Capítulo 24

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—¡Ewan! —golpeó la puerta Will —¡abre por favor!

Miré la puerta desde donde estaba sentado y me pregunté si debía abrir o no. Hacía rato no recibía visitas.

—¡Vamos, hermano! ¡Siempre golpeo y nunca me abres! ¡Ten corazón! —Me apiadé de su súplica y abrí la puerta. Enseguida se me quedó viendo sorprendido—¿quién eres y qué has hecho con mi amigo?

—¿Vas a entrar o qué? —entró rápido antes de que cerrara la puerta. No dejaba de mirarme con los ojos bien abiertos. —¿Cuál es tu problema?

—A ver— comenzó— pasaron tres meses, Ewan.

—Lo sé, yo también tengo un calendario.

—¿Y por qué tienes estas pintas? —me señaló todo —¿no te enteraste que existen máquinas de afeitar? ¿Duermes bien? ¿Por qué tienes los ojos rojos?

—Tomo pastillas, tengo insomnio. Tio Jack me las trae. ¿Y para qué afeitarme? Estoy yo solo.

—¿Qué has estado haciendo estos tres meses aquí encerrado sin dejarnos pasar?

—Leyendo, bebiendo, fumando, eso. —Él negó con la cabeza.

—Ven, yo te afeito —y me empujó al baño.

—No, no— me solté— no lo necesito.

—¿Te viste al espejo?

—No, hace mucho ya no me miro.

—Vamos Ewan, déjame cuidarte. ¿Me dejas?

Will tenía buenas intenciones pero a mi no me interesaba nada. Él seguro quería que yo volviera a la calle, yo no estaba seguro de eso. Todo fuera me recordaba el día que me dejó. Tenía que quedarme en casa y cuidar nuestro huequito, me sentía reconfortado mirándolo y sintiéndolo vivo y único. Poppy estaba conmigo, jugaba a las muñecas mientras yo leía y pasábamos el día.

—Vale, me afeitaré pero nada más.

Fuí al baño y después de mucho tiempo me ví al espejo. No me gustó lo que vi. Una horrible barba descuidada, la piel pálida enfermiza y dos ojeras rojizas.

Agarré la maquinita de afeitar e hice mi trabajo. Un cuarto de hora más tarde ya había terminado.

—Ahora si— dijo Will al verme—volviste amigo.

—Que exagerado.

—Ahora la ropa, ¿ese pijama es de tu abuelo o qué?

—¿Qué hay con mi pijama?

—De paso me pregunto si lo lavaste algunas vez.

—¿Qué? ¡Obvio!

—Bueno, tenía que preguntar. Ahora quítatelo y ponte algo decente. Como esa remera roja con las líneas negras que tienes.

—No lo sé, no tengo ganas de hacer nada. —Me tomó de la mano y me giró la muñeca para arriba.

—¿Qué dice? —me mostró el tatuaje.

Awake and unafraid.

—¿Y entonces? Tú elegiste ese tatuaje y estás haciendo todo lo contrario.

—Pero...

—Ewan, no estás muerto. Hay todo un mundo allá afuera esperándote. Loki se fue, lo sé ¿Duele? Si, y mucho. Pero no puedes darte por vencido así. Además, no sabes si es para siempre. Podrías ponerte bien e irla a buscar.

—¿Tú crees? —De repente se encendió la luz.

—Si, claro. Las esperanzas nunca se pierden. El tiempo pasa y uno puede reflexionar. ¿Te ha escrito?

—No, yo le escribí muchas veces pero nunca contestó.

—Déjala estar, ponte bien y vé por ella.

Me sonreí, no lo pude evitar. Mi primera sonrisa en tres meses. Le di un abrazo a Will, mi amigo incondicional.

—Ahora cámbiate esa ropa—insistió— y tira esa botella de licor que tienes ahí, al fregadero.

—Es de Jack.

—No mientas, tirala.

Hice lo que me dijo y aunque la nube gris seguía sobre mí, me sentí un poquitito mejor.

—Los chicos están en la playa, estaban muy preocupados por tí ¿vamos? —la miré a Poppy y ella saltó de alegría, la pobre niña llevaba meses encerrada conmigo. Yo me lo pensé.

—No sé si estoy listo.

—Sí lo estás— me empujó fuera y vi la luz del sol. Dentro del bungalow nos había mantenido a oscuras.

Will me llevó del brazo, tal vez tenía miedo de que saliera corriendo. Pero no lo hice. Caminar por ahí me trajo recuerdos y traté de poner la mente en blanco para no llorar. Realmente no quería ver a nadie, todos me la recordarían y no estaba preparado para el choque emocional.

—¿Podemos regresar, Will? Por favor.

—Pero si ya llegamos.

Allí estaban todos, mirándome alegres. Vinieron a mi encuentro y me saludaron como si el tiempo no hubiera pasado.

—¡Ey! ¡Hola amigo! —dijo Jaden sonriendo.

—Te extrañamos—dijo Freya.

—Si, te extrañábamos— aseguró Sophie.

No contesté, no supe cómo hacerlo. Las palabras se abultaban en mi mente, todas juntas sin poder salir.

—Estás más delgado—siguió Sophie.

—Estuvo a dieta— salió a mi rescate Will sonriendo— ahora en serio, perder un par de kilos le sienta muy bien ¿verdad? —todos asintieron y sabía que no era cierto, mi ropa quedaba incómodamente holgada.

Will nos dispersó y nos sentamos en la arena, Jaden se metió al agua con su tabla, como siempre y Freya se sentó a mi lado.

—Así que Poppy ya empieza el cole.

—Si, Jack la inscribió. En unos días arranca—dije sin mucho ánimo. —No tenía ganas de hablar con ella, con ninguno en realidad.

—Yo estoy pensando en ir a la universidad.

—Ah, que bien.

—Si, me gustaría estudiar derecho— se la veía muy confiada.

—Ah, mira.

—¿Tú? ¿Te gustaría hacer una carrera?

¿Yo? ¿Una carrera? ¡Ja! Ya había fracasado antes de empezar. Mi vida no estaba dispuesta para ello, ni siquiera podía imaginar qué estaría haciendo el año próximo.

—Yo no, no.

—¿Por qué?

¿Qué te importa?

—Ni siquiera terminé la preparatoria, no podría pensar en una carrera.

—Podrías terminarla ¿qué te lo impide?

—Yo, no quiero.

—Vale. No quieres hablar.

—No, no es eso— mentí.

—¿Y entonces? Entendería que no quisieras.

—Yo no— traté de pensar una buena forma de expresarme pero todo salió a borbotones—yo no estaba listo para esto, solo quiero quedarme en casa, solo. ¿Tienen algo de beber?

—Si— me alcanzó una botella de cerveza y me sentí aliviado cuando la abrí—te entiendo. Bueno, en realidad no porque no es a mi a quién le pasó, pero puedo intentar entenderte. Estoy segura de que si empiezas a salir te vas a sentir mejor, yo siempre estaré aquí si necesitas algo.

—Gracias— empiné la botella.

—Estoy segura de que esta no es la primera del día, ¿o me equivoco?

—Eso ya no importa.

—¿De qué hablas? ¿Piensas las mismas cosas de la última vez? —podía ver la preocupación en sus ojos.

—No es de tu incumbencia. —Me puse de pie y caminé hacia el bungalow. Dejé a Poppy jugando con Sophie, ya la traerían después. Los ojos me ardían, no toleraba estar allí ni un minuto más.

Will decía que podía mejorar e ir a buscar a Loki. ¿Podía? La mejor parte de mi estaba muerta. Llevaba meses sumido en una horrible tristeza, no pudiendo dormir, saliendo en mitad de la noche a fumar. Recordando cuando estuve con ella, cuando me sonrió, me besó.

Nadie sabía lo que pasaba cuando Jack se iba por las mañanas y me quedaba solo con Poppy en la casa. Ella jugaba, no se enteraba de nada. Yo luchaba conmigo mismo, trataba de evadir los pensamientos de mi mente, leyendo. Y bebía, mucho. Ya no me importaba lo que me pasara, si tenía que morir de ello, pues así sería. Mi dolor era mayor que estar muerto. Limpiaba los trastos y a veces era tan duro lo que sentía que golpeaba mi cabeza contra la alacena, lo hacía hasta que doliera y llorara más por ello que por el dolor interno. ¿Si pensé en morir? Muchas veces. Tal vez el miedo me impidió hacerlo.

Me sentía exactamente igual que aquella vez, muerto en vida, vacío por dentro. Ahora Will me daba esperanzas pero ¿quién podría querer a alguien como yo? Estaba arruinado. Ya no sentía nada y a la vez sentía demasiado.

—¡Ewan, Ewan! —me detuvo Will antes de entrar al bungalow — espera, por favor. Quédate, no vuelvas allí. ¿Qué vas a hacer ahí dentro? ¿Lamentarte? Habla conmigo, para eso estoy, no te pierdas.

—Will, gracias pero...

—Hermano— me tiró del brazo— dame un abrazo, vamos— cedí y lo abracé, casi al instante me caí en un millón de pedazos, me abrazó más fuerte conforme mi llanto aumentaba —tranquilo— me decía y acariciaba mi espalda.

—Solo quiero desaparecer—dije entre el llanto.

—Yo no voy a dejar que desaparezcas.

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