Capítulo LXXXVII

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De camino a casa oímos por la radio del coche que los padres de Luke se han ido del pueblo. Según nos contó Christian anoche, Luke va a ser juzgado y le van a meter en la cárcel, la verdad es que se merece todo lo malo que le pase.

Sus padres parece que no se van a quedar a ver el juicio, ¿se avergüenzan de él? No deberían, son iguales que él.

Su padre es muy agresivo y su madre... la verdad es que no sé muy bien cómo es su madre, porque ella no ha hablado apenas delante de las cámaras y no se ha publicado su opinión. Imagino que será la típica mujer manejada por su marido y por su hijo.

«No juzgues sin saber» me reprendo a mí misma.

Me giro para mirar a Derek y le veo con la cabeza apoyada en la ventanilla, se ha quedado dormido o finge estarlo.

Nunca me han hecho un lavado de estómago pero tiene que ser molesto.

Ted y Olivia no dicen nada durante el trayecto.

Cuando llegamos a casa, voy a despertar a Derek pero él abre los ojos y sale del coche.

Juntos entramos en casa y nos miramos en silencio al pie de las escaleras.

— Creo que voy a ir a echarme un rato — anuncia con mala cara.

— ¿Te encuentras mal? — La verdad es que estoy muy preocupada, no sé si tiene mala cara por el lavado de estómago, por no saber qué está pasando o por ambas cosas.

— Sí. Luego hablamos, ¿vale? — Me da un beso en la frente y sube a su habitación.

Acto seguido, Katy entra en casa.

— Alan se ha marchado al instituto, esta tarde vendrán él y Justin a verle.

— Vale. Ha subido a echarse un rato, creo que nosotras deberíamos hacer lo mismo.

— Sí — responde Katy cansada.

— Chicas, os quedáis al cuidado de Derek. Tengo que ir a trabajar y vuestro padre también. Volveremos pronto — nos anuncia Olivia. Ambas asentimos con la cabeza y vemos cómo se marchan.

Katy y yo nos miramos en silencio, nos abrazamos y subimos a las habitaciones.

Dejo mi puerta abierta, si algo le pasa a Derek necesito saberlo para ir a ayudarle.

Bajo la persiana hasta abajo, me pongo el pijama y me meto en la cama, pero no consigo dormir.

No paro de darle vueltas, tenemos una conversación pendiente y no sé cómo abordarla.

Si yo estuviera en su lugar, ¿sería capaz de perdonarlo? ¿El amor lo puede todo? Sé que, al igual que estoy en mi derecho de no perdonar a Mary por lo que ha hecho, Derek está en su derecho de no perdonarme por lo que hice yo.

Katy y Alan al menos se quedaron y salieron a buscarlo. Si no lo llegan a hacer... Tendría que haberme quedado yo también.

«No podías, tienes la maldita manía de huir cuando todo se pone feo» me regaña mi subconsciente.

Y tiene toda la razón. Cuando pasó lo de Álex mi primer instinto fue huir. Me fui con mis hermanos y no he vuelto a quedarme en un sitio fijo hasta este año.

Era feliz y cuando todo se torció, en vez de buscar una explicación, me fui. Dudé del amor de mi vida, le juzgué sin escucharle, mentí a Olivia, a la persona que ha cuidado de mí todo este tiempo y le oculté a mis hermanos lo que estaba pasando.

Soy una persona horrible. No me extraña que cuando Olivia sepa toda la verdad me eche de su casa, mis hermanos me obliguen a irme con ellos, Derek me deje y poco a poco pierda el contacto con Katy, al fin y al cabo es su hermana.

Pero sé que eso no pasará. Olivia no va a echarme porque es la mejor persona que he conocido, mis hermanos son comprensivos y no me van a obligar a irme, pero sí me van a echar la bronca por ser tan impulsiva y actuar sin pensar y Derek... con él no sé qué va a pasar.

Oigo abrirse una puerta y me levanto corriendo, pero no es Derek quien sale, sino Katy.

— Hola — le digo bajando las escaleras con ella.

— Hola nena, ¿has dormido?

— No, ¿y tú?

— Un poco, pero necesito una pastilla, me va a reventar la cabeza.

La acompaño en silencio a la cocina. Olivia debe estar a punto de llegar.

— Sé que estás preocupada pero Derek tiene derecho a saber todo lo que pasó. Le conozco y no va a enfadarse, aunque seguramente necesite algo de tiempo para asimilarlo todo. Ahora mismo tiene una laguna enorme en su cerebro, tiene todo el fin de semana en blanco.

— Lo sé, lo sé. Tengo que hablar con él pero me da miedo, Katy.

— Yo puedo contarle lo que pasó, pero necesita que hables tú con él. Necesita saber lo que piensas, el motivo por el que te fuiste.

— Tienes razón. Cuando se levante hablaré con él — sentencio.

Estamos en la cocina cuando entra Derek, está un poco pálido y me levanto corriendo para ayudarle.

— No es necesario, pequeña. Estoy bien.

— Eso es porque no te has visto la cara — dice Katy.

— No te rías — la fulmino con la mirada pero enseguida me doy cuenta de que está de broma y me disculpo. — ¿Qué puedo hacer? ¿Cómo puedo ayudarte?

— Contándome lo que pasó.

— Derek...

— Luna, necesito saberlo.

— Lo sé, pero aún estás un poco débil, es mejor que lo hablemos mañana — digo justo cuando Ted entra por la puerta.

— De mañana no pasa — dice muy serio.

He conseguido un aplazamiento pero no puedo retrasarlo mucho más.

Por la noche cenamos un poco de sopa. Derek enseguida dice que ya no tiene más hambre y se retira a su habitación.

Olivia le dice a Katy que mañana debe ir al instituto y yo le pido quedarme en casa con Derek. No está muy convencida pero accede, ya hemos terminado los exámenes y esta semana no creo que adelantemos mucho temario. Sólo tenemos que ir a recoger las notas y poco más.

Prometo ir pasado mañana.

Vuelvo a pasar la noche sin dormir. Hay ratos en los que consigo descansar un poco, pero en cuanto mi mente se evade, tengo pesadillas horribles sobre Derek dejándome, diciéndome que no me quiere, que soy la peor persona con la que se ha cruzado...

Me despierto sudando, ya es de día y no están los coches en la entrada, por lo que han salido ya.

Salgo de la habitación y me asomo a ver a Derek, aún duerme así que aprovecho para darme una ducha.

Me duele verle así, es un chico con una vitalidad enorme, siempre lleno de energía, riendo y sonriendo a todas horas. Verle así de decaído me mata por dentro.

Cuando salgo del baño Derek está esperando fuera.

— ¿Cómo estás? — Le pregunto acercándome a él.

— Bien. Estaba esperando a que salieras.

— Podías entrar si querías.

— Preferí esperar. No sabía si querías que entrase, oí que estabas en la ducha.

Me temo lo peor. Derek y yo ya nos hemos visto desnudos unas cuantas veces y estamos solos en casa, podía entrar perfectamente incluso podría meterse en la ducha conmigo que yo no se lo iba a impedir. Agacho la cabeza y me retiro a un lado para que entre.

No cierra la puerta pero yo salgo del baño y voy a mi habitación a vestirme.

Tengo la puerta abierta pero aún así la golpea para anunciar su presencia.

— Pasa, amor — le digo cuando veo que se queda apoyado en el umbral.

— Necesito hablar contigo — dice sentándose en la cama. Me acerco y me siento a su lado. Trago saliva y le miro a los ojos.

— ¿Qué es lo último que recuerdas?

— La hora de la comida. Te dije muy contento que había encontrado mi botella. Le pedí a la cocinera que me dejara limpiarla y me la limpió ella. La llené de agua y me fui a clase. Di un trago y notaba cómo cada vez iba teniendo más sed. Así que seguí bebiendo y empecé a encontrarme mal. Pensé que beber tanta agua fría de golpe me estaba sentando mal, así que paré. Después de clase fui al baño y lo demás está borroso — dice agobiado.

— Vale, no te preocupes.

— Necesito que llenes las lagunas que tengo — está muy agobiado y no puedo evitar cogerle una mano y acariciarle la cara con la otra.

— Voy a intentar llenar las lagunas, ¿vale? Pero necesito que estés tranquilo — asiente con la cabeza y aprieta mi mano.

— Vale, pero quiero que me lo cuentes tal cual lo viviste tú.

Le miro sorprendida, iba a contarle todo lo que pasó en orden. Cómo Mary encontró su botella, le echó los polvos, le drogó... Pero no quiere, así que acepto sin reproches.

— Cuando terminamos las clases, Katy me dijo que tu madre ya nos estaba esperando. Le pregunté si no íbamos a ir a veros y me dijo que ya habíais entrado a la reunión. Te mandé un mensaje y nos fuimos a comprar los vestidos. Cuando terminamos no tenía noticias tuyas, pensé que seguías en la reunión así que fuimos a merendar con tu madre y cuando llegamos a casa y vi que Alan llamaba a tu hermana me empecé a preocupar. Te mandé otro mensaje y como no me contestabas, te llamé. No me respondiste. — Hago una pausa para que vaya procesando toda la información. — Le dije a Katy que no sabía nada de ti y Alan nos dijo que no habías ido a la reunión, que pensaba que estabas con nosotras. Me asusté y llamé a Justin. Me dijo lo mismo que Alan. Katy y yo nos asustamos mucho y le dijimos a tu madre que íbamos a casa de Justin.

— La mentiste — dice muy serio.

— Sí, no la dijimos nada porque no queríamos preocuparla. Alan y Justin llegaron y nos montamos con ellos en el coche. Estuvimos buscándote un buen rato hasta que vimos tu coche aparcado en la plaza. El alivio recorrió mi cuerpo, pensé que te había pasado algo, que Luke te había encontrado o... — no puedo continuar. Respiro hondo y me trago las lágrimas. Él sigue apretando mi mano y con la otra levanta mi barbilla y me acaricia la mejilla. — Te vimos en el Grill. Estabas con Mary. Estabais riendo, no parabas de mirarla y le sonreías... Te llamé y Mary cogió tu móvil, te enseñó la pantalla y os reísteis. Me sentí dolida, no pensé que pudiera haber otra explicación y lo siento, de verdad. Pero veros así...

— Te sentiste traicionada — dice comprensivo.

— Sí. Quise entrar pero no me dejaron. Me debió dar un ataque de ansiedad o algo porque si no me llegan a coger me habría ido de cabeza al suelo. Pedí que me sacaran de ahí y fuimos a casa de Justin. Le di vueltas y vueltas y más vueltas a lo que vi pero estaba tan dolida que no pensé que tú podías estar mal o que te podía haber pasado algo. Podría haber mil explicaciones pero no quería escuchar ninguna. Al final, Alan nos dijo que sus padres tenían una cabaña lejos de aquí y Justin me llevó.

— Recuerdo que no querían decirme dónde estabas. Sólo me dijeron que te habías ido y que no querías volver. Ahora entiendo por qué. ¿Pensaste que te estaba engañando con Mary? — Más que una pregunta parece una acusación y no le culpo.

— Sí. Lo pensé, por eso me fui. Estuve en la cabaña desde el sábado de madrugada hasta el domingo por la tarde. Katy nos llamó cuando estabas en el hospital.

— Recuerdo estar en casa de Alan, ¿qué pasó?

— Katy y Alan salieron a buscarte cuando nosotros nos fuimos. Te encontraron vagando por la calle con la botella. Me contaron que no parabas de beber y decías cosas sin sentido, apenas te entendían. Te quitaron la botella y pasaste durmiendo muchas horas. Casi todo el sábado, en verdad. Decían que ibas recobrando la consciencia pero aún decías cosas sin sentido.

— ¿Fue ahí cuando me llevaron al hospital?

— No, eso fue el domingo. Sé que fue una temeridad no haberte llevado cuando estabas así pero me dijeron que querían saber qué estaba pasando antes. Es... es todo muy confuso. Cuando llegamos al hospital, me contaron que el domingo por la mañana recobraste completamente la consciencia y estabas enfadado, tenías cambios de humor muy fuertes y todo el rato estabas preguntando por mí. No sabías dónde estaba y cuando te dijeron que me había ido y no quería volver te pusiste como loco. No querían decirte dónde estaba y te acabaste desmayando.

— Entonces me llevaron al hospital.

— Sí. Justin y yo llegamos cuando casi había anochecido y fue cuando me enteré de que te habían drogado.

— ¿Y quién fue?

— Fue Mary — le confieso.

— ¿Cómo? No entiendo cómo ha podido hacerlo si no me he acercado a ella. Luna no estoy entendiendo nada. No sé cómo acabé con ella en el Grill. No sé cómo llegué allí. Si mi coche estaba en la plaza, ¿por qué me fui andando?

— Mejor que no hubieras cogido el coche, te podrías haber matado — le digo asustada.

— Tienes razón — responde asintiendo con la cabeza. — Continúa.

— Mary te echó Escopolamina en la botella, mejor conocida como Burundanga. Quiso tener unos momentos a solas contigo para intentar reconquistarte, dice que ella te quería y...

— ¿Me quiere y me droga? Qué amor más bonito siente — dice con ironía.

— Ya.. — «Eso mismo le dije yo» respondo en mi cabeza —, aunque estabas con ella no dejabas de pronunciar mi nombre, se dio cuenta de que no iba a conseguir nada y te dejó marchar. Ahí fue cuando...

— ¿Cuándo qué?

— Cuando Luke la encontró, pensó que le había dejado para volver contigo, se enfadó, la amenazó con un machete y la violó en un callejón.

— ¿Cómo dices? — Pregunta levantando la voz y yo me hago cada vez más chiquitita.

— Christian me lo confirmó.

— Luna, ¿cómo sabes todo esto? ¿Te lo ha contado Christian?

— Lo de la Escopolamina sí, el resto... no.

— ¿Entonces?

— Fue Mary — le confieso —, ella me lo contó.

— Perdona, ¿qué? — Se levanta de la cama y empieza a dar vueltas. — ¿Ella me droga y tú vas a hablar con ella? — Está dolido, lo sé. — No, no fuiste a hablar con ella...

— No. Vi por la televisión que habían detenido a Luke y aproveché para ir a vengarme. Mary me contó todo lo que pasó y me suplicó de rodillas que la perdonara pero, por muy mal que lo haya pasado y el karma la haya encontrado de la peor forma posible, la dije que era un monstruo y que no iba a perdonarla — las palabras salen de forma atropellada y espero que me haya entendido porque no sé si voy a ser capaz de repetirlas. Por la forma en que me mira sé que me ha entendido a la perfección.

— Te arriesgaste mucho, Luna. ¡Ella podría haberte hecho cualquier cosa!

— ¡Lo sé! ¡Claro que lo sé! ¡Pero cuando supe que te habían drogado quise matarla! — Derek para en seco y abre mucho los ojos. — Y cuando me di cuenta de lo estúpida que había sido quise morirme. Soy una persona horrible y lo siento. — Me levanto de la cama y con lágrimas en los ojos me acerco a él. — Lo siento mucho, Derek. Me fui cuando más me necesitabas y dudé de ti cuando...

— Calla — dice poniendo un dedo en mis labios. — Tal y como lo cuentas sí que parecía lo que no era...

— Pero no es excusa, debería haberme quedado, pero siempre lo arreglo todo huyendo — digo reprochándome a mí misma. Bajo la cabeza y dejo que las lágrimas recorran mis mejillas. — Entiendo que no quieras saber nada de mí y que no quieras perdonarme — digo tras unos momentos de silencio. — Haré mis maletas y esta misma noche volveré a mi casa.

Su mano me agarra del brazo cuando voy a abrir el armario.

— No quiero que te vayas. Joder, es todo muy confuso y me siento fatal por haberte hecho pasar por todo eso.

— No fue culpa tuya, amor. Ese es el problema, que no fue culpa tuya y yo no supe verlo.

— Si me pongo en tu lugar, habría entrado allí y... la verdad es que no sé qué habría hecho. Necesito un poco de tiempo, es mucha información, pero no quiero que te vayas.

— Vale — respondo al fin.

— Voy a darme una ducha — me da un beso en la frente y sale de la habitación.

Me siento más tranquila porque ya hemos hablado y me ha dicho que no quiere que me vaya. Pero no me ha dicho que me perdona. 

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