II. Un badboy nos invita a beber.

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 Dracma terminó de servirle a Sobe el té, arrojó el cucharon al interior del caldero burbujeante y repartió cucharas diminutas de oro. Nos explicó que el té era mágico, si lo girábamos con la cuchara y creábamos un remolino entonces podríamos pedir que la taza se llenara con lo que quisiéramos. Yo hice la prueba, girando la cuchara dorada con rapidez y pensando en el chocolate caliente de mi abuela. El torbellino de la infusión rotó hasta perder velocidad, espesarse y adquirir un color y consistencia cremoso. El sabor era el mismo, dulce y amargo a la vez. Sobe había hecho que la taza se llenara de congrí, Petra de helado de limón, Dante bebió té de menta, Phil licor y Berenice agua.

Cuando nos vio menos alertas y algo más cómodos, alzó la voz.

—Bobsom, trae el ungüento para quemaduras y el libro de energías poderosas.

El monstruo que se escondía debajo de la cama asomó su redonda nariz naranja, enmarcada por el pelaje rojizo y enroscado que le cubría todo el cuerpo. Nos escrutó con sus ojos negros como botones, arrastró los brazos rematados con garras agudas y se escabulló rápido, lejos del escondite. La luz del fuego y las velas iluminaba la instancia por sectores, había sombras condensadas en las esquinas, como en el fondo de las repisas del aparador. Aun así, todo era hogareño.

Lo bebí ávido al momento que perseguía con los ojos al monstruo pequeño. Sacó un frasquito del tercer estante que tenía una sustancia blanca como el agua y gelatinosa, luego abrió una gaveta y extrajo un cuaderno de cubierta roja, pequeño como una billetera. Le dio el libro a Petra, dando un salto y dejándoselo con agilidad sobre la taza y luego me estiró el brazo con el frasco.

Ella agarró el cuaderno y lo giró en todas direcciones.

—Te gusta que te llamen Petra ¿cierto?

Petra alzó los ojos lejos de la taza y los fijó en Dracma Malgor.

—No vuelvas a meterte en mi mente —ordenó, su voz sonó rígida y autoritaria, toda la admiración que había sentido por él se desvaneció.

«¿Si le gustaba que la llamaran Petra de qué otra forma la llamaban?» Me pregunté, pero la atención de la sala estaba depositada en Dracma. Él se pasó una mano por su cabellera bien peinada y sonrió de lado.

—Quisiera, pero no puedo, escuché tu nombre porque lo dijo él cuando me retó —explicó señalando a Phil.

—Oh.

Petra se ruborizó. Oh, estábamos dando una mala impresión. Sobe soltó una risilla, Dante empalideció y le tembló el labio, Phil puso los ojos en blanco como si creyera que Malgor era un quejica que no aguantaba nada.

—Quería decirte, Petra —continuó Malgor con el porte digno de un caballero—, que la razón por la que te cansas cuando usas hechizos es porque usas la energía de tu cuerpo. Tu organismo no puede abusar de las palabras sagradas. Curar completamente la herida de bala de Dante habría atormentado tanto a tu cuerpo como dejar de comer por un mes.

—Solo frené la hemorragia —se lamentó.

—Odiaría ver un talento así desperdiciado, además, a ese paso no llegarás ni siquiera a los veinte. Puedes usar otro tipo de energía.

Dracma caminó unos pasos hacia ella con las manos detrás de la espalda y la miró a la cara hasta que ella desvió el contacto visual. No me gustaba su actitud. Él le dio golpecitos a la agenda que ella sostenía.

—Podrías obtener energía de tu alma, te proporcionará emociones fuertes que consumirás como combustible, en lugar de usar tu fuerza física usa la espiritual. Mientras más sientas más poder tendrás. No es fácil, pero si aprendes sin la necesidad de un maestro creo que será suficiente con que lo leas.

El monstruo se aclaró la garganta, malhumorado, bajé la mirada y encontré que todavía estaba estirando el bracito corto y regordete para llegar a mi altura. Me mostraba el frasco de ungüento transparente que alzaba con su mano. Agarré el recipiente, pero no lo use. Aunque la carne viva se veía vomitiva ya no me dolía, mis amigos habían hecho un buen trabajo. Era como estuviera flotando lejos de mi cuerpo y del escozor.

—Una vez, abundante dosis y estarás como nuevo —sugirió, su voz era grabe, ronca y seca—. En la medida de lo posible. Cuidado, o tú tampoco llegarás a los veinte.

—Gracias.

—Por favor, pónganse cómodos. Euntes —sugirió Dracma Malgor.

Señaló vagamente el lado derecho del caldero, en ese sector de la carpa había aparecido un diván color ciruela y en el suelo dos cojines magentas con ribetes y borras doradas. Phil se sentó en uno de los almohadones y Sobe ocupó el otro, Petra, Berenice, Dante y yo nos apretamos en el diván.

Dracma se ubicó en un sillón orejero y oliva, cruzó sus piernas, juntó las yemas de sus dedos y colocó las manos sobre el esternón. El cuero de sus atuendos rechinaba.

—Bien, antes de comenzar esto yo quiero saber... —carraspeó y entornó la mirada, una sonrisa se dibujó lentamente—. Es extraño, jamás estuve tan confundido, no puedo leerles la mente. Sé que son William Payne —señaló a Sobe—, y Jonás Brown, sus hermosas caras me acompañan a todos lados.

—¿Es por eso que estás confundido? —preguntó Sobe girando un dedo alrededor de su pecho y poniendo una mirada seductora—. ¿Te intimida la excelencia?

Dracma se mordió el labio.

—Escuché que eran impertinentes —sonrió—. Lo que me confunde es que no puedo entrar en la cabeza de ninguno de ustedes. Tienen un bloqueo —dedujo.

Asentí.

—Eso me dijo un sanctus el año pasado.

Dracma arqueó una ceja.

—¿Hablaron con un sanctus?

—Sí —admití—. El sanctus mencionó que gracias al bloqueo que unos desconocidos hicieron para mí, Gartet no me había atrapado, ni sus magos...

—No, no es cierto —dijo el hombre, tenía las manos juntas, los índices y sus pulgares enfrentados, con sus manos formada un arma que dirigió hacia la cabeza de Phil—. A él tampoco puedo leerle la mente y ni siquiera hay panfletos de él por los mundos, así que estimo que se unió a su causa hace menos de un mes.

Una semana, para ser exactos. Todos giramos la cabeza hacia Phil, él tomó un poco de licor y luego lo escupió sobre el fuego, el alcohol seseó al caer en las llamas, intuí que quería hacer eso hace rato y aprovechó la excusa. Veintiuno y Seis se hubieran reído de eso, porque creían que él era genial.

Phil volteó hacia nosotros y se encogió de hombros.

—No me miren a mí, yo no sé nada. Resuelvan todo rápido y no molesten.

Drama se frotó el mentón.

—Interesante —comentó perspicaz.

Su mirada era afilada y penetrante como la de un doctor que analiza una placa o la de un perro que quiere comerse una galleta. Pidió que le contemos nuestra historia, toda, desde el sanctus. Incluso suplicó que usáramos detalles. Yo no me sentía cómodo estando tanto tiempo lejos de la isla, en uno de los países controlados por La Sociedad, pero tampoco podía resumir.

Le dije que mis hermanos estaban desaparecidos, tenía que confiar en él si quería su ayuda, se suponía que me llevaría a ellos. Sobe comenzó presentándose, relatándole brevemente que era un Creador y que probablemente (le guiñó el ojo a Dracma en esa parte) había creado un pasaje de Petra. Lo expulsaron del Triángulo para vigilarlo en un lugar secreto, pero el guardián que era su tutor resultó ser tan pesado que huyeron; pensaron que los dejarían quedarse en la isla si le suplicaban y le traían un grupo de trotadores. Es así como empezaron a seguir a un agente de La Sociedad. Sí, un plan malísimo, era como si los conejos buscaran a los lobos, pero no tuvieron mejor idea que esa. De un momento a otro acabaron acosando a mi papá adoptivo y se toparon conmigo.

Yo empecé mi parte. Aquella noche en que con mis hermanos escuchamos algo en el sótano, bajamos a investigar, encontramos un portal y como creí que faltaba luz, fui por una linterna. Sin darme cuenta cerré el portal, aunque Dracma dijo que nunca tuvo que haberse abierto si nos neutralizábamos entre hermanos. Le aclaré esa parte explicando que era un Cerra pero que también tenía otra inclinación, una tan rara que, la verdad, no sabía bien lo que era... por el momento, estaba trabajando en controlar mis poderes.

Petra y Sobe se colaron en mi casa esa misma noche, me prometieron llevarme al Triángulo para robar un mapa y seguir a mis hermanos. Pero en realidad me engañaron, era seguro aterrizar en el pasaje donde estaban mis hermanos sin un mapa; habían tenido miedo de la esencia que emanaba porque cambiaba. Nunca habían sentido algo como eso. Tomamos un atajo para irnos al Triángulo y lo tomamos mal porque terminamos ayudando a liberando Dadirucso. Gartet nos detectó una noche en ese pasaje, mientras esperábamos las tropas, nos encontró mentalmente con ayuda de magos, en plan místico y esa cosa. Nos dio un mensaje demoledor, a Sobe y a mí, diciendo que ya nos atraparía y siempre pensaba en nosotros como un poeta enamorado. Repentinamente se cortó la trasmisión mental, gracias al cielo, pero no fue por falta de cobertura.

Por suerte, la única secuela de ese encuentro fue que desde ahí no tengo sueños normales y solo visiones del pasado y del presente.

Al año pienso que sería buena idea preguntarle a un sanctus dónde estarán mis hermanos porque se supone que ellos lo saben todo y te lo cuenta a cambio de un favor. El sanctus al final nos tomó el pelo, más de una vez. No solo no nos dijo nada importante de la guerra, sino que tampoco me contó dónde estaban mis hermanos. En su lugar me explicó que Sobe y yo teníamos un bloqueo mental, es decir, si hay gente que se puede meter en tu mente hay otros que son capaces de lograr que nadie se meta. Un grupo de magos hace un año, cuando yo estaba en Dadirucso, había unido fuerzas para protegernos de Gartet y sus espías. Ya no podían seguir mi rastro mental, si me pillaban tenía que ser con el método de los humanos: a través de anuncios.

A medida que lo decía en voz alta iba cobrando sentido.

Petra, Berenice y Dante le dedicaron a Sobe una mirada significativa ¿Y si uno de esos magos era Dracma? Por esa razón se había quitado los recuerdos de lo que hizo.

Las piedras y la yesca chasquearon. Continué narrando.

Le dije que el sanctus también explicó que Sobe, yo y un trotador desconocido (o sea un tipo de por ahí) podíamos ser los causantes de que Gartet perdiera o ganara, de que el Triángulo y los trotamundos se destruyeran o no. Según la profecía no teníamos un bando fijo y eso era lo que más me irritaba porque no había nada, ni en un millón de años, que me hiciera cambiar de opinión y ayudar a Gartet con su plan de conquistar todo.

El sanctus también me advirtió que Dracma Malgor podría decirme dónde estaban mis hermanos. Es más, sus recuerdos estaban metidos en el oso de peluche de mi hermano. Así que se habían encontrado con ellos en algún momento. Descubrí que él buscaba la Cura del Tiempo porque me lo contó un informante secreto, obviamente me guardé que fue el hermano de su ayudante. No quería ver un drama doméstico.

Seguimos la pista de la Cura por todo el mundo y la encontramos en el suelo de una boticaria llamada Micco, una trampilla con muchas direcciones y fotografías, entre ellas la mía, la de Leila que era su novia y la de gente desconocida. Mientras se lo narraba caí en la cuenta de que las otras criaturas o personas en el suelo de Micco pudieron ser el resto del grupo de magos que unió fuerzas para salvarme el pellejo, tal vez la boticaria estaba investigando el asunto o había prometido guardar evidencia.

Malgor pidió ver las fotografías, Sobe nos dedicó una mirada interrogativa, Dante asintió y Petra le dijo que lo mostrara de una buena vez, él abrió la mochila y le tendió las fotos al mago. Él las agarró en sus manos y las fue pasando con rapidez, como si estuviera buscando una pareja en internet para hacer match. Le relaté sin detalles que fue difícil conseguir esa maldita Cura del Tiempo, solo difícil. No tenía ánimos para hablarle de Nózaroc y todo lo que habíamos perdido.

—Huelen a miles de muertes —admitió Dracma suspirando, mirando su regazo y pasando ambas manos por su pantalón de cuero—. Alguien de nivel cinco huele la muerte y vaya que ustedes apestan.

—Venimos de una guerra —resumí.

Petra me lanzó una mirada curiosa. Dracma elevó los ojos grises al igual que la luz de la luna hacia sus invitados, tenía los párpados caídos como si estuviera cansado.

—Es cierto que yo buscaba la Cura del Tiempo, agradezco que la hayan traído, pero no tenía idea de que eran recuerdos. Mi historia es más simple que la suya. Hace más de dos años desperté en los ejércitos de Gartet, es decir, me desperté sin saber cómo había llegado allí, tenía la mayor resaca de mi vida y estaba rodeado de botellas de licor vacías.

—Suena a una de mis mañanas —sonrió Phil.

Dracma meneó la cabeza.

—Yo no bebo. Eso fue lo inusual. Me daba la impresión de que estaba plantado apropósito, la resaca también me da cuando abuso de las palabras y las artes extrañas. En mi mano tenía un mensaje escrito, que decía:

—«No cruces una puerta si no quieres ver lo que hay del otro lado» —musité—. El sanctus advirtió que para que me ayudaras tendría que decirte esas palabras.

Dracma asintió con seriedad.

—Ya veo. Pero el mensaje ese no era para mí. Era para Jonás Brown.

—Ah... este... —no sabía qué decir— ¿Para mí?

—Sí.

—Creo que quedó en spam.

—El mensaje seguía y decía: «Si quieres ver qué hay del otro lado Dracma tendrá que encontrar la Cura del Tiempo»

—¿Todo eso escrito en tu mano? ¿Tan grande la tienes? —preguntó Phil.

—Pero, por más que busqué la Cura del Tiempo, no la encontré —bufó Dracma, ignorándolo—. Ni siquiera sabía qué era.

Saqué de mi pantalón el oso de peluche arrugado y desinflado y se lo ofrecí estirando el brazo. Él meneó la cabeza, juntó las manos en la espalda baja y retrocedió una distancia considerable, recostando su espalda en el respaldo del sillón verde.

—Si abandoné esos recuerdos, es por algo.

—¿Perdona? —cuestionó Petra.

—Llevamos todo un año para encontrarte y una maldita semana para traerte los malditos recuerdos —aporté y sacudí el oso—. ¡Recuerda tus recuerdos, hombre!

—Yo no recuerdo pedirles ayuda —contraatacó.

—Te la dimos —tajeó Sobe—, ahora recuerda tus recuerdos.

—¿O qué? —contraatacó Dracma, sonriendo de lado, como el chico malo de las películas de adolescentes que solía ver Narel.

—O recordarás este día —amenazó Sobe, pero ya no estaba hablando en serio, ahora se burlaba de la situación.

Drama dudó.

—Siiiiií... no lo creo.

Traté de sonreír, pero era consiente que tras las gafas estaban mis ojos azules gélidos y asesinos como un iceberg.

—Verás, el sanctus te profetizó que yo te diría dónde están tus hermanos y ya lo sé, nunca mencionó nada de la Cura del Tiempo —comentó socarrón—. Eso fue idea tuya, que habrás descubierto en un bar.

Me pude de pie inmediatamente, solo quería encontrar a mis hermanos y pedirles disculpas por tantos años separados, no me importaban sus recuerdos ni La Cura del Tiempo.

—¿Lo sabes? ¿Dónde? ¿Cómo...?

Drama caminó hasta su cama de forma serena, pero con los ojos grises velados, pensando, buscando palabras amables.

—¿Cómo lo sé? Solo lo deduje. Me dijiste que tus hermanos son dos Abridores y un Cerra y que la última vez que los viste estaban en Babilon —se inclinó y buscó debajo del colchón un maletín de metal—. Luego pudiste hablar con Narel porque un Creador tenía aguas mágicas en una bañera que te permitieron verla.

—Sí...Eco, se escondía en los bosques de Dadirucso.

Abrió el maletín. Ahí tenía ropa planchada y doblada, buscó debajo de unas camisas y sacó un overol negro, la tela se veía áspera y pesada como el traje de los bomberos. Era la misma ropa que había llevado Narel cuando la observé por última vez.

—¿Tu hermana vestía esto cuando se vieron?

Se me cerró la garganta, no podía hablar, asentí. Dracma chasqueó la lengua.

—Era lo que temía. Esto traía puesto cuando desperté con la resaca. Es el uniforme de las tropas de Gartet, Jonás. Creo que la razón por la que tus hermanos no regresan contigo es porque se unieron a su ejército.

Tragué en seco. No sabía qué decir.

—Puede que hayan sido tus hermanos, pero ahora, si peleas contra Gartet, son tus enemigos.






¡Hola a todos!

Qué agitado que fue este fin de año :v ¿A ustedes les pasó lo mismo? Yo siento que tengo como mil eventos.  En fin...

Decidí publicar dos capítulos hoy por ser el cumpleaños de @VaArias y @Awakatito

Dos en el mismos día :o (me da dudas de si lo anoté bien o no jjajajajajaj)

¡Feliz cumpleaños a las dos! (Aunque últimamente me está costando regalar capítulos que sean un toque tristes :v me da penita jajaja, no lo pensé bien)

¡Se termina el libro y como prometí voy a subir los primeros capítulos de los hermanos para que vean qué pasó con su historia! Sería como un regalo de fin de año y también una muestra de agradecimiento por seguir la saga :3

Sus comentarios son de la mejor cosa que me pasó en el año, me hicieron reír un montón y pido disculpas por no contestarlos, me volví lo que juré destruir (una lectora fantasma jajaja) ¡Pero juro que los leo a todos y los reconozco a mi manera, ya sea por la foto de perfil que tienen o por el nombre de usuario! Hasta tengo sus nombres anotados en una libreta y apuntado el capítulo donde comentaron todos -que frecuentemente entro a leer- (es cuando Jonás despierta luego de salir de Gales)!

¡Dejando de lado las cursilerías nos vemos en el final!

:D

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