En los últimos días ha sido bastante difícil estar en soledad dentro de la escuela. Hinata se acercó a mí en cualquier rato libre. Creo que está preocupado de que vuelva a intentar morir, pero no lo haré. No aún, al menos. Estoy seguro de que vivo les doy a todos muchos problemas, por eso pensé que sería mejor si muriese. Pero, ahora mismo, creo que si muero le daré bastantes problemas a Hinata. Debería esperar a que se olvide de mí para volver a intentarlo.

- ¡Komaeda! ¿Almorzamos juntos?

Su radiante sonrisa me impide pensar con claridad. ¿Por qué me cuesta tanto rechazarte?

- ¿Estás seguro de que quieres desperdiciar tu valioso tiempo conmigo?

- Te dije que no me gusta escucharte hablar así de ti. Me gusta estar contigo. ¡Ven, vamos!

A pesar de verse disgustado con mis palabras, toma con delicadeza mi muñeca y tira de mí por los pasillos. Sus manos se sienten suaves sobre mi piel desgarrada. Estoy seguro de que nota bajo sus dedos las cicatrices, pero no dice nada. Supongo que está tratando de ser considerado. No es como si no lo supiera de todos modos.

Sus ojos mantienen un calma constante. Expresan cierto interés e ilusión. De pronto me miran y sonríe.

Aparto la mirada. Siento mis mejillas arder y lo que casualmente llaman "mariposas en el estómago". Tiene que ser una broma.

Por mucho tiempo que pasó, no he olvidado mi amor por Hinata Hajime.

Deshago su agarre. Él me mira confundido, tal vez preocupado.

No, no quiero esa mirada en tus ojos, me haces sentir culpable.

- ¿Todo bien?

Salgo corriendo porque odio esto. Odio amarte, odio no poder controlar mis sentimientos, odio la expresión de asco que pondrás cuando te des cuenta, odio que seas mi único amigo y tenerte envidia, odio que vivas más feliz sin mí cuando yo te necesito, odio que seas mi mundo y yo no sea nada en el tuyo.

Tapo mis oídos. No quiero escucharle gritar mi nombre. Tan solo quiero que pare, que deje de buscarme, que detenga toda esa amabilidad. Es imposible que se interese en mi porque, ¿Quién lo haría? Aun así, por mucho que intente alejarlo, me sigue buscando como los girasoles al sol. No comprendo por qué no deja de acercarse. No merezco su atención.

Mi pecho arde, no quiero volver a hacerme ilusiones. No quiero volver a imaginar que estamos juntos para que me desechen otra vez. No lo podría soportar. Porque que mi destino sea sufrir no significa que duela menos.

Tropiezo con algo y caigo al agua. Suspiro, casi queriendo reír para abandonar estas estúpidas lágrimas y patéticos sentimientos. Hacía un rato que mi mala suerte no actuaba en mi contra. Pero mi risa sale entrecortada, temblorosa, enfermiza, me hago callar al instante. Abrazo mis piernas y no trato de salir de la fuente. Debo verme como un estúpido tratando de bañarse en la fuente de la escuela. No me extrañaría si llamaran a seguridad y luego me expulsaran. ¿Podría de esa forma morir en paz?

Alguien tira con fuerza de mí. Me saca obligado de la fuente y acabo tirado en el duro y sucio suelo. Creo que es un buen lugar para mí. No puedo contaminar lo ya contaminado.

Esa persona toma mi rostro y me obliga a mirarla. Hinata... ¿No entiendes que no quiero verte?

- No salgas corriendo... así de la nada...

Está recuperando aire. Supongo que di una buena carrera, desde el edificio principal hasta el del curso de reserva. Hasta el lugar donde solíamos vernos todas las tardes.

Tengo el corazón oprimido por su culpa. Podría destrozarme en tan solo un segundo. Bajo mi mirada, volviendo a la posición de bolita.

- No lo entiendo, Hinata-kun. ¿Por qué...?

Le escucho caminar. No, no te vayas ahora. No me dejes solo aquí.

La verdad es que deseo egoístamente ser importante para ti.