Capítulo LIII

Màu nền
Font chữ
Font size
Chiều cao dòng


— ¿Tienes planes para hoy? — Pregunta Tom mientras desayunamos.

— Imagino que lo de siempre, los chicos no tienen partido así que quedaré con ellos y a lo mejor cenamos por ahí.

— Hemos reservado esta noche en un restaurante para cenar y así celebramos los tres tu cumpleaños — dice Sam emocionado.

— Es un restaurante muy elegante y hay que ir de etiqueta — apunta Tom. — Es una buena oportunidad para que estrenes el vestido que te compraste.

¡Qué bien! Estaba deseando estrenar el vestido, pero me da apuro que se gasten tanto dinero. Ya me han regalado un móvil e invitaron a todos mis amigos a cenar, es más que suficiente.

— ¿De verdad que podéis? Es mucho dinero chicos.

— Ahora nos va bien, no te preocupes por eso. Aprovecha ahora, que el año que viene a saber que pasa — dice Tom guiñándome un ojo.

— Vale, pues vamos a cenar — les digo sonriente.

Hace mucho que no salimos los tres solos por ahí y la verdad es que me hace ilusión.


En clase de matemáticas corregimos el examen del otro día y, para sorpresa de todos, Katy y yo lo entendemos, estamos muy contentas. Cuando un profesor explica bien, se nota.


— Han abierto un bar nuevo cerca de la plaza, tiene billar, dardos y futbolín. ¿Os apetece ir esta noche? Podríamos cenar allí, por cambiar un poco y no ir siempre al Grill — pregunta Alan.

— Billar y futbolín son las dos cosas que necesitabas para convencerme — dice Derek riendo.

— Yo no puedo ir, pero pasadlo bien — todos me miran.

— ¿Por qué? — Dice Katy poniendo morritos.

— Tengo cena con mis hermanos, han reservado en un restaurante muy elegante.

— Te pondrás el vestido, ¿no? — Dice Katy levantando ambas cejas.

— Sí, claro — le contesto riendo.

— ¿Puedo ir a verte cuando volváis? — Pregunta Derek.

— ¿A verme a mí o al vestido? — Le pregunto divertida.

— A ambos.

Nos reímos y le empujo con el hombro de manera juguetona.

— Podemos ir mañana si queréis — propone Justin.

— No, de verdad, id esta noche. Por mí no os preocupéis — me fastidia que cambien los planes por mí.

— Bueno, ya veremos, si vamos esta noche y nos gusta, volvemos mañana contigo — dice Derek.

— ¡Vale!


Mis hermanos me han dicho que tenemos que salir sobre las 20.00h, la reserva es a las 21.00h y el sitio está un poco retirado.

A las 18.30h empiezo a arreglarme. Primero me ducho y me depilo. Me echo crema en el cuerpo y me seco el pelo.

Cuando me miro en el espejo veo que el pelo me ha crecido bastante, pero lo tengo bonito y cuidado. Decido hacerme ondas surferas. Después, me dejo suelto un mechón a cada lado de la cara, cojo otros pocos mechones y los sujeto con horquillas en la parte de atrás de mi cabeza. Son de color rosa, como el vestido.

Ahora vamos con el maquillaje, me echo base, me pinto la raya del párpado superior, me pongo rímel, corrector, sombra de ojos rosita y un poco de colorete. Para rematar, uso mi pintalabios rosa.

No soy muy fan del rosa, me gustan los colores oscuros así disimulo mis curvas, pero este vestido fue amor a primera vista.

Lo quito de la percha y me lo pongo, el tirante tiene la anchura perfecta para cubrir el tirante del sujetador. Es un poco escotado pero me gusta, me hace un pecho bonito. Al llegar más arriba de la rodilla tiene la altura perfecta para ser elegante a la par que sexy.

Me pongo las medias, me calzo los zapatos y ando un poco con ellos para acostumbrarme. No ando muy bien con tacones pero, para ser tan altos, son muy cómodos. Menos mal porque han sido muy caros.

Me paro frente al espejo de cuerpo entero y me miro, pienso en cómo ha cambiado mi vida en este tiempo. Cómo era el primer día en este pueblo, con 17 años, vistiendo ropa ancha, deportivas y rezando para que nadie se fijara en mí, y ahora, con 18 años, poniéndome vestidos, tacones y enamorada a más no poder.

— Joder Luna — dice Sam entrando en mi habitación — pareces una auténtica princesa.

Le sonrío, tiene toda la razón. ¿Conseguiré ser reina?

— Tú sí que estás guapo. Estás impresionante con ese traje.

Cojo el móvil, la cartera, las llaves y un paquete de clínex y lo guardo en mi bolso nuevo. Cojo una chaqueta y me vuelvo hacia él.

— ¿Vamos? — Dice Sam ofreciendo su brazo como un caballero.

— Por supuesto — le contesto agarrándome a él.

Me aferro fuerte a él para bajar las escaleras. No me fio mucho de que no me vaya a caer rodando. Tengo la mirada fija en el suelo cuando aparecen unos zapatos en mi campo de visión. Poco a poco levanto la mirada hasta encontrarme con Tom.

— Vaya, miraos chicos, estáis guapísimos — les digo tapándome la boca con la mano.

— Pero no estamos a tu altura, estás preciosa — dice Tom cogiendo mi mano y dándome una vuelta.

— Vamos a ser la envidia del restaurante — les digo mientras salimos de casa.

Los tres estamos muy contentos, vamos cantando las canciones de la radio y comentando el paisaje que iluminan las farolas, ya es Noviembre y anochece pronto.

Al cabo de un rato, Tom baja la radio.

— Perdonad chicos, creo que me he pasado la salida, no está bien indicada.

— Los gps fallan, y más en estos pueblos que muchas veces se pierde la cobertura — dice Sam.

— ¿Por qué no sales por la siguiente salida y das media vuelta? — Propongo.

— Sí, eso voy a hacer, porque está confirmado, me he pasado el desvío. A ver si encuentro pronto otra salida. No veo nada por esta carretera — Tom parece nervioso.

— Pon las largas, estamos solos así que no molestas a nadie — le digo.

Minutos después, cogemos un desvío y en una rotonda conseguimos dar la vuelta.

— Vale, el gps dice que es por aquí — dice Tom más aliviado.

— Genial, menos mal — miro el reloj y ya son casi las 21h, no creo que haya problema pero al ser un restaurante tan elegante...

— ¿Queréis que llame al restaurante para avisar de que llegamos tarde?

— No hace falta – dice Sam — el dueño es amigo de nuestro inversor, tenemos enchufe — dice riendo.

— Ah, vale, qué bueno es tener contactos — digo riendo yo también.

Miro por la ventanilla pero no se ve nada, está ya muy oscuro y no hay ni una sola farola en el camino.

Parece que estamos en mitad de la nada.

Unos minutos después, Tom resopla. — Lo siento chicos, oficialmente nos hemos perdido.

¿Qué?¿En serio? Tranquila Luna, estás con tus hermanos, no va a pasar nada.

Me agobia mucho perderme con el coche, pero no estoy sola.

— Mira Tom, ahí parece que hay un camino. ¿Por qué no te paras ahí? — Dice Sam señalando el camino.

— Buena idea. — Saca el coche de la carretera y lo deja en el camino. — Voy a salir a ver si pillo cobertura, que aquí dentro hay muy poca.

— Voy contigo — dice Sam.

— Y yo — ni de coña me quedo sola. Y así empiezan las películas de miedo, cuando abandonan la seguridad del coche para adentrarse en la nada más oscura. Pero no voy a dejarles ir ni pienso quedarme sola.

Ambos sacan los móviles y empiezan a caminar. Yo voy detrás de ellos, pero el camino es de piedra y me cuesta mucho andar con tacones.

Un escalofrío me recorre cuando oigo un ruido detrás mía. Me quedo petrificada y miro de reojo. Respiro hondo, serán paranoias mías. Doy un paso y vuelvo a oír el mismo ruido, sólo que esta vez está mucho más cerca.

— Eh... ¿Chicos? — Mis hermanos se giran. — Creo qu... creo que aquí hay alguien. — Digo con la voz temblorosa.

— No... ¿En serio? — Eso que noto en la voz de Tom es... ¿ironía?

De repente se encienden un montón de luces de colores y empieza a sonar Rhythm Of The Night de Cascada.

— ¡SORPRESA! — Grita un montón de gente.

Me fijo y veo a Katy, Alan, Justin, Anna. Tony y Lucio también, hasta Karen y Jessica han venido. Está aquí todo el equipo, salvo Luke, y unos cuantos compañeros del instituto. Estoy alucinando, mirando a todas partes cuando le veo a él. Va vestido con un traje negro, zapatos y pajarita. Está arrebatador. Derek me mira y se ríe al ver mi cara.

Todos se acercan a abrazarme pero no doy crédito. Veo que estamos en una finca que ahora está totalmente iluminada, hay dos casas, una enorme de dos plantas y otra un poco más pequeña. ¡Hay hasta un DJ!

— ¿Pero... cómo? ¿Por qué? — Estoy tan nerviosa que no consigo terminar ninguna frase.

— Es nuestro regalo, hemos alquilado la finca para hacerte una fiesta sorpresa. Dentro hay comida, bebida y hasta hay un jacuzzi, pero eso es privado, sólo para vosotros dos — dice Tom.

— ¿Cómo nosotros dos?

Se miran entre ellos y después a mí.

— Para nosotros dos — dice Derek rodeando mi cintura con su brazo. — Vamos a pasar aquí el fin de semana.

No entiendo nada.

Mis hermanos abren el maletero y sacan una pequeña maleta. — La hemos hecho mientras estabas en clase. Katy nos ha ayudado.

La miro, claro, ahora lo entiendo todo.

— Llamaba y escribía a tu hermano porque le estaba ayudando con esto. Todos hemos colaborado — dice Katy acercándose a mí

Me acerco yo también y le doy un abrazo. — Lo siento mucho, de verdad, no sabes cuánto te quiero — le digo. Ella me abraza más fuerte y me da un beso en la mejilla.

Noto que estoy haciendo pucheros, estoy a punto de llorar. Me lanzo sobre mis hermanos y les abrazo. — No tenéis ni idea de cuánto os quiero — les digo con la voz rota.

— Nosotros a ti también — dicen los dos a la vez.

Después voy a por Derek. — Y tú... Gracias a ti también. Estás guapísimo esta noche — acto seguido le cojo la cara entre mis manos y le beso. Todos silban y nos aplauden.

— En realidad, ¡gracias a todos! — Les grito y voy corriendo a abrazar a todo el mundo.

El DJ pone casi toda la discografía de Cascada. Me encanta y por eso, mis hermanos le dijeron que la pusiera.

Después, pone música más variada, electro, pop, reggaeton y yo canto y bailo como si no hubiera un mañana. Estoy tan feliz que grito de alegría.

Sobre las 4 de la mañana termina la fiesta.

— Nosotros vamos a dormir en la otra casa y por la mañana nos marchamos. Derek y tú dormiréis solos en la casa grande — dice Tom.

— ¿Vais a caber todos en esa casa? — Le pregunto.

— Sí, no te preocupes, cabemos de sobra. Además, la mayoría van tan borrachos que podrían dormirse hasta en el suelo.

Me río, tiene toda la razón. Nos despedimos de ellos y agarrados de la mano entramos en la casa.

Es enorme, tiene dos plantas y en el centro, una gran escalera con una alfombra color coral que cubre los escalones. Subimos y vamos directos a la habitación. Se agacha y me quita los zapatos. Yo le desabrocho la camisa y lentamente se la quito, acariciando sus brazos a la vez. Le acaricio el pecho, me muerdo el labio y le beso. Me lanzo sobre él de tal manera que caemos sobre la cama y me siento a horcajadas sobre él. Voy a volver a besarle cuando me agarra y nos da la vuelta.

— Paciencia, pequeña — dice encima mía — tenemos todo el fin de semana.

— Vale — le digo en un susurro.

— Además, estamos un poco borrachos.

Tiene razón, empiezo a reírme, tengo la típica risa tonta de borracha y enseguida se me pasa el calentón.

— Mejor voy al baño a quitarme el maquillaje.

Me levanto y entro al baño que hay en la habitación. Cuando salgo, Derek se ha dormido. Normal, lleva toda la tarde preparando la finca, estará agotado. Aprovecho y miro bien la habitación, es enorme, en la pared tiene una chimenea y también hay un jacuzzi. El famoso jacuzzi.

Estoy deseando probarlo.

Me meto en la cama y me acurruco contra él. Contra el chico al que amo.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen2U.Pro