Capítulo 33

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—Vamos amigo, no seas así de cruel—suplicaba Will.

—Sabes que es necesario.

—¡Pero algunas de esas son mías!

—¿Qué está pasando? —Freya recién se despertaba.

—Ewan está tirando todo el alcohol al fregadero.

—¿Y cuál es el problema?

—¡Que también hay botellas mías ahí!

—Ay por favor, a tí puede que te venga bien dejarlo.

—Son los dos unos pesados. —Se dió la vuelta y salió de la casa.

—Lo hiciste enojar— me dijo y me encogí de hombros.

—Ya se le va a pasar.

Llegué a la última botella, la olí, fue difícil. Qué tentación madre mía. No debía, no podía. Tenía que tirarla, había que terminar mi tarea. Freya vió mi duda y vino a mi. Agarró mis manos y me ayudó a voltear la botella al fregadero, me quedé viendo cómo se iba el líquido. Se iba una etapa de mi vida que ya estaba superada, era un antes y un después. Esperaba nunca más volver a ello.

Me senté en la barra y me dispuse a trabajar, últimamente Gus me mandaba bastante trabajo y yo no paraba de escribir. No me quejaba, pero había días en que terminaba bastante agobiado. Freya quería salir o Poppy insistía en ir a la playa y yo no podía. Tenía que estar frente a la pantalla.

Esa era nuestra principal fuente de sustento. Will ponía lo suyo, sus padres le daban dinero, él era el niñito mimado. Así que nos iba muy bien.

Poppy regresó al colegio y la llevé a tomar un batido. A ella le encantaba tomar uno. Los pedía junto a una dona, me preguntaba donde metía tanta comida dentro de ese cuerpito, pero ella tenía hambre.

—¿Qué hiciste hoy? —me interesé.

—No sé.

—Vamos, no puede ser que no te acuerdes ¿con quién jugaste en el recreo?

Se quedó en silencio.

—¿Qué pasa? ¿Te pasó algo? Vamos, dime.

—Es Noah.

—¿Qué pasa con Noah? —no respondía— sabes que puedes contármelo, ¿te hizo algo? ¿Se burló de tí?

Ella negó con la cabeza.

—¿Y entonces?

—Me pasa como a tí.

—¿Cómo a mí? No te entiendo.

—Si, me gusta pero no me habla.

Me hubiera gustado saber cómo había llegado esa información hasta ella. Tragué saliva y tuve que pensar rápido.

—No, no es así. Nosotros somos amigos—mentí —tú deberías intentarlo.

—¿Y por qué ya no viene a casa?

—Porque... yo voy a la suya —pareció creerme. —Estoy seguro que ese niño Noah es muy simpático, podrías tratar de hablarle.

—¿Tú crees?

—Claro— sonreí pensando si no era el peor consejo que estaba dando en la vida.

—Bueno, lo intentaré.


—¿Qué hiciste qué? —me reprendió Freya en la noche.

—No sabía qué decirle, tú hubieras hecho lo mismo.

—No Ewan, es una niñita, la alentaste a tener un noviecito ¿estás loco?

—Diciéndolo así hasta suena gracioso.

—Si serás tonto— se recostó.

—Son solo niños, no exageres.

Ella se pegó a mi lado y nos quedamos viendo el techo. Yo no sabía como criar a una niña, no era mi hija, no estaba preparado para ello. Todo lo hacía como me iba pareciendo y era seguro que cometería errores en el camino.

—Nunca te pregunté por qué te sacaste el piercing, cerré los ojos antes el recuerdo que me golpeó.

—Es una larga historia. Otro día, ¿vale?

—Seguro— se acurrucó y se quedó dormida. Esperé un rato y corriendo su brazo de encima mío, me senté en la cama. La luz de la luna entraba por la ventana. Agarré el celular y lo miré, sabía que no debía, pero no pude evitarlo y marqué las teclas.


E:

Sé que lo lees.

Esta es la última vez que te enviaré un mensaje.

Sin importar lo que haga ni qué tan feliz me vea, siempre seguiré pensando en tí. Si algún día decides volver, no importa cuánto tiempo pase, siempre estaré aquí esperándote.



Dejé el celular a un lado y me acosté a soñar, como cada noche, con ella. En mis sueños estábamos juntos, caminábamos y yo la besaba. A veces pasaban cosas que la separaban de mí y tenía que buscarla, otras se convertían en pesadillas. Pero siempre estaba presente, siempre conmigo.

Tenía miedo de que Freya me escuchara. Will ya me había dicho que hablaba dormido. Si había dicho algo, Freya no lo había mencionado.

Ese día, después del colegio, salieron con Freya a la playa. Will se había quedado en la casa a preparar la cena. Todos cruzamos los dedos para que fuera algo "comible".

Poppy estaba la mar de feliz. Le encantaba jugar en la playa, no la dejaban acercarse mucho al agua y eso la enojaba.

—¡Cuando crezcas! —le decía y hacía berrinche.

Llevamos una pelota y jugamos con ella un buen rato, era difícil porque se la llevaba el viento. La pobrecita siempre perdía. La poníamos en el medio y se trataba de que nos pasaramos la pelota y el del medio la atrapara. La niña no tenía chance. Se puso a llorar.

—Ya, ya— la calme— ahora te toca una punta, ven —yo me puse en el medio y me hice el bobo cada que ella lanzaba la pelota, entonces Freya la atrapaba y yo perdía. Poppy empezó a saltar de contenta. La dejé pisar el agua de la mano, ella tenía cierta obsesión con meterse al agua. Siempre nos veía a nosotros y quería hacer lo mismo, pero yo nunca la dejaba.

En casa Will nos recibió con unos espaguetis quemados ¿quién quema unos espaguetis? Ordenamos una pizza y nos sentamos frente a la tele que Will había llevado.

—Fíjate si hay alguna película para ver—dije y Will buscó en los canales de pelis.

—A ver, están todas empezadas.

—No importa, dime cuáles son.

—Esta es X-men...

—Ay no— se negó Freya.

—¿Por qué?

—Tantos superpoderes me abruman, ya no sé quién es quién— suprimí una risita y seguí viendo. Will continuó leyendo los títulos arriba en pantalla.

—Esta es Erin Brockovich.

—Paso—volvió a quejarse Freya.

—¿Y ahora por qué?

—La chica va con una remera que muestra su sostén toda la película, no me parece adecuado— Will se echó a reír.

—Me dan ganas de verla— dijo juguetonamente.

—Ya, sigue— lo apuré.

—Esta otra es Gladiador.

—Mucha violencia— agregó Freya.

—¿Hay algo que te guste?

—No sé, ¿algo romántico?

—Ya, ¿en serio?

—¡Esa! —señaló.

—¿Moulin Rouge? ¿Es un chiste?

—Vamos Freya —le pedí— algo que nos guste a los tres.

—Bueno, a mí no me gusta ninguna de las que les gusta a ustedes.

Nos miramos con Will y dejamos Moulin Rouge. Nos cruzamos de brazos y aguantamos toda la película. Freya estaba embobada, tanto que se olvidó de comer y nosotros nos comimos toda la pizza. Para cuando terminó ya no había nada y nos reprendió.

—¡Era para todos!

—Una peli por una pizza— improvisó Will y enojada se fue a dormir. —Te toca la peor parte cuando vayas al cuarto— me dijo.

—Los enojos de Freya duran poco, en un rato ya se olvidó.

—Que suerte tienes, yo tuve una novia una vez que siempre que se enojaba me surtía a cachetazos. Trataba de hablarle pero tenía ciertos problemas de autocontrol. Cuando la dejé me corrió con una silla, casi me la da por la cabeza, fui más rápido por poco. Estaba loca.

Eso era lo más gracioso que me habían dicho en mucho tiempo. Reí a más no poder y él se contagió.

Le dí las buenas noches y me fui a dormir con Freya. Esperaba que ya estuviera dormida, pero no. Me esperaba, supuse que estaría enojada.

—¿Tú eres feliz conmigo? —me tomó por sorpresa su pregunta.

—Si, ya lo sabes. ¿Por qué preguntas?

Se quedó en silencio, parecía que no se animaba a hablar, raro de ella. Freya siempre iba de frente.

—¿Qué pasa? —insistí.

—Ví tu mensaje— se descargó y tuve una serie de sensaciones diferentes. Sentía que habían violado mi privacidad, era mi mensaje ¿por qué lo había leído? Por otro lado, lo estaba arruinando todo ¿cómo salvaba la situación. Ese mensaje era un quiebre para todo. Yo conocía lo que significaba, nadie más podía entenderme.

—No es lo que tu crees —dije.

—¿Y qué es? —Sonaba triste. Respiré hondo para calmarme y tratar de buscar una respuesta.

—Ese mensaje,... era una despedida.

—No era eso lo que decía.

—Pero así lo sentí —y era cierto, sabía que ella nunca más regresaría. Necesitaba ponerle un punto a esa etapa de mi vida.

—Ella no va a volver, Ewan.

—Ya lo sé— me adelanté a decir— por eso fue el mensaje, le puse un punto final. Se acabó.

—Ojalá pudiera creerte.

—Créeme, es la verdad. Ella ya no está en mi camino— le sonreí— tú sí. —Agarré su mano y me acosté abrazándola.

Se durmió en silencio entre besos y abrazos interminables. A veces la veía e imaginaba el rostro de Loki. No lo hacía conscientemente. Solo sucedía. Acariciaba su pelo mientras dormía, sin mirarla y creía que era ella. Me daba paz por un rato y así me dormía, feliz y engañado por la misma realidad que yo me inventaba.

Solía pensar en qué estaría haciendo, tal vez escribiendo en sus cuadernos del colegio o mirando la televisión. O puede que hubiera salido con amigas, y estuviera con él.

No quería imaginar eso, prefería dejarla en su casa. Jugando con su hermano algún videojuego. Eso se veía más agradable o tal vez mirando por la ventana y pensando en mí, no, eso era muy ambicioso. No pasaría, era imposible. Ella era inalcanzable, un amor imposible para mí.

Me pregunté si estaría viendo las estrellas como yo, teníamos eso en común. No importaba la distancia, ambos estábamos conectados por las mismas estrellas.

Pasó una estrella fugaz y me sorprendió, pensé rápido, ya sabía mi deseo. Lo dije en mi mente y cerré los ojos. Ojalá los mitos de las estrellas fugaces fueran ciertos. Tantas cosas serían más fáciles.

Regresé a la cama y me dormí dándole la espalda a Freya, tenía una sobredosis de Loki, estrellas y sueños inalcanzables.

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