La amenaza del bosque ⚔︎

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Jimin.

Esta mañana recibí una carta de parte de mi padre, traía adjunta una tarjeta envuelta en un sobre que iba dirigido al rey Yoongi, y me he quedado observándolo por mucho tiempo. No requiere de un análisis profundo para saber que se trata de la invitación al aniversario de los monarcas de Luar que está próximo a celebrarse.

Hasta este momento caigo en cuenta del verdadero motivo por el que los reyes adelantaron su regreso a Luar. Habrá muchos cambios en la celebración de aniversario de este año y debían llevarlos a cabo mientras Heena y yo estuviéramos aquí para poder cumplir con los requerimientos que estén a la altura de sus expectativas.

Hay algo agradable entre todo esto y es que siempre me han gustado los bailes que se celebran en mi reino. La reina tiene un comité encargado que cumple con sus tareas de manera eficiente y coordinada. El resultado final es un baile maravilloso, y cada año la temática suele variar.

Estoy curioso por conocer la de este año.

—¿Qué piensas hacer con eso? —pregunta Jungkook sacándome de mis pensamientos.

—Lo que se espera que haga —murmuro, con la mirada fija en los relieves que sobresalen en las orillas del sobre—. Se la entregaré al rey Yoongi en un momento apropiado.

—¿Crees que asista a la celebración de los reyes?

—No lo sé, pero cumpliré con mi deber.

Las celebraciones de mi reino son nocturnas, todas ellas brindan adoración a la luz de la luna que se vuelve infinita en el resplandor del cielo. Y los bailes... son magníficos todos ellos, el gran salón blanco del palacio de Casian se llena de parejas que danzan bajo el manto de las estrellas, prolongando el ambiente de celebración donde justamente en el centro el rey y la reina los acompañan en cada una de sus danzas, como verdaderos anfitriones de tan esperado evento.

Sí. Definitivamente estoy emocionado por la celebración, y la disfruto a mi manera. Ese es el único día del año donde me libero de todos mis deberes, donde soy libre para hacer lo que quiera y explorar hasta descubrir una nueva novedad que me haga enamorarme todavía más de la tierra que me forjó.

—La princesa Heena se encargó de entregar la invitación a los reyes Jung, al rey SeokJin, a los parlamentarios de naciones y a los jefes de las aldeas —dice Jungkook con el ceño fruncido—. ¿No te parece sospechoso la decisión de tu padre?

No, más bien resulta evidente.

—Mi padre quiere llegar a un acuerdo con Parklared y me ha pedido que me haga cargo.

—Y piensa que entregar una invitación sería la oportunidad para acercarte al rey Yoongi.

—Algo así —digo, sin poder evitar la mueca que dispara mis nervios—. Quizá se deba a que no puede adivinar la respuesta del rey y no piensa arriesgar a Heena.

—Entonces te manda a ti como carnada —deduce, visiblemente enfadado—. No puedes permitirlo, Jimin.

—No tengo opciones, Jungkook. Lo sabes bien —le recuerdo, mirándolo a los ojos.

Él lo sabe. Desde hace años ha estado a mi lado y ha visto la realidad de mi vida. Probablemente esa sea la razón de su enfado, saber y presenciar como soy utilizado como moneda de cambio para conseguir estabilidad a los reyes, una vez más.

—¿Crees que el rey Yoongi intente lastimarte o algo así? —pregunta, luego de un silencio que me pareció eterno y agotador.

—No —respondo, sorprendido por la rapidez y la seguridad de mi respuesta.

No quiero pensar las razones que me llevan a creer ciegamente en algo así, sobre todo sabiendo lo que el soberano de Parklared acaba de hacer para convertirse en rey de Drakoria, pero es la verdad. Él no me lastimaría, lo sé con certeza, pero no tengo idea de donde nace esa misma seguridad que me lleva a afirmarlo en voz alta y mantenerlo presente en mi memoria.

Jungkook asiente, creyendo en mí como un amigo preciado y leal que me acompañaría hasta a las profundidades más siniestras. El tema no vuelve a tocarse, así que me aseguro de guardar la invitación para entregarla cuando lo crea oportuno.

De un momento a otro, un guardia de Kalaí aparece en la puerta de entrada, me saluda con una reverencia y enseguida anuncia:

—El gran príncipe heredero Jung Hoseok desea verlo, alteza.

—Te veré después —se despide Jungkook, quien sale en compañía del guardia que anunció la visita más inusual que podría tener en esta mañana.

Jung Hoseok ingresa al despacho, su porte orgulloso y actitud indiferente me hace saber que su visita no resulta del todo amistosa, y de cierto modo ese detalle logra tranquilizarme más de lo que debería.

—Príncipe Jimin —habla, con una leve inclinación que le devuelvo.

—Príncipe Hoseok —respondo, ofreciéndole un lugar para sentarse que él acepta.

—Mi padre ha organizado un día de cacería para celebrar la abundancia y la prosperidad que florece todos los años en las tierras fértiles de Kalaí —me informa, con sus ojos fijos en los míos—. Todos los reyes y príncipes de las naciones están cordialmente invitados, y para nosotros sería un honor hacerlo partícipe a usted como autoridad del norte y todo lo que Luar representa al ser la nación más antigua de los grandes reinos.

Me quedo callado, analizando todas las palabras que salieron de sus labios con soltura y naturalidad. Hago memoria, recordando las costumbres y tradiciones de la dinastía Jung que no cambia con el paso de los años; en todas ellas la cacería de cisnes está presente, y me imagino que es la misma de la cual me han extendido invitación.

—Agradezco la intención del rey y su amabilidad, príncipe Jung —respondo con calma—. Sin embargo, tenía entendido que en las celebraciones internas del palacio solamente la familia real del reino posee el derecho pleno de agradar a los dioses mediante la cacería de los cisnes negros.

No hay cambios en su expresión cuando responde:

—Está en lo correcto, pero este año mi padre ha decidido implementar algunos cambios para brindar homenaje a sus invitados. Esperamos contar con su presencia, príncipe Jimin. Para Kalaí sería un honor estrechar sus lazos con Luar.

Tal parece que a todos los reyes les ha dado por hacer cambios en sus celebraciones.

Acepto la invitación y Hoseok me informa que debo presentarme en las lindes del bosque dentro de tres horas. Es ahí donde iniciará la cacería que terminará cuando se logre capturar al primer cisne negro.

—¡Llegará el día en que los dioses te cobren cada una de las bajezas que cometes conmigo! Soy un doncel lleno de cualidades y fui entrenado desde niño, por consiguiente, tengo las habilidades que se requieren para participar en este evento, ¡pero jamás me imaginé que mi creatividad y espíritu de aventura se vería estropeado por un sucio, corriente, embustero, haragán, gaznápiro y prepotente barbaján que cree tener el derecho en mi vida y mis decisiones solo porque afirma ser mi hermano mayor! ¡Y yo no soy hermano de traicioneros! Reza, y reza mucho Kim NamJoon, porque cuando consiga poner mis manos sobre ti, será el momento más cruento de tu desdichada vida.

No tengo idea de qué decir o dónde mirar. Estamos reunidos en las lindes del bosque a la espera del rey BeokSo para dar inicio a la cacería. Ninguno menciona palabra alguna, el silencio es profundo luego de ser testigos de la furia que Taehyung ha volcado sobre su hermano.

El valiente doncel está vestido para la ocasión, con un traje verde olivo que combinó con unas botas altas y una capa de color marrón. Incluso el arco que lleva en la espalda está adornado por florecitas silvestres que hacen juego con los bordados de la aljaba donde cuidadosamente lleva sus flechas, todas ellas con lazos verdes; y me causa un irrevocable sentimiento de ternura y protección el verlo tan decidido a participar en la cacería.

Aunque las reacciones son diversas y están presentes. Kim NamJoon se muestra horrorizado al escuchar los insultos de su hermano. El rey SeokJin apenas y puede controlar la risa. El rey Yoongi los mira con aburrimiento, mientras que el príncipe Hoseok intenta pulverizar a Taehyung con la mirada, con evidente rechazo y desaprobación.

El pequeño de los hermanos se da cuenta de las miradas que recibe del príncipe heredero, pues no tarda en darse la vuelta para confrontarlo.

Ay dioses.

—¿Tiene algún problema conmigo, alteza? —pregunta, enfadado y sobresaltando a Hoseok que como respuesta retrocede un paso, y ese movimiento alimenta la ira del doncel—. ¡No estoy usando mis vestidos de color para que me mire como a una musaraña!

—¡Calla Taehyung! —reprende NamJoon, pero su hermano lo ignora por completo.

Todas las miradas caen sobre Hoseok. El heredero está visiblemente incómodo y mira a su alrededor, casi esperando a que el rey venga y lo salve.

—Taehyung te ha hecho una pregunta, Jung —dice el rey Yoongi. Ahora está sonriendo, mientras mira con malicia al príncipe.

—La cacería está por comenzar y él no debería estar aquí —habla Hoseok, esforzándose en ignorar la presencia del doncel.

—La invitación fue extendida a realeza y nobleza de Parklared —se defiende Taehyung, parándose justo en frente de Hoseok—. Atrévase a negarlo y será una afrenta para su linaje y su honor.

Hoseok tensa la mandíbula, mira a Taehyung con un odio injustificado que me hace querer ir y ponerlo detrás de mi espalda, pero en lugar de ello permanezco en mi sitio. Maravillado por la forma en que el menor de los Kim defiende sus derechos.

—Le sugiero que obedezca la orden de su hermano y se retire —dice Hoseok, esforzándose por mantener la calma—. La cacería no es un juego, por algo está prohibido que las princesas participen.

¿En serio dijo algo tan absurdo?

—Que argumento tan patético —comenta el rey Yoongi, mofándose de la situación y claramente disfrutando de la incomodidad del heredero de Kalaí.

Todos estamos expectantes, aunque ciertamente no esperaba la reacción de Taehyung ante el insulto a su persona.

—Soy tan hombre como usted lo es, alteza. Físicamente hablando, al menos —responde con una sonrisa, pero sus ojos están llenos del mismo odio con el que Hoseok lo mira—. Porque si nos ponemos a comparar la entereza de cada quien, me temo que usted se queda bastante corto.

—Cuide sus palabras —sisea Hoseok, inclinándose para intimidarlo y fallando.

—¿Se siente amenazado por un doncel, príncipe Hoseok? —pregunta—. Yo creo que sí. De otro modo no me llenaría de su energía hostil, y el bobo de mi hermano me permitiría participar de la cacería, para variar.

—¡Haga lo que quiera! —Finalmente Hoseok explota en un grito que le nace desde el fondo de su alma—. Si los Nundus lo encuentran y lo devoran no sería mi problema, ¡pero me causaría mucha pena porque estoy seguro que enfermarían hasta la muerte si se comen a alguien tan insufrible como lo es usted!

—¡Ja, el piojo hablando de la liendre!

—¡Ya fue suficiente Taehyung! —NamJoon alza la voz con fuerza y enfado. El doncel lo enfrenta, listo para dar inicio a una nueva discusión.

Sigo quieto en mi sitio. Jamás imaginé que una persona tan dulce y con una energía tan bonita fuese capaz de liderar una discusión de tales dimensiones, pero tal parece que este joven está lleno de muchas sorpresas.

—Déjenlo participar en la cacería y no sigan en discusiones innecesarias. —SeokJin se ve en la obligación de intervenir, ganándose la atención de todos nosotros—. Yo me haré cargo de vigilarlo en el bosque.

—No tiene que hacerlo, majestad —interviene NamJoon, olvidándose del enfado y mostrándose repentinamente nervioso—. Mi pequeño hermano debe comprender que no...

—He hablado, lord Kim —interrumpe SeokJin con su calma característica.

NamJoon mira a su rey buscando alguna clase de apoyo.

—Si Taehyung quiere participar en la cacería que lo haga —sentencia el soberano de Parklared, y luego su mirada recae en la mía—. No subestimes el valor y la fuerza de un doncel. La mayoría de las veces suele sorprendernos.

Taehyung chilla feliz y corre a posicionarse al lado del rey de Orien quien lo recibe con una sonrisa fraternal. NamJoon suspira rendido. Hoseok refunfuña alejado de todos nosotros, y yo no sé qué pensar exactamente del trasfondo de las palabras del rey Yoongi.

Paso mi peso de un pie a otro, constantemente reviso mi propio arco y cuento el número de flechas que no cambia en ninguno de mis conteos, pero me aferro a ello antes que caer bajo la mirada intensa del rey Min.

La forma en la que me mira dispara mis nervios, es algo que no puedo evitar y que late en mis venas, aumenta la velocidad de la sangre que ataca sin compasión a mi corazón que acelera sus latidos como respuesta a todo aquello que intento controlar.

Sin embargo, termino cayendo en mi propia necesidad, y mi debilidad queda reflejada como los rayos de la luna en un espejo de cristal.

Levanto la mirada, él me observa desde su sitio. No se molesta en sutilezas, creo que es algo que no se le da bien. Está vestido de negro (como siempre suele estarlo) y tiene las manos apoyadas en su arco. Se mantiene alejado del resto, apoyado en el tronco de un árbol, pero en ningún momento sus ojos dejan de mirarme.

La presencia del rey BeokSo interrumpe el contacto visual que me mantuvo atrapado por poco o demasiado tiempo. El monarca de Kalaí se apresura a explicar la dinámica del juego, y veinte minutos después nos internamos en las profundidades del bosque, cada quien por un camino diferente.

Me muevo en línea recta, asegurándome de mantener un ligero trote que me permita ganar terreno. Los árboles van ganando espesura a medida que avanzo; escucho sonidos de algunos animales y voces distorsionadas que me cuesta reconocer. Necesito encontrar la vereda de las piedras, por el mapa que el rey BeokSo mostró, es el atajo perfecto para llegar al lago donde se encuentran los cisnes, pero antes necesito identificar el camino del río.

Me detengo el tiempo suficiente para palpar la tierra bajo mis pies, húmeda al contacto y con el aroma característico del agua. Intento ver lo que hay más allá de los árboles, pero me es imposible identificarlo, la vegetación es espesa, tanto que los rayos dorados del sol se reflejan como hilos delgados entre las copas verdes, incluso algunos no llegan a tocar el suelo.

Escucho el sonido del crujir de ramas secas, coacciono de inmediato y en cuestión de segundos la flecha está en el arco, lista para ser disparada.

El silencio regresa, esta vez acompañado de una sensación amenazante que se adhiere a mi sistema de forma automática. Avanzo algunos pasos, todavía apuntando con mi arco hacia donde pienso que está la amenaza.

Suelto el aire lentamente por la boca intentando mantener el orden en mi cabeza, y que los latidos de mi corazón permanezcan en un ritmo adecuado. Las alertas no desaparecen, mas bien aumentan, activando mis instintos que me gritan que algo no anda bien y que debo identificarlo antes de que sea demasiado tarde.

Entonces lo escucho, y mi corazón dispara una bomba de adrenalina que quema cada partícula de mi cuerpo.

Rugidos salvajes, fuertes y furiosos sacuden todos los árboles y arbustos que me rodean. Es un sonido que reconozco con facilidad, avisándome del peligro en el que me encuentro, el cual empeora cuando las hojas se agitan como evidencia de que se están acercando a una velocidad alarmante.

Nundus. No puedo determinar el número, pero debe ser una pequeña manada que captó al intruso que está en su territorio.

¡Corre!

La orden de mi cerebro es obedecida por mis pies, con velocidad emprendo mi huida justo a tiempo, no sin antes mirar con horror real a los Nundus que están preparando sus ataques. Una ráfaga de espinas negras vuela encima de mi cabeza y se estrellan en los troncos de los árboles, me llega otra de mi lado izquierdo que evito con mucha suerte. Una más me ataca desde mi derecha y otra por el frente. ¡Por los dioses, me están rodeando!

Encuentro un camino estrecho rodeado por maleza y decido tomarlo, corro tan rápido que me da la impresión de que mis pies no tocan el suelo, y continúo con el mismo ritmo hasta que logro visualizar el río caudaloso.

No podré llegar. El camino está despejado, ya no hay árboles que me oculten de las bestias y me han alcanzado. Uno de los Nundus sube a una roca alta que me permite verlo a una distancia que, para mi mala fortuna, es extremadamente corta. El animal me ruge, iracundo e imponente desde su altura, se agazapa adoptando la postura de ataque, y en milésimas de segundos dispara sus espinas cargadas de veneno hacia mí.

Me lanzo al suelo y ruedo hacia un lado sin detenerme. Las espinas quedan incrustadas en el terreno por el que me arrastro, pero una de ellas logra llegarme a la pierna, arrancándome un grito de dolor que me aturde por un instante.

Quema, la sensación es desagradable y demasiado fuerte. En cuestión de segundos dejo de sentir mi pierna, entonces decido actuar rápido; preparo mi arco y disparo al Nundu que me atacó, la flecha se entierra en su ojo derecho logrando derribarlo. Corto una tira de tela de mi camisa y la ato con fuerza por encima de la herida, una nueva ola de dolor amenaza con arrebatarme la consciencia, pese a ello, lucho por mantener intacta la fuerza que me queda.

Los rugidos vuelven a escucharse y más Nundus aparecen. Tomo otra flecha, listo para disparar al animal que corre en mi dirección, pero es derribado en el camino, y luego otro, y otro... y otro. En poco tiempo hay cinco Nundus muertos, todos ellos con una flecha enterrada en el cuello, y no he sido yo quien lo ha hecho.

Intento levantarme, pero mi pierna herida no me lo permite, giro en dirección al río y entonces lo veo. El rey Yoongi está aquí, preparando su arco, mientras sus pasos rápidos se encargan de cortar toda distancia conmigo.

—¿Cuántas fueron? —pregunta en cuanto llega, sus ojos me inspeccionan con rapidez hasta que se detienen en mi herida.

—Una espina, no he logrado sacarla —respondo agitado, y le confieso lo que me tiene preocupado—. No puedo sentir mi pierna.

—Es un efecto del veneno, trate de mantener la calma, voy a ponerlo a salvo.

Se echa el arco en la espalda y se inclina para tomarme en sus brazos. Me carga con facilidad, el calor de su cuerpo me genera una sensación de calma que no sabía que necesitaba hasta que pude experimentarla, así que me permito acomodar mi cabeza en su cuello y cerrar los ojos para trabajar con mi respiración descontrolada.

Un rugido a nuestras espaldas me hace abrir los ojos de golpe.

—Majestad... —susurro, preso del pánico al saber que más bestias han llegado y que por mi causa el rey no puede enfrentarlas o huir de ellas.

—¿Confía en mí? —pregunta él, voz baja y segura que disminuye el temblor de mi cuerpo.

—Sí.

—Entonces, cierre los ojos y no los abra hasta que yo se lo pida —se detiene por un momento y agrega—: también necesito que no respire por unos segundos, ¿puede hacerlo?

Los gruñidos son cada vez más cercanos. Dioses, lo van a herir por mi culpa.

—Cachorro de lobo, necesito una respuesta ya —me dice, apretando su agarre contra mí.

—Puedo hacerlo —susurro, mientras cierro los ojos y mis brazos se sujetan de él con fuerza.

En un minuto estábamos quietos, escuchando a la amenaza acercarse, y en otro siento como caemos al vacío hasta que el agua nos cubre por completo.

El rey no me suelta, sin importar la violencia de la corriente y la velocidad con la que nos arrastra, me mantiene sujeto a su cuerpo hasta que podemos salir a la superficie donde nuevamente puedo respirar.

Los Nundus han quedado atrás, ahora somos nosotros dentro del río que nos sigue arrastrando hasta la cascada que dispara el pánico por todo mi cuerpo.

—Sujétese a mi cintura —me pide el rey y no tiene que hacerlo dos veces.

Me trepo encima de él, con manos y piernas; ignoro el dolor que me genera el movimiento, y cuando estamos a punto de caer por la cascada, siento como me envuelve entre sus fuertes brazos, pegándome a su pecho y ocultando mi rostro en su cuello.

Cierro los ojos.

Contengo la respiración.

Caemos al vacío.

Lo abrazo más fuerte.

Caemos al agua.

Todo el cuerpo me pesa, y un adormecimiento se instala en mi mente.

Entonces, el mundo se vuelve negro para mí.































Casian: palacio imperial de Luar.



¡He vuelto! 🥹

Lamento mucho la demora, pero me dio fuerte la plaga 😩 afortunadamente todo está en orden ahora.

¿Qué les pareció el capítulo de hoy?

Del uno al diez, ¿qué tanto les gusta el libro?

El Yoonmin está en proceso de formación. ☺️🫶🏻🫶🏻

Infinitas gracias por leer, votar y comentar.

¡Hasta el próximo capítulo!

⚔︎Yoon⚔︎

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