Capítulo V: Un nuevo miembro se une a la feria de lo extraño

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Muy temprano Cosette se despertó. Ella se estiró sobre su lecho y a continuación se dirigió hacia la ventana del carromato. Abrió una de las portezuelas un poco, y por la rendija contempló el amanecer. Alrededor del camino se extendía en ambas direcciones una verde planicie, y al fondo podían verse los picudos arboles del lejano bosque. La joven contempló el amplio cielo y en eso oyó el chillido de un águila. Pudo ver al animal alejarse hacia el bosque del noroeste.

–Sabes, cola de mono... me he estado preguntando desde hace varios días una cosa –Cosette dijo en tanto apartaba de su rostro los cabellos que el viento matutino había desordenado. Ya habían transcurrido cerca de dos meses desde que ella abandonó su pueblo natal. Durante este periodo la joven había recorrido unos cuantos pueblos en donde la feria se presentó. A estas alturas ella ya se había acostumbrado a su nuevo trabajo–. ¿Por qué si Gaspar ya conocía desde hace tanto a aquel sabio, él se ha esperado hasta ahora para recién irle a pedir su deseo?

–Ah, eso... es una larga historia. Aunque tenemos tiempo –la cola de mono se asomó desde detrás de la oreja derecha de la joven. Observó el interior del carromato. Esmeralda y Marlene dormían a pierna suelta. El día anterior todos los miembros de la feria habían asistido a la fiesta del santo patrono del último pueblo que visitaron y la mayoría se había emborrachado hasta muy tarde. Cosette y Gaspar fueron los únicos que se abstuvieron de beber.

–Soy toda oídos –Cosette sacó un poco la cabeza para observar las impasibles nubes en el cielo. Aspiró una buena cantidad de aire fresco, y luego exhaló satisfecha por la boca.

–Esta historia se remonta a mucho tiempo atrás. Gaspar y "esa persona", tras muchos años de incansable búsqueda, por fin dieron con el paradero del "Sabio de los Deseos". Se internaron en el enigmático bosque de Blankouse, y recién al cuarto día encontraron a quien por tanto tiempo habían buscado. Ellos le pidieron sus deseos, y el sabio accedió a cumplírselos, aunque antes les indicó que ambos debían cumplir con ciertas condiciones...

–¿Condiciones? ¡Creí que la única condición era encontrarlo!

–Yo solo te cuento lo que pasó. Como simple curiosidad, te contaré que esos dos eran amantes, y con modos de pensar tan similares que no les costó mucho ponerse de acuerdo para pedir el mismo deseo: juventud eterna. De modo que así lo hicieron. Solo que no se esperaron que las condiciones que el sabio les impondría serían tan arduas. En primer lugar, a "esa persona", el sabio le dijo que debía de morir en la hoguera para así después poder renacer con la juventud eterna como el fénix que renace de sus cenizas. "Esa persona" se sorprendió, por supuesto. Ya estaba a punto de negarse a tan descabellada condición, pero rápidamente el sabio se encargó de convencerla. Precisamente él fue quien le propuso la idea de romper la conexión espiritual de "ama-familiar" que tenía conmigo y luego ocultarme para que cuando llegue el momento yo pueda cumplir con su deseo. Asimismo, este sabio fue quien le facilitó el conjuro que ella me echó para así asegurarse de que yo cumpliría con mi parte del plan. Ahora pasemos a Gaspar. La condición que le impuso el sabio fue la de que, a partir de ese momento, él debía de peregrinar durante veinticinco años desde el bosque de Blankouse hasta el Muro de las Lágrimas ubicado en la ciudad santa de Handassem. Una vez allí él debía de tocar el muro, santiguarse y luego regresar de vuelta hacia el bosque. Pero a ello no se reducía la condición. Cada año él debía convencer a alguien de unirse a su peregrinaje, con la promesa de que una vez él cumpla con los veinticinco años de peregrinaje, no solo su deseo se cumpliría, sino también el de aquel que lo acompañase. Muchos son los que han desertado en el camino, como ya te habrás podido dar cuenta, pero eso no importa. La condición era la de tener un nuevo miembro por año, no la de retener a ese miembro hasta el final. Por esto fue que te dije que tú no tendrías que cumplir con ninguna condición. Eres la miembro correspondiente al último año. Así es, porque este año se cumplen los veinticinco años de peregrinaje para Gaspar. Una vez lleguemos al bosque Blankouse él por fin podrá cumplir con su deseo. Es por esto que cuando nos encontramos en el pueblo del Dubois hablamos de que el momento había llegado. Porque luego de que "esa persona" y Gaspar recibieron las condiciones por parte del sabio, ellos de inmediato comenzaron con sus preparativos, y tiempo después se separaron, aunque con la promesa de reunirse de nuevo una vez Gaspar por fin pudiese cumplir con su deseo.

–¡Vaya! Es una historia increíble. Me alegra que tu antigua ama y Gaspar puedan finalmente reunirse de nuevo –Cosette comentó con voz conmovida.

–¡JA! Si conocieras a ese par tanto como yo, te aseguro que jamás dirías algo tan iluso como lo que acabas de decir.

–¡Malvado!

–¡Wooaaa! ¿Qué es todo ese escándalo? ¡No dejan dormir a una! –Esmeralda soltó un largo bostezo en tanto se estiraba sobre su lecho.

Como a las dos de la tarde, el grupo llegó a un poblado bastante acogedor. Pasaron por la plaza, en donde fueron recibidos por una bulliciosa multitud, y luego siguieron su camino hasta el otro lado del pueblo. Se detuvieron al lado de una granja. Desde el carromato Cosette pudo ver a las vacas pastando alrededor de una amplia pradera en la que finalmente ellos se instalaron.

–El dueño de la granja es un viejo amigo mío. Hace muchos años vinimos a este pueblo. Todos quedaron tan encantados con nuestro espectáculo que nos agarraron mucho cariño –Gaspar comentó cuando vio la cara de estupefacción de Cosette, una vez todo el grupo ya descendió de los carromatos.

La carpa estuvo lista para poco antes del anochecer. Aquí por primera vez Gaspar hizo algo que hasta el momento Cosette nunca le había visto hacer. Cuando armaron la carpa él se encargó de extender unas sogas que partían desde lo alto de la carpa, y acto seguido también se encargó de clavarlas con estacas que hundió en el pasto de la pradera. Una vez la carpa estuvo lista, Gaspar agitó los dedos, y luciérnagas procedentes de quien sabe qué lugar se aglomeraron alrededor de las sogas. El resultado de aquello fue una verdadera obra de arte. Cosette se quedó boquiabierta contemplando tan maravilloso espectáculo.

–Estamos ya muy al norte, hasta aquí no suele llegar la inquisición. Por ello es que Gaspar puede permitirse aquí más libertades –la cola de mono le explicó a Cosette cuando ella cayó en la cuenta del peligro que envolvía lo hecho por Gaspar.

Mucha gente fue la que acudió aquella noche para presenciar el espectáculo de la carpa. El puesto de Cosette fue instalado entre el de Igor, el hombre de los brazos desiguales, y el de Ivonne, la mujer alta. Su show consistía únicamente en ponerse de pie y conversar sobre cualquier cosa con la cola de mono. Este último era muy bueno improvisando, aunque siempre solía meterse con el público. De todas formas, Cosette solo tenía que seguirle la corriente. A la cola de mono le encantaba soltar comentarios mordaces sobre la gente que venía a verlos. Esto generalmente provocaba las risas del público. Aun así, Cosette siempre terminaba avergonzándose del atrevimiento de su compañero y deshaciéndose en disculpas con las personas involucradas. La ternura e inocencia que transmitía la joven con su actuar generaba mucha empatía entre la gente, de modo que los afectados por los comentarios de la cola de mono acababan conmoviéndose y todo el enojo que pudiesen haber albergado hasta el momento terminaba desvaneciéndose.

Aquella jornada prometía ser como las anteriores que ya había tenido Cosette en otros pueblos. Nada parecía augurar algo distinto o sorpresivo, aunque esto cambió cuando al puesto de la joven llegó un chiquillo de erizada cabellera castaña y vestido únicamente con viejos harapos. Él se encontraba muy sucio. Las otras personas del público lo apartaron como quien aparta a un perro callejero. Cosette quiso hacer algo por él, pero la gente se aglomeró en su delante y ella terminó por perderle el rastro al pequeño. Durante el resto del espectáculo la joven no tuvo cabeza para otra cosa que no fuese saber más sobre aquel chiquillo desamparado.

Acabado el show ella salió a toda prisa de la carpa. Buscó por los alrededores. Muchas personas habían instalado puestos de comida y de bebidas en torno a la carpa. Aquella se había vuelto una feria con todas sus letras. Avanzó con agilidad por entre la gente. Muchos la reconocieron y la felicitaron por el espectáculo. Quien se encargó de responder a los halagos fue la cola de mono. Cosette por su parte solo preguntaba por el pequeño. Al final lo encontró en un lugar apartado, ya cercano al bosque.

–Pequeño, ¿te encuentras bien? –ella se le acercó.

El niño la miró con ojos vidriosos. Él se encontraba abrazado a sus rodillas y temblando de frío. Realizó un rápido gesto de asentimiento. Cosette quedó tan conmovida que no tuvo corazón para dejar solo a aquel infante. Le preguntó por sus padres. Por toda respuesta el niño negó con la cabeza.

–Debe ser huérfano. Seguro su padre fue a la guerra y su madre terminó abandonándolo.

–¡Mono sin corazón, cierra la boca!

El niño se replegó sobre sí mismo al oír el grito de Cosette. –¡¿Ya ves lo que provocas?! –ella se agachó y trató calmar al pequeño. Recién cuando le ofreció comida y una bebida caliente el pequeño levantó la mirada–. ¿Cómo te llamas? –le preguntó Cosette.

–René –tras un largo rato de silencio, finalmente el pequeño contestó con voz cohibida.

–Yo soy Cosette, pequeño René. Ya puedes estar tranquilo, yo te apoyaré en todo lo que necesites –ella abrazó al infante. Sentidas lágrimas descendieron por sus mejillas. No pudo evitar identificarse con el desamparo de aquel niño. "No, incluso él está mucho peor. Yo al menos tenía a mis padres. No eran los más amorosos del mundo, pero por lo menos me daban todo lo necesario para tener una vida digna. ¡Oh! Pobre pequeño".

En un puesto de tartas el pequeño comió como si no hubiese un mañana. Un par de tipos borrachos que pasaban por allí lo vieron y se acercaron a Cosette. Le advirtieron que aquel niño era un pequeño bribón que se la pasaba robando en el pueblo. –¿Y sus padres? ¿Es que este pequeño no tiene a nadie en el mundo? –la joven les preguntó.

–Su padre fue enlistado en el ejército con el que el señor feudal de este condado contribuyó a las tropas del rey Justiniano. Nunca regresó. Un par de años después su madre desapareció –le respondió uno de los hombres.

–¡Cof! ¡Cof! –la cola de mono se jactó.

–Ya veo –Cosette cogió con fuerza los pliegues de su abrigo. Luego miró al pequeño con ternura–. Ya nunca más estarás solo, pequeño –le dijo mientras le acariciaba la cabeza.

A la mañana siguiente Cosette tocó con decisión la puerta del carromato de Gaspar. Él salió somnoliento y con un mullido abrigo de pieles encima. –Quería decirle que a partir de hoy cuidaré de este pequeño –Cosette puso su palma en la espalda de René. El niño avanzó un par de pasos–. Señor Gaspar, vine a solicitar su permiso para que el pequeño pueda quedarse con nosotros.

–Vaya sorpresita que te ha traído Cosette, ¿eh? –la cola de mono le habló a Gaspar.

–Cielos, faltaba más. Por supuesto que puede quedarse. ¡Un niño siempre es una alegría! –Gaspar recibió con los brazos abiertos al pequeño. Lo levantó en peso y lo abrazó con fuerza. En un primer momento el pequeño se asustó, pero poco después ya sonreía y hasta reía.

Minutos después Cosette volvió con el pequeño a su carromato. Solo la cola de mono pudo ver como a espaldas de la joven Gaspar se restregaba las manos, en tanto una sonrisa maligna se dibujaba en su abundante rostro.

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