Cazando (10)

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Ese día, Aomine no dejó de llamar al rubio, le envió mensajes hasta que se cansó, incluso se salto una clase y se dedicó a llamar al rubio.

Pero no había respuesta.

Aomine se sentía aún más molesto a medida que pasaban los minutos.

Apretaba los dientes de pensar en cómo el rubio le sonreía al alfa ese.

Decidió escoger a una omega cualquiera, una rubia, de grandes atributos, delgada y bastante boba.

Fue con la chica a un Hotel y durmió con ella. Pero no fue bueno.

No. Para nada. A pesar de que se había venido, a pesar de que antes había estado con aquella chica. Simplemente no había disfrutado aquello tanto como en otras ocasiones.

O como con Kise.

Cada vez que la omega gemia, cada vez que liberaba sus feromonas, cada vez que gemia su nombre, la imagen del rubio se cruzaba por su mente.

-¿No será tu destinado?- Kaya, una omega que sólo buscaba sexo al igual que él, le dijo luego de terminar.

-pff, no me digas que crees en esa basura- Aomine estaba mirando su teléfono.

-¿Quién sabe? Quizás eso explica tu repentino interés en un chico- Aomine le miró de mala manera- pudiste dormir con Furihata o con Himuro, incluso con Kuroko, pero te decidiste por ''ese'' chico en especial, ¿No te parece extraño?

La chica soltó una risa mientras que Aomine sólo bufo molesto.

-basura- el moreno termino de vestirse y salió, cansado de tener que soportar la estúpida, a su parecer, conversación con aquella chica.

Al salir del lugar, pensó en aquellas palabras.

Parejas destinadas...

Sabía que su padre había abandonado todo en el momento que había aparecido aquel chico en su vida.

Le importó una mierda tener un hijo de 9 años, al igual que poco importó que llevará 12 años casado.

Aún recuerda el rostro de su padre cuando les dijo que se iría.

A pesar de sentir una gran culpa, a pesar de que sabía que era mucho lo que había dejado atrás, sus ojos sólo podían expresar una gran felicidad cuando hablaba de él.

Aomine recordaba la ira recorrer cada centímetro de su cuerpo al notar el dolor en el rostro de su madre.

Y lo que pasó luego no fue mejor, todos los días, su madre se encargaba de que no se acercara a las basuras de omegas masculinos, a los asquerosos omegas masculinos, aquellos que podían hacer que perdiera la cabeza por completo.

Soltó una risa, no, el no iba a perder la cabeza por el rubio, sólo sucedía que habían pasado el celo juntos y aquella sensación aun no abandonaba su cuerpo.

Camino a casa, de dio una ducha y se alegro no recibir llamadas en aquel día, aunque no dejó de mirar su teléfono en caso de que el rubio le respondiera.

Pero Kise había estado todo el día trabajando, apenas había tenido un descanso y prefería dejar al moreno en espera.

Leyó algunos mensajes y no pudo evitar soltar una risa, sin duda decirle que tenía una cita había sido lo mejor.

Llego a su hogar esa tarde, Kaito le acompañó de camino pero no hicieron nada más que hablar.

Con una sonrisa le había contado que comenzaría a hablar con su madre otra vez, Kise se alegro genuinamente por él y se despidieron cerca de casa del rubio.

Con alegría vio que en su hogar había una bufanda del moreno, la tomó entre sus dedos y sonrió al pasar una idea por su cabeza.

Cerca de las 10:30 de la noche l teléfono del moreno le indicó que tenía un mensaje.

Encontré algo bueno en mi casa.

El rubio ignoró los cientos de mensajes anteriores, aunque igualmente recibió una respuesta.

¿Debería importarme?

Kise sonrió por lo infantil que el moreno podía ser.

Quizás... aunque puede que te guste más lo que debajo de ello.

Kise mordió su labio, se quitó la ropa y se recostó boca abajo.

¿Y qué se supone que hay debajo?

Aomine estaba sonriendo aunque no entendía muy bien a lo que el rubio se refería, sabía que era algo travieso.

Una imagen llegó a su teléfono y sintió un temblor recorrer su cuerpo.

En aquella fotografía veía a Kise recostado boca abajo, sin ropa, sólo con su bufanda sobre aquel apretado y delicioso trasero.

Mañana iré a tu casa y te follare tan duro hasta que te desmayes.

El rubio sonrió por haber logrado su cometido.

No creo que sea posible, mañana no estaré en casa.

El moreno se molesto por aquel comentario. El rubio era suyo y debía estar para el cuando ÉL quisiera.

¿De que hablas rubia? Tu alfa te ha dicho que mañana te follara y como buen omega debes estar dispuesto para mi.

Nuevamente el rubio soltó una risa al leer el mensaje. Pobre e ingenuo Aomine.

Yo no tengo Alfa, no estoy marcado.

Además, tengo una cita con Kaito.

Aquello le hizo hervir la sangre a Aomine.

¿Otra vez aquel mocoso?

¿Qué piensas que haces con ese mocoso? ¿Acaso coges con él?

Kise no respondió y se acomodó para dormir.

Responde rubia.

Nuevamente soltó una risa.

Te estoy hablando, rubia, no quieres que me enoje.

Aquello no resultó, ya que, Kise no respondió.

Aomine sentía aún más ira que en aquella tarde.

¿El rubio se había atrevido a cambiarlo por otro?

No, no iba a permitir aquello.

Al día siguiente lo primero que hizo fue tomar a Ryoko del brazo y llevarle detrás del gimnasio.

-necesitaba hablar contigo, mi hermano me pidió que te diera esto- ahí estaba aquella bufanda, que Aomine no podría quitarse nunca de la mente.

-claro, lo sabía- Aomine miraba a la rubia molesto- ¿Tu hermano se coje al chico ese?

Kise estuvo a punto de soltar una gran risa.

-quien sabe, quizás ahora mismo lo están haciendo- se encogió de hombros- aunque no me sorprendería, Kaito babea por el y hacen buena pareja.

Aomine no soportaba más.

Camino decidido al departamento del rubio apenas terminaron las clases.

No podía dejar que otro se metiera con los suyo, no claro que no.

Apenas vio al rubio acercarse lo tomo de la cintura e intento besarle. Pero Kise apartó el rostro.

-Joder, rubia, te voy a enseñar quien es tu maldito dueño.

Aomine se abrazo a Kise y el rubio sólo sonrió.

Estaba cada vez más cerca de su objetivo...







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Mañana entró a clases por lo que sólo actualizaré esta historia los días lunes, lo siento por los inconvenientes.

¿Les gusta como va todo? Reclamos comentarios y quejas aquí.

Un abrazo!!!

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