CAPÍTULO 25: DORETTA MORI

Màu nền
Font chữ
Font size
Chiều cao dòng

Su cabello olía a canela fresca al igual que su garganta, así que me hundí completamente para disfrutarlo. Sé que no habíamos tenido contacto en más de una década, pero estar entre sus brazos me dio una sensación de seguridad inaudita. La viveza de su tórax me arrullaba. Quería quedarme unida a ella para siempre mientras le contaba mi historia que, a pesar de que no había nadie a mi lado, a mí me parecía el perfecto final feliz.

—No sé qué decir —inició mi amiga. Me aparté para mirarla, su rostro se contenía para no explotar de emoción—, ¡esto ha sido completamente inesperado! —concordaba con ella, jamás me imaginé que algo así sucedería— ¿Qué haces aquí?, ¿cómo has estado? —comenzó a cuestionar.

Me encontraba estupefacta, aún no podía creer que nuestros ojos de veinticinco años se estuvieran viendo frente a frente. Mi cuerpo temblaba; temía mucho no poder comunicarme, debía contarle tanto.

—Temporalmente estoy viviendo con mi abuelo —contesté sin saber qué más añadir al respecto—, ¿y tú? Pensé que para ahora ya te habrías aburrido de este lugar —comenté, bromeando.

Ella sonrió, supongo que recordaba lo mucho que se quejó de esta ciudad cuando éramos niñas, siempre añorando su natal Pavia; yo sí que me acordaba.

—Bueno, al final no resultó tan malo —respondió con timidez, mirando al rubio que se hallaba más allá.

¿Cómo era posible que ella y Luka hubieran durado tanto tiempo? Si yo creía que mi situación con Peter era exagerada, no comprendía para nada a esta pareja que se quiso desde los catorce años.

—Ven, te presentaré a todos —me indicó, jalándome del abrigo para acercarnos al grupo que nos observaba desde la banca.

Tuve que sostener el aire cuando nos acercamos a gente nueva. A veces leía a las personas muy rápido y en pocas ocasiones me agradaba lo que veía en ellas, no deseaba sentirme incómoda.

—Emily, Emily —dijo Brina con una sonrisa—; no te reconocimos hasta que Doretta gritó tu nombre —comentó—. ¿Tú nos recuerdas?

Mis mejillas se apagaron con el cálido recibimiento de la rubia.

—Por supuesto, Brina —la señalé— y Luka —finalicé, dirigiendo mi dedo a su mellizo.

Mi amiga se paró junto a su novio, pasando su brazo por su espalda para posar su cabeza sobre su hombro de forma dulce. Luka correspondió el gesto, pero usando una fuerza desmesurada que pudo lastimar el codo de mi amiga. Una alarma se prendió en mi cabeza, haciendo que ignorara los nombres de los otros muchachos que me decía Brina. La forma en que Luka agarró a Doretta, como si no quisiera soltarla, como si fuera sólo de ella, como si deseara que siempre estuviera fusionada a él, me dio muy mala espina.


De regreso a casa me hallaba caminando entre las nubes porque mi amiga y yo habíamos acordado vernos en un par de días. Anhelaba platicarle todo lo que había sucedido para que me diera su opinión llena de entusiasmo; además, si me contaba de su relación con Luka, podría deshacerme del desasosiego. Tal vez había visto mal, quizá había malinterpretado todo. Rogué que en serio me hubiera equivocado.

Cuando entré a la casa, y dejé las llaves y mi bolsa a un lado, comencé a bailar sin música entre la oscuridad de la tarde. La aparición de Doretta me había elevado hasta el cielo, parece que todo por fin se había empezado a acomodar desde que me había largado de Londres. Estuve danzando con fineza durante cinco minutos más cuando me di cuenta de que no podía llamar a Edwin para contarle sobre este suceso excéntrico, que me desbocaba el corazón.


Me encontraba guardando las cosas esenciales en mi bolso para salir. Después de un par de días encerrada hasta la tarde en mi despacho, leyendo novelas y escribiendo mi nueva historia, y jugando damas chinas o viendo películas con William en la noche, era hora de reunirme con mi amiga de la infancia en un pequeño restaurante cerca del centro de la ciudad. Habíamos quedado en comer mientras nos poníamos al día, aunque probablemente necesitaríamos como cinco almuerzos para platicar sobre once años de nuestras vidas.

—Abuelo, saldré a merendar con Doretta —mencioné en voz alta para que me escuchara desde el piso de arriba.

No tardó en aparecer en las escaleras, muy presentable y perfumado. Alcé las cejas.

—Está bien, yo también tengo planes —mencionó, terminando de bajar el último escalón.

—¿Irás a ver a Margarita? —le pregunté.

Sólo bastó una semana para que William me confesara que desde hace unos tres meses había comenzado a salir con una mujer llamada Margarita, que había conocido en sus clases de pintura matutinas. Sin embargo, su relación todavía era un secreto para ambas familias; temían la opinión de sus hijos, por lo que mi abuelo me pidió que no le contara a nadie.

—Sí —contestó, abrochándose el suéter.

Suspiré, sonriendo. Admiraba su capacidad para relacionarse con otra persona de forma amorosa. Esa parte de mí había desaparecido... y ahora mismo sentía que jamás regresaría. Las relaciones eran muy complicadas.

Salí antes que mi abuelo para encaminarme hacia el pequeño local. Estaba muy nerviosa, un nudo me apretaba la garganta. Además, me dolía la cabeza, ayer no había podido conciliar el sueño hasta altas horas de la noche por la excitación. El encontrarme con Doretta había borrado al pasado, ahora sólo importaba mi presente, la recuperación de mi alma y el renacimiento de nuestra amistad.

Llegué antes que ella al lugar, por lo que me senté a una mesa de la esquina y ordené una limonada para esperarla. Mientras aguardaba, hice una nota mental de que tenía que prepararme para el lunes, ya que, en el último empleo al que había aspirado, me aceptaron; comenzaría el lunes a servirle bebidas a adolescentes.

Después de unos minutos, mi amiga de la infancia ingresó al local. Incluso de lejos pude notar su cara roja y sus ojos irritados, era evidente que había estado llorando. De inmediato pensé en Luka y sus manos violentas sobre la piel de Doretta, el pecho se me endureció. Sin embargo, antes de que llegara hasta mí cuando me localizó, me convencí de que existían más de una decena de razones para chillar...; tal vez el responsable no era su novio.

—¡Hola, Emily! —me saludó con una gran sonrisa, dejando a un lado su dolor. Yo me levanté para fundirnos en un abrazo. Habían pasado más de diez años, pero su cuerpo menudo todavía me acogía—. Lamento la tardanza, tuve algunos problemas al salir —admitió cuando nos separamos.

¿Por problemas se refiere a Luka?, pensé al instante, pero no pregunté.

Nos sentamos frente a frente y sonreímos con mucha sinceridad. De inmediato la mesera vino a atendernos, así que después de ordenar fue que la charla inició.

—¿Cómo has estado?, ¿por qué regresaste a Bérgamo? — cuestionó con su amabilidad habitual.

En ese instante supe que no deseaba ocultarle nada. Doretta no era Edwin, con ella jamás había existido la vergüenza o la culpa; sólo había comprensión y dulzura cuando miraba sus ojos marrones.

—Pues estoy mejor que hace unos meses, definitivamente —empecé—. Vine aquí para recuperarme, los últimos años han sido muy difíciles. Mi salud mental empeoró mucho, así que tuve que ponerle un alto a todo y largarme para sanar.

—Oh, sí... —frunció los labios— Hace unos meses leí tu libro...

—¿La noticia llegó hasta aquí? —interrogué con sequedad.

Ahora que lo pensaba bien, jamás volvería a publicar un libro en la editorial de Cordelia. Utilizar mi trastorno para vender me había perjudicado más de lo que me benefició.

—No, no —contestó—; es que, después de terminar la novela, te busqué en internet para saber si habías publicado más historias. Ahí me topé con la noticia de la esquizofrenia y el psiquiátrico —su expresión se tornó nostálgica. Tomó mi mano sobre la mesa y la apretó—. Lo lamento mucho, Emily.

—Está bien, ya me encuentro mejor —comenté, alzando los hombros—. De hecho, ahora me siento más viva y libre de lo que he estado en toda mi vida. Soy casi como una heroína, capaz de cumplir mis propios deseos —confesé, llenándome de orgullo.

Doretta me soltó y retiró su mano con lentitud.

—¡Eso es magnífico! Qué fuerte eres... —concluyó amenamente, mirándome con devoción.

—¿Qué hay de ti? —pregunté—, ¿no te has aburrido de esta ciudad?

Doretta lanzó unas risitas encantadoras, me dieron ganas de carcajearme también.

—No... Mi relación con Luka es una montaña rusa, muy adictiva, eso es lo que me mantiene aquí —confesó alegremente—; él es el amor de mi vida —sonrió, sus ojos brillaban.

Tal vez me había equivocado, quizá su novio no era la causa de sus dolores.

—¿Y tú? —quiso saber— Aún recuerdo cuando me contaste de ese chico que te gustaba mucho... —mis mejillas se calentaron—, ¿cómo se llamaba?

—Peter —musité.

—¡Ah, sí!

Luego comenzó a reírse con inocencia.

—Terminamos hace más de dos años —añadí, intentando acortar la conversación.

De inmediato su expresión se puso seria.

—¿Qué...? —abrió mucho los ojos— ¡Dios mío!, ¡duraron mucho tiempo! —exclamó al hacer las cuentas.

—Bueno..., técnicamente no fue tanto —corregí—. Empezamos la relación a los catorce, pero terminamos cuando teníamos quince porque me mudé a Estados Unidos —mi amiga abrió mucho los ojos—; después regresamos a los diecisiete, ya que yo había retornado a Londres; luego nos separamos otra vez porque él dijo que ya no me quería, aunque en realidad era su forma de protegerme de un tipo asqueroso; después volvimos a ser novios a los dieciocho; y, finalmente, rompimos a los veintidós por mi enfermedad —expliqué.

Resumir toda nuestra historia me pareció divertido. ¿Cómo era posible que hubiera soportado nuestras aventuras? Estaba segura de que, si todo se repitiera, no podría llegar ni al primer beso debido a todo el drama desgastante que hubo de por medio.

—Guau... —fue lo único que Doretta pudo decir en medio de la estupefacción.

—Sí, una historia larga y complicada —finalicé, lanzando un suspiro.

—¿Pero él terminó contigo por la esquizofrenia? —inquirió, en su rostro noté que estaba a punto de insultarlo.

—No, no —la corregí rápidamente—; yo corté la relación —aclaré—, por mi bien.

La sonrisa regresó a sus labios.

—¿Y no ha habido alguien más después de él?

Pensar en la otra persona —después de mi primer amor— me hizo fruncir la nariz. Hace unas semanas había concluido que la traición de Edwin me dolía más que haber perdido a Peter, probablemente porque había idealizado que él siempre se quedaría a pesar de los años, por imaginarme que nuestras vidas estaban entretejidas con el mismo hilo... No obstante, mi supuesto mejor amigo demostró lo contrario cuando el momento se volvió crítico. Sé que ya se había disculpado cientos de veces, pero aún no podía dejar el enojo a un lado.

—Sí..., ¿recuerdas a Edwin?, yo me acuerdo que te platiqué de los nuevos amigos que había hecho en la escuela.

Doretta se esforzó en hacer memoria, pero su ceño fruncido no se relajó.

—Recuerdo a Dylan porque era divertido, Evelyn me caía bien por su rebeldía... También había otra chica... —apretó su cabeza, intentando regresar al pasado—, ay, me dijiste que ella era incluso más perfeccionista que tú, pero no recuerdo su nombre...

Cuando mi amiga se mordió el labio, decidí que era tiempo de intervenir.

—Jade —la ayudé.

—¡Sí, Jade! —exclamó—, pero no me acuerdo de ese tal Edwin.

Me pareció increíble que no lo recordara. Siempre lo había mencionado como mi alma gemela, mi hermano perdido. Sin embargo, poco importó; después ella ya lo conocería... y muy bien.

—Bueno, empezamos a ser pareja el año pasado y terminamos en julio de este año —comuniqué, haciendo una sonrisa torcida.

Doretta emitió una expresión abrupta tan graciosa, que no pude evitar carcajearme.

—¿Fuiste novia de otro amigo de tu exnovio? —preguntó sumamente interesada.

—Bueno..., en realidad era más mi amigo que el de él. Tal vez convivían por estar en el mismo grupo, pero, ahora que lo pienso, probablemente no son muy unidos... Hace unos meses me enteré de que siempre habían existido celos entre ellos por mí.

Doretta soltó una carcajada.

—Ay, a los adolescentes les encanta el drama —comentó, yo estuve a punto de reírme—. A mí me pasó algo parecido en mi último año en la escuela. Digamos que Luka y yo hemos terminado más veces de las que puedo contar —sonreí con simplicidad porque la comprendía perfectamente—, y en una de esas ocasiones salí un tiempo con su amigo —su expresión cambió radicalmente—. ¡Jamás lo volveré a hacer! —declaró con mucho estupor— Al final yo terminé como la mala, pasaron meses para que la gente no se quedara callada cada vez que yo aparecía en alguna reunión. Después, cuando Luka y yo regresamos, todo se volvió a acomodar —finalizó con una sonrisa gigantesca e inocente.

El relato me descompuso el rostro. Había tantas cosas que estaban mal en esa narración, que no supe cómo iniciar. Sin embargo, si yo había logrado perdonar mi situación, quizás Doretta lo habría hecho también...

—En fin —decidí cambiar el tema—, ¿a qué te dedicas? —pregunté, recuperando mi sonrisa amigable y acercándome más a la mesa— Bueno, sé que te has vuelto una experta en bailar con patines —ella se rio—, ¿pero haces otra cosa?

—Fotografía —musitó, articulando cada letra—. No digo que sea rica por sacar fotos, pero no nos va mal a Luka y a mí.

—¿Viven juntos? —enarqué una ceja.

—Sí —respondió emocionada—, él toca en una banda y yo saco fotografías.

—¿Una banda? —seguí cuestionando.

—¡Sí!, el año pasado sacaron su primer disco. Luka es el guitarrista y compone casi todas las canciones —mencionó muy orgullosa—. Tocan todos los viernes en Luna...

Mis ojos se abrieron más y el corazón me explotó, tuve que interrumpirla.

—¿Luna?, ¿la cafetería que está cerca de la escuela?

—¡Sí!

Tuve que obligarme a seguir inhalando.

—¡Ahí voy a comenzar a trabajar como mesera el lunes!

Doretta ahogó un grito de éxtasis, casi se levanta de la silla para bailar.

—¡Eso es fabuloso! —exclamó, todos los ojos se posaron en nosotras—, ¡así nos veremos más seguido! —finalizó, bajando su tono.

No me incomodé en lo absoluto, simplemente sonreí hasta que las mejillas me dolieron. Era genial respirar el mismo aire que Doretta Mori.

Pronto trajeron nuestra rica comida, así que nos dedicamos a saborearla mientras ella me contaba los proyectos de fotografía que había realizado hasta la fecha, y yo le platicaba sobre la editorial y mi libro. Se sentía tan bien saber que no sería juzgada por nada, cada exhalación era un alivio. Cuando me preguntó sobre mi nueva novela, tuve que mentirle; aún no estaba lista para revelarle a alguien de qué se trataría la saga.


A partir del lunes dediqué mis mañanas a leer manuscritos, hacer mis escaletas enormes en el pizarrón de mi oficina para organizar mis ideas, a grabar mi voz cada vez que tenía una nueva idea sobre la trama y a escribir sin descanso sobre Selena, la protagonista de mi novedosa historia. Había veces que casi olvidaba comer por estar tan inmersa en la historia. Escribir era una adicción que me permitía escapar de este planeta.

En las tardes asistía a mi trabajo en Luna. El primer día me sentí muy nerviosa cada vez que una persona ingresaba al local, pero poco a poco me fui tranquilizando. En vez apanicarme, creaba relatos en mi cabeza de cada joven que venía para ingerir una bebida. De hecho, fue por ese ambiente casi infantil que me asaltaron más ideas sobre la historia de la isla.

El viernes casi no pude respirar por la cantidad de gente que se reunía para ver la tocada de la banda de Luka. Doretta llegó con él y el resto de los integrantes una hora antes para acomodar el equipo. Mi amiga y yo estuvimos charlando —entre cliente y cliente— sobre cualquier tontería mientras iniciaba la presentación. Ahí fue cuando notó a Alonzo, mi compañero de trabajo.

—Ese chico nunca deja de mirarte —me susurró después de que le di un licuado a una joven, yo estuve a punto de carcajearme—, al parecer le gustas —finalizó.

Al separarse de mí me guiñó el ojo. No pude evitar reírme, mi amiga me secundó. Por supuesto que yo ya me había dado cuenta, pero había decidido ignorarlo. Era agradable, pero no me atraía en lo absoluto. Cuando Luka llegó al lado de su novia, tuvimos que sosegar el carcajeo. Su brazo rodeó el cuerpo de Doretta con suavidad, lo cual me calmó.

—Oye, Emily, después del concierto iremos a una fiesta; ¿te gustaría venir?

Mi rostro palideció. Una fiesta con desconocidos no sonaba nada bien para mi ansiedad. Sin embargo, una parte de mí quería probarse..., deseaba demostrarme que ya era diferente.

—Es en la casa del novio de Brina, digamos que sus padres tienen mucho dinero, así pudieron comprarle un sitio bastante grande y bonito —agregó Doretta, recargando la cabeza sobre el hombro de su novio.

—Sí, está bien —contesté dubitativa.

Los dos se satisfacieron con mi respuesta.

Poco después la presentación dio inicio. Al parecer la banda de Luka ya era muy popular en la cafetería porque el público gritaba con emoción. Los chicos tocaron covers, pero también canciones que no había escuchado en mi vida, supongo que pertenecían a su disco.

La que más bailaba desde la última fila, junto a mí, era Doretta. Cuando el vocalista le dio el micrófono a Luka y él le dedicó Still Loving You a mi amiga, tuve que morderme la lengua para no reírme con ironía. Doretta casi lloraba de amor, pero yo no dejaba de pensar cuántas veces le había cantado ese sencillo para contentarla después de otra ruptura.

Más tarde, cuando terminó mi turno y el concierto, fuimos a la fiesta; ahí lamentablemente se confirmaron mis sospechas. Me presentaron a casi toda la gente del lugar, pero fui incapaz de memorizar los nombres por la rapidez de mis guías.

Luego de beber algo de soda, bailé con Doretta. Sólo ella y yo, divirtiéndonos y riéndonos de nuestras estupideces. Sin embargo, después de algunas canciones, su rostro se fue apagando.

—Vuelvo en un segundo —me había dicho, abandonándome en la pista de baile.

Yo continué danzando sin prestarle atención a los demás, pero lo que pensé que sería por un par de minutos, se convirtió en casi una hora. Cuando noté los ojos de algunos hombres sobre mí, me largué para buscar a Doretta... No tardé en hallarla. Mi amiga lloraba desgarradoramente mientras discutía con Luka en el jardín delantero. Los movimientos de ambos eran muy agresivos y, si no fuera por la música, de seguro sus gritos cubrirían toda la casa. Ver a mi amiga casi cayéndose por el llanto me estrujó el corazón. No pude apartar la mirada, intentaba encontrarle lógica a todo esto.

—Así siempre ha sido —comentó una voz a mis espaldas, casi brinco del susto. Volteé a ver a la persona, se trataba de Brina—; aunque admito que, con los años, sus peleas han incrementado de forma exponencial. Ya te acostumbrarás a su disfuncionalidad —terminó, restándole importancia al asunto.

Luego giró para regresar hacia el tumulto. Yo miré la escena otra vez. ¿Cómo era posible que se hubieran acostumbrado a esto? Prácticamente los dos se estaban matando afuera, escupiéndose palabras que dejarían heridas muy profundas en su alma y, aun así, sus amigos lo normalizaban. Al final, Luka lanzó un manotazo al aire y le dio la espalda a Doretta para reingresar a la fiesta. Sé que debí aparentar, pero no pude alejarme de las zancadas de Luka llenas de ira. Cuando volvió a la casa, me vio con dureza; pero yo no me inhibí, sino que intenté penetrarlo con mis ojos para indagar en su propósito.

—Tu amiga está loca —habló con insolencia; después se marchó sin mirar a su novia, que se deshacía en llanto.

Doretta se había quedado sola, chillando mientras se agarraba el pecho para tratar de contener el dolor. Su novio la había dejado desvaneciéndose en la penumbra, ninguno de sus amigos estaba aquí a pesar de que la pelea violenta había sido evidente... No tenía idea de qué había ocurrido y cómo demonios había sido la relación de Luka y ella en los últimos once años, pero la garganta me apretaba por observarla a punto de desmoronarse en el pasto, así que no lo pensé dos veces y salí para ofrecerle mi apoyo.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen2U.Pro