Capítulo 15: El Genio Enamorado

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Nunca antes el aire de esa casa lo había ahogado tanto como ahora. Hoy más que nunca se sentía como un pajarillo encerrado en una jaula de oro, prohibido de escapar y sin tener a dónde ir. Jamás había hallado refugio alguno en el que pudiera ser él mismo y no el niño genio perfecto que todos esperaban que fuera. Si tan solo existiera alguien que lo aceptara tal cual era sin juzgarlo, sería la persona más feliz del mundo.

     Sin avisarle a nadie, salió de la mansión y caminó sin rumbo fijo. Nunca antes había hecho algo similar, pero necesitaba escapar de todo y de todos con urgencia. Llegó hasta un parque que no reconocía y, al tratar de retomar el camino a casa, pisó mal y se dobló el pie, lo cual le hizo perder el equilibrio y caer a tierra. Se levantó despacio, mas el dolor le hizo soltar un chillido y, aterrado, se palpó el tobillo. Respiró aliviado al notar que, por fortuna, no se lo había torcido. No obstante, al tocarse el bolsillo, se percató de que había olvidado el celular en casa. Agitó la cabeza en signo de negación. Ahora estaba solo, perdido, incomunicado y muy, muy asustado.

     —Oye, ¿estás bien?

     De pronto, como una melodía divina, su suave voz llegó a sus oídos. Volteó en cámara lenta para encontrarse con su expresión severa de siempre mezclada con una de asombro. Era totalmente natural que estuviera sorprendido al verlo solo en un lugar como ese. De inmediato, recordó todo lo que le había dicho la última vez que se vieron y apartó la mirada, muerto de vergüenza. El otro chico pareció no inmutarse al respecto. ¿Se habría olvidado ya de su repentino discurso? Tal vez no lo había considerado suficientemente sincero, después de todo.

     —¿Qué haces aquí?

     —Salí a tomar un poco de aire y... me perdí y me caí —confesó con mucha vergüenza—. Dejé el celular en casa, así que no tengo cómo llamar a mi chofer.

     —Eso no tiene sentido —replicó con sorna—. Tienes un bosque enorme en tu casa donde puedes respirar, no necesitas salir como la gente común y...

     —Puedo tener un bosque en casa o una isla paradisiaca, pero no me siento bien ahora y quería respirar aire puro. No soy de piedra, ¿sabes?

     Las palabras llenas de dolor brotaron antes de que pudiera detenerlas. Realmente odiaba que él pensara que por ser millonario no tenía sentimientos. Donghun se dio cuenta de que había sido muy grosero, así que decidió no hacer mayor comentario al respecto. Únicamente, pensó que, en definitiva, eso era a lo que se refería el niño Kirby cuando dijo que el niño rico no se sentía bien. No era asunto suyo, ¿verdad? Debía dar media vuelta y abandonarlo ahí por todas sus malcriadeces desde el primer día. Ya una vez le había salvado la vida, ¿por qué demonios habría de seguir ayudándolo?

     —Si te presto mi celular para que llames a tu chofer, ¿te meterás en problemas?

     —Probablemente, ya que el auto que usa Jaewook les avisa a mis padres de cada entrada y salida de la casa. Aunque igual verán las cámaras de seguridad y se enojarán conmigo... —murmuró, bajando la cabeza.

     Donghun intentó no exteriorizar su espanto al escuchar lo que contaba el muchacho. Él, ciertamente, no podría vivir así, tan controlado y vigilado, rodeado de cámaras, alarmas y servidumbre todo el tiempo. Tal vez ser millonario no era tan sencillo como él había creído toda su vida.

     —¿Te castigarán por haber salido de casa entonces?

     —Supongo que sí —contestó con resignación—; pero sus castigos son absurdos: suspenderme la tarjeta de crédito o no llevarme a sus reuniones y fiestas sociales. Como si eso me importara...

     Su expresión melancólica lo distrajo por unos segundos antes de bajar la vista hacia su pie lastimado.

     —¿Puedes caminar?

     —Me duele un poco cuando apoyo el pie.

     Donghun reflexionó por un minuto, debatiendo consigo mismo sobre qué diablos hacer con ese niño rico actualmente indispuesto. Rayos, ¿cómo es que siempre le pasaban estas cosas? Al fin, después de una lucha interna, resopló resignado, se giró y se agachó, apoyando una de sus rodillas en el suelo. Yuchan no procesaba los hechos correctamente, por la naturaleza de la situación y el dolor en el pie.

     —Sube.

     —¿Eh?

     —Tu casa está cerca, así que puedo llevarte de este modo. Además, se nota que pesas menos que una pluma.

     La mente de Yuchan seguía en estado de shock sin poder procesar ni medio detalle de lo que estaba ocurriendo. Por inercia, se agachó ligeramente y se dejó caer, apoyando su pecho sobre la espalda del otro. Donghun lo sostuvo de los muslos con firmeza y se puso de pie despacio. Sin embargo, Yuchan perdió un poco el equilibro, por lo que sus manos se aferraron de inmediato a los hombros de Donghun por puro instinto de supervivencia. El genio mayor trastabilló un poco, pero al final su peso pudo estabilizar a ambos.

     —¿Acaso estás tratando de matarte? Tienes que sostenerte de mí o te caerás.

     Dicho esto, Donghun jaló las manos aferradas tímidamente sobre sus hombros de modo que los brazos de Yuchan terminaron alrededor de su cuello. El niño genio se moría de vergüenza al caer en cuenta de que eso era prácticamente como un abrazo, aquel abrazo con el que tanto había soñado y que pensaba que jamás obtendría. Donghun empezó a avanzar por la vereda a paso lento.

     —Diablos, esto es como un maldito drama coreano.

     Gracias al leve vaivén que producía Donghun al caminar, Yuchan fue relajándose poco a poco. No pudo resistir más y recostó el mentón sobre su hombro, aspirando profundamente cerca de su cuello. Cerró los ojos y se dejó llevar por la calidez que transmitía su cuerpo.

     —Vainilla...

     —¿Qué dijiste?

     —Nada, no dije nada.

     Donghun trató de ignorar la sensación de la cálida respiración del chiquillo golpeando su cuello. Por alguna razón, no le resultaba desagradable en lo absoluto.

     —Eres un imán para los problemas, ¿sabías? Es una suerte que yo haya estado por aquí para llevarte a casa.

     —¿Vives cerca?

     —¿Cómo podría vivir en una zona residencial? —repreguntó, alzando una ceja—. Claro que tampoco vivo tan lejos.

     —¿Qué hacías por aquí entonces?

     —Sehyoon vive en el barrio próximo al tuyo y fui a visitarlo, pero su querido niño Kirby lo llamó para que tuvieran una estúpida cita y el muy maldito prácticamente me botó de su casa. Así que ha sido una coincidencia que pasara por aquí, ya que el plan era quedarme con él hasta la noche.

     —Pero me viste y pudiste haberte ido sin hablarme.

     —¿Tan desalmado crees que soy?

     —¡No, claro que no! —negó rotundamente—. Como te dije la otra vez, eres una persona amable.

     —No es eso —murmuró avergonzado—; es solo que si estás mal para el día del concurso, nos descalificarán, y yo realmente necesito ganar ese premio.

     El chico asintió con tristeza y fue adormeciéndose cada vez más, arrullado por sus pasos lentos. No le importaba si el mundo se caía a pedazos en ese instante, lo único que deseaba era quedarse así, abrazado a él, para siempre. No supo ni cuánto tiempo pasó, pero su suave voz logró sacarlo de ese repentino letargo.

     —Despierta, principito, ya estamos cerca de tu castillo.

     Yuchan abrió los ojos con apatía y cayó en cuenta de que, en efecto, estaban a unos cuantos metros de su mansión. Dejó salir un quejido involuntario, porque no quería soltarlo, no todavía. Quería seguir aferrado a él como si fuera el único salvavidas disponible en pleno naufragio. Un ratito más, tan solo un ratito más... Donghun, de repente, se puso de cuclillas para que el otro pudiera pisar tierra firme sin lastimarse.

     —Baja con cuidado y apoya el pie sano primero.

     El chiquillo obedeció y lo fue soltando de a pocos, resignado a romper la cálida conexión tan pronto. Se mareó un poco al bajar, por lo que Donghun se apresuró a sostenerlo para estabilizarlo y evitar que apoyase el pie herido. Las mejillas de Yuchan estaban en punto de ebullición y más aún cuando se encontró con sus hermosos ojos que lo miraban con preocupación. La tristeza embargó su alma nuevamente al recordar que, al final, hacía todo eso solamente para ganar el concurso.

     —Haz que te revisen bien ese pie —ordenó con firmeza—. No parece ser grave, así que debería estar bien para la próxima semana.

     Yuchan asintió y tocó el timbre, ya que sus padres no le daban llave por una cuestión de seguridad. Además, sabían que su hijo nunca salía solo, a menos que fuese a casa de Byeongkwan. Esa era la primera vez que lo hacía, motivado por la decepción de que sus padres le hubieran anunciado un viaje de negocios repentino y urgente que se les había presentado, rompiendo así la promesa de, por fin, desayunar juntos. Y él, como niño bueno que era, había sonreído, deseándoles un buen viaje y prometiendo que se portaría bien y estudiaría mucho hasta que ellos regresaran. Pues ahora él también rompería su promesa y es por ello que había decidido salir solo, sin siquiera ponerse a pensar en las consecuencias de su escape. Quizá, si no regresaba, sus padres ni se darían cuenta...

     Apenas sintieron los pasos de la empleada acercándose a la entrada, se miraron por última vez. Donghun pareció haber leído la tristeza en su rostro, mas no tenía ni idea de qué hacer o decir para borrar esa expresión. Nunca había sido bueno con las palabras y tampoco sabía tratar bien con las personas; mucho menos con las de la clase social alta que tanto odiaba.

     —Entonces, te veré en el concurso —le dijo antes de irse.

     Yuchan volvió a asentir y lo observó darse vuelta para alejarse de él a paso lento. Sintió, de pronto, unas irrefrenables ganas de correr hacia él para detenerlo y suplicarle que no lo dejase solo en ese frío y solitario palacio donde nadie esperaba por él. Estiró el brazo en su dirección.

     —No te vayas...

     El genio mayor no llegó a escuchar su petición y pronto desapareció, dejándolo con un frío desgarrador en el cuerpo y el alma. El niño rico se abrazó a sí mismo en un vano intento de entrar en calor, pero sabiendo bien que él era el único que podría hacer que la lluvia en su corazón cesara y que saliera el sol. La puerta fue abierta y, antes de entrar, vislumbró por última vez el sendero por el que acababa de partir él.

     Qué cruel ironía que ese hombre se fuera así como si nada, llevándose toda la calidez consigo, dejándolo a él muerto de frío.

     No era justo. No era nada justo.

✩✩✩✩✩

Finalmente había llegado el día decisivo en el que se conocería al ganador definitivo del concurso de canto. El auditorio fue llenándose poco a poco, principalmente con los alumnos y profesores de la universidad que venían a apoyar a sus compañeros y varios padres de familia y amigos de los participantes. Los padres de Yuchan, como siempre, se habían disculpado con él porque tenían que trabajar; era la historia de su vida y ya estaba más que acostumbrado y resignado, lo cual no significaba que no fuese doloroso vivir así. En la segunda fila, sin embargo, se encontraba Byeongkwan sosteniendo un cartel con su nombre, y eso le hizo sonreír en medio de tantos nervios.

     A Yuchan se le notaba avergonzado con toda razón luego del episodio en el parque, pues tenía miedo de lo que el otro pudiera estar pensando de él. Por su parte, el humor de Donghun parecía intacto. No sabía si eso era bueno o malo, si debía dolerle o no, pero al menos era mejor no comentar nada al respecto antes de la presentación o sus emociones lo traicionarían en pleno escenario. No deseaba por nada del mundo arruinar algo por lo que se habían esforzado tanto juntos ni tampoco quería que Donghun se enojase con él de nuevo. Por ello, se prometió a sí mismo que se tranquilizaría para que su voz fluyera con naturalidad, tal y como el genio mayor le había enseñado.

     Las reglas eran sencillas: la etapa final consistía en la presentación de tres dúos conformados por los seis concursantes que restaban de la segunda etapa y de los cuales se determinaría al único ganador del concurso que se haría acreedor de los diez mil dólares, un diploma de cantante amateur y la posibilidad de presentar una canción en un reconocido teatro de Seúl. El primer y segundo dúo acababan de terminar su participación y ya estaban en sus respectivos asientos para esperar resultados. El único dúo que faltaba ya se encontraba en posición detrás del telón.

     —Recuerda todo lo que te enseñé —indicó Donghun—. Hemos practicado suficiente, todo va a salir bien.

     Yuchan asintió enérgicamente, a pesar de saber que el otro no podía verlo en la oscuridad. La voz del presentador aplacó sus voces para anunciar el último número del evento.

     —Ahora tengo el agrado de presentar al último número de la tarde: el dúo conformado por Lee Donghun y Kang Yuchan con la canción "If It Is You" de Jung Seunghwan.

     Tras una breve ovación, las cortinas se abrieron de par en par revelando a los dos últimos concursantes. Donghun alcanzó a distinguir entre la audiencia a Sehyoon con su amado niño Kirby al lado y, al costado de la pareja, a Junhee con la bonita detective Soonae, quien, después de algunas lunas, había accedido a salir con el apuesto presidente. Sus amigos les sonrieron, deseándole la mejor suerte a ambos en silencio, mientras la melodía se iniciaba y la preciosa voz de Donghun comenzaba a llenar todo el anfiteatro.

¿Por qué es tan difícil para ti ver que lo estoy intentando?

Me asusta saber lo mucho que puedo sufrir por ti

Mis días son una constante lucha

Incluso mis sueños son dolorosos

Si fueras tú, ¿cómo te sentirías?

Si estos locos días fueran, más bien, tuyos

Si estuvieras tan destrozado como yo, ¿lo entenderías?

     —Es sorprendente lo bien que encaja la letra con esos dos —pensó Junhee—, y la ironía es que ellos ni siquiera se dan cuenta.

     A continuación, con su suave belleza, la voz de Yuchan se dejó escuchar en cada rincón del lugar. A pesar de que su cuerpo temblaba a causa de la forma en la que Donghun había cantado, mirándolo a los ojos repetidas veces, decidió concentrarse en la segunda estrofa que, dicho sea de paso, era aun más dolorosa que la primera. Ahora se arrepentía un poco de haber accedido a cantarla, pues cada palabra se sentía como una puñalada en el pecho.

Mi corazón está siempre devastado

Tengo miedo de todo lo que me rodea

La gente dice: "Cuando te enamores, serás feliz."

¿Quién dijo eso?

Porque yo solo sé de un amor que te mira desde lejos

     Ese verso exacto resumía, sin duda, lo que Yuchan había estado experimentando esas últimas semanas. Pero no, no y no; se negaba rotundamente a aceptar cuánto le afectaba ese hombre que ahora cantaba a su lado con la voz más dulce y preciosa que había escuchado en el mundo entero. Se trataba de una confusión, ¿cierto? Culpabilidad, arrepentimiento, compasión... No podía ser otra cosa. No debía ser otra cosa.

El dolor me llena tanto

que mi corazón está a punto de estallar

Te deseo tanto

Si yo fuera tú, simplemente me amaría

     Entonaron juntos el último coro, girando en sus lugares para mirarse fijamente. La perfecta armonía de sus voces era casi angelical, asombrando a los espectadores y a los mismos jueces que constataron lo complicado que sería llegar a una decisión definitiva.

¿Sabes que cada vez que te miro, me siento más arruinado?

Me estoy muriendo

Y aunque sé que estás mirando hacia otro lado

     —No creo que pueda...

     —...Dejarte ir...

     Fueron segundos eternos que sus miradas permanecieron conectadas entre sí. Los aplausos de los espectadores fueron los culpables de despertarlos para girarse hacia el público y agradecerle con una respetuosa venia antes de que se cerraran las cortinas que los separaban del exterior. A Yuchan aún le temblaban las piernas; no solo por los nervios, sino por la penetrante mirada de su compañero durante la interpretación del último verso, especialmente.

     —¿Vas a quedarte ahí parado? Tenemos que volver para escuchar los resultados.

     Le echó un último vistazo antes de bajar del escenario, dejando a Yuchan como un cachorrito abandonado en medio de la lluvia invernal. Quizá había sido demasiado iluso al pensar que él le sonreiría diciendo que lo había hecho muy bien y que estaba orgulloso. Qué va, si eran rivales en esta competencia, incluso desde mucho antes. Sí, él sabía bien que estaban destinados a odiarse desde el primer día, pensó con tristeza al momento de acomodarse en su respectivo asiento. Y mientras estas cavilaciones le taladraban el cerebro, parpadeó con incredulidad al notar que sus compañeros aplaudían justo frente a él, tras escuchar aquella frase que le cortó la respiración.

     —Y el ganador es... ¡Kang Yuchan!

     Superada la conmoción inicial, lo primero que hizo fue mirar unos metros más allá donde se encontraba Donghun con una notable expresión de estupefacción como no creyendo lo que el presentador acababa de revelar. Los aplausos del público lo sacaron de su estado de shock y se incorporó con torpeza para subir al estrado y recibir un cálido apretón de manos, más palmas del público y las felicitaciones del comité organizador. Cuando dirigió la vista al público para hacer una venia, constató con espanto que aquel asiento ya se encontraba vacío.

     Rato después, cuando al fin logró escabullirse de tanta felicitación que ya comenzaba a abrumarlo, fue a buscar desesperadamente a la única persona que le importaba ver en ese momento. Necesitaba decirle que no era su intención haber ganado, que había sido un gran error y que podía convencer al jurado de que reconsiderase su decisión. Sentía la imperiosa necesidad de implorar su perdón.

     Al cabo de unos minutos de ardua búsqueda, ya a punto de rendirse, finalmente lo divisó a unos pasos de él con una expresión inescrutable. Acortó la distancia con temor a la reacción del otro hombre, pero sabía que era necesario enfrentar las consecuencias de sus actos.

     —En serio lo lamento. Yo sabía cuánto querías ganar, pero...

     —No digas nada.

     —Tú te lo merecías mucho más que yo...

     —¡Te pedí que no dijeras nada!

     La feroz reacción de Donghun destrozó lo poco que quedaba de su serenidad. ¿Por qué había ganado? Obviamente Donghun era mejor que él, incluso le había enseñado sus técnicas, sin importar que le sirvieran para ganar. Se sentía terriblemente culpable por haber participado en ese concurso tan solo por pura soberbia, por querer demostrar que era el mejor, cuando claramente no lo era. Las palabras jamás habían dolido tanto como cuando venían de la boca de ese hombre.

     —Supongo que ya estarás feliz.

     La mirada de desprecio que le lanzó partió su alma en mil pedazos. Lo vio apretar los ojos con fuerza como quien no quiere mirar lo que tiene enfrente porque es una imagen de lo que más aborreces. Cuando los abrió, se encontró con la devastada expresión de Yuchan y no pudo resistir ver tanto dolor en su rostro infantil. Debía largarse de ahí antes de que su compasión aflorara a la superficie.

     En el instante en que se dio vuelta para alejarse de él fue cuando Yuchan sintió la revelación. En realidad, tal revelación no le sorprendió del todo porque, más bien, era como si el sentimiento hubiese estado ahí siempre, solo que dormido en las profundidades de su corazón, aterrado de hacer el más mínimo ruido y despertarse.

     Pero ya era muy tarde.

     Su sonrisa, sus ojos, sus manos, su voz, su bondad, su dolor, incluso hasta su retorcida personalidad se habían encargado de sacarlo, sin mayor esfuerzo, de ese insondable sueño hacia la vigilia eterna.

     Estaba irremediablemente enamorado de Lee Donghun.

✩✩✩✩✩

—Channie, no tienes idea de cuánto me alegra que hayas ganado —exclamó, abrazándolo de nuevo—. Siempre has cantado hermoso, pero esta vez sí que te luciste, ¿eh?

     —Gracias —respondió desanimado, sentándose ambos en la cama de Byeongkwan.

     —¿Y ya decidiste qué canción presentarás en el teatro?

     —Yo... escribí una canción.

     —Oh, ¿es en serio?

     —Sí, el profesor Kwon me ayudará a ponerle la música.

     —Qué lindo, ya quiero escucharla. Espera, me contaste que hace mucho no lograbas inspirarte para escribir, ¿acaso...? Oh, no me digas que... Channie, ¿estás enamorado? —preguntó, dándole un codazo y sonriendo pícaramente.

     Byeongkwan estaba más que seguro de que su amigo lo golpearía con la almohada por insinuar algo tan fuera de lugar; después de todo, conocía a Yuchan demasiado bien y sabía que era bastante reacio al romance. No obstante, su expresión cambió enseguida al percatarse del feroz sonrojo en el rostro de su amigo.

     —Oh, my God, ¿en serio lo estás? ¡Dime quién es!

     —No es nadie —susurró, jugando nerviosamente con la almohada—. Simplemente mi mano se movió sola y de pronto tenía una canción completa.

     Si a duras penas, había admitido para sí mismo lo que sentía, sería muy complicado contárselo a alguien más, así fuera su mejor amigo. Aunque a esas alturas, sospechaba que no tardaría en enterarse con lo nervioso que se había puesto al ser interrogado. Byeongkwan se desvió del tema por un instante.

     —Por cierto, ¿pasó algo con Donghun? Sehyoon me contó que se esfumó sin siquiera despedirse, y como en el auto estabas muy callado, preferimos no tocar el tema. No tomó muy bien los resultados, ¿cierto? —preguntó preocupado.

     —Él debió ganar, Kwan.

     —Es verdad que también canta muy bonito, pero obvio tú eres mi preferido —expresó sonriente.

     —Está muy enojado conmigo —reveló, bajando la cabeza.

     —Bueno, ya lo conoces; seguro se le pasa el enojo en unos días y...

     —¿Y si no se le pasa? —interrumpió con voz lastimera—. ¿Y si no quiere verme nunca más?

     —¿De qué estás hablando, Channie? Además, ¿desde cuándo te importa tanto si se enoja o no contigo?

     Un color rojo intenso volvió a apoderarse de las mejillas de Yuchan. Oh, entonces toda esa conversación tan extraña en la que parecía haber algo oculto no era solo su imaginación. Incluso si nunca antes habían pasado por una situación similar, sus reacciones lo delataban por completo. Si bien Byeongkwan no podía negar que ya tenía sus sospechas anteriormente, al final siempre terminaba descartando esa loca posibilidad. Es decir, ellos se odiaban ¿no? O quizá era que tanto odio solo podía devenir en otro sentimiento tan diferente y tan parecido a la vez.

     —Channie, ¿estás enamorado de...?

     —No lo digas... Por favor, no lo digas.

     —Tienes que decírselo, solo de ese modo él comprenderá que...

     —¡No, no puedo, no puedo!

     —¿Por qué no?

     —Porque sé bien que soy el único con estos sentimientos.

     Byeongkwan quiso intervenir para convencerlo de lo contrario, pero el otro continuó desahogándose. No podía reprimir más lo que sentía. Ya había callado durante demasiado tiempo esos sentimientos que ahora amenazaban con desbordarse de su pecho sin poder detenerlos.

     —Él me odia y se suponía que yo también a él, pero, entonces, ¿por qué? ¿Por qué me duele tanto el pecho cuando lo veo?

     —Channie...

     —¿Por qué mi corazón salta cuando él sonríe? ¿Por qué siento ganas de llorar cuando se molesta conmigo? Y sobre todo, ¿cómo es que pudo inspirarme a escribirle una canción?

     Byeongkwan lo miraba con tristeza, sintiendo que sus ojos también se humedecían. No soportaba ver a su mejor amigo, a su hermano sufrir de esa manera por un amor que creía unilateral. Recordó lo que sintió cuando Sehyoon lo besó por vez primera y creyó que se arrepentiría porque solo estaba jugando con él. Dolió mucho y las noches que pasó sumido en depresión fue Yuchan el que estuvo ahí, regañándolo y abrazándolo, mientras él solo lloraba y lloraba hasta quedarse dormido en su regazo. Ahora que él sabía bien lo que se sentía estar enamorado y tener la dicha de ser correspondido, con mayor razón no lo abandonaría. Lo dejaría desahogarse todo lo que quisiera y se quedaría con él hasta que su llanto cesara.

     —Yo no sabía cómo era él en realidad, pero luego conocí su hermoso corazón, su bondad, su amabilidad, y no pude, no pude...

     Aunque ya era muy tarde, Byeongkwan no pudo evitar sentirse culpable por no haberse dado cuenta a tiempo de lo que estaba pasando frente a sus ojos. Es decir, él sabía que todo ese juego de odio entre ambos terminaría en desastre, pero no imaginó la magnitud de dicho desastre. Los sentimientos de Yuchan eran mucho más intensos y profundos de lo que imaginaba.

     —Kwan, no quiero que me odie más, no quiero...

     Jamás lo había visto tan devastado en todos sus años de amistad. No, ese no era el Yuchan altivo, orgulloso y seguro de sí mismo que conocía desde los cuatro años. El que ahora tenía enfrente era solo un niño frágil e inocente que, por vez primera, estaba llorando por amor. No dejaba de sollozar, mientras trataba inútilmente de secar sus lágrimas tan solo para que otras nuevas volvieran a brotar. Era un escenario desgarrador.

     —Por favor, ayúdame... Dime cómo hago ahora para sacármelo del corazón...

     Byeongkwan lo abrazó con dulzura, meciéndolo de un lado a otro como a un niño asustado. No podía ni imaginar cuán doloroso debía ser enamorarse para una persona tan orgullosa como lo era Yuchan. Y, más que nada, se preguntaba si un chico como Donghun sería capaz de responder a sus sentimientos y hacerlo feliz del modo en que su amigo merecía.

     Ahora era su turno de protegerlo.

✩✩✩✩✩

Aquella tarde, por más que intentaba leer, no lograba concentrarse por nada del mundo. Giraba constantemente la cabeza hacia la entrada, esperando ver a su némesis llegar, aunque eso no tuviera el más mínimo sentido. ¿Quién en su sano juicio regresaría luego de haber sido tratado de esa forma? A la quinta vez de haberse distraído, percibió una presencia y tuvo que parpadear con incredulidad al comprobar de quién se trataba en realidad.

     —¿Puedo hablar contigo un momento? —preguntó con timidez—. No te quitaré mucho tiempo.

     Donghun frunció el ceño, confundido. ¿Por qué el niño Kirby quería hablar con él? Sea como sea, de igual forma el otro no esperó su confirmación para empezar a hablar con el tono más serio que le había escuchado hasta el momento.

     —¿Sabes? Yuchan puede parecer una persona arrogante y autosuficiente, pero en realidad es un chico muy frágil. A pesar de ser menor que yo, él siempre ha sido el que nos ha protegido a ambos de todo el bullying que nos hacían en la escuela. Mis tíos —es decir, sus padres— son muy estrictos con él, en especial su mamá. Además, ellos siempre están viajando por trabajo, así que está acostumbrado a quedarse solo con la servidumbre desde niño. Él aprendió a ser duro para que el mundo no le afectara y se aferró a lo único bueno que pensaba que tenía: su inteligencia. No justifico su conducta, pero sí comprendo por qué se comporta así.

     Donghun permaneció en silencio, tan solo intentando entender lo que el otro chico le estaba narrando. Byeongkwan prosiguió tras una breve pausa como dudando lo que diría a continuación, el motivo real por el que había ido a verlo.

     —Yuchan tiene la mejor ortografía que pueda existir y sé que es muy difícil que alguien pueda superarlo. Lo conozco demasiado bien, así que sospeché que algo había pasado. Tuve que insistir muchísimo para que me confesara la verdad.

     El corazón de Donghun empezó a acelerarse en un presentimiento que inmovilizó cada uno de sus músculos. Tenía que callar a Byeongkwan cuanto antes o...

     —Yuchan te dejó ganar en el último examen; específicamente, respondió mal a cuatro preguntas a propósito.

     La expresión de Donghun se congeló. No, no iba a creer ni una sola palabra de lo que dijera ese niño. Conocía al otro mocoso perfectamente, era su rival, su enemigo, su némesis. Odiaba tener que verlo en todas partes, incluso cuando no estaba ahí como en ese momento. Arruinaba su paz, y todo lo que tuviera que ver con él lo ponía irritable. En especial, cuando le soltaba frases tan sinceras, con esa mirada brillante y esa voz tan dulce.

     —¿Por qué demonios lo hizo? Seguro que solo se está burlando de mí porque...

     —¡Por favor —interrumpió, levantando la voz—, Yuchan jamás se habría dejado ganar en un examen, es demasiado orgulloso, tan igual que tú!

     —¿Entonces, por qué? ¡¿Acaso a estas alturas pretende ser mi amigo?!

     —¡Yuchan no quiere ser tu amigo, él...!

     Byeongkwan calló justo a tiempo. No iba a revelar algo tan íntimo y delicado que solo le correspondía confesar a Yuchan, mucho menos después de que le hubiera hecho jurar que no le diría a nadie sobre sus sentimientos. Ya bastante indiscreto había sido al contarle la verdad sobre el examen, pero no podía quedarse de brazos cruzados mientras veía sufrir a su mejor amigo. Respiró profundamente y miró a Donghun con pena, pues su expresión confundida y dolida ante esa dura afirmación le mostraba que, en definitiva, Yuchan no le era indiferente.

     —¿Aún no entiendes por qué lo hizo?

     Donghun nunca temió tanto conocer una respuesta. Sus manos se convirtieron en puños y apretó los dientes con angustia al ver el gesto afligido del muchacho.

     —Fue porque sabía que si tú no sacabas la mejor nota en ese examen, corrías el riesgo de perder tu beca.

     Un baldazo de agua helada imaginario empapó a Donghun de la cabeza a los pies. Un disparo directo al corazón habría sido más piadoso.

     —Obviamente, Yuchan me mataría si se enterase de que te conté esto, pero es mi deber protegerlo.

     Antes de retirarse, inclinó la cabeza en una reverencia y con voz temblorosa por la emoción de su discurso, hizo una última petición.

     —Si Yuchan te importa aunque sea un poquito, te pido por favor que no lo lastimes más.

     Apenas desapareció de la biblioteca, Donghun hizo un esfuerzo mental por tratar de asimilar toda la información que acababa de recibir. La cabeza le daba vueltas en un sinfín de pensamientos tortuosos. Debería estar furioso sabiendo que no había obtenido la mejor nota por méritos propios, sino que ese mocoso había tenido el atrevimiento de humillarlo, respondiendo mal a cuatro preguntas del examen. No una, sino cuatro, ¿no era eso como si estuviera dándole incluso más posibilidades de superarlo? ¿Qué clase de estudiante modelo era para cometer un acto tan irresponsable?

     No le terminaba de convencer la actitud tan altruista de un ser tan egoísta como él. Ya una vez se había burlado al enterarse de que él estaba en esa universidad solamente porque contaba con una beca, a causa de su situación económica precaria. Le había demostrado ser una persona materialista, dependiente del sucio dinero, capaz de ofender y humillar a los seres humanos comunes y corrientes. ¿Por qué ahora tendría interés en ayudarlo? ¿Por qué le importaría si él perdía o no su beca? De repente, se le vino a la cabeza la expresión de shock del muchacho al enterarse de los resultados del concurso de canto y su voz temblorosa disculpándose por haber ganado. ¿Acaso no había sido siempre su objetivo ganarle en todos los aspectos de la vida?

     No, algún motivo oculto debía tener. Debía existir una razón por la que últimamente se estuviera comportando tan mansito, hablándole con esa voz tan suave y mirándolo con esos ojos brillantes que no podía sacarse de la cabeza. ¿Compasión quizá? Sintió una punzada en el corazón ante esa posibilidad.

     Ya no sabía qué creer y qué no. Le dolía la cabeza de tanto pensar, y solamente quería que todo terminase de una maldita vez por todas. Odiaba sentirse así, tan perdido, tan vulnerable.

     Y, más que todo y más que nada, odiaba con toda el alma el hecho de no poder odiar a Kang Yuchan.

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¡Hola, queridas/os lectoras/es!

No tengo palabras para describir lo que siento en este momento en que, finalmente, hemos llegado al inicio del clímax. Y precisamente la nueva portada lo refleja, empezando desde la primera escena. Les juro que amé escribirla, y es que no podía faltar el cliché del piggy ride, ¿verdad? Yuchan tuvo el abrazo que tanto deseaba, aunque de una forma que nunca se imaginó. 

Ahora bien, hablemos de la escena central de este capítulo. ¿Acertaron con "If It Is You"? Definitivamente es la canción que DongChan tenían que cantar, porque es su primer cover juntos y justo habla del doloroso amor no correspondido de Yuchan. ¿Y qué hay de Donghun? Creo que aún es pronto para decir eso, ¿o no? Oh, y obvio, es una de las canciones principales del OST del fanfic. Dejaré el link al final como siempre.

Podría parecer evidente para nosotros, pero en verdad Yuchan no sabía que estaba enamorado. Imagínense empezar a sentir tantas cosas intensas por tu némesis que encima pertenece a otro mundo... Como bien narro, el sentimiento estaba ahí, pero tenía pánico de cuestionarse siquiera sobre qué cosa era. En cuanto a Donghun, está demasiado confundido ahora, mucho más después de todo lo que el buen Byeongkwan le confesó. ¿Se esperaban lo del examen? ¿Qué creen que Donghun hará ahora?

¡WoW, el capítulo 16 sí que se viene con todo! Láncenme sus teorías a lo loco porque ni se imaginan lo que sucederá. La ansiedad me está matando y espero que a ustedes también, je, je.

Muchas gracias por seguir leyendo mi adorada historia. Cada comentario me hace sonreír y me inspira a seguir escribiendo sobre mi amado DongChan.

Les dejo la hermosa "If It Is You" de Jung Seunghwan. Definitivamente, Donghun y Yuchan armonizan de una forma preciosa y maravillosa.  

https://youtu.be/GtB3aBdz7Bk

¡Nos leemos pronto!

✩Set to be a Heroine! JenChoice✩

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