4

Màu nền
Font chữ
Font size
Chiều cao dòng

Primavera de 2024

Nueva York lleva siendo mi casa tres años.
Podría decir que los mejores tres años de mi vida. Manhattan´s era mi hogar, la serie me ha hecho crecer como actriz, pero también como persona, me ha entregado unos amigos con los que ni podía soñar y saber que en unas horas todo habrá acabado me rompe el corazón. Pero por otra parte, la perspectiva de volver a casa, a Madrid me produce una ilusión que pensé que no volvería a sentir nunca, no cuando salí de allí destrozada y dispuesta a olvidar a la persona que solía ser. Y quizá es justo eso lo que me hace querer volver, que ya no queda nada de la chica que se fue.
Vuelve una mujer diferente, una actriz que va a ser la protagonista principal de la adaptación de una de sus novelas favoritas, que conocerá a la autora, Andrea Martinez como una igual y que mirará por encima del hombro a todos aquellos que la juzgaron y criticaron por perseguir sus sueños.
Pero antes de todo eso, me toca pasar un mes en Alemania, en un trabajo que antes me generaba poca emoción y ahora me da auténtico pavor, y sin embargo no puedo rechazar. Una actriz emergente como yo no puede permitirse romper un contrato de tantas cifras y  con una marca como Nike. Mi carrera habría acabado casi antes de empezar.
Y ahora mismo, tengo que grabar las últimas escenas de Manhattan´s.
Me coloco en mi posición en el plató de grabación. Observo el decorado. La pastelería rosa en la que tantas horas he pasado y por la que tanto ha luchado Chelsea, mi personaje. Aún recuerdo cuando este set no era más que un lugar cochambroso y lo divertido que fue grabar los capítulos en los que Chelsea reformaba el local junto a Cameron, el amor de su vida. Quizá el hecho de que James, el actor que interpreta a Cameron sea mi mejor amigo, lo hizo todo mejor.
Y ahora hace más difícil grabar sin llorar, está mirándome con sus ojos azules brillantes por la emoción y me cuesta sacar la voz a través del nudo que se me forma en la garganta. No quiero pensar en que no volveré a verlo día a día y aunque siempre será mi amigo ya nada será como antes.
Cameron y Chelsea se dan su beso final. Normalmente estos besos no producen nada en mi, pero en esta ocasión, cuando los labios de James tocan los míos mi mente me traslada a otros labios. A ese beso en la azotea que lleva días persiguiendome, despierta o dormida. Que se cuela en cada beso que doy, en cada manos que me tocan haciendo que cada experiencia quede deslucida en comparación.
—¡Corten!
El grito de la directora es seguido de los aplausos de todas las personas en  plató. James y yo nos envolvemos en un abrazo regado de las lágrimas que llevamos horas conteniendo.
—Esto no es el fin —le digo sin romper el abrazo —. Puede que para Chelsea y Cameron sí, pero para nosotros no.
—No lo es —James agarra mis mejillas —. Tengo una visita a Madrid pendiente y la voy a hacer antes de que te des cuenta.
Estoy a punto de decirle que venga conmigo, que una visita no me basta, pero no puedo hacerlo, no soy tan egoísta, James tiene una carrera propia que forjar en Estados Unidos.
Me da un beso en la frente y vuelve a estrecharme contra su pecho. No se que voy a hacer sin este hombre en mi vida. Ya pensé que lo perdía una vez, cuando después de unas semanas trabajando juntos creímos que la química que mostramos en pantalla era real y empezamos a salir, no duró ni un año pero no quería romper por el miedo a que nuestra amistad también acabase, conseguimos superar eso y también conseguiremos superar los continentes y husos horarios que se interpongan entre nosotros.
—Chicos —Tres pares de brazos se unen a nosotros convirtiendo la escena en un abrazo de grupo.
Los otros actores principales de la serie. Madison, Kevin y Scott, también han acabado de grabar sus respectivas escenas en otras partes del plató.
—Esta noche se sale a quemar Nueva York. —dice Scott.
Los demás asentimos entre risas y lágrimas. Pasaremos nuestra última noche como equipo  como pasamos la primera, emborrachandonos juntos.

🌊🌊🌊

—Por nosotros —Kevin hace que todos choquemos nuestros botellines de cerveza.
Estamos sentados en nuestra mesa habitual en un pub irlandés cercano al plató. Cuando la serie empezó ninguno de nosotros era un actor conocido y no sabíamos cuanto duraría esa experiencia ni si la serie pasaría del capitulo piloto, por lo que al salir del primer rodaje nos fuimos de cervezas al pub, por si era nuestro último día como equipo.
Al principio fue un poco raro e incomodo pero cuando las cervezas empezaron a correr cada vez fue más fácil. Acabamos la noche borrachos y hablando de nuestros miedos y esperanzas sobre la actuación y la vida. Y siendo mucho más que un grupo de actores que trabajan juntos. Al final esa amistad fuera de la pantalla hizo que dentro todo fuera más creíble y conseguimos tres temporadas de la serie y unas audiencias bastante positivas.
—Por nosotros —contestamos a coro.
—Os voy a echar tanto de menos —Los ojos de Madison se anegan en lágrimas.
—Eso dices ahora, superestrella, cuando estés en Hollywood comiéndote a Tom Holland no dirás lo mismo —Las palabras de Kevin convierten el incipiente llanto en carcajadas.
—Quién fuera tú para poder morrearse con él, aunque sea en una peli. —interviene Scott.
—Estáis todos invitados a la grabación, ya lo sabéis, al menos para verlo en directo —Madisson nos guiña un ojo.
—Mads, eso es cruel, no queremos verlo en directo para morirnos de envidia —digo.
—¡Tú calla! —me dicen todos al unísono.
—¿Y este ataque?
—Tu te vas a pasar un mes rodeada de deportistas cañones, no nos das pena —dice Scott.
—Podéis venir los que queráis, seguro que hay futbolistas para todos, mientras no me avergoncéis diciendo “soccer” —y lo que empiezo diciendo como una broma se convierte en una idea en mi cabeza. Podría pasar un mes más con ellos, fingir por un tiempo que nada ha cambiado.
—¿Y cómo vamos a llamar al soccer si no es soccer? —Kevin entrecierra los ojos con una risilla.
—F-Ú-T-B-O-L —enfatizo—. Lo que jugáis vosotros es otra cosa, el fútbol es lo nuestro.
—Eso solo lo opinais cuatro raros, nuestro fútbol es el fútbol verdadero y el más grande —discute Kevin.
Me rio a carcajadas ante sus palabras, lo adoro con mi alma, pero Kevin es el típico norteamericano que no sabe nada más allá de sus fronteras.
—Kev, te quiero, pero tienes la cabeza metida en el culo, vuestro “Fútbol” —hago comillas con las manos —, solo os gusta a vosotros. El fútbol real es uno de los deportes más grandes del mundo jugado en todos los continentes.
Noto las miradas de nuestros amigos fijas en nosotros, atentos a uno de sus entretenimientos habituales, mis peleas con Kevin.
—Y la comida española también es mejor que la nuestra —dice James, sabiendo por donde derivará la conversación.
—Por supuesto. —asiento. Puedo hacer algunas concesiones pero la gastronomía no es una de ellas.
—Cuando vayamos a Madrid se demostrará que no —A veces dudo de si Kevin de verdad quiere tener esta discusión o solo lo hace para molestarme.
—Estoy deseando que lo hagáis.  Y demostrar la superioridad española.
—Muy bonito todo, pero no nos apartemos del tema importante, un mes rodeados de deportistas sexys. —insiste Maddison.
—Ya os lo he dicho, podéis venir conmigo, yo estaría encantada. —Quizá sería la única forma de que el mes que me espera fuera una buena experiencia.
—Yo no empiezo a rodar la película hasta agosto, así que estoy dentro, pero nos tienes que presentar a algún futbolista —dice Madison.
—Mads, yo tampoco los conozco.
—Mentirosilla, hay uno que si conoces —Mi amiga me guiña un ojo.
Finjo beber de mi cerveza para esconder mis mejillas ruborizadas. Había conseguido no pensar en el beso desde que llegamos al bar. Pero esa insinuación hace que todo vuelva a mi cabeza y al resto de mi cuerpo. 
—Solo de un anuncio, allí ni se acordará de mí —. Tiene experiencia en olvidarse de la gente.
—Nos encargaremos de que se acuerde…Si es lo que quieres —dice James mirándome fijamente, está intentando leerme.
—Me es indiferente —respondo, esperando sonar tan convincente como para engañar a mi mejor amigo, y de paso a mi misma —. No es mi tipo, me gustan más otros.
—¿Cómo quién? —me pregunta aún con la mirada fija en mis ojos.
Aprovecho la pregunta para esquivar su mirada sin que se note que lo rehuyo, busco en el bar a cualquier hombre diferente a Kylian y señalo a un rubio que se encuentra en la barra. Está charlando con otro, gesticula con las manos de forma efusiva. Sus anchos hombros se mueven con su risa. Es la clase de hombre en el que me habría fijado cualquier noche de fiesta antes de que Kylian apareciera para ponerlo todo patas arriba.
Y también es la clase de hombre que espero que me sirva para volver a sacarlo de mi cabeza y el resto de mi cuerpo

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen2U.Pro