recuerdos

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En estos momentos, la mirada de Lisa no se despegaba de Jennie, quien se encontraba durmiendo después de haberse desahogado con la omega.

La garganta le ardió al recordar cada palabra de la mayor, cada lágrimas, todos aquellos sollozos que ahogó para poder seguir contando lo que pasó durante su adolescencia.

Se sentía tan triste y enojada, quería ayudarla a que sanara ese dolor.

Pero primero tenía que hacer otras cosas antes de actuar.

[...]

Una joven de dieciséis años, que todavía no se presentaba, estaba enamorada de aquel perfecto alfa.

Algo que todos decían era que Jennie Kim iba hacer una hermosa y educada omega... Oh, pero que mal estaban. No podían decir antes de tiempo a qué casta iba a pertenecer la pequeña Kim.

Pero tanto le aseguraban que sería omega, que Jennie les creyó, le creyó a sus padres, a sus amigos y a toda su familia.

Tal vez ese fue su error; confiar en ellos.

¿Pero qué podía hacer una joven de dieciséis años a quien sus padres siempre la han tenido encerrada en una burbuja? Nada, Jennie no podía hacer nada.

La primera vez que vio al alfa que ella decía que era su pareja predestinada, fue y le contó a sus progenitores, quienes la ayudaron a acercarse a aquel hermoso joven.

Pero esa perfección que lo envolvía no era más que una fachada.

Él solo jugó con los sentimientos de la inocente Jennie.

[...]

Lisa salió del cuarto de Kim para dirigirse a la suya y hablar un rato con Jisoo, pues tenía tiempo que no hablaba con su amiga.

Se sentía tan cansada, aunque ahora tenía más propósitos y trabajo que hacer, ya que sabía, por palabras de la castaña, que estos últimos días le ha costado más para respirar.

Se acostó en la cama, llamó a su amiga y poco después sus ojos pesaron tanto que no supo en qué parte de la llamada se quedó dormida.

[...]

La pequeña Kim se iba a encontrar con la persona que le gustaba, iban a tener una cita. Eso la tenía emocionada, era algo que desde hace tiempo le hacía ilusión.

Su madre la había ayudado a vestir lo más bonito que se pudiera.

Se sentía incómoda con ella misma, sentía que en algún momento se desmayaría en aquel lugar. Estaba sudando más de lo que su cuerpo acostumbraba y tenía mucho calor, pero no por eso arruinaría su cita.

Jennie era un ser que apenas estaba saliendo de aquella burbuja donde sus padres le tenían, todavía era una cachorra a punto de presentarse.

Una vez en el lugar, se sentó a esperar al alfa. No pasaron ni diez minutos y este llegó.

Los dos estuvieron platicando hasta que en un momento el alfa le dijo que fueran a otro lugar y ella no dudó en aceptar.

Ya en la casa del alfa, los dos se sentaron en el mueble. Jennie sentía que estaba a punto de caer desmayada y que la fiebre aumentaba cada vez más. Hasta que un olor empezó a inundar la sala: Jennie se estaba presentando.

—Alfa susurró—, ayúdame.

El mayor se quedó viendo a la chica, quien se estaba doblegando del dolor. El aroma de Jennie era muy embriagante, aunque todavía tenía ese aroma de leche.

—Alfa... ¿qué me pasa? —habló con sus ojos llorosos.

—Todo va a estar bien —respondió acercándose—. Ya va a pasar todo, yo te voy ayudar a estar bien.

—Puedes llamar a mi mamá, por favor —un sollozo se escuchó cuando el dolor se hizo más insoportable.

Pero el sufrimiento se detuvo cuando cayó desmayada.

A la mañana siguiente despertó en su habitación algo confundida y se paró de la cama, mas, se asustó cuando la puerta de su habitación se abrió de golpe.

—¿Qué pasa, mami? preguntó cuando vio su semblante serio.

—¡¿Qué diablos hiciste anoche, Jennie Kim?! —gritó, agarrándola del brazo.

No lo sé, solo recuerdo que me dolía mi estómago y le pedí que te llamara, ya después de eso no recuerdo nada murmuró con lágrimas amenazando en caer por el desconcierto.

—Ahora eres una alfa defectuosa —escupió su madre con enojo.

Jennie negó.

—Yo voy a ser una omega, una muy hermosa, tú misma lo dijiste, mami.

Ahora su padre llegó por la puerta, casi más enojado que su mamá. Él hizo a un lado a su esposa, para después darle una cachetada con todas sus fuerzas a Jen.

La niña estaba tan confundida, no entendía la razón por la que sus padres estaban tan furiosos ni por qué le abofetearon así.

Ese día, su progenitor la golpeó hasta que se cansó y la dejó tirada en su habitación.

Jennie, como pudo, agarró su teléfono para llamarle a su amiga, quien fue por ella para llevarla a un hospital.

[...]

Kim se levantó de golpe. Su respiración estaba agitada, así que se paró y se dirigió hacia la habitación de Lisa sin pensarlo.

—¿Qué pasa...? —abrió la puerta, hablando con voz adormilada.

—Soñé con lo que te conté en la tarde —respondió.

Y allí la tailandesa pareció reaccionar.

—Oh, ¿quieres pasar?

La mayor asintió.

—¿Te molesta si me quedo a dormir aquí?

Era muy atrevido de Jennie preguntar eso, pero sabía que no podía dormir sola; ya no quería estar más sola.

—Para nada, pasa.

Ya ambas en la cama, la castaña cerró los ojos.

"No podemos estar juntos, Jennie, los dos somos alfas".

"¡Ya sé lo que somos, pero no puedes dejarme, me marcaste y si rompemos el lazo voy a morir!".

"No me busques, esa marca no significa nada".

—Jennie... Jen —Lisa la estaba moviendo para que despertara—. ¡Jennie!

Los ojos de la delta se abrieron de golpe.

—L-Lisa —la abrazó por la cintura, comenzando a llorar.

—Ya, ya, tranquila... —murmuró—, todo va a estar bien, yo te voy ayudar —le acarició su cabello, dejando un beso en su frente.

Lisa iba a cuidar a Jennie.

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