xxxviii. take my hand

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xxxviii.
toma mi mano








—¿Te apetece dar un paseo?

Brigid levantó la cabeza del libro que estaba leyendo y miró a Harry, sorprendida. Miró a su alrededor, esperando a que alguien los regañara, pero nadie parecía estar prestándoles demasiada atención.

—¿Por qué siempre estás en mi sala común? —preguntó en tono de broma, cerrando el libro y poniéndose de pie—. Ahora que Umbridge está tan encima tuya...

Harry sonrió y sacudió la cabeza.

—¿No te iba ahora lo ilegal? —se burló, haciéndola fruncir el ceño—. Además, Umbridge no puede castigarme más de lo que ya ha hecho. Vega me ha dejado pasar, para tu información. Estoy aquí bajo la protección de la Premio Anual. En teoría, no estoy haciendo nada mal. Vengo a salvar a una compañera de clase.

Brigid arqueó las cejas.

—¿A salvarla de qué, exactamente?

—De una tarde terriblemente aburrida —respondió él, sonriendo—. ¿Te apetece dar un paseo o no? La tarea de Pociones puede esperar, ¿no crees?

—No es Pociones —protestó Brigid—. Es El Oráculo de Palombo. Tengo cosas más importantes que hacer que escribir una redacción para el idiota de Snape.

Harry se sentó a su lado y sonrió, divertido.

—Ya has hecho Pociones, ¿me equivoco?

Brigid odiaba la facilidad que Harry tenía para hacerla sonrojarse.

—No —respondió, pero la mirada de él la hizo suspirar y asentir lentamente—. Está bien, sí la hice. ¿Cómo lo sabes?

—Nunca te pones a leer si no has terminado los deberes —dijo Harry, ladeando la cabeza—. Y como estás leyendo, asumo que ya has hecho todo. ¿Te apetece dar un paseo?

—¿No está lloviendo? —respondió Brigid, frunciendo el ceño.

—Ya he pensado en eso. —Harry le quitó importancia—. Ven conmigo... Y llévate el libro.

Aquello extrañó aún más a Brigid.

—¿Qué...? —empezó, dispuesta a hacer varias preguntas, pero Harry fue más rápido.

En un momento, Brigid se vio saliendo de la sala común con una capa abrigada y su libro apretado fuertemente contra el pecho.

—Vega, Jessica y Susan se asegurarán de que no te descubran —prometió Harry, sacando la capa invisible y pasándosela sobre los hombros—. Vamos, cúbrete.

Brigid obedeció, preguntándose qué tendría Harry preparado. Con los años, había aprendido que preguntarle no serviría de nada si él no quería decírselo, de modo que solo podía seguirle y esperar hasta que lo descubriera por sí misma.

Harry sacó el Mapa del Merodeador y los nombres de Lunático, Colagusano, Canuto, Cornamenta y Arión brillaron bajo la luz de la varita.

Brigid comprendió las intenciones de Harry cuando la llevó hasta la estatua de la bruja tuerta.

—¿Vamos a Hogsmeade? —preguntó, extrañada.

—Ya verás —canturreó Harry, que había sacado su varita y la colocaba sobre la joroba de la bruja—. Dissendium.

El pasadizo se abrió y el tobogán apareció ante los ojos de Harry y Brigid. El chico se hizo a un lado, haciendo un gesto elegante con la mano.

—Las damas primero. —Sonreía pícaramente y sus ojos brillaban de emoción. Brigid se sentía cada vez más intrigada—. Vigilaré que no venga nadie.

De modo que Brigid fue la primera en bajar por el tobogán, dejando arriba a Harry con la capa. Le avisó con un grito de que ya podía bajar y aguardó pacientemente hasta que el azabache llegó junto a ella.

—Una lástima que esta vez no haya caído sobre ti —dijo, burlón.

—Eres un tonto —rio Brigid.

Ambos caminaron en silencio por el túnel, con la única luz de sus dos varitas. Harry dedicó la mayor parte del trayecto a observar a Brigid por el rabillo del ojo. Últimamente, se dedicaba mucho a observarla.

Había seguido sus cambios desde que llegó a Grimmauld Place. En aquel momento, ya estaba más delgada que a finales de cuarto, pero había notado que había perdido incluso más peso en las siguientes semanas.

Harry no había sabido cómo tratar con aquel tema. Él no deseaba obligarla a comer, pero sabía que no podía dejar que se matara de hambre. Sin embargo, Susan había seguido el ejemplo de Jessica con Vega y se ocupaba de vigilar que Brigid comiera, aunque sin que ella se diera cuenta de aquello.

Harry había visto los frutos de aquello cuando el rostro de Brigid dejó de ser tan huesudo y recuperó algo de su anterior redondez. Sus ojos, antes habitualmente enrojecidos, volvían a ser como antes, o similares. A excepción del color del iris, claro.

Antes, habían sido de color azul brillante y puro, aunque algo apagados. Ahora, tenían algo oscuro en ellos, debido a lo sucedido en el cementerio. Pero también se veían mucho más vivos, a pesar del cansancio que se percibía en ellos.

Harry lo comprendía bien. Él mismo había sufrido cambios en los últimos seis meses. Había tenido pesadillas, había perdido el apetito completamente en ocasiones y había empezado a perder la paciencia con más facilidad, a enfadarse más rápidamente y a desear que todos se alejaran de él y lo dejaran solo. Las noches de tormenta eran peores, porque le había dicho a Brigid que no necesitaba que ella estuviera ahí, que se las apañaba bien.

Todo fruto de su testarudez. Se arrepentía de ello constantemente, pero no quería decirle que la necesitaba. No cuando ella también tenía demasiados problemas como para permanecer en vela siempre que hubiera tormenta.

Se sentía solo incluso cuando estaba con otras personas, de modo que se las arreglaba para alejarlas y que le dejaran únicamente con su soledad. La mayor parte del tiempo, Harry no deseaba tener a nadie cerca.

Menos a Brigid.

—Estás muy callado —dijo ella, girando la cabeza hacia él. Sonreía levemente, aunque aquella sonrisa no le llegaba a los ojos, que continuaban serios—. ¿No eras tú el que solía cargar el peso de nuestra conversación?

Harry sonrió al escuchar aquello.

—Generalmente, sí, pero estaba ocupado admirando la belleza de mi hermosa acompañante.

Brigid rio tras un momento de sorpresa, pero a Harry no se le pasó por alto el tenue rubor que apareció en sus mejillas.

A Harry siempre le había encantado el tono sonrojado que aparecía en su rostro cada vez que algo la avergonzaba. Antes, no había sido tan difícil hacerlo aparecer, pero desde que comenzó el curso, hacerla sonreír, sonrojar o reír se había convertido en su principal objetivo.

Quería ver algo de la antigua Brigid de vuelta.

—Te queda bien el sonrojo —opinó él, sonriendo con diversión.

—¿Hay algún motivo por el que hoy hayas decidido decirme eso? —preguntó Brigid, echándose el pelo hacia atrás, como siempre que estaba nerviosa.

—Ninguno en especial —respondió él, guiñándole el ojo—. Ya hemos llegado.

Salieron al sótano de Honeydukes y subieron a la parte superior cubiertos por la capa. No había tantos clientes como en un día de visita de los alumnos, pero tampoco estaba vacía.

—Eh, ¿esa no es Tonks? —dijo Brigid, curiosa.

Harry vislumbró a lo lejos el pelo lila de la bruja.

—Eso creo. Mejor, vayamos por otro lado.

—Pero si no puede vernos —recordó Brigid.

—Podría tropezar y caer sobre nosotros —bromeó Harry, arrastrándola por el brazo hacia una calle lateral. Brigid rio y murmuró algo parecido a Qué malo eres—. De todos modos, por aquí llegaremos antes.

Brigid siguió a Harry hasta una pequeña puerta en un callejón. Al contrario que en Hogwarts, allí no llovía. Ella lo miró, curiosa.

—Llama —animó él.

—¿Que llame? —se sorprendió ella—. ¿Y si molesto a alguien? ¿Quién vive aquí?

—Está informada de que venimos.

Harry sonrió al notar su debate interno. Abrazó con fuerza su libro, probablemente para dejar ir algo de su energía, y luego golpeó con el puño la puerta tres veces.

Harry no apartó su mirada del rostro de Brigid, viendo cómo su expresión cambió de una de duda, extrañeza y sospecha a una de pura emoción.

Había muchas cosas que Harry pensaba que eran mil veces mejores que pasar la tarde charlando con una historiadora de la magia, pero él no había olvidado cuando Brigid en tercero le había contado que desearía conocer a Bathilda Bagshot.

Gracias a los contactos de tío Jason, Harry estaba orgulloso de decir que había logrado escribir a la célebre bruja y convencerla de permitirles hacer una visita a ambos.

Aunque debía de admitir que no había sido complicado. La mujer había sido una gran amiga de sus padres, como ella misma le había dicho mediante cartas, y tras decirle que siempre había deseado poder verlo en alguna ocasión tras la muerte de éstos —Harry a veces olvidaba que sus padres seguían muertos para el resto del mundo—, Bathilda se había mostrado encantada de recibirlos y charlar con Brigid, a la que Harry describió como una buena amiga y gran admiradora.

Aunque, si Harry hubiera sido completamente sincero, hubiera puesto algo más que una buena amiga.

Aún no tenía claro en qué punto estaban Brigid y él. Tampoco quería presionarla en aquello. Adoraba besarla y sentir su mano sujetando la suya, abrazarle hasta quedarse dormidos y pasar tiempo juntos. Tan solo desearía que todo aquello no tuviera que ser tan secreto.

A Harry no le importaría besarle en medio del Gran Comedor o ir de su mano por el pasillo, en lugar de estar escondiéndose. Pero estaba dispuesto a esperar lo necesario para que ella estuviera preparada para eso.

Lo cierto es que Harry no se aburrió tanto con Bathilda como hubiera esperado. Sí, Brigid fue la que más habló —incluso cuando al inicio estaba totalmente intimidada—, pero él no fue apartado de la conversación en ningún momento.

Bathilda incluso le mostró a Harry alguna que otra foto que tenía junto a sus padres. Y les dio de merendar chocolate caliente y unas galletas que recordaba a Harry a las que la profesora McGonagall le daba cuando Umbridge le enviaba a su despacho.

Cuando la despidieron, Harry no podía dejar de sonreír al ver la expresión de Brigid: aún parecía ser incapaz de creérselo.

—No me puedo creer que hayas hecho esto —le repitió por enésima vez, mientras subían por las calles de Hogsmeade.

—Tío Jason fue quien contactó con ella, pero...

Brigid le interrumpió con un beso y Harry instantáneamente olvidó que estaba diciendo algo. Estar ocultos bajo la capa invisible solo volvía aquello más divertido.

—Eres increíble —le soltó ella. Sus ojos brillaban.

—Muchos me lo han dicho —respondió Harry, fingiendo arrogancia. Luego, añadió—: Pero solo me importa que tú lo pienses.

Ella rio, al tiempo que sus mejillas se sonrojaban. Harry besó su mejilla, que solo provocó más risas y un mayor sonrojo.

—Me siento ridícula —respondió ella, apartándole un poco, con una gran sonrisa en el rostro.

—Qué cosas, me gustas cuando eres ridícula —dijo él, sin dejar escapar ni una oportunidad—. Y cuando no, también.

—¡Para ya! —rio Brigid, cubriéndose la boca con la mano—. Déjame respirar, al menos, ¿no?

—No —se burló Harry.

Brigid bufó y negó con la cabeza.

—Retiro lo de increíble, eres horrible —declaró.

—Intenta convencerte de ello.

Sin embargo, no pudo evitar dejar decaer un poco la sonrisa al pasar frente a una tienda de artículos de quidditch. Brigid, notándolo, tomó su mano y le arrastró lejos.

Desde que Harry y George Weasley —Fred lo había intentado, sin éxito— habían atacado a Draco Malfoy después del partido de Slytherin contra Hufflepuff, se les había prohibido jugar al quidditch en el colegio de por vida.

Había sido un duro golpe para los tres. De lo que Harry más se arrepentía era de no haber golpeado con más fuerza a Malfoy.

—Es imbécil —le había dicho a Brigid, cuando ella fue a buscarle al despacho de McGonagall—. Se lo había ganado. Primero, con esa estúpida canción sobre Ron. Luego, intentando hacer de buscador por mí. Que se joda, el puesto es mío. Casi tirando a Prim de la escoba y, para rematar, empieza a meterse con mi madre, Vega, Nova y los Bones... Ojalá hacerle tragarse su estúpida Nimbus.

Había sido difícil tranquilizarle. La rabia e impotencia que Harry llevaba acumulando todo el curso había estallado. Pero Brigid lo había intentado y, de un modo u otro, lo había conseguido.

Harry dudaba que cualquier otra persona hubiera podido calmarle tan bien como ella.

Hacía ya una semana de aquello. Habían tenido que encontrar un nuevo buscador para Slytherin y dos golpeadores para Gryffindor. Michael Nott, capitán de Slytherin, había estado tan indignado con Umbridge que le había respondido en clase y se había ganado un castigo.

—Ahora entiendo por qué te costaba tanto jugar después de los castigos con ella —le había dicho a Harry, después de que él viera las cicatrices en su mano—. Qué mujer tan horrible.

A Harry aún le dolía ver cosas relacionadas con el quidditch, sobretodo desde que Malfoy había pasado a ser buscador de Slytherin. Solo una buena noticia había salido de aquello, pero no compensaba totalmente a Harry. Por ello, agradeció cuando Brigid le apartó de la tienda.

Metió su mano izquierda —la que no mantenía unida con la de Brigid— en su bolsillo, asegurándose de que lo que guardaba allí no se le había caído.

Le tranquilizó notar el frío tacto del metal contra su piel. Brigid le miró, extrañada, al notar su sonrisa.

—¿Pasa algo? —quiso saber.

Harry negó.

—Solo me alegra estar aquí, contigo.

Y la sonrisa que apareció en el rostro de Brigid le hizo olvidar el quidditch, a Malfoy, a Umbridge y todo lo demás.

—¿Ese no es tu tío? —preguntó de pronto Brigid, mirando hacia adelante.

Harry apartó sus ojos de ella y sonrió al reconocer la silueta de Jason Bones entre la multitud.

—Ven, vamos a saludar —propuso.

Brigid aceptó. Harry tiró de ella hacia Jason, que estaba a punto de entrar en Las Tres Escobas. Tan solo se llevó un pequeño sobresalto al verles quitarse la capa invisible y aparecer de la nada: luego, sonrió.

—Ya comenzaba a preguntarme si vendrías a saludar o estarías muy ocupado —comentó, dirigiéndole una mirada a Brigid—. Hola, Brigid. ¿Qué tal la sorpresa?

—¡Ha sido increíble! —exclamó ella, con una amplia sonrisa en el rostro—. Muchas gracias, señor Bones.

—Bueno, fue Harry el que vino lloriqueándome para que le ayudara —bromeó el hombre—. Bathilda siempre ha sido una vieja amiga de mi familia. Estuvo encantada. ¿Queréis tomar algo o estáis ocupados?

Los dos adolescentes se miraron, dudando. Harry quería quedarse un rato con su tío, pero no estaba seguro de lo que Brigid pensaba de ello.

—A mí me encantaría —dijo ella, notando su mirada.

De modo que los tres se sentaron juntos en una mesa y Jason pidió dos cervezas de mantequilla y un whisky de fuego. Les observó, divertido.

—Contadme —dijo, tras dar un sorbo—, ¿cómo va ese grupo de defensa ilegal?

—Harry es un gran profesor —respondió Brigid—. Todos estamos aprendiendo, incluso los que menos seguros estaban de ser capaces de hacerlo. Podría robarle el puesto a Umbridge.

—La verdad es que va muy bien —admitió Harry, sintiéndose algo tímido. Se sentía orgulloso de lo que estaban consiguiendo en el ED, pero le era raro expresarlo en voz alta. En especial, para Jason.

Su tío había sobrevivido a una guerra luchando del lado de la Orden y para ello hacía falta más que simplemente saber desarmar o aturdir. Incluso cuando Jason se había dedicado únicamente a su trabajo en el Ministerio después de la derrota de Voldemort, aún era famoso por su destreza como duelista.

—Aún solo hemos practicado los hechizos más básicos, pero...

—Te sorprendería lo útiles que pueden llegar a ser —comentó tío Jason, sonriendo—. Tus padres y Sirius te mandan saludos, por cierto. No te imaginas las ganas que esos tres tienen de Navidad. Apuesto a que más que vosotros.

Había cierta amargura en su voz. Harry sabía que el hermano de Jason y su familia habían tenido que ocultarse durante la guerra. También Aura Potter, su tía, junto a sus dos hijas. Y que ninguno había sobrevivido a ello, a excepción de Jessica, Vega y Nova. No debía hacerle gracia estar regresando a ello.

—Si no tuviera tanto trabajo o misiones, trataría de pasarme más —suspiró—. Remus, Mary y yo tratamos de repartirnos para ir al menos una vez por semana cada uno, pero es complicado.

—Yo también estoy deseando que lleguen las vacaciones —admitió Harry—. Hogwarts ha dejado de sentirse como un hogar. Casi parece una prisión.

—Y solo se vuelve peor día a día —asintió Brigid.

—¿Cómo están las chicas? —quiso saber Jason, frunciendo el ceño al escuchar aquello—. ¿Vega?

—Aún creo que me evita la mayor parte del tiempo, pero va mejorando poco a poco —respondió Harry.

—Creo que el ED le ha dado algo para centrarse en ello y le está ayudando de verdad —añadió Brigid, sin atreverse a levantar la mirada de su cerveza de mantequilla. Harry comprendió que era porque a que ella misma sentía aquello con respecto al ED—. Es bueno tener algo que te haga olvidar lo demás y te haga sentir que estás aprovechando el tiempo. Que estás haciendo algo útil.

Jason asintió.

—Es bueno escuchar eso. ¿Y Sue, Jess y Nova?

—Sue sigue siendo la Sue que conocemos —sonrió Harry—. Tan genial como siempre. Está bien. Jess ha estado bastante pendiente de Vega y creo que eso también le ha ayudado mucho. Fuera de eso, tendrías que haber visto lo que se enfadó cuando Umbridge nos prohibió jugar al quidditch. Pensaba que Jess no podía enfadarse.

Su tío rio, negando con la cabeza.

—Te sorprendería ver cómo las personas reaccionan ante ciertas situaciones.

—Eso sí, Nova está que no para ahora que es cazadora de Slytherin —rio Harry—. Es su sueño desde que se montó a una escoba. Casi golpeó a Malfoy cuando él comenzó a discutir con Michael porque le había metido en el equipo, pero creo que mi propia experiencia le hizo frenar a tiempo.

La decisión de Michael Nott de incluir a Nova en el equipo, tomando el puesto que Malfoy había dejado para ser buscador, no había agradado demasiado al equipo. En primer lugar, era la única que no era chico y, además, la persona más joven del equipo y la más pequeña físicamente. En segundo lugar, la fama de Nova entre los cursos superiores de su casa no era la mejor.

Y, sin embargo, ella se había ocupado de callar a cada uno de los que le habían recriminado a Nott el haberle dado el puesto a ella.

—No quiero ni imaginar cómo van a ponerse ella y Ginny cuando tengan que jugar una contra otra —comentó Harry—. Puede que se peguen o se besen. Ya lo descubriremos.

—No creo... —Brigid se interrumpió bruscamente. Harry se giró a mirarla, extrañado. Se había quedado mirando con fijeza un punto en la pared, con una expresión que Harry no supo descifrar—. Yo... Voy un momento al baño.

—¿Estás bien? —quiso saber Harry.

Brigid asintió rápidamente, al tiempo que se ponía en pie y se alejaba en dirección al baño.

—No será nada —comentó Jason, observando la expresión de Harry—. La de veces que alguna de las chicas ha tenido que irse así...

—Ya —murmuró Harry, no muy convencido. Decidió aguardar a que Brigid regresara y no preocuparse por ello—. ¿Cómo están Maisie y Ellie, por cierto? ¿Y Reginald?

Brigid tardó unos cinco minutos en regresar y, cuando lo hizo, mantenía la cabeza gacha y su amplia sonrisa anterior había desaparecido. Harry apuró su bebida al notar que ella trataba de terminársela lo más pronto posible.

—¿Nos vamos ya? —propuso Harry al acabarla, sabiendo que Brigid no se atrevería a decirlo en ningún momento.

Ella asintió, poniéndose en pie. Parecía estar deseando escuchar aquello.

—No sé si tengo suelto, pero...

—Déjalo, invito yo —se apresuró a decir Jason—. Marchaos antes de que el viejo Filch se enfade.

—Muchas gracias, señor Bones.

—Recuerdo haberte dicho ya alguna vez que me llames Jason —respondió éste, con una sonrisa divertida en el rostro—. No es nada, Brigid. Ha sido bueno verte.

Brigid y él se estrecharon la mano. A continuación, Harry abrazó a su tío, que prometió que estaría en King's Cross cuando volvieran por Navidad, y luego los dos adolescentes abandonaron Las Tres Escobas.

Harry se dedicaba a observar a Brigid por el rabillo del ojo. Una vez fuera del pub, parecía algo más tranquila, pero parecía haber perdido la alegría anterior. Harry dudó, antes de tomar su mano.

Brigid miró hacia él tras aquello. Una sonrisa vacilante apareció en sus labios.

—¿Pasa algo? —quiso saber Harry.

—Mucho ruido y mucha gente —se limitó a decir ella—. Necesitaba un respiro. Empezaba a encontrarme mal.

—¿Estás cansada? ¿Quieres volver ya?

Brigid asintió.

—Es que...

Harry detuvo a Brigid con brusquedad, súbitamente pálido. Ocultos bajo la capa invisible, que se habían echado por encima al salir de Las Tres Escobas, vieron a Maya Carrow pasar a su lado. Brigid hubiera chocado con ella de no haber sido por Harry.

Ambos se observaron, aterrados.

—Ella sabe que estoy aquí —susurró Brigid, no sin cierto esfuerzo.

Y Harry comprendió por qué se había ido tan rápidamente al baño en el pub.

—¿Te ha controlado?

Brigid parecía luchar por asentir.

—Quiere encontrarme —dijo, aferrando con fuerza la mano de Harry—. N-no sé por qué, pero le siento llamándome y no sé si puedo aguantar y...

Harry no necesitó más: sujetando la mano de Brigid, echó a correr, obligando a ella a seguirle. No se detuvo hasta que llegaron a Honeydukes, esquivando como podían a los transeúntes e incluso tirando a algunos al suelo.

A ninguno le importó. Brigid se quedó rígida en un momento y Harry recordó el horrible momento en el laberinto en que ella había atacado tanto a Cedric como a él.

Le había aterrado la idea de tener que herirla para defenderse.

Brigid se echó hacia atrás, soltándose de Harry y cerrando los ojos. Parecía estar haciendo un gran esfuerzo por no chillar. Harry temió que volviera a temer el control y las sombras aparecieran de nuevo.

—Me está llamando —susurró, aterrada—. Ella...

—Toma mi mano —respondió Harry, tendiéndosela de nuevo—. Te voy a sacar de aquí, Bree, solo aguanta.

Aún sin mirarle, Brigid volvió a sujetar su mano. Ninguno habló en todo el recorrido hasta Hogwarts. Al llegar bajo la estatua de la bruja tuerta, Brigid suspiró y se detuvo.

Harry la miró, nervioso.

—¿Bree?

—Todo bien —le tranquilizó ella.

—Siento haberte llevado a Hogsmeade —murmuró Harry.

Ella le miró y en sus ojos grises había un destello de sorpresa.

—¿Bromeas? —exclamó—. Harry, ha sido una tarde increíble.

Harry no esperaba aquella reacción.

—¿Lo dices en serio?

—¡Por supuesto que sí! —se indignó ella, sonriendo—. Mira, no ha terminado de la mejor manera... Pero ha sido un día genial. Gracias.

Él no pudo evitar sonreír también.

—¿Estás bien? —quiso asegurarse—. ¿Carrow aún...?

—Ya no le siento —dijo Brigid, en voz baja—. Conforme nos íbamos alejando, notaba cómo su influencia o lo que fuera desaparecía. Pero si no hubieras estado tirando de mí... Hubiera ido a buscarla. Lo tengo claro. Ni siquiera recuerdo...

Brigid se detuvo unos instantes, quedándose totalmente inexpresiva. Casi mecánicamente, le tendió a Harry un trozo de papel.

Harry dudó, pero viendo que Brigid no reaccionaba, tomó el papel y se lo quedó mirando en la mano, sin saber qué hacer.

—Léelo —escuchó decir a Brigid, aunque no sonaba como Brigid.

Voy a matar a Carrow, pensó Harry, mientras desdoblaba el papel, con manos temblorosas por la rabia.

Le he dicho a la chica que te dé esto al llegar a Hogwarts y no recuerde nada de lo sucedido después. Tengo una única advertencia para ti, Harry Potter, de parte de mi señor: asegúrate de que tus seres queridos están bien. Nunca se sabe...

Sería una pena que a los padres que acabas de recuperar les sucediera algo, ¿no? O a tus queridas primas. Sería tan fácil manipular a Vega... O a Brigid. No creas que hemos olvidado qué puede hacer ella.

Ten cuidado, Harry Potter.

Harry cerró la mano en un puño, estrujando el papel. Brigid parpadeaba, desorientada. Harry la sujetó, temiendo que estuviera mareada o algo similar.

Sentía la ira recorriendo todo su cuerpo. En ese momento, hubiera sido capaz de ir en busca de Maya y... No sabría qué hubiera pasado después.

Había amenazado a Brigid. A sus padres. A Vega y Nova. Y Harry no podía hacer nada por ello. Era frustrante.

Ayudó a Brigid a salir del pasadizo y, en lugar de usar la capa invisible, dejó caer una ilusión sobre ellos para no ser vistos. Brigid realmente tenía mal aspecto.

—Lo siento —susurró ella.

Harry la miró, confundido.

—¿Por qué?

—Por estropearlo todo.

—Podría decir lo mismo —masculló Harry.

Brigid apretó los labios y apoyó la cabeza en su hombro. Harry se detuvo al instante.

—Somos un desastre, ¿no? —murmuró Brigid, echando a andar de nuevo.

—Tú me haces un desastre —admitió Harry, haciéndola sonreír levemente—. Un completo desastre.

—Sí, tú a mí también.

Harry besó su mejilla. Ella levantó la cabeza un poco, miró hacia adelante y esbozó una mueca.

—¿Qué? —preguntó Harry.

Miró hacia allí y se llevó una buena sorpresa: Vega mantenía a Callum Carrow inmovilizado contra la pared, con la varita apuntando directamente a su rostro y una mirada amenazante que Harry no había visto en su vida.

Linette Carrow estaba tras ella, con cara de confusión. Justo como debía estar el rostro de Harry. Pero ellos tres no estaban solos.

Brillaba del mismo modo en que Felicity lo hacía de noche, pero con una luz mucho más tenue. Bajo la luz de la luna, se distinguía algo de color en ella: pelo oscuro, piel del color de la perla, ojos de un color extraño.

Brigid le soltó la mano bruscamente y la visión desapareció ante los ojos de Harry, pero él ya lo había visto todo.

—¿Quién es ella? —le preguntó a Brigid, en voz baja.

—No lo sé —admitió la chica, con rostro tenso—. Nunca antes le había visto. Ella...

Brigid calló con brusquedad y levantó la mirada. Harry no tardó en comprender que la mujer fantasma estaba hablando con ella.

—¿Bree? —llamó, preocupado.

Ella se giró hacia él, pensando muy bien en qué palabras decir.

—Es Anthea Black, guardiana de Vega. —Hizo una pausa, escuchando algo que Harry no podía oír—. Dice que sabes quién es.

Harry ahogó un grito de sorpresa. Brigid le tomó la mano de nuevo y la silueta de Anthea apareció ante sus ojos. Ella le miraba con seriedad.

—¿Tú? —fue lo único que Harry pudo decir.

Anthea asintió.

—Tomad mi consejo y marchaos —dijo, echando un vistazo hacia la escena que sucedía a su espalda. Vega retrocedía, dejando ir a Callum, y echaba a andar por el pasillo, alejándose a toda prisa de los Carrow y también de Harry y Brigid.

—¿Qué pasa? —susurró Harry—. ¿Y qué pasa con Vega?

Tenía aquella expresión en el rostro que le hacía parecer capaz de asesinar a cualquiera que se metiera con su familia.

—Muchas cosas y no hay ni una que pueda contarte. Es mi deber como su guardiana velar por ella. —Volvió la mirada hacia Vega, que cada vez se alejaba más—. Espera a que acuda a ti, Harry. Lo hará eventualmente. Te necesita. Pero aún no está lista. Fuérzala y todo será peor.

Tras aquellas palabras, se fue. Harry notó la mirada dubitativa de Brigid. Él estaba haciendo un gran esfuerzo por mantener la calma. Vega era un tema delicado. Siempre lo había sido y lo era más desde hacía unos meses. Harry quisiera poder hacer mucho más por su prima.

Pero, por desgracia, Anthea tenía razón. Era Vega quien tenía que acudir a él. Harry conocía a su prima mejor que a sí mismo y sabía que no podía haber otra manera.

—Harry... —empezó Brigid, apretando su mano con suavidad.

Entonces, súbitamente, la abrazó con fuerza. Porque era algo que necesitaba. Ella soltó un leve suspiro y apoyó la cabeza en su hombro. Harry cerró los ojos e inspiró el dulce aroma del perfume de la chica.

Estrechar a Brigid entre sus brazos era la mejor sensación que había experimentado nunca. Le hacía sentir que, tal vez, todo podría estar bien. Solo por el simple hecho de estar los dos juntos.

Quería creer en ello con todas sus fuerzas.




















últimamente los caps han sido con mucho de los libros y ya empezaba a frustrarme eso alanxkns, necesitaba un cap entero solo de bree y harry y con nada de joanne so aquí está

mucho soft hasta el final porque lom sin drama no es lom jé, anyways muchas gracias por el amor que les están dando a mis niños, juro que no saben lo feliz que me hace eso <3

pd: si quieren saber un poco más de thea, que irá saliendo en los siguientes caps, aparece en by y pronto saldrá también en easier, donde tendrá incluso más importancia :)

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