Planeando (25)

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-¿H-Hijos? ¿Ahora?- el rubio le miró con sorpresa, nunca pensó que Aomine le iba a proponer aquello.

-claro que si, escucha, en un año más conseguiré trabajo, mi padre aun me apoya financieramente y cuando pueda comenzar a ganar dinero no habrá problema, sólo imagina -le sonrió intentando graficar con sus manos- una linda casa, pequeños corriendo de un lado a otro, llegar luego de un día cansado y que los chicos corran a recibirte junto a su sexy padre, ¿no te gusta la idea?

Kise se recostó en el torso de Aomine.

-¿Y los pequeños dirán papi?- sonríe al pensarlo.

-no, dirán mami- acaricia su espalda- se colgarán de ti, y tendrás una enorme barriga por que estarás esperando a otro bebé...

-¿Más niños? ¿Acaso quieres tener un equipo de fútbol?- le mira con una sonrisa apoyando su mentón en el torso de Aomine.

-bueno, me conformo con uno de básquet... -mueve sus manos de arriba a abajo sin borrar la sonrisa- Ryouta... yo está bien si quieres... O si no quieres... Sólo quería sugerirlo, aunque me encantaría, no te quiero obligar, aún somos jóvenes y- su mini discurso se vio interrumpido por los labios de Kise.

-no tomaré la píldora... si resulta, yo estaré feliz... si no...- acaricia el torso de Aomine con su dedo- podemos seguir intentando...

Aomine tomo la cadera de Kise y le atrajo hacia su regazo.

-entonces... por el bien de eso...- el moreno atrajo a Kise a su regazo comenzando a acariciar su cuerpo.

Estuvieron tres días encerrados, dedicados completamente al otro, tres días en los cuales Aomine no dejaba de tocar a Kise.

Aunque el rubio pensaba que era debido al celo, pero luego de que este pasara, el moreno no se despegaba de él.

Caminaron a clases abrazados, parando cada cierto tiempo para besarse, ante la sorprendida vista del resto que desviaba de inmediato la mirada al ver la notoria marca en el cuello de Kise.

Cuando entraron al salón, Kise corrió a abrazar el abultado vientre del pequeño, los cuatro meses eran muy notorios en Kuroko y Kagami apenas le dejaba moverse por cuenta propia.

Al rubio la idea de estar como su amigo le ilusionaba, pensar en un pequeño cachorro como el moreno o una mezcla de ambos le hacía sonreír. Y Aomine no estaba tan lejos de sus pensamientos.

Pensar en Kise con una tierna barriga era algo que hacía a cada segundo, cada vez que le veía. Y le encantaba la idea.

Pero debían esperar, dos semanas mínimo para saber si estaba esperando a un pequeño cachorro.

La espera fue eterna para ambos.

Ese día, ambos despertaron temprano, la cita con el doctor era a las 2 pero a las 10, ambos ya no sabían que hacer para calmar los nervios.

A las 11:35 su puerta fue golpeada y Aomine nunca se había arrepentido tanto como lo hizo al abrir la puerta.

Una mujer de no más de 40 años estaba frente a él, mirándole de pies a cabeza, dejándole ver que él no era nadie para ella.

-Muévete- dijo con tono fuerte y molesta.

Era una alfa. De eso no había duda.

El moreno se movió y la mujer entró a paso seguro hasta el rubio, le miró unos segundos y luego el fuerte sonido de la bofetada que le había dado al rubio resono en toda la habitación

-me das vergüenza- le dijo la mujer con una expresión de enfado puro.

-¡No te atrevas-!

El reclamo del moreno fue interrumpido por la mirada llena de odio de la mujer.

Kise tenía la mirada baja, sin decir nada.

-mamá...- susurró- lo sie-

-no te disculpes, no vale la pena- dijo la mujer con fastidio- que desgracia, si tan sólo tu hermana hubiese estado con nosotros en lugar de ti... -Kise sintió sus ojos llenarse de lágrimas- pero ella quiso salvarte- la rubia suspiró- vuelves a casa ahora, no dejaré que ensucies más nuestro apellido.

-Ryouta no irá a ningún lado- hablo el moreno intentando imponerse.

-no te atreves a usar ese tono conmigo- la mujer se volteo a mirarle y puso su dedo en su torso- Es mi cría.

Habían dos cosas que Aomine comprendió de inmediato. La primera era que era suicidio interponerse entre una madre y su cría, por mucho que el fuese su pareja, el lazo madre hijo era mucho más fuerte. Lo segundo que comprendió, fue que la manera en la cual aquella horrible mujer trataba al rubio, dejaba ver que no le quería para nada.

-Muévete ahora y ve a esperarme abajo- habla aquella mujer sin siquiera mirar a Kise.

El rubio busco la mirada de Aomine, alguna señal de que el moreno le iba a detener. Pero nada pasó.

Minutos después de que su madre le obligara a salir de casa, Kise le vio caminar con ese porte elegante hacía el.

-madre... ¿Qué sucedió?- pregunto aterrado de saber la respuesta.

-entra al auto, Ryoko, ahora- dijo caminando hacia el vehículo negro que estaba en el lugar.

-pero...- Kise miró hacia su departamento por si veía la silueta del moreno. Pero nada pasaba.

-¡Entra ahora!- hablo en un tono de voz elevado mientras el chofer le abría la puerta.

Kise volvió a mirar su hogar para luego bajar la mirada y entrar al vehículo.

Aún mientras este comenzaba a alejarse del que fue su hogar, Kise no dejó de mirar el lugar que había compartido con su amor.

Conservaba fielmente la esperanza de que el moreno correría por él, se arrepentiria de dejarle ir sin luchar... que le intentaría retener.

Pero nunca ocurrió.

A medida que se alejaba del lugar sentía como el lazo con Aomine se hacía más débil.

Podía sentir el miedo, el dolor y la soledad a través de su lazo. Pero no lograba estar seguro si eran sus propios sentimientos o los del moreno.

Rendido vio como su antiguo hogar comenzaba a acercarse. Al igual que las pesadillas del pasado.

-Ryoko, hija, bienvenida a casa... -fueran las palabras que comenzaban a hacer su infierno realidad.

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Así es, drama is coming!!

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