Notas de melancolía.

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Isabella Pov's

-No sé tú, pero a mí se me hace raro que Shu quiera que esté a su lado en su ¿Cita? –mencione preocupada.

-No es una cita, además siempre se nos suele unir alguien –me contesta la castaña con una sonrisa.

-Si es así, deberíamos hacer más té y alguna golosina –acote.

-Por golosinas no te preocupes, usualmente tengo listas muchas en el refrigerador.

Estando en la cocina yo solo observe como Marie se desenvolvía con naturalidad sacando cosas de los estantes y algunos dulces del refrigerador y los acomodaba en bandejas. Realmente yo no podía entender como ella se sentía tan tranquila estando en una casa victoriana de tres pisos en el medio de la nada, rodeada se chupasangres, yo no he podido relajar mis músculos ni un minuto y para ser sincera conmigo misma ya me dolía todo el cuerpo por estar en tensión tanto tiempo.

-Isabella...

Sentía que alguien me llamaba pero era tan bajo que podía ser una alucinación, seguía con la mente divagando en como llegue a esta situación. Ser cautiva por vampiros durante mucho tiempo sin saber por qué...

-¡ISABELLA!

-¿Eh? –musite aun ida.

-¡Por Dios! ¿En qué mundo estabas Dubois? –pregunto Marie con el ceño fruncido.

-¿Mundo? –pregunte confundida.

-Estabas ida, y llevo rato diciendo tu nombre –regaño la castaña.

-No te preocupes a veces me pasa si mi cabeza esta en algo muy interesante –explique con calma.

-Debió ser MUY interesante para que estuvieras así –remarcando la palabra "muy" a la par que me lanzaba una mirada picara.

-No pienses cosas raras –me excuse.

-Tranquila, oye debemos movernos para ir a la sala de música –recordó- Toma esa bandeja de allí –indicándome una bandeja con tazas de té y café servidas.

Luego de tomar la bandeja, seguí a Marie por el primer piso atravesamos el comedor y la sala con tranquilidad hasta llegar a unas puertas dobles de cristal y madera. Dentro de la amplia habitación había un piano de cola negro en el centro, algunos sillones y un diván de color vino en el que se encontraba acostado Shu.

Marie y yo dejamos las bandejas en una mesa de centro frente al diván y ella procedió a despertar a su novio.

Marie Pov's

Verlo dormir es bastante tranquilizante, y más aún cuando su expresión no da señales de que tiene alguna de sus típicas pesadillas. Me da pena levantarlo pero se molestara si no lo hago.

-Shu... Estamos aquí –susurre cerca de su oído.

-Mmm –musito mientras abría sus ojos zafiro- Sean bienvenidas –mirando a Isabella.

-Gracias por la invitación Shu-san –dijo la pelinegra con voz firme.

-¿Café? –le pregunte a mi rubio novio.

-Uhm –musito aceptando la taza que le ofrecía.

-Isabella puedes sentarte donde gustes –le señale a mi nueva amiga.

-¿Pu-puedo usar el pia-no? –pregunto un tanto avergonzada.

-Por supuesto –respondió Shu.

Fin de Marie Pov's

La azabache con un paso lento se acercó al piano; con una expresión de calma se sentó en el taburete, poso sus manos en el teclado con delicadeza y lentamente una serie de bellas notas comenzaron a salir del instrumento, marcando una bella atmosfera para ambos espectadores.

El de ojos azules se levantó de su asiento con tranquilidad y fue hasta un sofá cercano donde estaba un estuche negro, del cual saco un violín con suma delicadeza. Con un movimiento fluido el rubio adopto posición y comenzó a tocar el instrumento en sutil acompañamiento para la melodía de la azabache.

Pasaron un par de minutos en los cuales Marie solo observaba como más miembros de la casa se reunían en aquel salón para disfrutar de la música.

-Son muy buenos –dijo Kanato sentándose junto a Marie.

-Ella toca con mucha pasión –acoto Marie- ¿Gustas? –extendiéndole un platito con pudin.

-Eso no se pregunta – agarrando el postre.

La pieza murió con unos últimos tonos suaves y ambos intérpretes se sentaron cerca de Marie y Kanato.

-Nuestro turno Kanato –dijo la castaña sonriendo para su cuñado.

La castaña se sentó al piano y en la habitación fluyo una melodía cadenciosa con tonos tétricos que Kanato acompaño con su voz, dándole vida al momento.

Ambos se entregaron completamente a la música perdiendo la percepción de su público, creando una burbuja donde solo el piano y la voz del peli-lila existían.

-La entrega de Marie a la música es increíble –susurro la azabache.

-Por eso me gusta verla tocar, sus expresiones me embelesan –admitió Shu, aunque hablaba más para sí mismo.

-¿Cómo se conocieron? –pregunto sin poder evitarlo.

Shu la escruto con la mirada un par de segundos y suspiro, como rememorando algo bueno.

-No recuerdo como llegue esa noche al pie de la Torre Eiffel, pero me llamo la atención un grupo de violinistas, la música era buena y me quede allí. De pronto una chica con uniforme de bailarina entro al círculo de los músicos y comenzó a girar al son de la música, no sé si fue su piel marfil un poco sonrosada por el frio, sus ojos chocolate con delineador negro y una mirada perdida, su cabello semi-recogido con bucles danzando a su alrededor o esos labios pintados de carmesí tan atractivos como la manzana del pecado original –sonrió- Desapareció en la obscuridad de la noche tan rápido como apareció.

-¿Es todo? –pregunto curiosa.

-Una noche bajo una lluvia torrencial estaba yo en ese parque, era imposible que apareciera. Es humana, pero allí estaba viendo el cielo encapotado bajo esa lluvia torrencial, me acerque a ella y vi que de sus ojos vacíos brotaban lagrimas que se mezclaban con la lluvia. El maquillaje de sus ojos y labios estaba perfecto, las gotas de lluvia empapaban su gabardina; parecía una muñeca rota. Me coloque frente a frente con ella y le quite la gabardina junto al bolso que llevaba en su hombro. La lluvia empezó a empapar su uniforme negro como la noche, su falda de tul color vino combinaba con el tocado de su cabello, le arranque la bufanda del cuello, clave mis colmillos en su yugular y bebí su sangre. No grito, no suplico; nada, solo silencio. Perdí el control con el sabor de su sangre, era ambrosia de dioses para mí. La solté cuando estaba lo suficientemente débil como para mantenerse en pie, pero algo me hizo imposible dejarla allí, la cargue y le lleve conmigo al hotel donde me hospedaba. El resto puedo contártelo Marie –finalizo el rubio.

-Me gustaría saberlo por ti, es diferente la versión de un hombre a la de una mujer y así me saco una duda –explico la azabache.

-Imagino cual es la duda –respondió el rubio- Y sí, la amo y la protegeré de todo y todos; hasta de mí mismo –corto para llevarse su taza de café a los labios.

La interpretación de la castaña y el peli-lila termino dando por concluida la conversación, cuando ambos volvieron a tomar conciencia de la habitación se percataron que ahora no estaba tan vacía, Subaru estaba recostado en un pilar alejado con los ojos cerrados, Raito estaba extendido de largo a largo en un sofá cercano a un ventanal y también estaba Ayato sentado en un sillón con Yui en su regazo.

-La voz de Kanato nunca deja de impresionarme –comento Yui.

-No es para tanto –dijo el peli-lila volviendo a su asiento frente a la mesa con postres.

-Creo que llego la hora de la atracción principal –comento con una sonrisa burlona Raito.

-Requiem de los amantes –murmuro Subaru desde su posición.

-¿Requiem de los amantes? –repitió confundida Isabella.

-Es una canción que Shu y Marie compusieron juntos, es del agrado de todos, cabe aclarar. Es lo único bueno que ha hecho ese vago en años –acoto Reiji entrando a la sala.

El rubio de ojos azules se levantó de su puesto junto a Isabella, tomo su violín, se acercó con tranquilidad hasta Marie que aún seguía sentada al piano, beso la coronilla de la castaña y adopto posición. Las primeras notas del piano crearon un ambiente de cristal, daba la sensación de un momento único y maravilloso que podía ser tan frágil como la porcelana de las tazas en la mesa de bocadillos, aunque la melodía era algo triste, reconfortaba de cierta manera.

Suavemente el sonido de ambos instrumentos fue acompañado por la débil voz de Marie dándole un toque aún más etéreo al momento. Reiji se movió hasta sentarse al lado de Isabella y tomo una taza de té negro, disfruto de la música hasta que encontró algo aún más fascinante: la cara feliz y sonrojada de la azabache.

-Es maravilloso, se puede ver que esa canción es algo más allá para ellos –susurro mirando los rostros pacíficos de ambos intérpretes.

-Debería, después de todo ambos hablan de su propia lucha en esa canción –comento el azabache de lentes.

-¿Cómo así? –Pregunto curiosa volteando a ver al pelinegro- Disculpa, no quería molestarte con mis preguntas –bajo la cabeza apenada.

-No te preocupes –posando su mano en la cabellera de la chica en una caricia muy leve- Eso lo dije, porque no es fácil para nuestra raza empezar a ver a un humano con otros fines que no sea para alimentarnos, es un sacrificio.

-Entiendo –dijo Isabella con la mirada clavada en su regazo.

Las notas musicales y la voz de la chica poco a poco se fueron apagando hasta dejar en un cómodo silencio a la habitación.

-Gracias por estar todos aquí –dijo Marie con voz leve.

-Es el único momento que se siente familiar en esta casa –admitió Yui.

-Es una buena sensación –dijo Kanato para luego meterse una cuchara con pudin a la boca.

Todos los hermanos y las chicas disfrutaron de los postres, té y café que prepararon Marie e Isabella, se hacían uno que otro comentario sobre música o historia para mantener el flujo de conversación en un tema relajado, pero todo tenía un final; los primeros en retirarse fueron Subaru, Ayato y Yui; a ellos les siguió Shu que se retiró con la excusa de llevar el violín a su alcoba, Kanato y Raito también se fueron sin decir una palabra.

Ambas amigas recogieron toda la cubertería y la llevaron hasta la cocina, lavaron los trastes sucios y acomodaron todo en su lugar.

-Fue divertido –menciono la azabache.

-Bastante, agradezco tu compañía. Es bueno tener con quien hablar a parte de los chicos –dijo la castaña.

-¿No hablas con Yui-san? –pregunto curiosa.

-Muy poco, nuestra relación no es lo bastante buena, por cierto debo ir a ver si Shu está bien ¿No te importa quedarte un rato sola, verdad? –pregunto un poco ansiosa.

-No te preocupes, ve con él. Son pareja después de todo deben estar tiempo a solas –dijo Isabella con una para pícara.

-Gracias, nos vemos más tarde –dijo la castaña antes de desaparecer aceleradamente por el arco de la cocina.

Isabella Pov's

¿Ahora qué hago? ¿Debería volver a mi habitación?

Camine sin rumbo un rato por la mansión, pase por el comedor y curioseé algunas pinturas que estaban en los corredores de la planta baja, pero de forma inconsciente llegue hasta la sala de música. Entre despacio a la habitación y me encamine al piano, acaricie con cuidado el asiento y la tapa que protegía las teclas marfileñas.

Me senté con tranquilidad en la butaca, levante la tapa y acaricie las teclas dejando fluir un sonido incierto aunque tranquilizante, el piano ha sido siempre mi compañero y en mis peores momentos el piano ha representado un escape para mí, mas ahora cuando no soy libre.

-Tocas muy bien –dijo una voz masculina a mis espaldas- Que pena no haberte visto interpretar junto a Shu, ambos tienen talento. Aunque él sea un bueno para nada.

-Reiji-san no hable así de Shu-san –dije con un poco de intranquilidad en la voz, este hombre me hace poner nerviosa y no soporto desconocer el motivo.

-Que insolente resultas ser cuando se te da confianza –dijo Reiji con un tono de burla.

No me di cuenta en el momento en que Reiji se sentó a mi lado, pero el con tranquilidad entono una parte de la 5ta de Beethoven en su lado del piano. Lo entendí como una invitación a tocar juntos. Allí iluminados por las luces naranjas del atardecer que se colaban por los ventanales, Reiji y yo estábamos tranquilos tocando un dueto.

Las notas cesaron con tranquilidad, el silencio nos invadió; pero no era incómodo. Nos giramos hacia el otro, me tome la atribución de perderme en sus ojos color borgoña; sentía que me hundía en un poso de secretos que me muero por descubrir. No sé porque, solo sé que sucedió; la distancia entre nosotros se fue acortando con el paso de los segundos, sin darnos cuenta respirábamos el mismo aire, ninguno aparto la mirada del otro.

-No me contendré esta vez –murmuro Reiji antes de extinguir la distancia entre nosotros y unirnos en un beso.

El contacto fue inseguro en un principio, pero al no resistirme le cedí el poder a Reiji-san, acerco más su cuerpo al mío y rodeo mi cintura con sus brazos en un gesto posesivo.

-¿Interrumpo? – dijo una nueva voz.

Ambos volteamos y vimos a Raito en el marco de la puerta con una mirada un tanto burlona, pero inescrutable; había algo que no podía descifrar.

-No, para nada. Ya nos retirábamos –dijo Reiji con firmeza y me tendió su mano en un gesto para que lo acompañara.

Tome su mano con cuidado y ambos caminamos tomados de la mano en dirección a Raito y abandonamos la habitación. Subimos hasta las habitaciones y el me dejo en la puerta de mi cuarto.

-A media noche, mi estudio. Debes saber cómo llegar –dijo algo frio antes de darme la espalda y desaparecer por el pasillo.

Raito esa tarde había roto nuestro hechizo.

Fin de Isabella Pov's.

2

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Espero todos sepan disculparme por estar tanto tiempo alejada del fic, tenia un bloqueo de escritora brutal que no me dejaba ni respirar. Pero en fin he vuelto con un nuevo capitulo para deleite de todos, agradecida estoy con su paciencia y apoyo a esta obra.

En multimedia dejo la canción que me gusto para ser considerada mi Requiem de los amantes.

Aparte la cancion que interpretan Kanato y Marie es Calendula Requiem que es el segundo opening del anime Shiki.

Besos y Abrazos.

Mia_GnzlzR

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