Caos parte II

Màu nền
Font chữ
Font size
Chiều cao dòng

ꁝꄲꂵ꒐ꉔ꒐꒯꒐ꄲ

—¿Qué le pasa a John? —preguntó Chris y miró a Javiera, quien aún no podía parar de llorar.

—¡¿No es evidente, Chris?!

Entonces él se inclinó hacia el retrete en el que su hermano jadeaba. Se dio cuenta de algo que no era normal.

—¿Hace cuanto está así?

—Desde... desde que se enteró de lo de Callie... Está teniendo un ataque de pánico...

—No, no es ataque de pánico... Es asma.

—¡Pero si John nunca ha sido asmático!

—De chico sí. Solo le ocurre cuando está muy... muy preocupado... Joder, necesita un inhalador urgente...

John tocía, trataba de sacar fuerzas para respirar, pero es que entre más se esforzaba más parecía que se iba a morir. El asma se le había manifestado a los siete años y se intensificaba con cada pelea que sus padres tenían. Él nunca demostró que realmente le afectaba, hasta que Chris se dio cuenta de que una vez estuvo al borde del colapso.

—Tengo... tengo uno en el mueble —intentó decir con sibilancias—. Arriba de la tele... Televi-visión. 

—¡Necesito el inhalador!  —gritó Chris—. ¡Urgente!

—¿Sabes... sabes lo que har...haré? —continuaba John sin quitarse la idea de querer vengarse de forma urgente. 

—¡Moon, necesito el maldito inhalador! —se desesperó Chris—. Respira, vale, respira...

—Matar-re... Yo... Mat... 

—¡MOON! 

La taza del retrete se había cerrado y John afirmaba sus brazos y su rostro en la superficie tratando de que el aire entrara por sus pulmones. Se le hacía difícil, porque en el fondo él sabía que estaba demasiado angustiado para calmar su cuerpo; de hecho, lo demostraba más allá de un simple desconsuelo. Sus ojos estaban coléricos y su cuerpo tenso. Había una mirada que destellaba rencor. 

Javiera continuaba llorando sentada en unos de los rincones del mismo baño mientras los observaba. 

—Voy... Yo voy a... Voy a matar a Alex. Lo voy a matar... —John tosió.

—¡MOON, JODER!

—¡Acá está! —Corrió la chica con sus enormes tacones—. ¡Lo encontré!

John lo recibió y fue como volver a la vida. Retomar ese aire perdido resultó ser un punto de inflexión entre la muerte y la vida. Claro que le ardía tanto el pecho que le costaba colocarse de pie.

—Ven, te llevaré hasta el sillón. —Lo paró Chris, ayudado por Javiera—. Necesitas ponerte de pie.

—Necesito matar a Alex, nada más —continuaba, jadeante, tratando de soltarse de ambos—. Voy a matarlo.

Se dirigieron al comedor del sofá y se sentaron ahí, desconsolados y agitados. Franco había desaparecido por unos segundos. Al fin se dieron la oportunidad de escuchar un poco más sobre la muerte de la cantante. De su amiga. Del amor de John y Chris. 

—¡Lo acaba de revelar! —reproducía el televisor frente a ellos— ¡Alex Brown ha revelado ser el asesino de Callie Morgan!

—¿Por qué lo hizo? ¿Qué motivos tenía? Estaremos transmitiendo en vivo durante todo el día. ¡No se lo pierdan!

—Acá podemos presenciar como Alex Brown se dirige completamente esposado a dar declaraciones al juzgado. En este momento está siendo agredido por fanáticos que piden cadena perpetua para el famoso guitarrista.

—Con lagrimas bordeando sus mejillas, Alex Brown se despedirá de su libertad tras declararse culpable de la muerte de Callie Morgan.

—Lo peor es que... es que Dylan fue participe de aquello —sollozó la rubia—. Dylan fue su abusador...

Chris apretó los dientes y apartó la mirada del televisor. No podía quedarse sentado, así que se puso de pie para sacarse un poco la pesadez de los músculos contraídos. 

Chris siempre supo que Callie ocultaba cosas, pero jamás se lo quiso revelar. Ahora se preguntaba ¿qué hubiera pasado si la hubiera presionado para decir la verdad? Todo sería diferente... Ella aún seguiría viva. 

Y de pronto ¡Crunch! John estrella una pequeña figura de la estatua de la libertad en el televisor. Para él sentir esa mezcla de dolor y furia a la vez, era el peor mal. Era como sentirse ahogado y a la vez atrapado en un cuerpo fuera de control. Lo había vivido siempre, pero nunca con la tristeza que sentía en ese momento. Le habían arrebatado a Callie y no podía hacer nada contra eso.

—¡John, ya basta! —gritaba Javiera, desconsolada.

—¡¿Me dices a mí ya basta?! ¡Es a Alex, es a Marco, es a Dylan a quién debes decirle eso, Javiera! ¡No a mí! ¡No a mí!

La sensible y empática Moon le llevó un tazón de té a Javiera y se sentó junto con ella para calmarla. John se paseaba de un lado a otro y Chris se quedó quieto con la espalda en la muralla. Estaba tratando de pensar que lo que estaban viviendo era solo una pesadilla.

—Me voy a la mierda, yo voy a matar a Alex —amenazó John dirigiéndose a la puerta.

—Nadie saldrá a ninguna parte. —Entró Franco—. Está lleno de periodistas. No saldrás por esa puerta.

—¿Crees que un idiota como tú va a detenerme?

—John, te respeto, pero tú eres un adolescente... ¡Y yo un maldito adulto! Así que te quedarás acá, te enfriarás y t... ¡Ouch! —Recibió una patada en la entrepierna. 

Segundos después, John salió a pasos rápidos. Lo que nadie sabía era que él no era estúpido siempre sabía cómo hacer las cosas. Podía ser impulsivo, pero no idiota.

Bajó las escaleras en un pispás, abrió la puerta principal de un empujón y los periodistas se lanzaron hacia él como una avalancha. El fulgor de las cámaras lo atropellaron en cuestión de segundos, tanto que le inhibían el paso. 

Franco empujó de la puerta y salió tras él, intentando contenerlo. 

—¡John! ¿Cómo te sientes después de la muerte de Callie Morgan? Ustedes no se llevaban muy bien, ¿no es así?

John empujó la cámara con violencia mientras trataba de avanzar.

—¿Qué opinas de la golpiza de tu hermano a Marcos Morgan?

Él no decía ninguna palabra, solo quería caminar hacia el auto y dirigirse hacia un lugar bastante particular.

—¿Fuiste participe de su muerte, John?

No terminó de decir la frase cuando clavó sus nudillos en la mejilla del reportero, tumbándolo en el suelo.

Una camarógrafa no lo podía creer. Su periodista estaba aturdido en la acera intentando limpiar la sangre de su nariz. Sin embargo, eso lo dejaría para después, debía tomarle fotos para crear una noticia sensacionalista. 

—John, ya basta. —Franco hablaba en serio. El lío que dejó la muerte de Callie Morgan estaba siendo documentado—. Cálmate, estás haciendo estupideces.  

Franco se había transformado en un mediador, en alguien cauteloso. No sabía por qué, pero, de cierta forma, los mellizos eran como los hijos que nunca tuvo.

De todas maneras, no se sacaba de la cabeza que él mismo era un hijo de puta.

John lo miró y gesticuló con las manos que ya estaba más calmado. Franco se la creyó. 

—Callie Morgan era una cualquiera si fue capaz de meterse con los dos —espetó el mismo periodista.

Y ¡Flash! En un microsegundo, John se giró y se soltó de Franco para volver a correr hacia él y aventarle un golpe aún más fuerte, un golpe que lo dejó aún más empapado de sangre.

—¡Los hermanos Freedman perdieron la cabeza! ¡Grábalo todo!

Franco volvió a tomarlo de los brazos y lo terminó empujando por las malas hacia el auto, sacándolo del círculo de periodistas.

—¡Déjame en paz, joder!

—¡Te vas a calmar!

—¡No eres mi puto padre, Franco! ¿No eras tú quién le ofrecía drogas a Chris? Tal vez también lo hiciste con Callie..., quién sabe. ¿Es eso un padre? ¡Jamás he tenido un puto padre! 

Se dio la media vuelta y entró al auto. Colocó temblorosamente las llaves y salió tan rápido como pudo, a una velocidad tan ilegal que fácilmente podía morir en microsegundos sin siquiera titubear.

Sacó su inhalador y recibió el gas. Le avergonzaba aquello, así que nunca lo hacía en frente de nadie.

Recordó esos momentos, recordó prácticamente todo: el por qué cuando la abrazaba se separaba repentinamente, cuando le preguntó por el novio de Meredith, cuando quería con desesperación comprarse una casa y vivir sola...

Repentinamente sintió una mano sobre la de él, en la palanca.

—Estoy contigo...

Con susto dobló el manubrio y un chirrido salió de las llantas.  Una hilera de autos comenzaron a tocar sus bocinas en modo de protesta por la imprudencia de John.

Él se esclareció, pestañeó fuerte una y otra vez. Era una ilusión, una mala jugada de su mente que le hizo creer que Callie estaba en el asiento del copiloto. 

Aparcó en un barrio acomodado y cerró fuertemente la puerta del auto. Se bajó con los nudillos apretados, con la mandíbula tensada, con las venas violáceas marcadas en sus brazos de una manera infernal, pero, ¿hacia donde iba?

Tocó la puerta, una y otra vez mientras su cuerpo estaba hecho un nudo de nervios.

Apenas abrió, él la tomó del brazo y la estrelló contra la pared.

—¡John!

—¿Dónde está el imbécil de Dylan?

—Yo...

—¡Habla, Meredith! 

—Yo... ¡No lo sé!

—¡Tienes tres segundos para decirme o lo pagarás muy caro! —advirtió golpeando la pared cerca de la oreja de la pelirroja.

Ella comenzó a jadear. Estaba realmente asustada. Cada vez estaba menos cerca de cumplir su objetivo, el de escapar con el hombre que ella consideraba el amor de su vida.

—Yo... yo no lo sé. Lo habían dado por muerto y... luego... luego recibí un llamado que decía que quería dinero o si no me mataría...

—¡Deja ya de mentir! ¿Qué clase de jodida persona eres, Mer? Habla ya. 

—Y qué clase de persona eres tú ¿eh? ¿Toda esa ira es porque no pudiste hacer nada por ella? ¿Porque te fuiste ese día de la fiesta y la dejaste sola?

John tensó la mandíbula.

Jamás se sintió culpable por aquello, porque si bien se confesó a si mismo que la quería hasta más no poder, fue una reacción natural. No podía manejar lo que se iba de sus manos. Y eso, tardó en entenderlo.

Tal vez lo de ellos sí era estar juntos, pero nadie les dijo que no duraría para siempre.

—¿Qué pasa, John? ¿Te duele la verdad? Tú y yo estuvimos juntos un tiempo ¿Lo recuerdas? No hacíamos mala pareja.

—Jamás te quise. No como a ella. 

—Dylan sí me quiere.

—No estoy siendo insolente contigo o algo, ¿sabes? Pero si no te tienes un poco de amor propio, todos los hombres te verán como un juguete y te usarán como un puto trapo ¿Y sabes por qué? Porque podrán hacer todo lo que ellos quieran, todas las atrocidades y toxicidades del mundo y sabrán que aún así hay alguien que está con ellos. Tú. Y qué lástima, que puta lástima que escuches de ellos un "gracias por estar conmigo".

—Esta conversación se acabó —finalizó ella entre lágrimas—. No sé dónde está Dylan y ya.

John, con recelo y mucho desdén, le dio una última repasada a su rostro y se marchó con un portazo que lanzó al suelo a un macetero de vidrio. No podía creer que la muerte de Callie iba a ser en vano.

(***)

Una semana después.

¡Noticias de último minuto! ¡Derek Dunoff y Alex Brown a la cárcel!

El juez culpó al guitarrista de la famosa banda de rock BulletFord de usar a menores de edad semi desnudas para sus videos musicales y lo condenaron a 30 años de cárcel.

Y la noticia más sorprendente es que Alex Brown, guitarrista de la banda de Hard Rock Feedback, fue sentenciado a cadena perpetua por llevar a cabo la muerte de la famosa y joven vocalista de su propia banda. Callie Morgan.

¡Y eso no es todo! La ama de llaves de Callie Morgan, Laudrie Duran, confesó que Marcos Morgan la habría sobornado con participar en el homicidio. Esto debido a que Marcos hackeó la base de datos de su nieto donde se descubrió que lavaba dinero en contrabando de divisas. Para asegurar su silencio, la anciana fue participe del asesinato.  ¿Le jugará una mala pasada al hermano de la cantante que, aún sigue en arresto domiciliario?

Meredith se escabullía entre los árboles frondosos que se agitaban con la gélida brisa de viento. Su cabello rojizo resaltaba sobre la maleza del bosque y, ese perfume listo para conquistar, embalsamaba a los vástagos por donde ella pasaba. Estaba lista, lista para ser feliz.

Con circunspección pasó por todas esas inmensas hojas que escondían la casucha, esa casucha de madera a punto de desarmarse.

—Dylan —susurró—. Dylan, amor, despierta...

—¿Meredith? —él sonrió—. Dios, me alegra tanto verte... ¿Trajiste el dinero? 

—No, pero mira. —Le mostró unas hermosas joyas bañadas en oro—. Las robé... Cuestan un dineral.

—Me sirve... —se alegró dándole un pequeño beso en los labios—. Con esto puedo arrancar.

Ella carraspeó su garganta. Creyó haber entendido mal.

—¿Puedes? Dijiste que iríamos juntos...

Él resopló.

—Meredith... te prometo... te prometo que vendré por ti. Por ahora no puedo llevarte... no quiero arriesgarte porque te amo.

—Pero..., me jugué la vida por ti...

—Mientras Marcos esté vivo, estoy condenado. Si habla... si se delata, yo caigo ¿Me entiendes? ¿Quieres eso?

—No... pero, ¡quiero irme contigo!

—Ay por favor, Mer, supéralo. ¡Me estás colmando la paciencia! Iré solo y ya. No te necesito, no quiero ¡Deja ya de ser tan fastidiosa, joder!

Ella tragó saliva fuerte. Al parecer, John tenía razón.

—¡Me lo prometiste!

—¡Quería que me consiguieras el puto dinero y ya! ¿De verdad te creíste todo ese cuentito? Dios, eres tan... miserable.

—Eres un hijo de puta... un...

—¿Un qué?¿Eh? ¡Deja de molestarme, deja de ser un maldito est...!

Y ¡Bang!

Silencio...

¡Bang!

Los sesos de Dylan se habían esparcido por la maleza.

Y el rostro de Meredith quedó empapado en sangre.

El clima inestable fue testigo de lo acontecido. Fue testigo de un delito, de una venganza. 

Dylan había muerto.

De manera ralentizada, Meredith, con sus hombros encogidos y sus manos cubriéndose la cabeza se giró con cautela para mirar el cuerpo de Dylan. Tenía la incertidumbre a flor de piel. No se explicaba qué había pasado en menos de un segundo... Qué demonios había sucedido... ¡No entendía nada!

En el momento en que hizo contacto visual, su mundo se le vino aún más abajo. ¿O no?

—Te lo dije, Meredith. Te dije una y otra vez que, si lastimabas a la gente que quería, la ibas a pagar muy caro.


Bạn đang đọc truyện trên: Truyen2U.Pro