Rompiendo (31)

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Hablo con el pelirrojo durante varias horas, llegaron a un acuerdo aunque Aomine no estaba muy feliz con ello.

Supo que Kaito era nada más ni nada menos que el hijo de aquel hombre, el mundo es bastante pequeño, pensó y se odio a si mismo al no recurrir al chico para encontrar al rubio.

Crearon un plan en conjunto y sólo bastaba esperar, cosa que Aomine no compartía del todo.

Los días pasaron y Aomine sentía que mientras más se acercaba el fin de semana más dolor sentía que su corazón se oprimia, dolía, cada vez más.

Intento llamarlo pero cada vez respondía Kai, no logró escuchar la voz de Kise en ningún momento.

Busco todos los medios para acercarse a ellos, a Kise o a su hijo, pero nada sucedió.

Cada vez que se quiso acercar a su hijo no logró ni mirarle, pareciera como si aquel hombre le tuviera completamente vigilado.

Habló con el pelirrojo queriendo obtener algo de información y no logró nada.

El gran día llegó y Kai le ayudó a entrar, pasaron por detrás de todo y como iba con el hijo del novio, nadie opinaba.

Caminó con el hasta que Kaito le dejó pasar.

-entra- habló el pelirrojo mirando alrededor para que nadie entrará a interrumpir.

-Ryouta...- su voz salió quebrada, no podía creer que viera al rubio de aquella manera.

-¿Qué haces aquí?- habló molesto mirándole con el ceño fruncido.

-no te cases, Ryouta- habló acercándose al rubio lentamente- no debes...

-no tienes el derecho a decir eso, Aomine- habló nuevamente acomodando su ropa frente a un espejo- vete, no estás invitado a la boda.

-Ryouta, por favor- tomó su mano para que le mirara- yo te amo, Ryouta...

El rubio se soltó mirándole con rabia, apretando sus puños.

-¿Con qué derecho vienes a decirme eso? ¡Estas casado! ¡Rompiste el maldito lazo!- habló explotando con rabia.

-puedo explicarlo, Ryouta, no es lo que crees- tomó sus hombros.

-¿No? Tuviste un año entero para terminar con ella, tuviste bastante tiempo para terminar con todo ese maldito problema, pero no, no lo hiciste, no quisiste hacer nada, sólo dejar que los días pasarán sin hacer alguna cosa- Kise le empujó molesto- no tienes derecho a molestarme ahora que quiero rehacer mi vida.

-¿Por qué no escuchas? Quería estar contigo, te busque por todo el maldito lugar- habla intentando tomar sus manos- déjame hablar, por favor.

-¡No!- el moreno tomó su rostro y comenzó a besarle, era un beso tosco, rudo, sin delicadeza hasta que el rubio mordió su labio- no hagas eso otra vez, nunca más.

Habla molesto abofeteando su mejilla con rabia.

-vete, Aomine, cuando quieras ver a mi hijo, llamaras a mi esposo- Kise arreglo su ropa y se camino a la salida- adiós, Aomine.

El moreno se quedó ahí, sin decir más, hasta que comenzó a escuchar la canción nupcial, camino rápidamente hasta aquel lugar, y lo vio, Kise miraba a Kai con una pequeña sonrisa, Kaito le miraba con una mueca molesto y Kise sólo escuchaba atento sus palabras.

-Kise Ryouta, aceptas a Kai Takahashi, como tu esposo, para amarlo y respetarlo, en la salud y la enfermedad, hasta que la muerte los separé- el rubio miró sus manos y luego miró hacia al público, al final del lugar estaba el moreno mirándole como si esperará algo, le miró atento esperando la respuesta del rubio.

-Acepto- habló mirando al moreno y luego al hombre frente a él.

La ceremonia continuó, firmaron los papeles, pusieron sus anillos y sellaron la unión con un beso.

Kaito felicitó a la nueva pareja, aunque de mala gana, y una chica se acercó con el Ryu en brazos.

-por favor, disfruten la fiesta- habló con una gran sonrisa el hombre a su lado mientras Kise disimulaba frente a los presentes.

Su hijo estaba un poco inquieto debido a la música, pero no lloraba, aunque Kise, como su madre, podía notar al pequeño molesto.

Algunas personas se acercaron a felicitarle, la mayoría desconocidos para el aunque amistades de su ahora pareja.

Quería salir de ahí, correr en busca de un lugar en el cual estar con su hijo a solas, pero no podía, había firmado un contrato y le habían dado algunos privilegios para su hijo que no podría rechazar, aunque aquello le costase su felicidad.

El pelirrojo estuvo atento a todas sus peticiones, cada movimiento de Kise era visto por el hombre que no dudaba en ir a su lado en cada momento que podía.

De verdad, el pelirrojo nunca podría dejar de mirarle, Kise era hermoso, aún con su gesto de molestia en el rostro, su belleza era única.

-es momento del vals...- susurró el hombre a su lado, a lo que el rubio tomo su mano con la mejor sonrisa que le nació y dejo a su hijo con su nana mientras la música comenzaba a sonar.

Lento y hermoso, así todos lograban definir aquel baile. Kise se había preparado para ello junto a Kai antes de la ceremonia, no querían dejar mal el nombre de ambas familias por lo que dieron su mejor esfuerzo. 

Entre vueltas, el rubio sonrió mirando a los invitados, vio a su madre un poco retirada, a Kaito, quien fuese el hijo de su ahora esposo... y a Aomine. 

El moreno le miraba hipnotizado, aun esperando que Kise se arrepintiera... que en cualquier momento corriera a sus brazos para decirle que todo era un sueño o una farsa.

Pero eso no pasaría.

En una de las vueltas, el pelirrojo le miró, pero no hizo nada, porque sabia y tenía muy claro que Aomine lo había perdido. 

Quizás el rubio nunca le amaría tan apasionadamente como amaba a Aomine, quizás nunca llegue a amarle, pero cuando vio la mirada en el rostro del moreno supo que eso era un corazón roto... misma mirada que tenia el rubio cuando le conoció... y que no había borrado incluso cuando había nacido su hijo. 

Aomine se fue luego del vals... no soportó seguir viendo la escena... pero decidió que iba a hacer las cosas bien... al menos para demostrarle a Kise, que siempre lo había amado.




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Bien este capitulo fue muy Sad, pero... era necesario, disuclpas a quienes les dije que subiria ayer pero he estado literalmente corriendo estos dias y estoy muerta.

desde el lunes tendre menos tiempo aun, asi que no se extrañen por actualizaciones en cualquier dia 

Saludos y no me odien! 

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