La gema de eteriel ⚔︎

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Jimin.

Los altos pastizales le otorgan un aroma agradable al viento que me llega. Quizá tardé demasiado en visitar este lugar en Kalaí, pero siempre he pensado que nunca es tarde para experimentar un momento de paz.

Con la partida repentina de los reyes de Luar y la desaparición del rey Yoongi, las cosas no marchan del todo bien. Hay una agitación silenciosa que no tarda en explotar; durante las últimas dos noches pude vislumbrar rayos rojos que caían en tierras lejanas, la tierra se calentó y tembló bajo mis pies en esa madrugada haciéndome estremecer. Algo extraño está ocurriendo, algo que involucra todo aquello que está fuera de mis manos, pero que me terminará afectando, tarde o temprano.

De nada ayuda la repentina hostilidad de los anfitriones. Los monarcas de este reino han prescindido por completo de la amabilidad hacia mi persona; en estos últimos días hicieron más celebraciones de las que podría contar, y en ninguna fui requerido. Según el mensaje que recibí, era más que satisfactorio contar con la presencia de Heena.

Es liberador de alguna forma, he tenido un poco más de libertad y pude recorrer una vez más en el bazar. Sin ninguna protección, y por ese corto instante, pude sentir que estaba fuera de mi propia jaula.

Son momentos cortos que me permito guardar para mí mismo. He continuado cuidando de mi hermana a una distancia prudente, con la ausencia de los reyes, ella ha desatado sus verdaderos sentimientos hacia mí, y no quiero que al final de la jornada termine responsabilizándome por sus malas experiencias.

También he visto a Taehyung un par de veces. El joven doncel la está pasando mal estando solo, borró la sonrisa con la que lo conocí y rara vez sale de su habitación. Escuché de las damas de compañía que un grupo de guardias de Parklared intentó llevárselo un día después de la desaparición de su rey, pero que él se negó rotundamente. No lo conozco lo suficiente, pero, si estuviera en su lugar, me gustaría poder contar con alguien para desahogar el peso que llevo dentro.

—Margaritas amarillas, simbolizan la felicidad en los tiempos difíciles.

La voz calmada me llega desde mi derecha, me enderezo y por la molestia en mis piernas supongo que ya llevaba bastante tiempo agachado en el campo de flores.

La presencia del rey de Orien me saca una sonrisa, está vistiendo un atuendo sencillo de color marrón con botas a juego y va en una carreta destartalada que es maniobrada por un único caballo que está comiendo de la hierba verde cargada del rocío de la mañana.

—Entonces cumplirán su función, majestad —respondo, inclinando la cabeza en su dirección.

Los ojos oscuros del rey miran con atención el ramo de margaritas que formé en este campo, luego suben hasta que se encuentran con mi mirada y me da una sonrisa melancólica.

Lo conozco desde que era niño. Orien es un reino pacífico, uno de los pocos que comparte intereses con Luar, así que llevamos una buena relación. El rey Kim SeokJin es alguien a quien aprecio y admiro, de quien he aprendido muchas cosas, con quien he enfrentado guerras y compartido largas conversaciones.

Siempre lleva el dolor impreso en su mirada, y el amor que siente por su reina son las cadenas que oprimen su corazón hasta que lo hacen sangrar, porque si ella sufre, el rey sufrirá mucho más.

—Lina ama las flores como los atardeceres de primavera —dice, con esa serenidad que refleja la templanza con la que sobrelleva lo que le ocurre—. Así que, siempre me encargué de entregarle un ramo diferente durante cada atardecer mientras estuvimos comprometidos.

Me acerco hasta donde está, acariciando al caballo negro que continúa comiendo de las hierbas del campo. Él me invita a subir a la carreta y yo acepto, me agrada su compañía, alimenta la paz que mi alma tanto necesita.

—¿Qué ocurrió cuando se casaron? —pregunto, dándole toda mi atención.

El rey sonríe, y su mirada se ilumina por completo, como si rayos dorados de sol se alojaran para iluminar los rincones de tristeza, y brinda calidez donde una vez hubo frío.

—Organicé a una tropa completa para que buscara en todos los rincones del reino la gema de eteriel —responde, mientras pone la carreta en marcha rumbo al pueblo—. Tardamos seis meses en encontrarla y cuando la tuve en mis manos, supe que mi reina ya no tendría que preocuparse por ver morir a sus flores.

Sonrío inevitablemente al escucharlo. Las gemas de eteriel son extremadamente valiosas, fueron creadas por las ninfas de la naturaleza al principio de los tiempos para que los dioses que todavía vivían en la tierra tuvieran algo preciado que les durara eternamente. Era como el regalo de su misma creación, un tributo a la inmortalidad de su existencia.

Lo miro discretamente dándome cuenta de todo el amor que SeokJin siente por su esposa y reina. Fue capaz de encontrar una gema mágica para darle inmortalidad a los jardines que la hacen feliz a ella, la respeta y, ahora que ella ha enfermado, la cuida como el tesoro más valioso, demostrando sus sentimientos siempre, siendo paciente, y leal.

La reina Kim Lina vive sumida en las sombras de su propia mente. Nunca pudo darle hijos a SeokJin y poco a poco su mente se fue debilitando, sufriendo alucinaciones y creyendo fervientemente que está bajo el poder de una maldición. El rey de Orien ha contratado a muchos hechiceros, sacerdotes y médicos, todos ellos con la misma respuesta: estéril por naturaleza. Pero ella se niega a aceptarlo, viviendo consumida en su amargura, y su esposo presenciando su tormento, sin poder hacer algo para aliviarla.

—¿Cómo está la reina? —pregunto, tratando de suavizar mi voz—. La última vez que la vi fue hace meses.

—Intentó un nuevo tratamiento de fertilidad —dice, apretando con más fuerza las riendas del caballo—. Salió mal como los muchos que ha intentado. Se está recuperando, y por eso no pude traerla.

—Puedo imaginar su desesperación de volver con ella —murmuro, jugueteando con las flores.

—Todo lo que puedas imaginar no se le compara a lo que siento —asegura—. No me queda mucho tiempo con ella, Jimin. Los dioses lo decidieron de ese modo, por ello quiero estar a su lado, tomar sus manos, besar su frente, oler el aroma de su cabello que siempre está adornado por flores. —Hay silencio por un momento, me gustaría pedirle que se detenga, pero no tengo el derecho y por lo que veo, necesita desahogarse—. Quiero amarla mientras ella pueda sentir ese amor, y después... quiero hacerlo desde mi soledad.

¿Entonces ese es el amor? Hermoso y destructivo. Nunca he experimentado algo así y no puedo imaginarme haciéndolo.

—Lamento si mis palabras llegaron a afectarte —dice de repente, provocando que lo mire a los ojos.

No hay lágrimas, ni siquiera el mínimo rastro de irritación que evidencie el dolor que sé existe en su alma. El rey mantiene la serenidad intacta, nostalgia acompañando las profundidades de sus ojos, con un manto de fragilidad que resulta engañoso, pues tiene la fuerza suficiente para mantener aislado el dolor que pueda entorpecer los recuerdos que va dejando el tiempo.

—Son sus sentimientos, la parte más real que tenemos como personas —respondo—. Creo que no debe disculparse, majestad.

Sonríe como única respuesta, y yo me encargo de corresponderle. El resto del camino al palacio de Kartel transcurre en un silencio tranquilo que me permito disfrutar; el rey ha elegido un pequeño atajo que nos mantiene alejados de las personas.

Llegamos a las caballerizas del palacio, con cuidado bajo de la carreta. Ni le pregunté la razón que lo llevó a viajar en una en lugar de un carruaje, imagino que no quiso llamar la atención.

—Gracias por traerme —digo.

—Caminar grandes distancias sin ningún tipo de protección no es lo mejor que un príncipe pueda hacer —dice—. Sobre todo, si ese príncipe pertenece a otro reino.

El tono de regaño no pasa desapercibido, siento como me ruborizo y desvío la mirada.

—Me gusta la calidez de este lugar —murmuro, como si fuese suficiente justificación.

SeokJin sonríe mientras niega con la cabeza. Se acerca y me sacude la cabellera como gesto cariñoso, lo ha venido haciendo desde que nos conocemos.

—Ten cuidado, Jimin —pide, asiento—. Las cosas están por cambiar en todos los grandes reinos y debes estar preparado.

Arrugo las cejas cuando escucho lo que dice, de pronto está serio, con sus ojos llenándose de cautela mientras mira mucho más allá de las montañas.

—¿Hay algo mal? —inquiero, tratando de encontrar lo que él mira con atención, aunque mi única visión son pastos verdes y el pueblo que se ha quedado atrás.

—El rey de las sombras se acerca —responde, para luego marcharse sin mirar atrás, y dejándome con muchas dudas.

Me he quedado quieto más tiempo que el que debería. Corro en la dirección opuesta entrando por las puertas de la cocina real, algunas cocineras me reconocen y me reverencian y otras están demasiado ocupadas con asuntos de la cena. Apresuro el paso, subiendo hasta la torre de la corte de Parklared, y me detengo frente a una puerta custodiada por dos guardias.

—Díganle al joven Kim que el príncipe Jimin quiere verlo —solicito. De inmediato uno de ellos entra en la alcoba, para salir segundos después.

—El joven Taehyung lo recibirá, alteza —informa, dándome paso a los aposentos.

Tomo una corta inhalación y luego ingreso a la habitación. Los amplios ventanales están abiertos, y un aroma agradable invade mis fosas nasales, recordándome a los dulces que Jungkook compra para mí en el pueblo en época de verano.

Jungkook. Es otro asunto que me quita el sueño, se supone que debía estar aquí desde ayer.

Encuentro al joven que busco sentado en el pilar de la ventana principal, en esta ocasión está usando un vestido rosa, con adornos de gasa verde y joyas plateadas. Lleva en la cabeza una corona de flores, un rubor en sus mejillas y una sonrisa amplia en sus labios.

Está sonriendo nuevamente, es un alivio que la tristeza de los últimos días desapareciera.

—Alteza —saluda, poniéndose de pie para hacer una reverencia—. ¿A qué se debe su visita?

—Traje esto para ti —le digo, ofreciéndole las margaritas que él acepta con sorpresa grabada en su rostro—. Estabas triste y pensé que esto ayudaría a mejorar tu ánimo.

—Se lo agradezco —susurra, apresurándose a ponerlas en un jarrón con agua—. Siéntese, por favor. Estaba por tomar el té, ¿le gustaría acompañarme?

—Será un placer —respondo, aceptando el lugar que me ofrece a su lado.

Taehyung sirve el té de canela y miel y lo acompaña de panecillos de vainilla. Espera a que tome el primer sorbo y luego comienza su bebida.

—Estaba aterrado —confiesa de repente, ganándose mi atención—. Mi hermano y el rey desaparecieron sin avisarme, luego enviaron a soldados para que me llevaran de regreso a Parklared, pero cuando me enteré de que ellos no estaban ahí, me rehusé.

Dejo la taza en la pequeña mesa, y me concentro en limpiar la comisura de mis labios con una servilleta. Siento curiosidad al respecto, aunque no estoy seguro si es prudente preguntar, lo termino haciendo.

—¿Dónde están ellos?

—Drakoria —responde—. Surgió un inconveniente y tuvieron que hacer el viaje. NamJoon no me dio detalles en la carta que me envió, pero vendrán a pasar los últimos días del festival de la cosecha.

—Ahora entiendo el motivo que hizo que tu sonrisa volviera —comento, notando el rubor en sus mejillas—. Me alegra que estés protegido en este lugar.

Él sonríe ampliamente. Es como un arcoíris lleno de confianza como para sonreír de la forma que lo hace; sin embargo, por alguna razón me reconforta verlo feliz, siendo él mismo, sin la necesidad de ocultarse.

—¿Ocurre algo? —pregunto cuando se queda callado y mirándome.

Arruga la nariz y ladea la cabeza como si estuviera pensando bien en su respuesta.

—No lo entiendo —susurra, tan perdido en sus pensamientos que dudo mucho que se haya dado cuenta que lo dijo en voz alta.

—¿Qué cosa? —inquiero, lleno de curiosidad.

—No entiendo como puede haber ojos tan bonitos y mágicos como los suyos, alteza —dice, parpadeando con rapidez hacia mí—. Parecen joyas, de lo brillantes y expresivos que son.

Me arranca una corta risa y debo decir que sus palabras sinceras logran que me ruborice. No estoy acostumbrado a que las personas halaguen mis características físicas, mucho menos si el que lo hace es un doncel que cumple con todos los estándares de nuestra casta.

Le agradezco por sus palabras, y posterior a ello le pregunto por el bonito vestido que lleva puesto.

Basta decir que solo de ello se necesitó para verme envuelto en una extensa y entretenida conversación, donde el tiempo pasó rápido, más en la compañía agradable de una persona valiosa al que quisiera poder llamar amigo en algún momento de mi vida.

Yoongi.

Los recuerdos flotan en una inconstante nube cargada de tormenta.

¿Qué son en realidad? No van más allá de la mente, tienen un espacio limitado para cohabitar, se consideran una virtud, algo que nos distingue de otras especies vivientes, que ablanda la sangre de la vida; sin embargo, no son más que desperdicio.

Son débiles, no pueden vivir en la memoria por un tiempo prolongado, ni siquiera se mantienen intactos. Cada noche que pasa, olvidas un detalle, y la cuenta regresiva avanza hasta que lo que una vez fue una imagen nítida, se convierte en una mancha sin forma. Otros pierden la importancia con el tiempo, algunos incluso se olvidan en un parpadeo.

Las sombras se ciernen sobre mí, mi cuerpo pesa y cada partícula que lo compone se siente extraña, como si nunca antes hubiera estado ahí.

No soy lo que fui.

El malestar nuevamente me hace abrir los ojos, me encuentro en una alcoba oscura y a mi lado está la cubeta donde dejo salir todo lo que me atormenta. Mis manos se aferran a la madera, mientras el ardor en mi garganta aumenta con cada arcada, los temblores son fuertes y me arrastran a la orilla, pero no puedo detenerme, continúo vomitando hasta que mis fuerzas se desvanecen.

Me dejo caer en la cama, el sudor corre a cántaros, la respiración me juega en contra bloqueándome el paso de aire. Me obligo a voltearme para encontrar un mejor ángulo y desde mi nueva posición detecto la presencia de alguien más.

NamJoon está sentado al lado de la puerta. Me mira con ojos entrecerrados, evaluando mi aspecto como si no me conociera.

—¿Cuánto tiempo ha pasado? —pregunto, la lengua la siento adormecida y el paladar amargo.

—Hoy se cumplen tres días —responde—. Estamos en el palacio de Valkar.

Tomo un vaso de agua y luego otro. Siento una incontrolable necesidad de refrescar lo que sea que está ardiendo en mi interior que me ha mantenido encadenado en esta cama, sufriendo de alucinaciones absurdas.

—Es el veneno —comenta, no me quita los ojos de encima y me molesta con gran facilidad—. Tardó para que tu cuerpo se acoplara a los nuevos cambios.

—¿Drakoria? —interrogo, al mismo tiempo que me concentro en reunir fuerzas para sentarme en la cama.

—Todo está bajo control. Las bestias regresaron a sus cuevas, los pobladores saben de la existencia de un nuevo rey y todas las sectas han sido informadas por la sacerdotisa de Idrien. Dentro de una semana, todos los reinos sabrán lo que hiciste, y temerán con solo oír tu nombre.

Me complace escucharlo, mi sonrisa lo delata. NamJoon se queda en silencio, con un sentimiento extraño en sus ojos.

Ignoro su presencia y me inclino hacia atrás en lo que más aire entra a mis pulmones. Estoy usando una túnica rojo sangre que cubre el rastro rojo que mancha mi piel y mis dedos. Froto con el pulgar la esquina de mis labios y me doy cuenta de que todas las veces que vomité fue lo mismo que me mantuvo con vida durante todo este tiempo.

—Tu cuerpo necesitaba expulsar la sangre —habla NamJoon—. Fueron cuatro cubetas exactas. —Se detiene para mirar la que está al lado de la cama y agrega—: cuatro y media.

Apoyo mi mano a la altura del pecho donde está una cicatriz mediana y espero. No siento nada, ni el mínimo latido.

—Impresionante —digo, mirando a mi consejero—. ¿Qué pasó con mi corazón? Omitiste la parte en la que dejaría de latir.

NamJoon se pone de pie y camina hasta una puerta de donde saca un atuendo negro con bordes rojos, lo deja en la cama, y se queda de pie, mirándome desde arriba.

—Tu corazón es una piedra, literalmente —responde—. En el momento exacto donde la sacerdotisa enterró la roca de fuego en tu pecho se fundió en tu corazón hasta cubrirlo por completo, aislándolo y privándolo de palpitar nuevamente.

Debería sentir asombro, incomodidad, incluso el miedo sería valido. En cambio, no siento nada... es como si mi cabeza le quitara importancia, rebajándolo al nivel de los recuerdos que son cambiantes en las noches.

Emociones.

La palabra resuena en mi cabeza y se queda grabada. ¿Alguna vez sentí afecto por alguien? En búsqueda de respuestas miro a NamJoon, sé que es mi mejor amigo y recuerdo quererlo como un hermano, pero ahora...

Nada.

No siento nada.

Entonces, recuerdo a su hermano menor. Taehyung era lo que mas cerca estaba de considerarse un punto débil, a quien defendía de los regaños de NamJoon, a quien le compraba todo lo que quisiera. Sí, recuerdo todo de él, así como el afecto, pese a ello, ocurre lo mismo.

Nada.

No siento nada.

Y nuevamente, debería sentir miedo. Repulsión. Ira. Debería, pero no ocurre.

Los sentimientos pierden el significado y la importancia, llegando a ser el fantasma de una palabra. La insignificancia de la pérdida. El precio del valor. Nada se compara al abismo oscuro que adormece mis sentidos, donde la misma palabra queda flotando en eras cambiantes, eterno como las aguas de un océano infinito. Delgado como el papel desgastado que se quema con la mínima brasa, una que desaparece en las noches frías que se consumen en el tiempo.

—¿Te sientes bien? —Es curioso que NamJoon tenga tanta cautela conmigo. Lo noto por su forma de hablar y de mirarme ya que siempre ha sido transparente y sincero.

Aun así, sabía mejor que yo lo que pasaría. El ritual salió bien, sobreviví al veneno del dragón y fui coronado, así que, no comprendo el motivo de su comportamiento y tampoco me esforzaré por hacerlo.

—Todo está bien —respondo—. Prepara los Pegasus, Kalaí aguarda.

No pienso continuar aquí, no es momento. En el reino de la dinastía Jung dejé algo que resulta ser de gran valor como para ignorarlo, y debo ir por ello.





































Estoy pagando condena. Enfermé con fiebre alta y no puedo salir de la cama porque me voy de jeta. 😔

Por suerte tengo capítulos adelantados y aquí está la actualización.

Cuídense mucho. Gracias por leer, votar y comentar.

⚔︎Yoon⚔︎

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