Día tres: Tatuajes

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Ese día, Kirishima estaba nervioso, ya habían pasado un par de semanas desde que la última vez que vio a su novio debido a la universidad. Si bien, ambos se mensajeaban a diario, el que Katsuki estuviese en una universidad de prestigio en el cetro de Tokio y él en una universidad pública en Shibuya, a sólo una hora de su amado, ninguno de los dos tenía tiempo suficiente.

Kirishima debía trabajar en una tienda de música para mantener su departamento en la zona ya que sus padres no les alcanzaban y bueno, su novio no quería pedirles dinero a sus padres así que también trabajaba los fines de semana de cajero en un konbini de 24 horas.

Pero las vacaciones ya se acercaban. Y rápido. Y Kirishima estaba tan emocionado como nervioso.

Katsuki se iría a quedar todas las vacaciones a su lado y es implicaba que ambos intimaran en algún momento. Eijiro lo esperaba, pero a su vez le asustaba.

Luego de una tarde que tuvo libre y visitó a su novio en su lugar de trabajo, se encontró con Fatgum, un sempai de la universidad, que venía de tatuarse el pecho. A Kirishima le encantó el diseño tan masculino. Según su superior, no dolía tanto así que quiso hacerse uno.

Y en un impulso se tatuó el perfil de un dragón desde su hombro hasta su omóplato. Y si dolió como el infierno, pero había ahorrado el dinero y no podía desperdiciarlo una vez que ya lo había pagado. Su buen sempai lo acompañó en todo momento y eso fue un alivio pues le terminaron el famoso dragón en dos sesiones.

Ahora, ya teniendo el tatuaje cicatrizado y sano, Kirishima de pronto sintió un poco de pánico porque Bakugo una vez le mencionó que detestaba los tatuajes. Y fue ahí cuando comenzó el dilema del pelirrojo.

Primer día de vacaciones, Kirishima estaba en la estación de autobuses esperando le llegada del rubio. A pesar del calor del día, en lugar de usar una de sus típicas camisetas sin mangas que presumían sus perfectos brazos trabajados, ese día estaba tan paranoico que usó una playera de mangas largas.

Si, se estaba asando literalmente.

—¿Qué mierda me estás ocultando? —Ni siquiera un saludo, una mirada, nada. El pelirrojo suspiró abatido, su novio le conocía demasiado bien. — Si no quieres decirme me importa una mierda, pero vayamos a tu jodido departamento luego, muero de sueño, hambre y calor.

—De acuerdo. —Está de más decir que aquello le dolió un poquito. Él se esmeró demasiado en ocultar el famoso tatuaje, pero tampoco tenía que responderle de esa manera cuando apenas llevaban menos de cinco minutos de su tan anhelado reencuentro.

Al llegar al departamento, Katsuki se sorprendió al notar lo organizado y limpio del lugar. Su novio siempre fue un poco desordenado, pero se notaba que esperaba pasar buenos momentos juntos esas vacaciones.

Kirishima acomodó las cosas del rubio en la habitación mientras Bakugo se recostaba en el sofá del lugar.

"Seguramente está muy cansado, pediré la cena y lo dejaré dormir un rato.", pensó el pelirrojo mientras marcaba el número de un restaurante familiar que solía frecuentar para pedir la cena y algún dulce para Katsuki como postre.

Cuando volvió a dirigir su atención a su novio, efectivamente, yacía durmiendo. Fue en busca de una manta y lo arropó un poco mientras regularizaba el aire acondicionado para que este no resfriara.

Cuando Bakugo abrió sus ojos, notó el delicioso aroma a ramen inundar el ambiente y en un segundo se sorprendió, no es que Kirishima fuese un chef profesional ni mucho más, pero había que admitir que no todas las veces que el pelirrojo cocinaba las cosas quedaban bien.

—No te preocupes, lo pedí a un restaurante que frecuento. —Le habló su pareja como si leyera perfectamente sus pensamientos. Katsuki asintió en un gesto por demás avergonzado. Se suponía que había ido a quedarse con su novio porque quería pasar tiempo con él, no para dormir en su cómodo sofá. — La cena está lista, pedí picante extra aparte por si no era de tu agrado.

—Gracias. —La conversación murió ahí, ninguno de los dos sabía exactamente que estaba sucediendo, pero el ambiente se hundió en la incomodidad. Como si ambos fuesen desconocidos a pesar de los años que llevaban juntos.

Al terminar de cenar, Bakugo se ofreció a lavar los trastes que ocuparon y Kirishima asintió pues decirle que no al rubio era como firmar su sentencia a muerte. Eijiro se fue a tomar una ducha pues con la famosa camiseta había sudado más que cuando iba al gimnasio.

El rubio frunció los labios en un gesto de rabia. Se suponía que apenas viera a Kirishima en la estación se lo comería a besos, irían de la mano al departamento y terminarían teniendo sexo en cualquier lugar de su departamento, pero no, su mal humor era peor que otros días y sin quererlo se desquitó con su novio.

No era sorpresa para nadie el humor volátil del rubio, pero este se contenía o mejor dicho no tenía por qué "explotar" con su novio. Kirishima desde que lo conoció era un dolor en el culo, pero...lo quería. Aprendió a leer cada uno de sus millones de gestos, cuán importante era para él el hecho de ser varonil, sus gustos, todo.

Así que sabía que el pelirrojo le escondía algo apenas bajó del autobús y eso le enfadó. Se suponía que ambos se tenían la suficiente confianza para contarse todo. Sin embargo, se arrepintió de inmediato cuando vio los ojos de Eijiro apagarse ante su mordaz comentario.

Joder, esperaron más de dos meses para poder estar juntos a diario en lo que estuvieran de vacaciones. Cuando dejó de escuchar la ducha correr, terminó de arreglar los utensilios ahora limpios y caminó hacia la habitación de su pareja para hablar.

Y grande fue su sorpresa cuando descubrió a Kirishima de espaldas a él completamente desnudo, aunque eso no era nada nuevo, se habían visto así muchísima vez, sino el precioso dragón rojo tatuado en la exquisita piel acaramelada de su novio. Mierda, se le hizo agua la boca.

Fue entonces que su cabeza hizo click, recordaba que una vez mencionó que los tatuajes no eran de su agrado, pero sólo porque en ese entonces no tenía el dinero ni la valentía para hacerse uno. Su ronca risa puso en alerta a su pareja, tratando de cubrirse la espalda antes que sus partes íntimas.

—Eres una verdadera ternura, Eijiro.

—Sé que no te gustan, por eso quise esconderlo lo que más...podía... ¿Katsuki? —El rubio se quitó su camiseta y se acercó a su incrédulo novio. En su pectoral derecho yacía el rostro de un lobo gris perfectamente pintado. Oh, si el dragón dolió como el infierno por haber ocupado la tinta de color, no se imaginaba cuánto le dolió a su pareja. — Es hermoso...

—Aún no cicatriza del todo, he tenido tres sesiones para terminar de colorearlo. —Comentó Bakugo cada vez más cerca de su aturdido pelirrojo. — Creo que es mi culpa el que estuviera tan paranoico, esto era lo que quería mostrarte cuando hablamos por teléfono la semana pasada, quién diría que tú también me sorprenderías a mí.

—Katsuki...eres tan masculino que duele. —Los dos se rieron segundos antes de fundirse en un fogoso beso. Ya no necesitaban ni una palabra más, ambos fueron torpes, pero así son las relaciones, nadie nace sabiendo cómo enfrentarlas.

Tanto Kirishima como Bakugo descubren cosas en su relación cada día que pasan. Kirishima sabe cuánto le gusta al rubio que muerda la parte interna de sus muslos mientras lo prepara. Katsuki sabe cuánto le gusta a su novio que le apriete contra su cuerpo cuando ya están en su danza carnal.

Pero habían cosas que desconocían, y ellos gozarían aprender uno del otro mientras el destino se los permitiera. 

Si, salió cortito porque voy pillada, si no lo publicaba ahora me quedaría atrasada:c

Esperen por el día de mañana, solcitos.

Gigi

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