Peleando. (2)

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-yo soy Aomine Daiki, y tú serás mi omega.

La rubia se separó de manera delicada del abrazo de Aomine y le sonrió.

-no gracias- Kise se volteo a mirar a Kuroko y se sentó a su lado.

Durante todo el almuerzo, Aomine no dejo de mirarle, la rubia le había rechazado ¡tres veces! ¡A él! Además se atrevía a ignorarle.

Molesto, el moreno, decidió quedarse a dormir a aquel lugar, Kagami le prometió ir por el para ir al club de básquet más tarde.

Aomine acepto, si mal no recordaba a la rubia le gustaba el básquet y él se encargaría de mostrar cómo es jugar de verdad.

Con una sonrisa, Aomine duerme durante casi todo el día, esperando para poder sorprender a la rubia, no le importo que su teléfono sonara en más de una ocasión por mensajes de alguna de sus chicas, el solo pensaba en como haría caer a la rubia.

El timbre suena y antes de que Kagami llegue, Aomine ya está en dirección al gimnasio, esta extrañamente emocionado al ir al entrenamiento.

Al llegar había una gran conmoción en la puerta del lugar.

Miro dentro del lugar y noto que el equipo omega estaba jugando, pero lo que llamo su atención fue ver a la rubia con el balón.

Entró y se apoyo en la pared para mirar a la chica.

Noto que está se movía mucho mejor que el resto, sus movimientos eran ágiles y lograba encestar con una gracia que Aomine nunca antes había visto en un omega.

Al terminar, el equipo de la rubia había ganado por mucho, por lo que muchos se le acercaron para hablar con ella, aunque eran muchos alfas.

-hey, rubia- hablo Aomine cerca de ella- juguemos un 1vs1

Los omegas comenzaron a murmurar a un costado pero la rubia sonrió y aceptó.

El público de aquel partido comenzó a aumentar cada vez más, y no era de sorprender dado el nivel ir tenían ambos jugadores.

Aomine no podía estar más feliz en aquel momento.

La rubia era una digna rival para el, aunque no estaba por sobre él, jugar con ella era lo mejor que había disfrutado en mucho tiempo, claro, dejando de lado a Kagami.

Y lo mejor, es que esa omega sería suya, si o si.

El encuentro termino con un victorioso Aomine por 15 a 11, pero todos habían quedado impresionados por el nivel de la rubia.

-oi, Kise- el moreno se acercó a la rubia con una gran sonrisa- vamos por un helado, como consuelo por haber perdido.

La rubia le miró y soltó una risa.

-no gracias- de nuevo aquellas palabras hicieron que el moreno se molestara aún más.

-hey, ¿Quién piensas que- la pregunta quedó a medias cuando una chica entró al lugar y se tiro a los brazos del moreno.

-¡Aomine! Te he llamado todo el día y no me haces caso- una pelirroja de grandes curvas le miraba con un puchero.

El moreno soltó un pequeño sonido de molestia y dejó un pequeño beso en los labios de esta.

-bien, deja el teatro.

Kise miró la escena y se fue de allí sin dejar que Aomine le hablara.

Esa tarde, Kise debía ir a trabajar, aunque nadie sabía de ello. Y el no le contaría a nadie.

Evito de manera perfecta al moreno y llegó a su hogar.

Al entrar se lanzó al sofá de su hogar y tomo un pequeño porta retrato que había en la mesa de centro.

-volví, Ryo-neesan, espero no estuvieras tan sola- una amarga sonrisa salió de los labios de Kise- sabes... creo que conocí a mi alfa hoy- sonrió nuevamente para luego soltar un suspiro- pero huele a zorra...

Kise comenzó a reír por su propio comentario para luego ponerse de pie e ir en dirección a la habitación.

Se quitó toda su ropa, y se retiró el maquillaje, además se deshizo de sus extensiones.

Luego de algunos minutos, de la habitación salió un guapo chico omega vestido con unos jeans y camiseta en V.

-bien, hora de trabajar- tomó la foto como todos los días y acarició el rostro en ella- nos vemos, Neesan.

Kise Ryouta salió de su hogar para ir a su trabajo de modelo.

No le sorprendió ver al moreno con aquella chica de la tarde paseando por la ciudad, aunque quedó un poco perdido al ver que la chica se le acercaba.

-¡Kya! ¿Me darías tu autógrafo?- el rubio asintió y la chica saco una revista que gustoso Kise firmó al ver su imagen en la portada.

El moreno miraba al chico con cierta repulsión, sin duda era omega, un desperdicio al notar el éxito que este tendría con las mujeres.

Sin embargo, algo en el aroma de aquel omega le parecía tan exquisito que no podía controlar las ganas de tocarle.

Pero como era varón...

Aomine pensó que quizás se debía a que el chico pronto tendría su celo.

Se convenció de eso cuando se alejaron. La chica a su lado estaba más feliz que antes y Aomine sólo quería terminar pronto para ir a casa a dormir.

Ambos chicos se vieron al rostro y Kise hizo una sonrisa forzada al notar que Aomine estaba molesto.

El rubio soltó un poco de sus hormonas y pudo ver claramente que el moreno lo notó. Se despidió de la chica con un apretón de manos y luego miró a Aomine haciendo un movimiento de cabeza antes de irse.

Si hubiese estado más lejos, Kise hubiese soltado una gran carcajada por la expresión de desconcierto del moreno, pero se contuvo.

Aomine por otro lado tenía la sensación de que aquel delicioso aroma lo había sentido antes.

Esa noche, aunque lo hizo con esa chica, y logró venirse hasta quedar satisfecho, algo había faltado.

Algo había en aquella omega que no le había dejado totalmente conforme.

Y recordó el aroma de la rubia... Sin duda con ella no le sucedería estas cosas.

Porque cada vez que Aomine pensaba en ella notaba que era aún más perfecta de lo que había pensado antes.

Y por ello, debía ser suya y sólo suya.

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