Capítulo LXXXVI

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Estoy a mitad de camino al hospital cuando un coche frena en seco, da media vuelta y se para a mi lado.

— Sabía que te encontraría aquí. Anda, sube — dice Christian en tono cansado.

— Si vas a echarme la bronca ahórratelo, no estoy de humor — le digo cuando me siento a su lado, en el asiento del copiloto.

Christian suspira pero no acelera, seguimos parados. Pasados unos segundos apaga el motor y se gira para mirarme a los ojos.

— No es necesario que te diga que lo que acabas de hacer es una imprudencia — sentencia muy serio.

Sé que tiene razón pero no podía quedarme quieta. La vida de mi novio ha estado en juego. A saber qué le habría pasado si no le llegan a encontrar Katy y Alan. Le podían haber robado, agredido, atropellado... Incluso Luke podría haberle encontrado cuando acabó con Mary. Son infinitas las desgracias que podían haber ocurrido y en el fondo sabía quién tenía la culpa. Mi instinto, al fin y al cabo, no falla.

— Ya lo sé, Christian. Pero entiende que no podía quedarme parada. Mi instinto me decía que todo había sido culpa de Mary. Era todo muy sospechoso... Ahora lo sé. Créeme no necesito que me regañes porque ya me siento como una mierda — le digo frotándome la sien.

— Cuéntame qué ha pasado — me pide respirando hondo. Está intentando mantener la calma y se lo agradezco. La salida fácil sería haberme detenido y hacerme todas estas preguntas en comisaría. Aunque realmente no tendría por qué detenerme.

— Cuando llegué con Justin al hospital, Katy y Alan me contaron lo sucedido, imagino que tú también lo sabrás — me responde asintiendo con la cabeza —, sabía que no era posible. Derek no es ningún drogadicto y cuando me contaron lo de su botella, en el fondo, una corazonada luchaba por salir. Vimos por la televisión que habían detenido a Luke y bajé a la puerta del hospital a tomar el aire — hago una pausa para meditar cómo terminar mi relato sin que suene demasiado psicópata —. La corazonada salió y como Luke estaba detenido no había nadie que me impidera...

— Que te impidiera, ¿qué?

— Vengarme — confieso. — Quería vengarme, en el fondo sabía quién había sido y cuando llegué a casa de Mary ella misma me lo confirmó.

Christian asiente, en el fondo me alegro de que no la haya visto, tengo su imagen grabada en mi mente. Ella arrodillada suplicando mi perdón, pero no puedo perdonarla, ha jugado con la vida de mi novio, con la vida de mi otra mitad y eso no tiene perdón.

— Me contó cómo había sucedido. Dice que encontró su botella en el vestuario de los chicos y le echó una cosa que utiliza su madre cuando quiere conseguir algo, no sabía lo que era y aún así lo utilizó. Sé que Derek lavó la botella, siempre lo hace, pero sea lo que sea lo que le echó debió quedarse impregnado.

— Sí, la droga que utilizó es muy potente.

— Sabes cuál es, ¿verdad?

— Sí.

— Pero no me lo vas a decir — le digo enarcando una ceja. Sé que no puede y no sé si quiero saberlo.

— Extraoficialmente te diré, que la droga que usó Mary se llama Escopolamina.

Abro la boca atónita. No me puedo creer que haya hecho eso.

— Pero... no lo entiendo. Eso es la Burundanga, ¿no? Según dicen anula tu control, tendría que haber hecho todo lo que Mary le pidiera, ¿no es así?

— Sí, y lo hizo. Se fue con ella, estuvo con ella toda la tarde, Mary le decía que no se moviese y no lo hacía. Si quería que sonriera él sonreía. Lo que no pudo controlar es el corazón de Derek. Para que lo entiendas, si Mary quería follárselo, se lo follaría, pero Derek siempre estaría viendo tu cara. Parece muy peliculero pero el amor que Derek siente por ti es demasiado fuerte como para sustituirte.

— No sé si eso será verdad... — le digo dubitativa. — No quiero decir que no te crea, es sólo... no sé. Sé lo que ha pasado pero en el fondo sigo sin comprender. Mary no quería acostarse con él, por lo que me ha dado a entender sólo buscaba su cariño. Quizá no le dijo literalmente dime «Mary, te amo» y por eso él seguía diciendo mi nombre. No lo sé, Christian. Es todo muy confuso.

— Tienes razón en una cosa, Mary no la utilizó con fines malvados pero se le fue de las manos al dejar que Derek siguiera bebiendo de la botella. Ingirió una gran cantidad constantemente al no dejar de beber. Podría haber ocurrido una desgracia aún peor.

Se me pone el vello de punta sólo de pensarlo.

— Necesito verle — le pido. — ¿Me llevas al hospital?

— Claro — arranca el coche y nos encaminamos al hospital.

— Sé lo tuyo — le digo de repente. — Lo tuyo con Justin.

— ¿En serio?

— Sí. Os oí esta mañana, me lo contó cuando te fuiste porque, bueno, le obligué un poquito — le digo con voz inocente.

— No te sientas culpable por eso — me contesta riendo. — Justin llevaba un tiempo queriendo decírtelo pero nunca encontraba el momento.

— Pues ya lo encontré yo por él. Me alegro mucho por los dos, hacéis una pareja muy bonita.

Me mira de reojo y me sonríe. Ahora que me fijo, es bastante guapo. Justin tiene muy buen gusto. Eso o este pueblo sólo tiene gente guapa, salvo Luke. Él no lo es, al menos a mí no me lo parece.

— Ahora sólo falta que encuentre el valor para contárselo a los demás.

— No le fuerces — le pido. — Todos somos sus amigos pero si aún no se siente cómodo es mejor que espere a estar seguro. Yo le prometí no decir nada y cumpliré mi palabra.

— Eres una buena amiga.

— Él sí que es un buen amigo.

Katy me llama justo cuando salimos del ascensor.

— ¡Que sea la última vez que me haces esto! ¡¿Dónde coño te habías metido?!

Miro a Christian y cojo aire. — He ido a vengar a Derek.

— ¿Qué? — Pregunta Katy quedándose pálida de repente. — ¿Qué has hecho?

— Fue Mary — confieso cuando están todos reunidos a mi lado. Les cuento todo lo que hablé con Mary, con pelos y señales.

— La voy a matar, ¡te juro que la voy a matar! ¡Será desgraciada! — Dice Katy poseída por la rabia.

— Yo he estado a punto, pero hay algo que me ha frenado — guardo silencio y todos me miran. — Realmente han sido unas cuantas cosas, la primera, Derek y mis hermanos, no soportaría que sufrieran por mi culpa. La segunda, la cárcel, no me veo allí y, la tercera... Mary me dijo que Luke la encontró cuando dejó marchar a Derek, el viernes por la noche, y la violó.

Se hace el silencio y poco a poco sus ojos se abren demasiado, parece que van a salirse de las órbitas.

— Antes de que preguntéis, no debería decirlo pero es cierto. Luke la amenazó con el machete que llevaba y la violó en el callejón que hay cerca del Grill — apunta Christian.

— Es lo mismo que me ha contado a mí. ¿Soy mala persona por no perdonarla después de lo que le ha pasado? — Pregunto sintiéndome un poco mal. En el fondo soy tonta. Mi yo interior se lleva la mano a la frente y niega con la cabeza.

— Claro que no eres mala persona — contesta Christian al ver que los demás aún están procesando la información. — Luna, a ella le ha pasado algo horrible pero, como hemos hablado antes en el coche, ella ha jugado con la vida de Derek. Estás en tu derecho si no quieres perdonarla.

— Tiene toda la razón. Yo no le deseo el mal a nadie pero he podido perder a mi hermano este fin de semana, esa persona no se merece nada — sentencia Katy muy seria.

Acto seguido da media vuelta y corre por el pasillo hacia el baño. Miro a nuestros amigos y corro tras ellas.

Me la encuentro sentada en el suelo tirándose del pelo.

— Eh — le digo sentándome con ella. — ¿Cómo estás?

— No lo sé, mal. Estoy mal, Luna. Pienso que Derek podría haber muerto. Dicen que le cogieron a tiempo, no habría pasado nada si no hubiera seguido bebiendo de la botella. La sustancia esa se quedó impregnada y nos han dicho que directamente la tiremos. Estaba bien y de repente se desplomó. Me di un susto tremendo.

— Es normal, nena. Pero pensemos que ya está bien. Le han hecho el lavado de estómago y se pondrá bien, ¿verdad? — Pregunto un poco insegura.

— Sí, sí. Se va a poner bien. Ahora está dormido porque cuando recobraba la consciencia se ponía muy nervioso. ¿Te vas a quedar esta noche? — Me pregunta con ojos lastimeros.

— Claro que sí — le digo acercándome a ella y abrazándola. Ahora soy yo la que la consuelo y llora a moco tendido sobre mí.

Un rato después, salimos del baño y Olivia y Ted se acercan a nosotras.

— Hemos entrado a verle — dice Olivia. — Está bien, se va a recuperar muy pronto. Nos han dicho que es mejor que esta noche se quede aquí y mañana le darán el alta.

— Vamos a quedarnos con él — digo cogiendo a Katy de la mano.

— Nosotros también — dicen Alan y Justin poniéndose a nuestro lado.

— Sí, nosotros también nos quedamos — termina Olivia suspirando.

— No, mamá. Derek no va a estar solo, nos quedamos todos. Tú mejor vete a casa y prepara todo para cuando lleguemos mañana.

— Pero Katy, es mi niño, yo...

— Lo sé, pero créeme cuando te digo que a quien necesita ver es a Luna.

— Katy, no creo que... — empiezo pero Olivia me corta.

— Tienes razón. Llamadnos si pasa cualquier cosa — nos da un abrazo a cada uno y se marchan.

Katy y yo nos miramos y entramos juntas en la habitación. Está todo en silencio y sólo hay una tenue luz que le ilumina. Se me parte el alma al verle así y se me para el corazón cuando toco su mano y reacciona apretándola.

Las dos lloramos en silencio, una a cada lado de la cama mientras Alan y Justin toman asiento en el sofá.

Llevamos aquí cuatro horas, Alan y Justin están durmiendo y Katy también se ha quedado dormida. Yo no puedo. No puedo ni quiero. No paro de pensar en lo estúpida que he sido. ¡¿Cómo se me ha ocurrido pensar que podría haberme engañado?! Joder, es Derek. Sé que él no es así. Cómo he podido estar tan ciega.

No va a poder perdonarme y no le culpo. He desaparecido cuando más me necesitaba y he dudado cuando él confía plenamente en mí. Con todos mis secretos, mis dudas, mis inseguridades... Siempre ha confiado en mí y yo le he fallado. Soy una persona horrible y no merezco su amor.

Me levanto de la silla y salgo a la máquina a por un café.

Lo primero que me pasa por la cabeza es que el café de este hospital es horrible, tanto como mi alma.

No quiero pero en el fondo me comparo con Mary. No soy tan mala como ella, pero he fallado de la peor forma posible. He dudado del amor de mi vida cuando él lo ha dado todo por mí. Lágrimas recorren mis mejillas y caen sobre el café que no voy a tomarme.

— No te martirices — dice una voz detrás de mí. Es Alan. — Derek no te va a dejar y ni se te ocurra dejarle tú a él. Esto que ha pasado ha sido un malentendido, una jugarreta sucia de una mala persona pero no tiene que distanciaros.

— Lo sé, pero le he fallado, Alan. Me fui cuando más me necesitaba. Si me hubiera quedado en el pueblo y hubiese esperado a que saliera del Grill le habría encontrado y lo habría entendido todo al ver cómo estaba. Pero no, mi primer impulso fue desaparecer. Siempre lo hago y nunca aprendo.

— Oye, basta — dice cogiéndome de los hombros. — No estabas allí sola, todos estábamos contigo y vimos lo mismo que tú. Todos nos enfadamos y nos sentimos decepcionados con él. Yo en tu lugar habría hecho lo mismo. O peor, si hubiera sido Katy quien estaba con otro tío yo habría quemado el local.

— Eres un poco bruto — digo sonriendo un poco.

— Y tú una cabezona, porque sé que aunque me sonrías y me des la razón, en tu interior sigues rota. No por lo que él ha hecho, sino por lo que crees que has hecho tú.

— Necesito hablar con él, a solas, pero no sé qué decirle cuando despierte.

— No lo pienses. Cuando despierte sólo abrázale, es lo único que necesita. Estaba desesperado cuando supo que te habías ido y no querías volver.

Joder, ahora me siento mucho peor. Alan lo nota y me abraza. Tiro el café y volvemos a la habitación.

Me siento en mi silla, al lado de la cama y cojo su mano. Le acaricio lentamente y rezo para que sea capaz de perdonarme.

Sobre las 7 de la mañana mi corazón se para de golpe cuando Derek abre sus preciosos ojos y me ve a su lado.

El momento de la verdad ha llegado.

— Derek — consigo articular.

Derek sólo me mira como si fuera una aparición. Parpadea muy rápido y veo cómo las lágrimas se asoman en sus profundos ojos azules. El corazón se me parte de nuevo y le abrazo.

Noto cómo sus lágrimas mojan mi cuello y no puedo evitar llorar yo también.

— Lo siento tanto — consigo articular.

— No, lo siento yo, pequeña — dice en un susurro, con voz ahogada.

— No tienes que disculparte, yo... — pero me interrumpe Katy cuando despierta y se lanza sobre la cama para abrazar a su hermano.

— ¡Nos has dado un susto de muerte! — Dice llorando, lo que alarma a Justin y Alan, que se levantan corriendo del sofá.

— Tranquila, hermanita. Estoy bien, pero necesito que me contéis todo lo que ha pasado — dice poniéndose serio de repente.

— Pues... — Empieza Katy pero la corto.

— No, ahora no es el momento. Primero tienes que recuperarte — le ordeno con voz autoritaria, lo que hace que sonría.

— Para recuperarme necesito saberlo todo — sentencia Derek.

Pero nuestra conversación se interrumpe cuando el médico entra y nos echa amablemente de la habitación.

Ted y Olivia están fuera esperando, al final han venido, les podía la angustia y no podían esperar en casa.

Guardamos silencio hasta que el médico sale.

— Puede marcharse a casa, aquí tienen el alta — dice el médico entregando unos papeles a Ted y Olivia. Ambos se acercan para hablar con él.

Voy a entrar a la habitación cuando me choco con Derek en la puerta. Nuestros ojos se encuentran y ambos nos miramos hasta perdernos el uno en el otro.

La buena noticia es que el amor de mi vida va a volver a casa.

La mala es que nos espera una conversación muy complicada y no sé si va a poder perdonar no sólo todo lo que pensé de él, si no que haya ido a por Mary para tener mi venganza.

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