Epifanía carmesí IV

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Al cabo de unos minutos el albino salió de la habitación de su padre algo preocupado, la misión no era fácil, no era otro simple asesinato de un objetivo específico. Debía destruir la sede principal de una organización de tráfico de personas y encontrar los archivos con la localización de un determinado sujeto, regresar a casa y todo en siete días, sin contar el tiempo que le lleve llegar hasta York Shin. En definitiva, todos los caminos oscuros llevan a York Shin, esa ciudad estaba podrida.

-Esto no será nada fácil… -suspiro al salir de la “oficina” de su padre.

El niño se dirigió a su cuarto con pasos acelerados, una vez en sus aposentos se encargó de empacar dos mudas de ropa, algunas cajas de chocolates y los documentos e identificaciones necesarias para hacer uso del dinero ganado en el Coliseo del cielo. Se propuso dormir unas pocas horas antes de salir de viaje al alba.

Las horas pasaron rápidamente y el pequeño albino se levantó con la sensación de no haber descansado nada, no  le dio mayor importancia y salió de su cuarto luego de vestirse con pantalones largos una camiseta de mangas tres cuartos negra y un suéter azul oscuro junto a sus deportivas favoritas. Atravesó rápidamente los pasillos de la mansión y pronto se encontró en el recibidor principal, se desvió a la cocina donde encontró a Gotoh supervisando los preparativos para el desayuno de los demás empleados.

-Buenos días Killua-sama… -saludo Gotoh con gesto neutral.

-Hola… -respondió secamente- Vine a…

-Silva-sama ya me informo –atajo el mayor- Su desayuno y algunas provisiones de medicinas y víveres están en la mesa del comedor.

-No era necesario –informo el niño.

-Pero yo quise hacerlo… -comento sin lugar a replica.

Aquella actitud era poco usual en el hombre, nunca hacia demás, nada que estuviera fuera de sus órdenes concretas, pero con Killua el asunto era diferente, se sentía consentido por aquel mayordomo y de una forma u otra aquel trato no era mal recibido, aunque ciertamente no sabía agradecerlo de la manera en que él creía apropiada.

Los pasos del niño lo condujeron al comedor donde solo se encontraba servido su plato, comió con un poco de prisa para evitar encontrarse con otros miembros de la familia, pero sus intenciones no se vieron recompensadas. Al encontrarse metiendo pequeña caja que le indico Gotoh en su mochila, el sonido de los pasos de su madre se acercaron a él.

-Buenos días, Killua –saludo sonriente la matriarca- ¿Qué haces levantado tan temprano?

El peliblanco no respondió al cuestionamiento de su progenitora, simplemente cerro su mochila, bajo de la silla y colgó su equipaje en su espalda.

-¿Killua? ¿A dónde vas? –pregunto interponiéndose en el camino del niño.

-Tengo una misión… -respondió con fastidio.

-¿Qué? ¡Pero acabas de regresar! –Exclamo enfurecida- ¡Nadie me hablo de esto!

-Papá me la asigno anoche...

-¡Qué! ¡Hablare con ese hombre! No te atrevas a moverte de allí hasta que yo regrese! –gritaba la mujer sobrepasada por sus nervios.

Y como si el albino fuera hacerle caso, espero hasta que los pasos resonantes de los tacones de su madre se alejaran lo suficiente para continuar con su camino rápidamente, antes de verse atrapado otra vez. Como alma que lleva el diablo atravesó las puertas de su casa y recorrió los árboles que conocía como la palma de su mano hasta el portón de Hades, donde se encontró a su contemporánea jugando con el pelaje de Mike.

-Buenos días… -murmuro la niña, a lo que el albino solo contesto con un asentimiento de su cabeza y atravesó el portón.

Inesperadamente al otro lado del portón se encontraba Gotoh parado a un lado de la limusina de esmaltado color negro, sosteniendo la puerta abierta para él. Killua subió en silencio al vehículo y luego de que Gotoh entrase este partió con destino a la ciudad.

Algunas horas pasaron rápidamente y Killua ya se encontraba ingresando al aeropuerto de dirigibles en compañía del mayordomo principal, quien se encargó de la compra de los boletos para el niño y lo escolto hasta el momento de su embarque.  Una vez libre de la supervisión de Gotoh, el pequeño suspiro de alivio para luego buscar su asiento y comenzar a revisar la carpeta con datos que había obtenido de su padre.

Dentro del archivo se encontraban datos útiles para su operación, aunque la información fuera escaza, la vaga localización del cuartel de sus objetivos era suficiente, él se encargaría de lo demás. Volvió a guardar los documentos en su mochila, para sacar el aparato de comunicación que solía llevar a las misiones, tecleo rápidamente un comando para enviar su ubicación a la oficina de su padre y guardo el dispositivo.

Por simple curiosidad saco la caja de provisiones entregada por Gotoh, al abrirla lo primero que visualizo fue una caja de pastillas de glucosa con una nota adhesiva azul celeste pegada al empaque:

“Killua:

Sé que esto es innecesario, pero me gustaría que las tuvieras en caso de alguna emergencia. Gotoh-san me lo conto, es una misión difícil, úsalas si necesitas recobrar energía.

-Mary♥

La letra cursiva y las palabras de preocupación de su amiga le llenaron de calidez, despego la nota del empaque y la guardo en otro bolsillo de la mochila. Lo demás dentro de la caja era lo típico, dos manzanas, un sándwich para el viaje y el resto eran vendas, desinfectante y algunas medicinas básicas. Normalmente esos kit de insumos estaban preparados y almacenados en un estante de la cocina, pero el niño suponía que la albina se encargó de indicarle a Gotoh que pusiera aquellas píldoras en uno y se lo entregara personalmente.

-Tonta, el corazón al final de tu nombre era lo realmente innecesario –murmuro para sí mismo.

El pequeño se acomodó en el respaldo de su asiento y se preparó para dormir todo lo que pudiera en las horas de vuelo que se le avecinaban. Dormido pero con los sentidos alerta llego hasta York Shin sin mayor complicación. El primer paso era buscar hospedaje, a una distancia media de la zona en la que le tocaba trabajar, deambulo un rato entre el distrito comercial hasta que encontró un hotel de fachada normal donde termino por ingresar.

La mirada incrédula del recepcionista ante la solicitud del niño no se hizo esperar, pero la documentación se encontraba en perfecto orden y el pobre hombre no hallaba cómo actuar ante la situación, además de sentirse intimidado por la mirada amenazadora del crio.

-¿Nunca has visto a un niño hospedarse solo en un hotel? –pregunto con arrogancia.

-¿Dis-discúlpeme joven, pero tiene autorización de sus padres? –cuestiono el recepcionista.

-En esta ciudad, usted debería aprender a preguntar menos… Me gustaría hablar con el gerente –pidió.

-Pe-pero… -tartamudeo nervioso.

-¿Es esa su oficina? – pregunto viendo la puerta tras la espalda del hombre.

Para Killua basto la expresión aún más nerviosa del recepcionista para confirmar la información que solicitaba, sin demorar un segundo salto el mostrador e ingreso a la oficina del gerente, minutos después el gerente, un hombre robusto, salió de la oficina con su cara visiblemente pálida y la frente azul.

-Atiende a Killua-sama como se lo merece, George ¡O serás despedido! –exclamo el hombre dejando salir al niño con una sonrisa de suficiencia.

De esta manera, minutos después el futuro heredero Zoldyck se encontraba en una habitación sencilla pero cómoda degustando de un tranquilo almuerzo y rodeado de una docena de cajas de Chocorobots cortesía de su nuevo “amigo” el gerente.

El niño recordó enviar un nuevo código de su ubicación a su progenitor, y fue rápidamente respondido con un conteo regresivo de las horas de su misión apareciendo en la pantalla del aparato. Las horas pasaron y cuando la noche cayó sobre la ciudad Killua decidió bañarse para cambiar su ropa por una de tonalidades negras, al acabar su aseo procedió a salir de la habitación. Deambulo por las calles como si fuera un niño asustado buscando a sus padres, varias miradas sádicas se posaron sobre él, pero cuando alguien decidía acercársele este desaparecía a una velocidad increíble.

Aquel método de fingir ser un niño indefenso le servía para averiguar los rostros de los posibles miembros de aquella organización delictiva, de alguna manera debían encontrar a sus presas, y simular ser una le ayudaba a bajar la cantidad de sospechosos considerablemente en esa ciudad llena de múltiples delincuentes.

Prosiguió con su táctica hasta la media noche, identificando a una docena de sujetos que aún permanecían buscándole a pesar de haber perdido su rastro hace horas. Observando desde los rascacielos a sus posibles sospechosos siguió a cada uno, algunos resultaron solo ser pederastas que aprovecharían cualquier oportunidad para satisfacer sus asquerosos deseos, pero tres de ellos resultaron bastante interesantes, ya que luego de una larga vigilancia estos se encontraron en un determinado punto alrededor de las tres de la madrugada, para luego separarse por distintos puntos de la ciudad.

Por el momento tenía unos posibles rostros en la zona de la central de operaciones. Lo siguiente seria vigilarles. Durante dos días enteros Killua se mantuvo con los ojos fijos en aquellos sujetos, al caer la noche solían encontrarse en los callejones de su zona de rastreo y luego dividirse para mezclarse entre los demás borrachos y delincuentes. Algunas veces fijaban su mirada en alguna persona de aspecto indefenso e intentaban seguirlos pero desistían al cabo de un rato.

El albino comenzaba a cansarse de no obtener mejores pistas y estaba por descartar a los sujetos e intentar nuevos métodos, cuando detecto un patrón. En su tercer día de investigación observo como uno de sus sujetos seguía a una nueva persona de apariencia inocente, pero la forma en que la seguía no era normal, prácticamente le estaban arreando, acercándose lo suficiente como para que su víctima sintiera su presencia y cambiara de camino a su voluntad, en algún punto uno de los hombres dejaba de seguir a la persona, pero rápidamente era sustituido por otro que continuaba conduciendo a su objetivo entre las intrincadas callejuelas hasta que de un momento a otro la persona desapareció ante los ojos incrédulos de Killua.

La edificación a la que habían halado a la víctima estaba exactamente en la zona donde su padre concentro la información, el ojiazul espero a que los hombres estuvieran suficientemente lejos del edificio para acercarse a investigar. Dentro de la maltratada edificación identifico a tres hombres más que portaban singulares tatuajes idénticos en sus manos, recordaba un símbolo vagamente parecido en los documentos de Silva. No pudo localizar a la joven que los hombres habían adentrado a la construcción, pero este permaneció vigilante de las acciones de sus nuevos objetivos, noto reiteradas llamadas telefónicas y desapariciones constantes de alguno de los hombres cada hora.

Cuando el alba comenzaba a despuntar un automóvil oscuro se acercó hasta la calle más cercana a la edificación, la puerta se abrió y por allí salieron los tres hombres cargando con tres niñas y dos jóvenes como si fueran costales de papas, las subieron dentro del vehículo y todos partieron de allí, rápidamente Killua siguió el rastro del auto hasta una casa alejada del distrito comercial, en un área residencial bastante promedio. El transporte se adentró hasta el garaje de la casa y no hubo más movimiento por las siguientes cinco horas.

El cansancio ya era algo insoportable para Killua, pero deseaba terminar cuanto antes aquello y volver a casa. Continúo con la vigilancia hasta que noto como el auto volvía a salir. El de ojos azules decidió regresar hasta su hotel a descansar, estaba seguro que tenía la pista correcta. Descanso algunas horas y regreso a la casa, con el manto de la noche cubriéndole, el peliblanco ingreso a la casa que se mantenía con las luces apagadas, con sigilo investigo cada una de las habitaciones sin encontrar a las jóvenes que debieron ingresar allí, se encontraba revisando la cocina cuando una puerta llamo su atención, esta conducía a un sótano donde escucho susurros, gemidos y los chasquidos de cadenas moviéndose.

Bajo a la habitación oscura escudado por las sombras y con pasos completamente silentes, allí descubrió lo que sospechaba, alrededor de 8 personas encadenadas, incluyendo a las chicas que antes vio abordar el auto oscuro, tenía la intención de regresar por donde vino para terminar de examinar las habitaciones pero su fino oído escucho el chasquido de las llaves en la cerradura principal, seguido de pisadas resonando por el piso superior. Al Zoldyck no le quedo de otra que ocultarse entre las cajas y demás basura del sótano. Una hora después bajaron dos sujetos a comprobar el estado de sus rehenes.

Una luz amarillenta proveniente de una lámpara de mano, ilumino levemente la estancia, los secuestrados comenzaron a gemir y llorar lo más quedamente posible cuando las dos figuras masculinas llegaron a verificar que todo estuviera en orden.

-Po-por favor… -pidió en voz baja un chico de apariencia andrógina.

-¿Eh? –exclamo uno de los hombres.

-Libérennos, por favor –expreso la misma persona con el rostro lloroso.

-¡Escuchen bien sabandijas! –gritoneo uno de los hombres- Algún rico muy pervertido pagara por sus pequeños traseros y esa es la única forma que salgan de aquí. Así que ni se les ocurra dar problemas.

-¡Son unos criminales bastardos! –grito una de las jóvenes de mayor edad.

-¡Silencio zorra! –exclamo el otro hombre- ¡Somos Lambda X! Y no tienes derecho a hablar, eres un simple cordero directo al matadero para nosotros… -explico lanzando un puntapié al estómago de la chica.

Los otros rehenes se apegaron más a la pared, aterrorizados de lo que pudieran hacerles aquellos criminales, los hombres se retiraron con gestos fastidiados murmurando sandeces. Para Killua la nueva información le corroboro que se encontraba tras la organización correcta, pero le tomaría tiempo salir de allí, el aura que desprendían aquellos hombres le hacía mantener sus reservas.

-Oye –susurro la voz del joven andrógino- Sé que estas allí, el niño que entro antes de esos tipos.

Killua se mantuvo silencioso, esperando que la mente del chico relacionara que lo que “vio” fue una mala pasada de su imaginación.

-No te preocupes, no pienso decirles a esos sujetos que estas aquí –murmuro el desconocido nuevamente- ¿Eres de pocas palabras?

-Debió enloquecer… -murmuro otra chica para alguien más- Aquí no ha entrado nadie más…

-Ellos planean transportarnos el viernes a una subasta clandestina… -revelo- Lo escuche de otro guardia ayer. Ayúdanos a salir…

-Bien… -susurro Killua- Pero debes decirme todo lo que sabes.

El joven le relato la cantidad de visitas que recibían de los guardias, el tiempo en que les entregaban alimentos y por último el momento en que sospechaba que salían los secuestradores de la casa. Y tal cual como el joven dijo, llegaron dos rondas más de los guardias en intervalos de dos horas, luego una mujer para entregarles algunos sándwiches a los rehenes, una ronda más y posteriormente la casa se sumió en el silencio total, dando entender a Killua que se habían quedado sin supervisión en la casa.

-Hemos intentado gritar y golpear las paredes, pero nadie viene a ayudarnos –dijo una de las chicas.

-Es normal, las paredes están insonorizadas ¿Les han vendado la cara en algún momento? –quiso saber.

-Sí, al subirnos a un vehículo para traernos aquí. Tiempo después nos quitaron las mordazas y vendas para amenazarnos, nos advirtieron que nos portáramos bien, aunque igual nos colocaron estas cosas –dijo otra mirando los grilletes en manos y pies.

-Los ayudare a salir, pero antes debo cerciorarme de algunas cosas cuando investigue arriba…

-Hay una oficina de alguien a quien llaman jefe en alguna parte de aquí –informo el joven.

Killua dejo pasar un lapso de dos horas para atreverse a salir del sótano, cuando se sintió seguro en alguna medida comenzó a subir las escaleras para volver a la edificación principal. Escucho antes de salir a alguien preguntándose si él volvería, pero tampoco les hablo para responder aquello. Una de las habitaciones se encontraba perfectamente cerrada, pero no fue difícil abrir la cerradura, un escritorio de caoba y varios archivos dispersos por la habitación, reviso cada uno de los gabetines hasta encontrar uno que contenía la información de las subastas, abrió carpeta tras otra buscando la información del objetivo que le encargo su padre; una niña de entre 4 y 6 años, castaña de ojos azules con una marca en forma de copo de nieve en el costado izquierdo de su cadera.

Media hora de revisar infinidad de carpetas rindió frutos, la encontró, de nombre Ayumi y con una peculiar marca de un copo de nieve en su cadera izquierda; la fotografía de la niña de ojos llorosos le devolvió la mirada, por unos minutos sus ojos le parecieron vagamente familiares, pero nada por lo que darle muchas vueltas, probablemente solo le recordaban los propios. Sin información de su lugar de origen o más detalles sobre su vida anterior, bajo la vista a  la cifra por la que fue comprada hace 8 meses por un hombre de nombre Isaac McDougal. La carpeta suministraba breve información del comprador pero nada más, en caso de emergencia Killua tomo los demás archivos de niñas castañas de ojos azules en ese rango de edad, que por suerte no eran muchas. Era hora de salir de allí y planear una estrategia para acabar con aquella organización.

Estando ya en su quinto día, debía apresurar un poco sus planes. Para esa misma noche planeaba ingresar nuevamente a la casa, pero esta vez dejándose atrapar por los hombres tomo algunas píldoras de glucosa y las envolvió en los papeles metalizados que envolvían las esferas  de chocolate de los Chocorobot, disfrazándolos como caramelos por si las necesitaba y se realizó una venda en una de sus piernas como si tuviera una herida hecha al jugar.

Se hicieron las 8 de la noche y Killua volvió a pasar por la calle donde sabia se encontraban los hombres que secuestraban primeramente a los niños, fingió comportarse como un niño asustadizo y siguió el modus operandi de los hombres. Cuando lo metieron en la primera edificación lo revisaron superficialmente y maniataron, aquella situación era sumamente humillante pero debía mantener en mente por qué lo hacía.

Horas después lo subieron al vehículo y rato después lo transportaron a algún lugar para luego ponerle grilletes en pies y manos, escucho las amenazas de los hombres fingiendo estar aterrado, hasta que por fin los dejaron solos luego de retirarle las vendas.

-¿Qué estás haciendo? Debiste llamar a la policía… -dijo el joven de la noche pasada.

-No hay problema…

Fácilmente el albino rompió las cadenas suyas y de los demás.

-Escuchen atentamente todo lo que suceda arriba y en cuanto no oigan nada por 10 minutos será seguro salir, no se les ocurra demorar y salgan de aquí, corran todo lo que puedan. No llamen a casas vecinas, solo corran y ocúltense entre las sombras hasta que lleguen a una estación de policía –indico con rostro inescrutable.

-Pero ¿Y tú? –pregunto una de las niñas.

-No es de su incumbencia, ahora esperemos la próxima ronda… Les recomiendo cerrar los ojos en cuanto entren.

Los jóvenes no se atrevieron a cuestionar las indicaciones de Killua, aunque este parecía mucho menor que algunos de ellos. Las próximas dos horas transcurrieron y nuevos guardias bajaron, los cautivos escondieron sus manos y pies para evitar que se percataran de que ellos estaban libres, cerrando los ojos con fuerza no vieron como las cabezas de sus guardias eran volteadas de formas antinaturales para romperles el cuello, solo cuando escucharon la voz de Killua se atrevieron a abrir los ojos.

-Recuerden, 10 minutos de silencio… -murmuro.

Ágilmente Killua salió del sótano, algunos gemidos leves se escucharon hasta el sótano, pero pronto el silencio lo invadió todo, lentamente todos los cautivos contaron hasta 60 diez veces y luego salieron corriendo de aquel lugar atravesando la puerta de la cocina saliendo a un jardín trasero, pasaron por ese lugar lleno de cuerpos desplomados, el terror les atenazaba las entrañas, pero la adrenalina del impulsaba a seguir, atravesaron la propiedad y salieron a la calle del tranquilo suburbio. El joven andrógino volteo un segundo en busca de Killua, pero fuertes crujidos provenientes de la casa, seguido de disparos lo que le volvió a impulsar para alejarse lo más rápido posible de allí.

Dentro de la casa, el niño se encontraba en problemas, el hombre conocido como jefe poseía unas habilidades de combate bestiales, totalmente antinaturales para un hombre de su contextura obesa y nada atlética, Killua se estaba llevando sus buenos golpes, además de tener ya un brazo roto por recibir un impacto directo del puño del hombre. El jefe ciertamente poseía una presencia tenebrosa, que era capaz de mantenerlo en un estado de prudencia absoluta, era una versión muy leve de la presencia de Illumi, ni podía compararse con la presencia de Mary en aquel combate con la intrusa.

Múltiples golpes iban y venían, pero pronto fue momento de que Killua dio los golpes decisivos, con una barrida de su pierna logro derribar al hombre, el impacto en su pierna también le afecto pero prosiguió a amenazar al hombre con sus garras frente al rostro contario. La voluntad de lucha en el jefe de la organización se perdió, aun con su pierna dolorida y su brazo derecho roto, Killua no mostro compasión. Antes de finiquitar con la vida del sujeto exigió la localización de los archivos de todos los miembros de la organización, incluidos sus contactos para ingresar a las subastas clandestinas de personas. Una vez con la información en sus manos, las garras del niño decapitaron al obeso hombre.

El albino se tomó su tiempo para corroborar los rostros de cada uno de los hombres que mato y los tacho uno por uno. Solo 15 personas estaban aún con vida, recorrió por última vez todas las habitaciones del lugar cerciorándose de no dejar a nadie vivo, corto las tuberías de gas doméstico y mientras la casa se llenaba del elemento inflamable metió todos los cadáveres dentro de la casa, recubriéndolos de otros químicos inflamables que encontró en el estacionamiento, antes de salir de la casa completamente lanzo una cerilla encendida por una rendija de la puerta, en milésimas de segundo se alejó hasta un callejón oscuro y la casa exploto.

Alertados por el estruendo, los vecinos comenzaron a encender las luces de sus hogares y el niño desapareció rápidamente antes de no poder ocultar su aspecto lleno de heridas y sangre de los ojos curiosos.

Hecho polvo el niño regreso a su habitación del hotel, cojeando de una pierna y con un brazo casi inútil, se metió en la ducha, dejando que el agua caliente relajara sus músculos en tensión y lavara la sangre seca que lo cubría. Al salir se colocó un pantalón de dormir suelto y atendió sus heridas, inmovilizo sus brazo lo mejor que pudo y su pierna también, curo los pequeños  cortes de su rostro y se lanzó a dormir. Para la mañana siguiente moverse era una tortura para Killua, pidió servicio a la habitación y luego de desayunar tomo suficientes analgésicos para inmovilizar a un caballo, eso apenas hacia efecto en él, pero algo era algo.

Al cabo de unas horas y con el cuerpo bajo los efectos de las medicinas, se levantó y fue hasta el centro de atención medica más cercano, mintió al personal diciendo que se había caído de un árbol jugando en un parque y que su hermano mayor lo dejo allí para ser atendido mientras el supuesto hermano iba en busca de su madre. Convencidos por la cara angelical del niño lo atendieron con toda la gentileza del mundo, para que este no continuara “sufriendo”. Horas después y con el brazo y su pierna profesionalmente tratados el niño simplemente desaprecio de los servicios sin dejar rastro. Asumieron que el niño simplemente no tenía los recursos para pagar su atención y encontró la manera de huir. Aunque horas después apareció un hombre de aspecto robusto proclamando ser el padre del albino para pagar sus gastos médicos y disculpándose por el comportamiento inquieto del niño.

En su habitación de hotel, Killua observaba tranquilamente las caricaturas mientras comía chocolates, el teléfono de la habitación dio dos timbres y este contestó.

-Diga…

-Killua-sama –saludo el recepcionista castaño- El señor gerente me ordeno avisarle que ya la tarea que le encomendó está realizada.

-Muy bien –dijo con una sonrisa de suficiencia.

-¿Desea algo más?

-No, estoy bien –notifico y colgó el auricular, en definitiva su “amigo” el gerente era muy complaciente con sus peticiones.

Para esa noche Killua se sentía en mejores condiciones. En su lista de pendientes estaba localizar a los 15 miembros de Lambda X restantes y eliminarlos, además de comenzar a la búsqueda de los presentes que les llevaría a Mary y Alluka. A la hora de la cena el niño bajo al restaurante del hotel y espero tranquilamente a ser atendido, comió y luego se fue hasta la recepción esperando que se hiciera una hora propicia para cazar a sus objetivos restantes. Mientras se entretuvo mirando a las personas paseando alegremente a través de las ventanas.

-¿Le sucede algo Killua-sama? –pregunto George el recepcionista depositando una taza de humeante té y un postre frente al niño quien lo miro con cierta duda –Cortesía del gerente –explico.

-George –llamo- ¿Qué le regalarías a una niña? –cuestiono.

-¿Una novia? –murmuro para sí mismo al pensar.

-¡Idiota! ¿Quién hablo de novia? –exclamo sonrojado- Hablo de mi hermana Alluka…

-¡Perdóneme usted! Supongo que ropa y juguetes es una buena opción –recomendó.

-Eso es muy obvio… -comento Killua irritado- ¡No eres nada útil!

-¡George! –grito el gerente desde la puerta de la oficina.

-¡Sí! –exclamo el castaño asustado.

-¡Mañana escoltaras al joven Killua hasta que encuentre los objetos que desee comprar para su hermana! –ordeno.

-Pe-pero señor… mañana es mi… -tartamudeo el recepcionista.

-¡Nada de peros o estas despedido!

Killua observo divertido la actitud del gerente doblando cualquier regla para que él fuera el mejor atendido en todo el hotel, definitivamente amenazarlo fue una buena idea, pero debía encargarse de que este no dijera ni una palabra de su existencia al retirarse de allí. El niño salió un poco antes de la media noche, uso la información facilitada por el difunto jefe de Lambda X para encontrar a los hombres restantes, a todos los embosco por sorpresa, algunos fueron más duros que otros, pero no podía permitirse enzarzarse en una nueva batalla como la que tuvo con el jefe, no estaba en pleno uso de sus habilidades, muchas veces simplemente se dejó absorber por sus instintos asesinos.

A las tres de la mañana todo se encontraba terminado, a su paso dejo varios cadáveres en distintos lugares de York Shin, llego cubierto de sangre al hotel, George lo vio con la cara teñida de azul, Killua le sonrió “inocentemente” y prosiguió hasta su habitación. Tomo el aparato comunicador de su equipaje y envió un código distinto a su padre, informando de la operación completada y que comenzaría el proceso de encargarse de los cabos sueltos antes de irse; recibió confirmación de su padre y procedió a ingresar a la ducha. Un nuevo conteo de 72 horas dio inicio en el aparato, 72 horas para estar de regreso en la montaña Kukuroo.

El nuevo día inicio para Killua muy temprano, desayuno en su habitación y bajo a la recepción donde George le esperaba junto al gerente, el castaño salió de atrás del mostrador y se despidió del gerente que permaneció cubriendo el puesto de su trabajador.

Killua fue conducido por diferentes tiendas de juguetes, accesorios y ropa femenina; donde se encargó de comprar una docena de vestidos para Alluka, algunos zapatos y accesorios para el cabello que estuvo seguro le gustaría lucir en su largo cabello. Diez peluches de diversas formas y colores fueron añadidos a las compras y cada una de las bolsas fue cargada por su escolta. El niño aún se debatía en encontrar algún obsequio para Mary, no tenía idea de que llevarle y estaba seguro de que nada podría superar la expresión de su rostro al ver el regalo de Zebro. Lleno de frustración entro a la primera dulcería que encontró y le pidió al encargado una encomienda de 1500 cajas de Chocorobots, el hombre con la frente azul comprobó la disponibilidad del producto con su jefe y quedaron de enviarlas al hotel para el final de la tarde lo más pronto posible.

Con el ceño fruncido el niño deambulaba por las tiendas observando las vidrieras en busca de algo que regalarle a la albina.

-¿Le sucede algo Killua-sama? –pregunto George amablemente.

-¿Qué le regalas a una persona cuando no tienes ni idea que darle? –pregunto.

-Algo que vaya de acuerdo a sus gustos…

-¿Y si no tienes ni idea de que le gusta? –volvió a preguntar.

-Algo que sea practico, supongo que ha visto algo en esa persona que le dé una pista de que pueda necesitar… -sugirió amablemente.

-¿Eso sería suficiente para impresionar a alguien que ya recibió el regalo más fantástico del mundo? –pregunto inseguro, más para sí mismo que para George.

-Seguramente la señorita Alluka se sentirá encantada con la idea de recibir cualquier cosa que demuestre su verdadera preocupación por ella…

-¿Alluka? –cuestiono confundido.

-Sí, así me pareció entender que se llamaba su hermana –argumento.

-Sí, así es… -murmuro.

-¿Entonces? ¿Qué le gustaría probar? –pregunto solicito.

-Ropa de invierno –contesto recordando la uñas amoratadas de Mary la noche que la conoció y como siempre solía usar ropa poco abrigada.

El recepcionista guio al peliblanco a una de las mejores tiendas que conocía, especializada en ropa abrigadora para las épocas frías.

-Buenos días ¿Puedo ayudarles en algo? –pregunto una de las dependientas.

-Busco abrigos invernales gruesos –informo Killua.

-Claro, sígame… Tenemos muchos modelos masculinos que podrían gustarle…

-Para niña –explico Killua.

-¡Oh por supuesto! Ha llegado hace poco una nueva colección…

La joven los condujo por percheros llenos de abrigos de diversos estilos y colores, entre tanta variedad el albino ya se sentía mareado, por lo que el castaño intento ayudarlo.

-¿Algún color en especial? ¿Rosa tal vez?

-Rojo y blanco… -murmuro.

Pronto se dirigieron a una zona llena de esos colores, ningún modelo intereso a Killua, hasta que vio uno de los maniquíes que lucía un abrigo largo acampanado con capucha de un color rojo manzana intenso con bordes de piel blanca afelpada.

-Ese –señalo el niño embelesado recordando el tono carmesí tan curioso que cubría las mejillas de Mary con regularidad.

-¡Por supuesto! Ese conjunto viene con guantes de cuero del color del terciopelo del abrigo, además de que tiene un recubrimiento interno que lo hace súper cálido –indico la dependienta.

-Lo queremos en talla 8 –indico George.

-Es muy pequeño. Talla 12 –corroboro Killua.

-Pero Killua-sama, las demás cosas de su hermana las hemos comprado en tallas 8 y 10 –refuto- Le vendrá grande.

- Mary es un poco más alta que yo… 12 estará bien –confirmo para la dependienta.

El recepcionista solo pudo callar ante la nueva información liberada por el niño, el cambio de nombres lo tomo desprevenido, pero dejó escapar una sonrisa enternecido ante el gesto de aquel niño soberbio para con alguien mas, y esa persona no parecía ser su familiar, no por la forma en la que examinaba la prenda de vestir. Algunos minutos después Killua escogio otro modelo de abrigo esta vez tipo blazer largo, de chaqueta ceñida y falda corte “A” blanco con algunos detalles en negro. Con esa última elección la tarde de compras se dio por concluida envolvieron los abrigos en una bolsa acartonada de textura satinada color negro, sellada con grapas a petición de Killua. Todas las cuentas de las compras fueron descontadas del dinero ganado por el albino en el Coliseo del cielo.

De vuelta al hotel, el niño indico que todas sus compras fueran guardadas cuidadosamente hasta que recibieran información sobre el envió de sus paquetes. Una vez dentro de la habitación se comunicó con el número personal de Gotoh que estaba reservado para su uso con el exterior, le informo al mayordomo de que necesitaba el transporte de unas compras realizadas por él de la manera más pronta a la mansión. Obedientemente el mayordomo le aseguro que los paquetes se encontrarían a su disposición en cuanto llegara a la montaña Kukuroo.

Rato después el niño volvió a salir del hotel, aprovecho de comer algo por fuera y de ir hasta el aeropuerto a comprar sus pasajes para el otro día. De regreso en su hospedaje se sumergió en una acalorada conversación con el gerente, quien con las piernas temblando se encargó de asegurarle a Killua que todas sus peticiones serian cubiertas a cabalidad.

La noche de descanso fue tranquila, aunque el corzo del niño no dejaba de agitarse de a momentos con la idea de regresar a su casa. Por la mañana el Zoldyck salió por las puertas del asesor tranquilamente y fue despedido con absoluta cordialidad por el gerente y recepcionista, el primero le entrego una bolsa llena de diversos objetos al niño, para luego abandonar definitivamente el establecimiento no sin antes dedicarle una “amable” sonrisa al administrador del lugar. Las palabras del niño resonaron en la mente del hombre “Entrégame toda grabación y documentación de mi presencia en este hotel, encárgate del silencio de los empleados y no volveré para rebanar tu cuello”.

Killua se dirigió tranquilamente al aeropuerto con aquella bolsa llena de papeles y cintas de video en mano, abordo con tranquilidad su vuelo luego de un tiempo prudencial de espera, listo para regresar a su hogar. Cuando el dirigible llego a la Padokia, Killua desembarco sin apuros, atravesó el aeropuerto y al salir se encontró con Gotoh esperándole frente a una limusina.

-Bienvenido, amo Killua.

-Hola Gotoh –saludo y entrego al hombre la bolsa con el logotipo del hotel.

-Un trabajo inmaculado, amo Killua. El señor Silva se encontrara completamente satisfecho –halago al niño.

-Eso espero ¿Y los paquetes? –cuestiono el ojiazul.

-Llegaron esta mañana a la ciudad por un servicio de paquetería exprés –informo- Ya las cajas se encuentran en su habitación y las bolsas fueron repartidas como me indico.

-¿A Alluka en persona?

-Sí, y la bolsa negra también está en manos de su dueña.

-Perfecto.

Horas después el niño ingreso a su casa y fue directamente hasta la oficina de su padre para entregar su reporte.

-Eso es todo –concluyo de contar el niño a su padre.

-Excelente, serás un perfecto líder… -comento Silva complacido.

-¿Y Alluka? –pregunto directo.

-Bóveda CB-09 –informo luego de un suspiro.

-Gracias, me retiro –comento Killua con gesto estoico.

El niño fue hasta su habitación rápidamente para arreglarse y ver a su hermana. Al salir de su alcoba se encontró con el primogénito Zoldyck.

-Killua –saludo Illumi.

-Illumi aniki –murmuro en saludo para luego pasar de largo sin decir nada más.

Killua paso todos los niveles de seguridad hasta llegar a la bóveda de Alluka, la pesada puerta de acero custodiada por Tsubone se abrió para él, al entrar se encontró con una habitación en colores pastel y dibujos infantiles en las paredes, una sonriente Alluka se lanzó a abrazarlo, esta lucia la ropa que había escogido para ella, un vestido verde menta volado lleno de listones verde botella, en su pelo lucia la diadema de caritas y en los mechones delanteros los pines que combinaban con la diadema.

-¿Verdad que estoy bonita, onii-chan? –pregunto alegre.

-Estas adorable… -corroboro.

-Gracias por los obsequios ¡Todos me encantaron! –comento súper feliz- ¿Viste mi cabello? Mary-chan lo arreglo para mí y Tsubone-san me arreglo para lucir muy bonita para ti, onii-chan.

-Hicieron un gran trabajo, pero su tu no fueras de por si bonita no habrían podido hacer mucho –halago Killua.

Los hermanos jugaron un largo rato dentro de los límites de la habitación, ya que Alluka no tenía permitido salir sin autorización de Silva, Zeno y Kikyo. El tiempo paso volando para los hermanos, y para decepción de Killua un altavoz dejo resonar la voz de su padre avisándole que era hora de retirarse.

-Vendré todos los días –prometió el albino a Alluka.

El ojiazul salió de la habitación y camino hasta el comedor donde se encontraban el resto de los integrantes de la familia, en cuanto se supo los pormenores de la misión la matriarca de la familia armo un escándalo por el brazo roto de niño, a quien después de comer lo obligaron a ser revisado por Illumi y este al estar satisfecho con lo observado le ordeno a su hermano retirarse a su cuarto a descansar.

La noche cayo rápidamente y el niño de blancuzcos cabellos estaba dormido en su habitación, pero la cena le fue llevada hasta allí y se levantó para comer, al terminar leyó un poco, espero con las luces apagadas mirando por la ventana hasta que la medianoche se hizo presente, por precaución aguardo otras dos horas y cuando el silencio era total en la mansión salió sigilosamente de sus aposentos, atravesó pasillos y bajo escaleras rápidamente, pronto se vio en los exteriores de la casa, subió a los árboles y se impulsó con sus piernas lo más rápido que pudo. División el claro donde solía encontrarse con Mary y bajó de las ramas, justo en el árbol donde la conoció estaba ella sentada a sus raíces, envuelta en aquel abrigo carmesí que escogió para ella.

Aquella imagen fue perfecta para el niño, digna de una fotografía, sentada entre la nieve, con la vista pérdida en el lago congelado, la perfecta piel blanca de ella, sus oscuras pestañas, su largo cabello ondeando al viento; todo era pura perfección, su corazón se agito con rebeldía. Se acercó y ella volteo a verlo.

-Bienvenido, Killua –dijo esbozando una resplandeciente sonrisa.

-Hola –saludo.

Ella se levantó y sacudió la nieve de sus ropas, cerró por completo la distancia entre ellos, poso una de sus manos en el hombro derecho de él y bajo suavemente la mano por el contorno del brazo sintiendo los vendajes rígidos en el brazo de Killua. Lagrimas se acumularon en los ojos de ella y se lanzó a los brazos del niño anclando sus extremidades al cuello contrario, durante dos minutos se permito respirar el aroma del cuello ajeno y ahogar su llanto en aquel vértice. Se separó levemente para permitirse ver frente a frente el rostro de su contemporáneo.

Su mano izquierda se dirigió a la barbilla del varón para que este no apartase la mirada.

-Gracias –murmuro ella.

-¿Eh? ¡No fue nada! ¡Gaste el triple de eso en Chocorobots! ¡Tengo cajas hasta el techo en mi habitación! –hablo rápidamente con un leve rubor en sus mejillas, intento apartar su rostro pero Mary le detuvo.

-No por eso… -dijo más firme sin quitar la mirada dulce que dirigía al albino- Por regresar con vida… -susurro.

Inesperadamente una nueva lágrima se escapó de los ojos femeninos, esta cerro sus orbes y se acercó al rostro de Killua, cerro por completo la distancia entre ellos para depositar un ligero beso muy cerca de la comisura izquierda de sus labios. Ella tomo la mano derecha del anonadado niño y lo guio hasta las raíces del árbol donde anteriormente estuvo sentada, sin soltar sus manos ambos se sentaron junto al otro, Mary lleno el silencio con detalles sobre su semana, el tiempo que paso jugando con Alluka, decenas de mini historias sobre sus conversaciones, se le escaparon algunos comentarios sobre momentos en el laboratorio. Todo con el objetivo de distraer la mente del niño sobre su atrevimiento.

Pronto los colores del cielo empezaron a variar casi imperceptiblemente, el tiempo juntos había terminado.

-Debemos irnos –dijo Mary viendo el firmamento.

Ambos se levantaron y cuando ella fue a soltarse de la mano del niño este la sujeto más fuerte, impidiéndole partir. Él halo su muñeca y la volvió a acercar a su pecho. Lo que normalmente notaban como diferencia de alturas ahora no existía, ella era sumamente pequeña allí contra su pecho. Killua la abrazo por un minuto completo rodeando el cuello femenino con su brazo sano y murmuro en su oído.

-Gracias.

-No hay porque…

-También te mantuviste con vida… –susurro- No estoy enterado de todo tu papel aquí, y tampoco tengo claro todo lo que sufres.

-¿Pero? –insto ella.

-Tu vida me pertenece… ¡Recuérdalo!

-Solo tú puedes matarme –dijo ella.

-Solo yo puedo matarte –pronuncio al unísono que ella.

-Es la única manera de relacionarnos que conocemos –dijeron ambos al mismo tiempo

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Unos ojos azules se abrieron exaltados, una mano temblorosa tapo los labios del albino que recién se acostumbraba a la luz del sol que entraba a raudales por la ventana de su habitación de hotel.

-Ella y yo… M-Mary y yo… -susurro con los dedos aun temblorosos en sus labios- Eso no es cierto, no es la única forma que conocemos… Nunca fue así –dijo a la nada con una lagrima formándose en su ojo izquierdo y bajando amargamente por el costado de su rostro.

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Holaaaaa

Llegué yo...

Sinceramente ayer no me fue posinle publicar nada y este capitulo se alargo mas de la cuenta como pueden apreciar...

Perooo aquí esta el final de Epifania carmesí, el pasado mas representativo de la relación que tenian Killua y Mary reportense con una ★ y subo el siguente capítulo pronto,  no he olvidado el especial de San Valentín pero antes de eso hay un capítulo más para que pueda calzar perfecto en la trama

Eeeen fiiin

Espero sus comentarios y sugerencias.

Besos y abrazos
~ Mia_GnzlzR

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