8

Màu nền
Font chữ
Font size
Chiều cao dòng

 Llegó el día de la cena en donde se reunían mis futuros dos abuelos y mis futuros catorce tíos para conocer a la mujercita que se convertiría en mi madre.

 Ella antes de ir estuvo horas eligiendo un atuendo apropiado para conocer a sus suegros. Quería limpiar su mala fama de «La loca de la marihuana» que era así como los hermanos la llamaban en casa y ninguno tenían idea de que mi papá estaba saliendo con la loca.

 Finalmente, su vecina de cama en el hostal le regaló un vestido negro y decidió que ese le daba un aspecto refinado y serio.

 Así que, al día siguiente, se calzó a Gracia y Roma, se vistió con Morticia, se miró una decena de veces al espejo, tomó un autobús, compró un ramo de rosas y tocó el timbre de la residencia mordiéndose el labio.

 Cuando mis abuelos la vieron abrieron la boca del asombro como si se les fugaran todas las palabras que tenían para decir. Atrás de ellos había catorce cabezas asomándose desde diferentes rincones y murmurando: «Santa mierda, Nicolás sale con la loca de la marihuana»

 ¿Qué si mis abuelos se enojaron con esa chica que había impulsado a su hijo a ser tan tonto y entregarse a la policía por algo que no hizo? Pues no, mis abuelos eran gente sabia y sabían que la culpa era del enamoradizo de mi padre, es decir, la culpa es de quien dispara la bala y no quien la fabrica. O algo así repetían siempre.

 Puede ser que también no se molestaron porque tío Randy demandó a la discoteca donde se conocieron. En su demanda presentaba daños psicológicos por terminar una húmeda noche de sábado solo en la calle, sin su hermano, al que había apresado la policía en un mal entendido y a su vez presentó denuncias porque el establecimiento permitía la venta de sustancias estupefacientes. Aunque el amigo de su hermano era el que vendía la droga, después de unos meses de tribunales, ganó la demanda.

 Estamos hablando de mucha pasta. Fue así como mis padres se compraron su casa. Aunque ellos nunca supieron de dónde vino el dinero, creyeron que Randy ganó la lotería, de otro modo no lo habrían aceptado porque creían en las consecuencias de sus actos. 

 Randy con el resto del dinero abrió una discoteca. Lo sé, muchos de mis familiares merecen el infierno, pero lamentablemente sólo yo me lo he ganado.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen2U.Pro