39

Màu nền
Font chữ
Font size
Chiều cao dòng

Me cubrí la boca para no gritar. Los relámpagos fueron lo único que se oyó, su luz plateada me iluminó y perfiló el bosque como si quisiera mostrarme a dónde no podía escapar. Engullí una bocanada de aire, me dolía tragar y la respiración todavía no se me había regularizado, sentía que el corazón me iba a estallar en miles de pedazos.

El piso de arriba. Las ventanas de ahí no tenían rejas, podía deslizarme por el techo y huir en cualquier dirección. Pero primero tenía que salir de ahí. Alerta spoiler: no lo logré.

Me descalcé, aunque mis zapatillas de luces eran útiles para ver donde pisaba también podían resultar peligrosas porque eran vistosas y si tenía que correr por el bosque necesitaba refugiarme en las sombras. Adiós, Estonia y Malvaria.

Deslicé el tocador, abrí la puerta y salí al pasillo. Esperé a que el cielo tronara para echar un vistazo. Lo hizo. Miré. No había nadie así que comencé a avanzar.

Esquivé el cadáver y me dirigí lentamente a la cocina. Cuando los relámpagos se marchaban la oscuridad era absoluta. Chocaba con muchas cosas porque no conocía la casa, estiraba mis brazos y trataba de no delatarme. Tenía tanto pero tanto miedo.

 La cocina contaba con un refrigerador, lavaplatos, un lavado con cacharros sucios amontonados en una montaña y alacenas de pino. Abrí un gabinete cerca del horno y tanteé en su interior. La mano me chorreaba sangre porque me había cortado con el plato para llaves. Encontré un cuchillo.

Lo enarbolé hacia delante. Estaba completamente ciego. Esperé a que viniera otro destello que me permitiera ver, pero, aunque la tormenta continuaba y la lluvia descendía copiosa y ruidosamente, los relámpagos se habían detenido.

—Para de huir, lo estás haciendo más difícil —dijo la voz de tío Jordán en la oscuridad.  

 Él estaba en la cocina también.

Traté de no moverme, ni siquiera respiré. Mi esperanza era que pensara que se equivocó y se fuera a buscarme en otra sala, pero no, él estaba completamente seguro de que estaba allí.

—Te juro que me estoy esforzando para controlarlo. Casi ya no lo hacía. Perdón, no quería que vieras eso —rio de los nervios.

Yo no era un chico de lágrimas, pero en ese momento no pude evitar llorar.

—Déjame ir tío Jordán, por favor, te juro... te juro que no le contaré a nadie ¿Va?

—Es que yo había terminado con todo esto, pero lo viste. Y ahora tengo que terminarlo para siempre. Lo lamento tanto, Asher. No sé por qué... por qué... pero estás aquí.

—Por favor... déjame ir. Todos sabrán que fuiste tú. Le dije a...

—No, no lo hiciste. Lo sé. No le dijiste a nadie. Nadie sabe que estás aquí.

—Tienes la cara cortada —insistí con la voz quebrada, más rota que mi alma y más temblorosa quemis manos—. Los policías harán deducciones cuando desaparezca.

—Está noche beberé un montón y chocaré un auto alquilado. La herida es del accidente. No tendrá nada que ver contigo. Y si lo tiene...

—No —sentía que el llanto era peor que sus manos, me estaba quitando el aire.

—No tendrán...

—No, no, no, no, por favor...

—...pruebas.

Escuché que el suelo rechinaba.

—¡NO TE MUEVAS! —aullé guturalmente, alzando el cuchillo y tratando de alejarme, pero choqué con una pared.

Ni siquiera sabía dónde estaba yo o donde estaba la salida de la cocina o él ¿Cómo iba a defenderme con eso? Había tantas direcciones para apuntar.

—No me mates... por favor... papá me está esperando.

—No lo entiendes. Piensa en el abuelo, él también perderá un hijo si se entera de lo que soy.

Inhalé aire trémulamente. Escuché un paso.

—Yo jamás, jamás lo contaré.

 —No puedo parar, Asher. Este instinto me controla.

 —T-tú no eres así. Sé que no eres así.

 —Prefiero que Nicolás pierda un hijo. Descuida, lo ayudaré a superarlo.

 —No...

 —Nunca lo dejaré solo. Créeme que si hubiera otra forma de terminar esto lo haría...

 Entonces lo sentí. Fue como ese pinchazo que se produce en tu espalda cuando alguien te da un abrazo demasiado fuerte. Pero nadie me había abrazado ni lo haría.

 Un relámpago se hizo presente para confirmar mis sospechas. Tío Jordán me había clavado una navaja en mitad del abdomen.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen2U.Pro