuparse de la novia de sacrificio.

La diosa se movía sobre el bulto del castaño, sintiendo como las manos del contrario recorrían sus muslos, apretandolos con desesperación, hasta llegar a las caderas dónde comenzó a marcar el ritmo del roce. Las ropas comenzaron a incomodar a ambos, el calor era insoportable y necesitaban hundirse en la piel del otro.

──Raito...── Susurro en un gemido contra el oído de este.

──Mierda, Lilith, no sabes lo que te he extrañado. ──Gruño, quitándole la única prenda que vestía. Su boca fue directo a los pechos junto con sus manos, acariciandolos suavemente antes de morder uno de ellos, arrebatándole un gemido a la fémina.

La diosa griega apretó con fuerzas sus caderas, hundiéndose más en la erección del Sakamaki, provocando un gemido en él, quien se separó luego de beber de su icor. También lo había extrañado.

El tercer Sakamaki ya se estaba cansando de tanto juego previo, necesitaba hundirse en ella, marcarla nuevamente. Por lo que la tomó de los muslos y la alzó, dejándola con fuerza sobre su propia cama, desarreglando aquellas sábanas de seda rojas. Se quitó rápidamente la ropa, quedando desnudo sobre el cuerpo de la contraria, inclinándose sobre él para dirigir sus colmillos a su cuello hasta que algo lo detuvo: una marca de mordida.

──¿Quién te ha mordido? ── Pregunto en un tono frío, tomando el rostro de Lilith con sus manos para obligarla a verlo, la azabache sólo pudo mirarlo con una sonrisa ladina, jadeando con su respiración agitada. ──¿Acaso te has olvidado que me perteneces a mi?

──Me has estado descuidando- ── No pudo completar la frase ya que tres dedos fríos se colaron por su boca, siendo obligada a lamerlos, cosa que hizo con mucho gusto para provocar aún más al castaño.

──Are, princesa, como se nota que estás desesperada por mi. ── Se burló Raito, colocando la punta de su miembro en la húmeda entrada de su amante. La hija de Hades suspiro, arqueando la espalda para sentir mejor el miembro de su amante, arrebatándole un jadeo.

»──Te borraré cada toque de ese asqueroso Mukami con mis mordidas, y no quiero oír ni una sola queja de tu boquita, ¿entendiste? Sabes lo que ocurre cuando me haces enojar y no creo que quieras acabar con todas las piernas marcadas por mis manos, ¿verdad?

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