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...Horas antes...

JENNIE

Las campanas sonaban sin parar, todos sonreían al verme caminando al altar vestida de blanco, pero la sonrisa más radiante la tenía mi padre, mi boda sería un gran fajo de billetes para su cartera, después de hoy dejaría de estar soltera, continuaría mis estudios en privado, ya no sería Jennie Kim, sino Jennie Kim de Wang, mi vida y mi libertad estaría limitada, todo se convertiría en una rutina donde cada mañana tendría que despedir a mi esposo para que fuera al trabajo, luego limpiar la casa, hacer la comida y esperar a su llegada.

Lo observé sonreír con una mirada brillante, tal vez el también me miraba como una black card o un cheque de millones de dólares, mi corazón estaba acelerado pero no por la felicidad de poder casarme, sino por la adrenalina y la ansiedad de no saber que hacer para que esto no se diera.

Disocié durante toda la ceremonia, hasta que se llegó el momento del esperado "Sí". Cuando el sacerdote le preguntó a el si aceptaba casarse conmigo y todo ese sermón qué te dan, dijo que si. Después fue mi turno, todas las miradas en mí, incluso podía sentir un arma apuntando en mi cabeza obligandome a dar una respuesta positiva.

—Jennie ¿Aceptas casarte con Jackson?

Lo observé y sonreí, como era de esperarse el me devolvió la sonrisa ilusionado. Pobre idiota.

—Jackson, debes de saber que esto no es por ti.

"Básicamente si es por ti en gran parte, pero no quiero herirte más"

Susurré, el sólo me miró sin entender nada, lo siguiente qué hice fue correr, agradecía a mi madre por dejarme usar zapatos y no tacones, me facilitó todo mi plan.

Corrí hasta llegar al auto en el que había llegado, el chófer sin entender nada sólo siguió mis instrucciones cuando le grité "Arranca". Observé a través de la ventana como todos salieron corriendo, además de que al instante comenzaron a seguirnos.

Sentía miedo, claro que si, los Wang eran la familia más poderosa de China, y era obvio que también pertenecían a la mafia, sólo que lo ocultaban demasiado bien.

No sé cuánto tiempo transcurrió, el chófer se saltó varios semáforos en rojo, yo me encargaría de pagar esas multas (si es que mi padre no cancela todas mis tarjetas).

Eran tres autos los que nos seguían y yo tenía una idea qué probablemente no saldría bien. Para tratar de despistar le ordené al conductor qué se detuviera, sin decir nada me bajé con rapidez y comencé a correr, por la gran vegetación qué había me di cuenta que estábamos casi a las afueras de Seúl, el auto siguió avanzando y observé cómo los otros tres lo siguieron.

¿Había sido una idiota por bajarme en medio de la nada? Sí, pero si continuaba en el auto no tardarían mucho en alcanzarme, obligarme a casarme y todo lo que dije al principio. Tal vez moriría de hambre aquí en medio del bosque, pero prefiero eso a cumplir los caprichos de mi padre.

El sol se estaba poniendo, no tenía mi celular, mi bolso, estaba descalza y con el vestido desgarrado de algunas partes por las ramas, además de la maleza. Pensé seriamente regresar por donde vine, pero en este punto ni siquiera sabía donde estaba, me había perdido.

—Eres una tonta, Jennie Kim.

El eco de unos ladridos me pusieron alerta, aún no era noche y gracias a la poca luz del sol se podía observar humo a través de aquellos árboles.

Caminé, más bien corrí siguiendo la dirección del humo, hasta que los árboles se terminaron, sólo había un inmenso pasto y en medio de todo, un rancho, parecía pequeño. El humo salía de la casa, mientras que los ladridos eran de un perro que al parecer estaba persiguiendo ardillas o algún otro animal pequeño.

—No soy tan idiota después de todo.

Me acerqué un poco más, parecía una mala idea lo que se me estaba ocurriendo, pero necesitaba refugio, además de ocultarme de mi padre y de los Wang.

Así que con cautela, caminé lo suficiente para estar cerca de la casa, obvio no entraría por la puerta principal, lo haría por la trasera.

Justo estaba por intentar abrir la puerta hasta que observé un insecto en la manija.

Mi grito seguramente se escuchó en todo Corea del Sur.

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