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06. Captura la bandera

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El viernes por la tarde, luego de haber pasado un par de horas en tiro con arco

Había pensado en buscar a Percy, pero temía sofocarlo con su presencia. Nunca había tenido un amigo por lo que no sabía cómo actuar o que cosas hacer

¿Qué cosas hacían los amigos? ¿Se veían todos los días? ¿Cuántas cosas juntos hacían? Por los dioses, no tenía ni idea

Habían estado durmiendo uno al lado del otro todas las noches y durante el día solían ayudarse mutuamente con diferentes cosas.

Le gustaba pasar tiempo con el chico, era divertido y se sentía segura a su lado.
De cualquier manera, en vez de buscar al semidiós, fue al anfiteatro.

El anfiteatro debía ser, luego del tiro con arco, uno de los lugares que más le gustaban

Como siempre, había chicos que estaban tocando y cantando. Se sentó y los observó atentamente mientras se preparaban para tocar una nueva canción

Por alguna razón le relajaba el escucharlos, podía pasarse horas solamente sentada allí.

— Hey —llamó el chico que sostenía el micrófono — ¿Quieres cantar con nosotros?

— No canto — le respondió

Se encogió de hombros — Puedes intentarlo, además nadie lo hace tan mal como la cabaña cinco

Muchos rieron, dándole la razón.

— Vamos, prometemos no reírnos — Volvió a insistir

Los miró. Ahora todos los ojos estaban en ella por lo que terminó asintiendo con la cabeza

El mismo cantante que tanto había insistido, le acomodó un micrófono a su altura y le paso la letra de la canción

— ¿La conoces? — Ella asintió. Aunque en el orfanato la música estaba prácticamente prohibida, a menos que fuera algo clásico, su antigua compañera de la academia Yency solía poner música en los ratos libres, entre ellos Adele. Además, era la misma que habían estado practicado — Perfecto, cantaré contigo

Tomó otro micrófono y lo puso a su lado, donde dio la señal para comenzar

La música comenzó sonar y ella cantó la primera estrofa en un susurró muy tímido.

Cuando dijo que no cantaba lo decía en serio. Nunca en toda su vida, había hablado mucho más allá de susurró.

Por lo que ella misma se sorprendió que en la mitad del segundo verso cantó a un tono elevado

El rubio a su lado se sumó y terminaron cantando juntos hasta el final. Al terminar la canción todos aplaudieron

— ¿Y no cantabas? — le preguntó divertido — Deberías unirte a la fogata con nosotros

Ella se encogió de hombros, volviendo a su timidez — Tal vez

Se alejó de ellos cuando notó a Percy parado en la entrada del anfiteatro

— No sabía que cantabas — le dijo

— Yo tampoco — contestó.

— Pues lo hiciste bien

— Gracias — sonó la caracola, indicando la hora de la cena — Vamos, antes de que Luke note que no estamos

[...]

Esa noche, después de la cena, hubo más ajetreo que de costumbre. Por fin había llegado el momento de capturar la bandera.

Cuando retiraron los platos, la caracola sonó y todos se pusieron de pie. Leylah se quedó, por supuesto, al lado de Perseo

Los campistas gritaron y vitorearon cuando Annabeth y dos de sus hermanos entraron en el pabellón portando un estandarte de seda. Medía unos tres metros de largo, era de un gris reluciente y tenía pintada una lechuza encima de un olivo.

Por el lado contrario del pabellón, Clarisse y sus colegas entraron con otro estandarte, de tamaño idéntico pero rojo fuego, pintado con una lanza ensangrentada y una cabeza de jabalí.

Mientras ella seguía viendo las banderas, Percy hablaba a su lado con el rubio

—¿Esas son las banderas?

—Sí.

—¿Ares y Atenea dirigen siempre los equipos?

—No siempre —repuso—, pero sí a menudo.

—Así que, si otra cabaña captura una, ¿Qué hacéis? ¿Repintáis la bandera?

Sonrió.

—Ya lo verás. Primero tenemos que conseguir una.

—¿De qué lado estamos?

—Nos hemos aliado temporalmente con Atenea. Esta noche vamos por la bandera de Ares. Y tú vas a ayudarnos.

Leylah lo miró en cuanto dijo esas palabras, no le gustó el tono que uso. Tomó la mano de su amigo, casi protectoramente.

Se anunciaron los equipos. Atenea se había aliado con Apolo y Hermes, las dos cabañas más grandes; al parecer, a cambio de algunos privilegios: horarios en la ducha y en las tareas, las mejores horas para actividades.

Ares se había aliado con todos los demás: Dionisio, Deméter, Afrodita y Hefesto.

Quirón coceó el mármol del suelo.

—¡Héroes! —anunció—. Conocéis las reglas. El arroyo es la frontera. Vale todo el bosque. Se permiten todo tipo de artilugios mágicos. El estandarte debe estar claramente expuesto y no tener más de dos guardias. Los prisioneros pueden ser desarmados, pero no heridos ni amordazados. No se permite matar ni mutilar. Yo haré de árbitro y médico de urgencia. ¡Armaos!

Abrió los brazos y de repente las mesas se cubrieron de equipamiento: cascos, espadas de bronce, lanzas, escudos de piel de buey con protecciones de metal.

— ¿De verdad vamos a usar todo esto? — preguntó Perseo

Luke los miró — A menos que quieras que tus amiguitos de la cinco te ensarten. Ten. Quirón ha pensado que esto te iría bien. Estás en patrulla de frontera tu, Leylah, estarás en uno de los árboles cercanos

Le paso un arco y flecha de la mesa y a Percy un escudo y casco azul.

—¡Equipo azul, adelante! —gritó Annabeth. Vitorearon, agitaron sus armas y la siguieron por el camino hacia la parte sur del bosque.

El equipo rojo con gritos se encaminaba hacia el norte.

Percy tironeo de su brazo para llegar a la hija de Atenea, que se encontraba al frente.

—¡Eh! —Exclamó a su lado—. Bueno, ¿y cuál es el plan? —preguntó—. ¿Tienes algún artilugio mágico que puedas prestarme?

—Ojo con la lanza de Clarisse —dijo—. Te aseguro que no te conviene que esa cosa te toque. Por lo demás, no te preocupes. Conseguiremos el estandarte de Ares. ¿Te ha dado Luke tu trabajo?

—Patrulla de frontera, sea lo que sea.

— ¿Y a ti? — Le preguntó a ella

— Un árbol cerca — fue todo lo que contestó

—Es fácil. Quédense junto al arroyo y mantengan a los rojos apartados. Déjenme el resto a mí. Atenea siempre tiene un plan.

Apretó el paso, dejándolos atrás.

Era una noche cálida y pegajosa. Los bosques estaban oscuros, las luciérnagas parpadeaban. Annabeth los había ubicado junto a un pequeño arroyo que borboteaba por encima de unas rocas, mientras ella y el resto del equipo se dispersaba entre los árboles.

Se subió al árbol más cercano del arroyo, podía ver a la lejanía y vigilar a su amigo con facilidad.

En la lejanía se oyó la caracola. Escuchó vítores y gritos en los bosques, entrechocar de espadas, chicos peleando. Pasaron un par de minutos en los que lo único que había hecho era lanzar algunas flechas a lo lejos.

Entonces, en algún lugar cerca de donde me encontraba, oyó un ruido (una especie de gruñido desgarrador) que le provocó un súbito escalofrío. Entonces los gruñidos se detuvieron. Percibió que la presencia se retiraba.

Al otro lado del arroyo aparecieron cinco guerreros de Ares gritando y aullando desde la oscuridad. Los vio con claridad

—¡Al agua con el pringado! —gritó alguien que reconoció como Clarisse. Blandía una lanza de metro y medio, en cuya punta de metal con garfios titilaba una luz roja.

Sus hermanos sólo llevaban las espadas de bronce típicas. alzó su arco y disparó la primera flecha hacia ellos cuando vio que atacaron a Percy

Su flecha terminó siendo desviada por un escudo y la siguiente también.

Observó como Percy desvió la lanza eléctrica con su escudo, pero terminó jadeando en el suelo

—Sesión de peluquería —dijo Clarisse—. Agarradle el pelo.

Consiguió ponerme en pie y levantar la espada, pero Clarisse la apartó de un golpe con la lanza, que chisporroteaba. Ahora tenía entumecidos los dos brazos.

Bajó del árbol de un saltó, importándole muy poco el dolo r en su tobillo. tensó el arco y le rozó la pierna a uno, haciendo que le sangrara

—Uy, uy, uy —se burló Clarisse—. Qué miedo me da. Encárguense de ella

Dos se acercaron a ella, dejando a tres con el chico. se quitaron los cascos y la miraron de forma burlona.

Alcanzó una de las flechas, dándose cuenta de que era la última que tenía. Soltó una maldición, pero la lanzó.

Esta vez la flecha se clavó en el muslo, haciendo que cayera al suelo con un gritó de dolor. El hermano restante cambio su mirada a una enojada.

A lo lejos echó un vistazo a su amigo y escuchó un pequeño pedazo de su conversación

—No nos importa la bandera. Lo que nos importa es un tipo que ha ridiculizado a nuestra cabaña.

—Pues lo hacéis sin mi ayuda —respondió y se hubiera reído, pero tuvo que desviar la espada de su contrincante con su arco que se partió a la mitad

— No está permitido hacer sangre — dijo hipócritamente dado que el otro hermano seguía gruñendo de dolor en el suelo por su herida 

— Ya, supongo que me quedaré sin postre

retrocedió hacia atrás y tropezó con una rama. Cayó al suelo y él rio levantando su espada

Entonces alzó sus brazos para tratar inútilmente de cubrirse. Pero algo increíble pasó, de ella salió una especie de humo negro que impactó contra el cuerpo del semidiós y lo mandó a volar a varios metros.

Respiró pesadamente sintiéndose cansada y sin energía. Aun así, se levantó y tomó una de las espadas que se encontraban el piso para ayudar a Percy

Lo encontró en el borde del arroyo con un corte en el brazo.

Vio rojo. Estaba enojada, muy enojada 

Se acercó y apuñalo a uno por la espalda, no lo mataría, pero sin dudas lo dejó fuera de combate. Percy la miró unos segundos y luego fue empujado al arroyo 

Se metió al agua con él y levantó la espada atacando y desviando tantos golpes como podía. No duro mucho antes de que también terminara desarmada ya que su peso, edad y altura le jugaban una gran desventaja

Nunca había pensado como moriría, pero tratando de defender a su único amigo le parecía lo mejor. Cerró sus ojos y esperó el impacto de la espada contra su cuerpo 

Que nunca llegó.

Se escuchó un jadeo y después armas chocando entre sí. Abrió los ojos y lo que vio la dejo anonadada

Era Percy, luchando como nunca.

Al primero le aterrizó un cintarazo en la cabeza y le arranco el casco limpiamente. Al número dos lo estampó con el escudo en la cara y retrocedió con rapidez. Por último, Clarisse lo embistió, pero atrapo la asta de su lanza entre el borde de su escudo y la espada y la rompió como una ramita.

—¡Jo! —exclamó— ¡Idiota! ¡Gusano apestoso!

Y lo habría llamado cosas peores, pero le atizo en la frente con la empuñadura y la envió tambaleándose fuera del arroyo.

Entonces oí chillidos y gritos de alegría, y vi a Luke correr hacia la frontera enarbolando el estandarte del equipo rojo. Un par de chavales de Hermes le cubrían la retirada y unos cuantos apolos se enfrentaban a las huestes de Hefesto.

Los de Ares se levantaron (Los que pudieron y no estaban sangrando en el suelo) y Clarisse murmuró una maldición.

—¡Una trampa! —exclamó—. ¡Era una trampa!

Su amigo la ayudó a levantarse y la examinó con rapidez

— Fue asombroso — le dijo con una sonrisa de orgullo

— Lo sé —contestó y volvieron a mirar al frente

Trataron de atrapar a Luke, pero era demasiado tarde. Todo el mundo se reunió junto al arroyo cuando Luke cruzó a su territorio. Nuestro equipo estalló en vítores. El estandarte rojo brilló y se volvió plateado. El jabalí y la lanza fueron reemplazados por un enorme caduceo, el símbolo de la cabaña 11. Los del equipo azul agarraron a Luke y lo alzaron en hombros.

Quirón salió a medio galope del bosque e hizo sonar la caracola.

El juego había terminado. Habían ganado.

Se acercaron a levantar a los de Ares y los llevaron en unas camillas

Se alejó del chico y se acercó a Luke luego de haber tomado la espada del arroyó. Ya habían soltado al rubio dejándolo en el suelo de pie

Le tiró la espada a los pies y tuvo que correrse hacía atrás para que no le golpeara. Levantó la vista para encontrare con los ojos azules de ella

— La próxima vez que intente utilizar a Percy como carnada, te mataré

— Iba a venir por él en cuanto pudiera para ayudarlo — miró a los demás — No es como si me necesitara de todos modos

Antes de que pudiera contestarle, volvió a oír el gruñido canino de antes, pero esta vez mucho más cerca. Un gruñido que pareció abrir en dos el bosque.

Los vítores de los campistas cesaron al instante. y todos se tensaron y prepararon sus armas.

Del suelo, tomó un arco y una flecha que alguien había dejado, seguramente al unirse al festejo

Quirón gritó algo en griego clásico, y sólo más tarde advertí que lo había entendido a la perfección: —¡Apartaos! ¡Mi arco!

En las rocas situadas encima de ellos había un enorme perro negro, con ojos rojos como la lava y colmillos que parecían dagas. Miraba fijamente a Perseo. Nadie se movió,

y Annabeth gritó:

—¡Percy, corre!

El grito volvió a todos a la realidad y Leylah disparó. Su flecha fue la primera en tocar el cuello del animal, seguida de otras. Cayó muerto a los pies de Percy

Se acercó a él y se quedó a su lado viendo con horror las heridas en su pecho

— Di immortales! —exclamó Annabeth—. Eso era un perro del infierno de los Campos de Castigo. No están... se supone que no...

—Alguien lo ha invocado —dijo Quirón—. Alguien del campamento.

Luke también se acercó

—¡Percy tiene la culpa de todo! —vociferó Clarisse—. ¡Percy lo ha invocado!

— ¿Para suicidarse? No seas idiota — le dijo Leylah

Observaron el cadáver del perro del infierno derretirse en una sombra, fundirse con el suelo hasta desaparecer.

—Estás herido —le dijo Annabeth—. Rápido, Percy, métete en el agua.

—Estoy bien.

—No, no lo estás —replicó—. Quirón, mira esto.

Regresó al arroyo, y todo el campamento se congregó en torno a mí. Al instante me sentí mejor y las heridas de su pecho empezaron a cerrarse. Algunos campistas se quedaron boquiabiertos. La semidiosa se acercó para verlo de cerca

— Bueno, yo... la verdad es que no sé cómo... —intentó disculparme torpemente —. Perdón...

Alzó la mirada a su cabeza donde se distinguía el holograma de luz verde, girando y brillando. Una lanza de tres puntas: un tridente.

— Tu padre —murmuró Annabeth—. Esto no es nada bueno.

—Ya está determinado —anunció Quirón. Todos empezaron a arrodillarse, incluso los campistas de la cabaña de Ares, aunque no parecían nada contentos. Ella iba a hacerlo, pero él no se lo permitió

— ¿Mi padre?

— Poseidón —repuso Quirón— Sacudidor de tierras, portador de tormentas, padre de los caballos. Salve, Perseus Jackson, hijo del dios del mar. 


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