Capítulo XXXII

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Es la primera vez que voy a dormir con un chico y estoy nerviosa y emocionada a la vez.
De momento, vamos a gestionar los sentimientos por partes. Mi vena cotilla necesita saber más de Anna.

— ¿Conocías a Anna?

— En persona no. Justin nos ha hablado de ella en algunas ocasiones. Al principio la llamaba "su vecina", luego pasó a ser "su amiga", pero yo creo que esos dos tienen un rollo raro.

Se por dónde va. — Define raro.

— Que son algo más que amigos. Se nota la tensión sexual que hay entre ellos. Es más que evidente — dice riendo.

— Quizá no esté preparado para tener una relación, o simplemente no ha querido presentarla como su novia.

— Yo creo que novios no son, pero sí amigos con ciertos derechos. — Dice sonriendo.

— Puede ser. Así que Justin tiene un secreto.

— Todos tenemos secretos, o teníamos — me mira y sonríe.

— Ya... respecto a los secretos... hay algo que tengo que contarte. — Se acerca alarmado. — No te asustes, no tiene que ver contigo, sino con mi pasado.

Le cojo de la mano y nos sentamos en la cama. Cruzo las piernas, respiro profundamente y le miro.

— Durante mi primer año de instituto conocí a un grupo de chicas, eran muy amables y enseguida empezaron a contar conmigo para todo. Íbamos juntas a todas partes, al cine, de compras, hacíamos fiestas del pijama en sus casas y en la mía. Una de ellas tenía una hermana tres años mayor y por su cumpleaños nos invitó a todas a su fiesta. Podrás imaginarte lo ilusionadas que estábamos, ¡íbamos a ir a una fiesta de mayores! Nos fuimos todas de compras, nos compramos faldas, shorts, plataformas y maquillaje. Queríamos aparentar más edad para sentirnos integradas. — Hago una pausa, son recuerdos muy dolorosos y noto que se me empiezan a llenar los ojos de lágrimas. Derek me coge las manos para darme ánimos pero no me interrumpe, me da mi tiempo para continuar. — En la fiesta conocimos a la mejor amiga de la hermana, se llamaba Lisa y era una chica súper guay. Nos presentó a todo el equipo de baloncesto y todas mis amigas estaban como locas. A mí no me llamaban especialmente la atención, hasta que le conocí a él. Era tan atento, tan amable con nosotras, nos hacía reír a todas horas. Me sentía súper a gusto con todos ellos, era muy feliz. — Sonrío un poco y Derek pone mirada compasiva. — Los días siguientes, los chicos del equipo se sentaban con nosotras a comer y empezamos a quedar todos después de clase. Las chicas me decían que él no me quitaba los ojos de encima, que siempre intentaba coincidir conmigo en los descansos y se interesaba por saber si yo también iba cuando quedaban los demás — noto que cada vez tengo los ojos más vidriosos.

— Luna, no tienes por qué seguir si no puedes. No quiero verte mal.

— Tengo que hacerlo, tengo que sacarlo de dentro. Es mi forma de superarlo.

— Adelante entonces — se acerca más a mí y me acaricia la rodilla.

— Al principio no me lo creía, un chico tan mayor, tan guapo... todas las chicas del instituto babeaban por él. Cuando mis amigas me decían que iba a pedirme salir les contestaba que ni de coña, que se lo estaban inventando. Pero no, un día me pidió salir... y ahí empezó la que creía que iba a ser la mejor etapa de mi vida. Ya me había montado mis películas en la cabeza. Películas que él fomentaba diciendo que un día, cuando fuésemos más mayores, nos casaríamos, tendríamos unos hijos preciosos y dos perros. Me tenía comiendo de la palma de su mano. Todo era perfecto, hasta que una tarde después de clase oí a los chicos hablar dentro del vestuario. Tenían la puerta abierta y se oía todo.

No puedo creer que de verdad lo hayas hecho — decía uno de los chicos.

¡Eres un maldito crack! ¿Cómo lo conseguiste?

Simple, le llené la cabeza de mierdas románticas, la tenía totalmente atontada y en cuanto se presentó la oportunidad... me la follé. Sin más. Decía al principio que le dolía pero al final disfrutó como una perra, todas las tías son iguales  dijo Álex riendo.

Entonces creo que esto te pertenece — me asomo y veo cómo le dan un fajo de billetes.

— Todo fue una apuesta.

— Pedazo de cabrón. — Empiezo a llorar y Derek me abraza.

— No me acosté con él, era todo mentira. Entré al vestuario echa una furia y lo desmentí. Nadie me creyó, hasta que un chico, que había estado dentro escuchando todo, me apoyó. Dijo que la noche que supuestamente Álex y yo nos acostamos, me había visto con mis hermanos por el centro comercial. Estuve con ellos toda la tarde y volvimos de madrugada a casa. Los chicos, al ver que Álex perdía el color de su cara, le obligaron a devolver el dinero.

— Una paliza es lo que se merecía.

— Pero... no acaba ahí. Mis amigas me dejaron de lado, una de ellas se sintió culpable, me confesó que todas lo sabían desde un principio, era como un ''rito de iniciación'' para pertenecer al grupo de Lisa y la hermana de mi amiga. Lisa era la novia de Álex, y tenían pensado hacer un viaje con el dinero de la apuesta. Le sentó muy mal y empezó rumores de que era una puta, que me había quedado embarazada, que me había tirado a medio instituto....

— Será zorra...

No le dejo terminar, ahora que he cogido carrerilla no puedo parar. — Eso no es lo peor. Una tarde estaba sola en casa porque mis hermanos habían salido a comprar. Álex llamó al timbre, no quería abrirle pero parecía arrepentido. Yo era inocente y volví a creerme todas las palabras que me dijo. Abrir la puerta fue mi mayor error. Cerró la puerta de golpe, echó el pestillo y le cambió la cara. Dijo que se lo iba a pagar, que había tenido una bronca muy grande con Lisa por haber perdido la apuesta y que pensaba cobrarse una compensación. — Tengo que respirar hondo e intentar relajarme porque apenas se me entiende, estoy llorando a mares. — Él... él... me quiso forzar...

Derek me coge entre sus brazos y me acuna. — ¿Te... Llegó a hacerte algo?

Niego con la cabeza. — Mis hermanos llegaron a tiempo. Tom le dio dos puñetazos y le dejó inconsciente. Si Sam no le llega a parar le habría matado.

— Yo sí que le habría matado — está muy enfadado.

— Nos tuvimos que ir de allí. No por Álex, porque no volvió a dirigirme la palabra y tanto él como el resto del grupo fueron expulsados una larga temporada. Nos fuimos por mí, no podía soportar continuar allí una semana más.

Me levanta la cabeza y me besa. — Pequeña, nunca dejaré que nadie vuelva a hacerte daño, te lo juro por mi vida.

Rompo a llorar de nuevo y me abraza con más fuerza.

Cuando ya me he relajado un poco y sólo me queda un poco de hipo del berrinche que me he pegado, me separa de él y se arrodilla ante mí.

— Muchas gracias por contarme tu historia. Ahora entiendo muchas cosas del principio, el por qué te costaba tanto confiar en la gente y la preocupación de tus hermanos de que te volviera a pasar lo mismo. Nunca te haré daño ni dejaré que nadie te lo haga. Eres la persona más fuerte y valiente que conozco y estoy muy orgulloso de ti.

Sus palabras sanan mi alma rota. Sentirme tan querida, tan amada, es la mejor medicina para recomponerme.

— Ahora vuelvo, voy a traerte un poco de agua, ¿vale?

Asiento con la cabeza y se va. Vuelve a los dos minutos, bebo agua, me sueno los mocos y nos tumbamos en la cama. Nos arropa con las mantas y me abraza, pongo la cabeza en su pecho y me acaricia la espalda. No hablamos más, yo necesito un poco de silencio después de lo que he contado y él necesita procesarlo.

Estoy quedándome dormida cuando le oigo susurrar de nuevo que no dejará que nadie vuelva a hacerme semejante daño, y si alguien lo intenta, le mataría. Me siento tan segura en sus brazos que me quedo dormida sintiéndome en paz por primera vez en muchos años.

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