12: Tú

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Eran cerca de las diez de la mañana cuando Jimin se encontraba en la cocina, frente a Yoongi y con una taza de café entre sus manos.

Y ahora, no podía quitar su vista del peli-verde, porque era una broma creer que alguien tan elegante y agraciado como él sea su novio. El solo pensarlo le provoca una erupción de emociones que recorren todo su cuerpo para explotar como un gran fuego artificial en su pecho. 

Desde que entró a la cocina, sentándose frente a él, no ha dejado de mirar. Lo ve concentrado en su iPad, deslizando sus largos y blancos dedos por la pantalla mientras bebe con calma su café. Y ese gran escenario delante suyo lo tiene pensando en todos los acontecimientos anteriores, uniendo los hilos con la gran noticia que supo ayer.

A su mente vienen los escritos de su cuaderno, o las distintas formas cariñosas que tiene Yoongi para llamarlo; o el hecho de que él mismo se siente seguro y cuidado por el mayor. Y también, el evento más reciente: cuando Yoongi se quebró frente a él. Jimin estaba seguro que nunca olvidaría ese rostro, estampado en dolor mientras se cubría de lágrimas. Era inevitable que la imagen de Yoongi en ese estado se repita una y otra vez en su cabeza. Definitivamente había marcado algo en él; algo que se asemejaba al temor, porque no quería olvidar, no quería olvidar que Yoongi era su novio.

Podía decirle ahora mismo de lo que se enteró y preguntar si realmente eran novios o no, pero Jimin sabe que no sacaría nada, eso no traería sus recuerdos de vuelta. Eso solo sería aumentar el dolor ajeno. Y él no quiere ver el rostro de Yoongi tan quebrado de nuevo. Quiere verlo feliz, incluso si esa felicidad ya no es a su lado, porque a pesar que Yoongi no tiene la culpa de su pérdida de memoria, sentía que era el mayor el que siempre cargaba con todo su dolor, y eso no era justo.

Quería saber todo de él, lo bueno y lo malo, quería hacerlo reír. Jimin quería hacer cualquier cosa que los ayude, pero, por ahora, lo único que hace es observar cada uno de sus movimientos y admirar desde la lejanía, como si el blanco fuera una especie de diamante único en el mundo que no merece ser tocado.

—Jimin... tu café se enfriará. —El nombrado pega un salto porque la voz de Yoongi lo sorprende, ni siquiera lo estaba mirando, pero al parecer era consciente de su mirada. De inmediato desvía los ojos hacia cualquier lado, carraspeando cuando siente las mejillas tibias.

Le da otro corto vistazo a Yoongi, quien nunca despega la mirada del iPad. Luego, toma un sorbo de su café, sonoramente para que el contrario entendiera que la atención ya no estaba puesta en él. Se estira y bosteza cuando voltea a observar el calendario que había cerca del refrigerador de dos puertas. Espera unos minutos con su cabeza en esa dirección y cuando ya no lo soporta vuelve a posar sus ojos en Yoongi, siendo capturado en el acto porque el mayor ya lo estaba mirando de vuelta, con esos pequeños ojos escondidos entre el cabello verde, le sonríe de lado y es como si todo lo de su alrededor dejara de existir; sus neuronas producen pequeñas descargas eléctricas que terminan recorriendo todo su cuerpo, formando un revoloteo en su estómago.

—Si sigues mirándome así me voy a desgastar Jimin... —No había enojo alguno en sus palabras, es más, Jimin ahora siente que ha sido bendecido por estar en primera fila presenciando la sonrisa abierta del mayor. Esa sonrisa coqueta que lo tiene rojo por todas partes, porque Yoongi es su novio.

Novio.

—Uh, yo... —Se remueve nervioso en su sitio mientras intenta pensar en algo rápido—, noté que tu cabello esta perdiendo el color verde, puedo ver el rubio asomándose hyung.

—Oh, así que era eso... —Yoongi intenta observar los mechones de su frente mientras despeina su cabello. Jimin quiere decirle que no, que no era eso, que en realidad sabía, pero prefiere guardarse todo en un sorbo de café que ya no sabe tan dulce como lo había preparado. ¿Por qué? porque tiene miedo, tiene miedo de seguir lastimando a las personas que han salido heridas a causa suya. Porque él no es el que lleva aún los sentimientos ahí dentro, él no los tiene, en cambio, las personas a las que olvidó sí—. Me lo teñiré dentro de estos días.

—¿Por qué no vamos hoy? —Salta en su lugar, aprovechando la oportunidad para poder pasar más tiempo con el contrario, pensando en que quizás más tiempo juntos resulte mejor—, me gustaría volver a mi color natural ¿que dices? ¿podemos ir hoy?  

Yoongi lo piensa por unos segundos que parecen años para su impaciencia. Muerde su labio al tiempo que mueve sus piernas nervioso.

—Mmm, tengo un examen en unas horas más, podemos ir después de almuerzo.

Jimin deja salir un suspiro de alivio, como si hubiera estado a punto de ser rechazado, pero de una manera más dramática. Escucha la risa que Yoongi lanza, pero al segundo lo ve fruncir el ceño mientras escudriña su cabeza.  

—¿Q-qué tengo? —Pregunta con miedo mientras palmea su cabello. 

—No creo que sea recomendable que te tiñas el cabello, tu herida cicatrizó, pero de todas formas deberías consultar Jimin-ah.

Jimin-ah.

Ahí estaba, llamándolo de esa manera tan informal que contrae su corazón en un apretado nudo de emociones que brotan como burbujas calientes tiñendo sus orejas.

—Tengo hora al doctor al medio día, preguntaré al señor Min si puedo. 

Yoongi asiente serio, para nada convencido y Jimin lo nota, pero no hace nada mientras lo observa retirar la loza sucia y abrir la llave de agua caliente para luego tomar una esponja y verter lava loza.   

Nota como la tensión del aire se vuelve palpable y en vez de avanzar, siente que está retrocediendo. De todas formas, con todo el ambiente que se tornó, toma un paño seco y se ubica al lado del mayor.

  —¿Puedo ayudarte a secar?

La escena que se veía era como sacada de una película, según Jimin, de esas típicas películas que a él le gustan, de las cuales se tapaba con su almohada porque la cursilería era demasiada como para poder soportarla.

Pero así estaban ellos, topándose en los hombros gracias a la igualdad de sus alturas, chocando perfectamente. Sus manos en algunos momentos se tocaban cuando Yoongi le pasaba la loza limpia y lista para secar, Jimin hacia lo posible para tantearlas.  

Si alguien preguntara cuáles son sus sentimientos por Yoongi, él no sabría la respuesta y optaría por decir que es un hyung agradable, pero no podía negar que había algo en el mayor que le atraía físicamente, como una especie de magnetismo que lo obligaba a permanecer cerca. Estaba seguro que si intentaba explicarlo en palabras se enredaría y no sabría qué decir. Quizás era por el hecho de que anteriormente eran novios, o lo que sea que hayan sido, pero había algo creciendo en su pecho; deseó con fuerzas que este tipo de cercanías puedan ayudar a recuperar sus recuerdos.





A eso del medio día Yoongi lo deja a las afueras del hospital. Entra por el ala central del edificio, y apresura sus pasos mientras piensa en el color que debería teñir su cabello, aunque no deseaba salir de lo natural.

Cuando llegó a la recepción una enfermera lo reconoció y le dijo que subiera hasta el despacho del doctor Min.

Tocó antes de girar la perilla, sin embargo, lo que se encontró no era para nada lo que se esperaba.

Jungkook se encontraba de pie frente a su doctor. Manos en las hebras de la mochila que llevaba mientras le sonreía abiertamente hacia el hombre de mayor edad.

No pudo evitar fruncir el ceño. —¿Qué haces aquí?

Jungkook lo nota y de inmediato la sonrisa se borra de su rostro, cambiando el semblante a uno serio mientras se volteaba completamente hasta quedar de frente. El doctor pasando a segundo plano. —¿Yo? vine a visitar a mi padre, qué mas haría aquí.

Esperen. Jimin se encontraba demasiado mareado tratando de unir los hilos y ver de qué mierda realmente hablaba Jungkook.

—¿Uh? ¿tu padre?  

—¡Sí! —Grita el menor en respuesta, casi cabreado con la situación. Entonces Jimin posa la mirada en el hombre de pie a su lado. El doctor le sonreía de manera amable, como siempre lo hacía cuando lo venía a visitar, pero esta vez, Jimin no le devuelve la sonrisa, porque su mente aún está trabajando a tiempo récord tratando de entender lo que significaba que Jungkook viniera a ver a "su padre".

—Uhm, pero tú eres hermano de Yoongi... entonces eso quiere decir que... —No pudo evitar levantar su índice apuntando a las dos personas que tenían casi la misma estatura, muy superior a la suya. El doctor asintió silenciosamente, como si hubiera leído sus pensamientos. —Oh... —dice, porque no sabe qué más decir; un nudo se forma en su garganta y las mejillas coloradas rápidamente comienzan a marcarse.

¿eso significaba que él era una especie de suegro?

Entonces si eso era así, su suegro fue la persona que lo ha estado atendiendo todo ese tiempo.

Maldición, que se lo trague la tierra.

Observa al suelo pensando en todos los hechos y la sala cae inmersa en un silencio.

—Oh qué aburrido. ¡Adiós papá! —Jungkook habla tenaz, pero luego su voz cambia a una de total amor cuando lo escucha despedirse. Claramente la voz diferenciaba los opuestos sentimientos que tenía entre él y su padre. Levanta la cabeza y lo ve inclinándose para darle un beso en la mejilla al doctor y perderse por la puerta.

Y Jimin vuelve a unir los hilos otra vez.

Si su doctor era el padre de Yoongi, Jungkook era su hermano, entonces eso quería decir que el menor era como una especie de ¿qué? ¿cuñado? 

—Doctor, tengo algo que hablar con Jungkook... —Frunce el ceño preocupado mientras se remueve en su lugar y busca la empatía en los ojos ajenos. Ahora que lo ve mejor, puede notar varios rasgos de Yoongi en su padre, pero decide dejar los pensamientos hasta ahí. Ahora había algo más importante—. ¿podemos dejar la sesión para más tarde?

El doctor le echa un vistazo a su reloj y asiente. —Tienes hasta las dos para volver aquí. Hay que quitar los puntos, tu herida ya cicatrizó bien.

—Trato hecho, usted no se dará ni cuenta cuando ya esté aquí. —Se despide y le hace una reverencia completa, más porque es su suegro a que porque es su doctor. Gira la manilla y cuando abre la puerta voltea y no puede evitar inclinarse nuevamente en 90 grados, de manera torpe, pensando en si estaba bien decir las próximas palabras.

—C-creo que uhm, d-debería pasar un día por el apartamento —La mirada en el hombre cambió y Jimin lo nota, nota el brillo de sorpresa. Quizás la jodió y no debió haber sido tan entusiasmado con la idea de que sea algo como un "suegro", quizás anteriormente lo odiaba, o algo parecido, pero de todas maneras sigue hablando porque ya no había otra salida—, ya sabe... como forma de agradecimiento, p-podría visitarme. —Otra torpe reverencia y cierra la puerta, respirando agitado desde el otro lado, sin creer todavía lo que había hecho.

Comienza a caminar rápido y doblando el pasillo ve al menor doblando en el otro extremo.

—¡Jungkook! —Grita, haciendo que varias enfermeras lo callaran al segundo mientras apuntaban el cartel con señal de prohibido hacer ruido. Junta sus manos por al frente de su rostro mientras susurra varias disculpas caminando rápidamente hacia el menor, quien se quita un audífono y levanta las cejas curioso—. Tenemos que hablar.






Jungkook y Jimin se encontraban en la tienda del último. Con dos tazones de chocolate caliente y una fuente llena de variedades de panecillos dulces y pastelitos, porque Jimin no sabe cuál era el favorito de Jungkook. Aunque supuso que eran los de vainilla; hasta ese momento, ya se había devorado dos de ese dulce sabor.

—¿Por qué me invitas a comer? ¿acaso te enamoraste de mí ahora?  

Jimin rodó los ojos. —Dios, eres tan mal educado. A este punto no sé cómo Yoongi-hyung te soporta.

Jungkook detiene sus masticaciones y aleja el cupcake de vainilla que había quedado con una notoria gran mascada. Lo mira en silencio, Jimin sabe que dio en el clavo, podía ver las migajas esparcidas alrededor de la boca contraria. 

—Nhgo mehtas a Hjyung ehn egsto. —Le brama con la boca llena, esparciendo comida para todos lados y volviendo a comer. Jimin quería reír, e incluso hubiera hecho una foto, pero solo aprieta sus labios y cruza los brazos, dándole una mirada seria.

—Sé por qué me odias —El menor volvió a detener sus masticaciones cuando sus miradas se encontraron—, Yoongi es mi novio y- ¡Jungkook! —Grita parándose en su sitio porque el nombrado ahora tosía mientras golpeaba su pecho, unos pedazos de pan masticado saltaron, lo cual fue horriblemente asqueroso, pero al menor parece no importarle cuando toma una servilleta y se limpia.

—¿Entonces ya recuerdas? —Pregunta con sus ojos bien abiertos y Jimin siente que todo el mundo se le cae, porque entonces era cierto. Yoongi realmente es su novio, no es una suposición, es real. Puede sentir como el miedo se drena por toda su sangre y se multiplica cuando la imagen del mayor llorando vuelve a marcarse en su mente. Trata de buscar calmarse cuando las lágrimas empiezan a quemar sus ojos. Luego de unos segundos, esperando a que Jungkook deje de toser, lo logra.

—No, él no sabe que yo sé.

—¿Uh? ¿por qué no le dices? 

—¿Y qué saco con decirle si no lo recuerdo? —Jimin se encoge de hombros—, solo lo haría sufrir más. —Toma un sorbo de su chocolate caliente, porque siente que no puede con toda la amargura que sus palabras traían. Porque era cierto, lo había pensado muchas veces, en diferentes ocasiones y con diferentes palabras, pero la respuesta iba a ser siempre la misma ¿que sacaba? nada más que sufrimiento. 

—¿Uh? pero ¿y qué pasará con hyung? tienes que decirle. —Jungkook vuelve a insistir mientras iba por el tercer pastelito de vainilla. 

Jimin entrecierra los ojos en su dirección. —¿Quieres que le diga? acaso ¿no te gusta Yoongi o algo así? por eso me odias ¿no?  

Ve al menor rodar los ojos, por fin dejando de comer. De pronto de pregunta cuánta comida podía entrar en su estómago, aunque supuso que Jungkook comía como una bestia porque aun estaba en crecimiento.

—No me gusta Yoongi-hyung, yo solo lo protejo, y mi odio hacia ti es algo innato.

—¿Te gusto yo entonces?

—¿¡Qué!? —Jungkook grita, un mohín formándose en todo su rostro. La demás gente de alrededor voltea por un momento a ver qué ocurría—, ¡Qué asco! tú, un niño de manos gordas, sonrisa tonta y aegyo más natural que mi propio cabello oscuro. —El rostro del menor se arrugó mucho más, como si la acidez hubiera sido esparcida por toda su cara.

Jimin abre y cierra la boca sorprendido ante la descripción contraria. ¿en serio mis manos son gordas? 

—Uh, de acuerdo... —Susurra con sus manos en el marco de la mesa sin saber cómo tomarlo.

—¿Por qué me cuentas todo esto? —Jungkook pregunta luego de haberse calmado.

—Creo que no tiene sentido pelear, y si quieres hacerlo entonces lo haremos, me cansé de aguantar tus mierdas Jungkook.

El castaño ríe fascinado. —¿Como en los viejos tiempos entonces?

Jimin frunció el ceño ante la actitud inmadura que estaba tomando el menor. —No me refería a eso, pero si tú me buscas entonces no me quedaré callado, no tienes ningún motivo para odiarme y tratarme como si fuera la peor basura del mundo.

—Pero si lo eres. —Jungkook levanta los hombros, restándole importancia a la situación. Jimin gruñe, pensando en lo difícil que es para Jungkook captar el punto. No intenta refutar sus dichos porque es consciente que debatir con él sería como entrar a una pelea infinita.

—¿Como sabes que no iré y le contaré a hyung? 

Sonríe ante la pregunta, sin embargo, esa sonrisa Jungkook sabe que nunca llegó a su rostro. Y ambos saben que la respuesta a eso, es lo único en lo que podrían coincidir.

—Porque eso sería herirlo, si lo quieres no le dirás nada, yo no lo recuerdo, por lo tanto, no siento nada por él más que cariño y amistad, pero él... —Se detiene sintiendo un hilo de dolor recorrer su garganta, desparramándose en su pecho y reventando como pólvora que le desgarra de a poco su corazón. Hace lo posible para ignorarlo—, para él es distinto Jungkook... él sí me recuerda, él sí me ama...

Jungkook asiente en silencio, porque era algo que no se podía discutir, era algo en lo que ambos estaban de acuerdo, aunque no sintieran nada más que odio y malestar por el otro, ambos sabían que el bienestar de Yoongi era un punto en común. Su único punto en común.

—¿T-tú... puedes uhm, hablarme de él? —Pregunta luego de un rato, removiéndose nervioso cuando siente sus mejillas calientes.

Jungkook quiere largar una risa porque, en otra ocasión, esa no sería una conversación que ellos tendrían, de todas maneras, le da un sorbo a su taza y luego piensa en las diferentes situaciones en las que vio a si hyung caer por Jimin.

—Él te ama Jimin, te ama tanto que lo odio, porque tú lo único que haces es dañarlo.

—Ugh, lo siento. —Jimin se encoge, sintiéndose horrible por haber sido, quizás, no un buen novio en el pasado.

—Hyung ha cambiado harto con el tiempo gracias a ti, incluso comenzó hablar más con nuestro padre, sólo por ti. —Jimin recuerda la vez que Yoongi le comentó la mala relación que había en su familia. También cuando le contó sobre la historia de Jungkook. Se dio cuenta que tenía más semejanzas con Jungkook de las que creía. Ambos sin padres; podía percibir como suya la soledad que rodeaba al menor, quizás había algo de él en Jungkook y es por eso que éste mostraba esa actitud a la defensiva, porque sabe que Jungkook lo que veía en él, eran sus propias debilidades.  

—Desde que tengo diez años nunca lo vi en una relación como la tuya. Él incluso te llevó a la casa a pesar de que la relación en la familia no estaba bien. Lo volviste... —Jungkook se detiene a pensar por un momento—, ¿más blandito? no lo sé, de todos modos, le has hecho daño. Y odio eso. Creo que ese es el por qué te odio.

—Lo que menos querría es hacerle daño Jungkook. —Jimin le da una mirada de preocupación, deseando a que el menor creyera en sus palabras. Siente las lágrimas avecinarse nuevamente.

—Pero usas esa voz de víctima, "lo que menos querría es hacerle daño" —El castaño lo imita con una voz de perrito muerto exagerada—, no digas ese tipo de cosas cuando ya le quitaste todo Jimin.

Jimin decide no seguir conversando, porque la notoria postura de Jungkook lo hace sentir peor que antes. De todas formas, le hace prometer al menor de no decir nada, y confía en el, porque el fin de todo esto es evitar el sufrimiento ajeno.

Cuando vuelve a su cita con el doctor, Jimin no puede evitar abrazarlo y sonreírle mientras ocupa las palabras más formales que puede encontrar. El doctor le dice que todo va mejorando, sin contar con el hecho que ocurrió ayer cuando perdió el conocimiento. Se muerde las uñas nervioso por estar mintiéndole a su doctor, pero su deseo de proteger a Yoongi es tan fuerte que se guarda todos sus secretos con él.

Le pregunta si puede teñirse, a lo que el hombre le responde que sí, pero le advierte que no debe tocar la cicatriz. Sonríe pensando en que no todo el día estaba perdido. Así que ahora con los ánimos altos se encuentra de pie afuera del edificio esperando por una SUV. La cual, luego de unos minutos ahí parado, puede notar desde lejos.

Jimin lo ve por el parabrisas y no puede evitar sonreír cuando se detiene frente a él.

—¿Alguien está muy feliz o es mi idea? —Yoongi le sonríe mientras espera a que se coloque el cinturón de seguridad. Esta vez, la correa no se traba y maldice en sus pensamientos, porque justo ahora el cinturón funciona bien, cuando debería estar trabándose y Yoongi deslizando sus brazos cerca para ayudarlo, así él puede tener un vistazo en primera plana del mayor, lo que seria agradable, claro. 

—El doctor dijo que, si podía, pero no debo tocar la zona de la cicatriz. —Dice viendo como Yoongi sale del hospital y se dirige a la carretera central, uniéndose con los demás autos que van por la pista.

—Déjame ver. —El auto se detiene en un semáforo y Yoongi desliza una mano entre su cabello, haciéndolo voltear el rostro hacia su dirección. Jimin nota su concentración, inspeccionando la pequeña cicatriz a un costado de su cabeza, escondida entre los mechones largos que caen tapando los más cortos de su costado.

Y el mayor se ve tan sumergido inspeccionando que, no nota su mirada, así que Jimin jadea tranquilo cuando ahora lo ve de tan cerca. Recuerdos esparcidos por su mente, reproduciéndose una y otra vez. Su mirada se torna triste, como si estuviera a punto de llorar y esta vez Yoongi lo ve.

—¿Te hice daño? —Pregunta, y Jimin siente la suavidad con la que sus dedos acarician la piel de su cabello. Niega con la cabeza porque no está seguro de hablar—. ¿Pasó algo más? ¿por qué tienes ese rostro cariño? ¿pasó algo en el hospital?

Jimin quiere reír por como Yoongi lo conoce tan bien, supuso que era el plus de ser novios.

—Los medicamentos... —Dice luego de un rato, deseando a que Yoongi no insistiera porque él no estaba seguro si poder aguantarlo o no—. Los medicamentos me hacen tener un humor muy por arriba y luego bajar. Lo odio.

—Será solo por un tiempo Jimin-ah, ya verás que todo saldrá bien. —Yoongi le sonríe y Jimin le devuelve la sonrisa, pensando en algún tema más trivial para poder despejar su mente.

—¿Qué tal tu prueba hyung? ¿te fue bien?

Yoongi ríe sarcásticamente. —Por favor... soy Min Yoongi, claro que me fue bien.

El menor no puede evitar rodar sus ojos divertido. —Está bien señor arrogante que siempre le va bien, me alegro por eso entonces. ¿cuando te gradúas?

—Este verano.

—Woah, hyung eres genial. —Yoongi le da una sonrisa ladeada y le guiña el ojo, Jimin vuelve a virar sus ojos—, siento que todo lo que digo hace aumentar tu ego...

—¿Eso es malo acaso?

—No, pero soy una persona competitiva y me hace querer desafiarte. —Jimin le sonríe de manera coqueta, brillo perlando su mirada y Yoongi se la devuelve de la misma manera.

—Oh, puedo con eso, desafíame y veremos quién pierde.

—Un partido de básquetbol después de teñirte el cabello, ¿qué dices? el perdedor compra la cena.

Yoongi ríe fuerte, y Jimin se siente encantado por el sonido, deseando volver a decir algo que lo haga estallar. —No debiste desafiarme en básquetbol Jimin... —Yoongi entró a un pequeño estacionamiento, ubicado a un costado del local que lucía como un salón de belleza. Apagó el motor, sin embargo, ninguno parecía tan emocionado como para salir de la SUV aún.

—Hyung no me subestimes, soy bueno.

—Tú no me subestimes mocoso, podría incluso apostar más cosas, pero también te tengo cariño como para no dejar tu bolsillo vacío.

Ambos salieron riendo mientras Jimin insistía en que debían aumentar la apuesta a más que una simple cena, pero Yoongi negó con la cabeza mientras alborotaba su cabello.

El chico que estaba atendiendo el salón los saludó a ambos alegremente, por un momento quedó en blanco cuando el desconocido lo estaba estrechando entre sus brazos, Yoongi le comentó que era una peluquería a la que iban con frecuencia.

—Termino con estos clientes y los atiendo. Jiminnie ¿puedes lavar el cabello de Yoongi para sacar el tinte? —El muchacho le indica el sillón para lavar ubicado en el fondo. Jimin no sabe realmente cómo proceder, pero de todas formas asiente.

Yoongi quien estaba a su lado le sonríe, porque nota lo nervioso que está y él no puede evitar pedir auxilio cuando sus miradas se encuentran.

—Siempre me lavas el cabello cuando venimos, es por eso que él te lo pidió a ti. Pero si no quieres está bien. —El mayor levanta sus hombros, restándole importancia mientras coge una capa de plástico y se la envuelve por sus hombros para evitar mojar su ropa.

—Está bien, quiero hacerlo. —Jimin se arremanga las mangas de la sudadera hasta los codos y se ubica tras Yoongi, quien ya se había acomodado descansando su cabeza en el respaldo.

—Ya señor Yoongi, ¿Cómo le gusta el agua? —Bromea despeinando el sedoso y fino cabello del contrario. Desliza sus manos por los costados y las deja descansando en ambas blancas orejas, marcando caricias con sus pulgares en la zona del lobulillo. Yoongi mueve su cabeza cuando el cariño le hace cosquillas.

—Ni tan caliente, ni tan fría. —Jimin asiente sin ser visto y luego echa a correr el agua, pero antes de que pueda mojar algo Yoongi se incorpora en su sitio y se voltea—, juro que si es agua helada me vengaré muy fuerte Jimin...

Sonrió y asintió mientras lo veía volver a su sitio. Tanteó el agua con sus dedos, intentando regularizar la temperatura a tibia. Cuando estuvo conforme, comenzó a mojar el cabello ajeno.

Yoongi pegó un salto. —Mierda Jimin... ¡está helada!

Jimin juraba que estaba óptima, vuelve a tantearla y cree que sí lo está. No puede evitar rodar los ojos. —Ya deja de quejarte hyung, eres un bebé gruñón.

—Soy sensible al frío, tú eres como un guatero*, es por eso que no la sientes fría.

Vuelve a tantear, rendido a que debe regular la temperatura nuevamente a una mucho más caliente. La vuelve a tocar y cuando cree que está bien, moja la cabellera que va perdiendo el color verde.

—No soy un guatero.

—Si lo eres, siempre que duermes conmigo no paso frío. —Yoongi mantiene sus ojos cerrados, el rostro completamente tranquilo mientras habla con palabras relajadas. Jimin siente su pecho revolotear cuando la frase "duermes conmigo" se queda más tiempo de lo normal. Pone pequeñas cantidades de shampoo en su mano y luego la esparce por toda la zona mojada; repite la acción tres veces más, tratando de alcanzar toda su cabeza.

Refriega las manos suavemente, en masajes circulares por toda la cabellera hasta crear la espuma suficiente para seguir lavando. Puede notar como el tinte verde va saliendo, manchando la espuma de un color esmeralda brillante.

—¿Entonces desde ahora debería dormir contigo para que no pases frío? —Jimin agradece a que sus posiciones hacen que le sea imposible a Yoongi dar con su mirada, estaba tan rojo que agradecía el hecho de que el mayor mantenía los ojos cerrados, descansando tranquilamente, como si su pregunta ni siquiera lo hubiera perturbado.

—¿Deberíamos? —Responde levantando una ceja—, mmmh... no lo sé, a veces te apegas demasiado a mí... y roncas.

—¡Yiah! —Jimin casi grita, palmeando suavemente su cabellera—, que no se te olvide que estoy lavando tu cabello hyung.

Yoongi ríe fuerte, haciendo que sus hombros se muevan y su pecho vibre. —Estoy bromeando, idiota. Por supuesto que deberías dormir conmigo.

Jimin mantiene una sonrisa, incapaz de hablar por la emoción que las palabras producen en su pecho.

Con el mayor era como entrar a una montaña rusa de emociones, a veces podía estar en lo más alto de la cima, mucho más arriba de la felicidad, luego iría bajando tan fuerte que era imposible no sentir como todas las emociones reventaban como burbuja en esa brusca bajada, y luego volvía a subir y de nuevo a bajar. A veces daba una vuelta que lo dejaba mareado y perdido, pero al final el carril volvía a estabilizarse en una dirección lineal que lo llevaba al principio de todo el centro de sus sentimientos.

Jimin comenzó a quitar los restos de shampoo mientras veía cómo el tinte verde era dejado de su cabello para ahora mostrar un rubio platinado. Y cree que, si antes se veía bien, entonces ahora se ve mucho mejor. Aunque también tenía la idea de que Yoongi era la clase de persona que lucía bien con cualquier tinte. No como él que lucía como una zanahoria encendida.

El joven hombre que trabajaba en la tienda, los comenzó atender, aunque haciéndose cargo de Yoongi primero, ya que era el rubio el que necesitaba más trabajo, su cabello se encontraba dañado, por lo que Jimin observó por bastante tiempo como aplicaban distintas cremas para ayudar a revitalizar antes de comenzar a trabajar.

Mientras el joven atendía a Yoongi, otra muchacha se hizo cargo de él. Aprovechó de explicar detalladamente que debía tener precauciones con la cicatriz al costado de su cabeza y la chica asintió a todas sus instrucciones, tapando con un pequeño parche provisional el lugar para evitar que el cuero cabelludo se dañe con las toxinas del tinte.

Jimin termina primero, sentándose en algún lugar cerca mientras ve como trabajaban en el cabello del mayor. Y luego de casi una hora donde, ya se había leído la mayoría de las revistas que habían ahí, Yoongi estuvo listo para que pudieran largarse a casa.





Jimin inspecciona su cabello por el espejo retrovisor de su lado cuando el semáforo dio rojo.

—Nunca te había visto con ese color. —Yoongi dice, estirando su mano para tocar en una suave caricia su cabello ahora pelinegro. Jimin se derrite ante el pequeño tacto, notando como las manos del mayor son grandes y suaves. Siente que nunca podría acostumbrarse a aquellos triviales tratos.

—La última vez que recuerdo lo tenía castaño claro.

—Sí, de ese color lo tenías cuando te conocí y luego lo teñiste rojo.

—¿Qué? ¿es en serio? —Yoongi avanza como si la noticia no hubiera sido gran cosa, pero Jimin siente la bomba explotar en su pecho, porque en serio, suficiente tenía con parecer una zanahoria, ahora también fue una ¿antorcha humana? —No puedo creer que yo haya querido teñirme, suficiente tenía con parecer una zanahoria.

—Hey, te veías tierno, ahora aparentas más tu edad, aunque el rojo te quedaba muy bien. Debo tener una foto en mi celular.

—Hyung, pero no puedes buscar ahora, estás manejando. —Jimin lo reprocha, posando sus manos en el antebrazo ajeno cuando lo ve rebuscar en los bolsillos de su jeans.

Yoongi ríe ante la precaución del menor. —¿Desde cuando eres tan preocupado Jimin? Antes estarías quitándote los zapatos y haciéndome cosquillas, lo cual era peligroso, por cierto. —El mayor frunce el ceño ante el recuerdo pero la sonrisa no se borra de sus labios. 

—¿Realmente hacía eso? —Pregunta formando una pequeña 'O' con sus labios por la sorpresa, tratando de indagar en sus recuerdos cuando Yoongi asiente—. Lo siento, eso es peligroso hyung, yo no-

—Jimin no lo digo para que te disculpes, está bien. Aparte no soy cosquilloso, soy inmune y siempre me atacabas cuando el semáforo estaba en rojo.

Al menos lo último lo había dejado tranquilo. Así que, cambiando todos sus planes, espera a que Yoongi se detenga en otro semáforo. Lo hace en el último antes de llegar al edificio. Se quita cuidadosamente sus zapatos mientras una risa se le escapa, lo que automaticamente toma la atención de Yoongi, quien se encuentra con su mirada y luego la desliza hacia abajo, capturando todas sus intenciones.

—Sé lo que harás. —Yoongi sonríe, con una mano en el volante y la otra en la palanca de cambio.

—Solo quiero saber si lo de las cosquillas es verdad... —Jimin se gira con sus manos apretadas en el cinturón de seguridad, luego cuando su espalda se apoya a la puerta de su lado, levanta una de sus piernas y con su pie ataca las costillas de Yoongi, riendo fuertemente como si él fuera el atacado por unos pies que lo único que buscaban eran hacer reír al contrario.

Yoongi se retuerce un poco, viendo como la luz verde parpadea, anunciando los últimos segundos que tienen las personas para caminar a través del paso de cebra.

—Te dije que no lo era, ahora me toca a mí. —El mayor ríe, cambiando la palanca para avanzar y luego con la misma mano libre tomar el pie de Jimin, deslizando su pulgar por toda la planta. Jimin se retuerce de la risa tratando de quitar sus pies, pero Yoongi, aunque no lo aparentaba, poseía más fuerza. El menor se siente en desventaja porque ha perdido una considerable cantidad de musculatura con el poco ejercicio que podía hacer, por lo que sus piernas de bailarín estaban más débiles.

—Hyung... para... me duele el estómago. —Suelta entre jadeos, agarrándose la zona de su ombligo, sintiendo el dolor de la musculatura que se tensó en los espasmos de su risa.

—Eres muy débil Jimin... puedo tocarte hasta el cabello y tu tendrás cosquillas. —Yoongi lo molesta cuando ya van entrando al estacionamiento del edificio.

—Tú no tienes reacción eso es lo que pasa hyung. —Yoongi estaciona el auto y Jimin se desliza más hacia su lado—, ¿en serio no eres cosquilloso? —Mueve sus manos por las costillas de Yoongi, apretando suavemente intentado obtener algo, pero no había ninguna reacción en el rostro del mayor salvo la de preocuparse por dejar el auto bien estacionado. Desliza sus manos por el centro de su estómago, formando una caricia hasta llegar al blanco cuello. Y Jimin sabe que la caricia en el trayecto estuvo demás, pero siente difícil poder quitar sus palmas de aquel cuerpo que sabía que conocía de memoria. Entonces aprieta suavemente en el cuello, y nuevamente no lo consigue.

—Te dije que no lo era. —Yoongi dice cuando apaga el motor, sintiendo como las emociones lo atacan de manera desprevenida, porque no esperaba tal movimiento, sin embargo, sabe disimular sus reacciones muy bien. Aunque todo su cuerpo por dentro continúa ardiendo a una temperatura más arriba de lo normal, pensando en que hay un solo punto débil en él.

—Aquí entonces... —Jimin desliza su mano por detrás de su cuello, bajo su nuca y aprieta gentilmente, Yoongi levanta sus hombros de manera automática sintiendo como los pequeños masajes circulares que Jimin hacía lo relajan.

—Ah, sigue así, creo que tengo una gran cantidad de nudos Jimin-ah...

Jimin no sigue, porque a pesar de que le gusta la idea de masajear esa zona y liberar la tensión de Yoongi; ahora en su mente hay otra cosa: buscar un punto débil, aunque sea uno.

Es por eso que desliza sus manos hasta los muslos contrarios, y siente cómo estos se tensan, No pudo evitar colocarse completamente nervioso por estar cerca de una zona peligrosa.

—¿Aquí? —Aprieta los muslos para no recibir nada. Incluso juega con las rodillas sin causar ninguna reacción—. Ah, me rindo... —Dice con un puchero formándose en sus labios y volviendo a su asiento para desabrochar el cinturón de seguridad.

—Hay un lugar, pero no te diré. —Jimin levanta las cejas cuando eso le llama la atención, y estaba seguro que, si fuera un perro, entonces ahora mismo estaría con las orejas paradas y la cola agitándose por la emoción. Y entonces se le ocurre algo.

—Entonces si te gano en el partido, me dirás cuál es tú punto débil. —Escucha a Yoongi sonreír y negar con la cabeza mientras caminan atravesando el estacionamiento.

—Trato hecho. —Responde seguro el mayor.

—Bien, trato.

Jimin quedó satisfecho sintiendo que era capaz de ganar, aunque sea en esto. De alguna manera, buscaba algo para poder impresionarlo, sin tener razón alguna del por qué.

Siguen caminando hasta que en la entrada del edificio Jimin reconoce a Hoseok y Taehyung, quienes bajan de una moto sacándose los cascos. Aquello causó que sus ojos brillen por la curiosidad y ¿emoción? No lo sabe muy bien, pero siente como su cuerpo se llena de adrenalina, como si una descarga eléctrica fuese lanzada directo hacia su médula. No puede evitar caminar a grandes pasos hasta ambos.

—Woah hyung ¿tienes una moto? ¿puedo montarla? —Jimin rodea la motocicleta que reconoce como de autopista, pequeña y alta—,  dame las llaves, sé cómo manejar. 

Hoseok no alcanza a decir nada cuando Yoongi llega detrás de él y tira de su muñeca, alejándolo hacia el pavimento.

—No montarás esa mierda.

Todos quedaron en un gran silencio que se dispersaba como neblina por toda la tensión del aire. Jimin observó primero a Taehyung y Hoseok, ambos evitándole su mirada; luego a Yoongi, quien lo miraba de manera penetrante, pero no había enojo, Jimin pudo reconocer algo parecido a una súplica y era difícil explicar la forma en cómo podía conocerlo tan bien, pero podía reconocer las miradas de Yoongi como si estas se sincronizaran con las palpitaciones de su corazón, que ahora golpeaba estruendosamente contra su caja torácica, y dolía.

—Ah Jiminnie, está un poco averiada, tiene varias mañas así que es... —Hoseok comenzó hablar, buscando la empatía para poder cambiar toda la incomodidad del aire, sin embargo, detuvo sus palabras cuando se dio cuenta que tanto Jimin como Yoongi no estaban tomando atención a sus palabras. Suspiró por un momento y aplaudió para cortar lo que sea que la pareja frente a él estaba debatiendo internamente—, así que creo que para otra vez ¿sí?

Yoongi agachó la mirada y soltó su muñeca para entrar rápidamente al edificio. Jimin lo siguió.

—Tu no me puedes mandar... —Susurró por detrás del mayor, quien se detuvo para esperar el ascensor, pero al segundo de ver que no venía optó por las escaleras. Jimin notó que su caminar era agraciado, como si no se esforzara realmente en hacerlo de manera correcta—. No me ignores hyung. —Sube las escaleras siguiendo sus pasos, pensando en que iba a estar realmente agotado cuando lleguen al último piso si es que Yoongi pensaba subirlas todas.

—¡Mierda! —Maldice cuando sus pies se enredan, haciéndolo tropezar a mitad de escalón. Siente como su cuerpo se abalanza hacia atrás, aprieta sus ojos, sabiendo que no hay nada que hacer más que esperar el golpe.

—¡Jimin! —Ahí estaba, Yoongi sosteniendo su brazo, evitando una fuerte caída con su trasero. Jadeó precipitadamente cuando el mayor lo tira hacia delante, haciendo que sus cuerpos choquen en el acto. La acción dura menos de un segundo porque Yoongi lo suelta, y ocurre de manera tan repentina que le es imposible encontrar el equilibrio.

—Por la mierda Jimin... ¿puedes quedarte quieto? —El mayor toma su brazo nuevamente cuando lo ve tambalearse, pero ahora, lo suelta con más lentitud, como si esperara a que su cuerpo se acomode antes de soltarlo definitivamente. Una última mirada y Yoongi se da media vuelta para seguir subiendo.

Jimin lo ve desde su lugar en el escalón. —¿Por qué te preocupas por mí?

—Eres mi dongsaeng, por supuesto que me preocuparé por ti. —Yoongi no detiene sus pasos, ni tampoco se voltea.

Y Jimin sabe que no debería seguir hablando, que debería dejarlo ir y calmar la mierda que sea que estuviera sintiendo, pero no puede, así que sigue subiendo intentando alcanzar los pasos contrarios. —No, dime la verdad. Es porque... ¿es porque yo te gus-

—¡Jimin! —Yoongi grita cortando las palabras contrarias, deteniéndose y volteando hacia el menor, porque sabe hacia dónde van sus pensamientos, y se pregunta si fue demasiado obvio en demostrar el cariño ajeno que brota de manera automática debido a la costumbre. Él más que nadie desea que Jimin supiera toda la verdad, pero tiene miedo de que algo como ayer vuelva a ocurrir. Su corazón se contrae de tan solo imaginarlo, es por eso que lo corta, porque piensa que ahora es mejor que no sepa nada a que sepa todo y que eso le ocasione otro shock emocional.

Así que luego de ver como el cuerpo de Jimin salta ante su grito, baja las escaleras hasta quedar frente a él. —Hyung está cansado ahora, otro día podemos hablar de nuestra amistad ¿bueno? —Despeina el cabello pelinegro, haciendo que el olor a shampoo le impregne sus fosas nasales, respira hondo, grabando el olor entre sus pensamientos y luego posa su palma en la mejilla y traza una suave caricia con su pulgar. Yoongi sabe que su mirada es triste, puede verla en el gran brillo de los ojos dilatados de Jimin, pero no intenta decir nada más. Sonríe, da media vuelta y se va.

Cuando Jimin siente el ruido sordo de los pasos de Yoongi muy por lo lejos de su ubicación, se sienta en el peldaño de la escalera y comienza a llorar sin saber muy bien por qué. Siente que la vida es injusta.

Esa tarde no hubo juegos ni apuestas, ni siquiera volvió a casa. Esa tarde subió hasta el tercer piso, dirigiéndose al apartamento compartido con Taehyung. Introdujo el código y caminó con las luces apagadas hasta terminar  hundiéndose en el sillón de la sala de estar. Deseando que con ello también se hundan sus pensamientos.













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