13: El trono

Màu nền
Font chữ
Font size
Chiều cao dòng

El trono
Lillie Torres

El día había llegado, el momento es por fin mio. Ser heredera de Mila fue un gran problema desde el principio, desde que se me heredaron las mayores empresas de Mila la abuela estuvo ahí, guiándome, y diciendo:

"Lillie no hagas esto"

"Haz esto de aca"

"Se esto"

"Es mejor de esta manera"

Yo fui su titere por mucho tiempo, porque si no la obedecia entonces haría alguna estupidez y el señor Johnson se aprovecharía, la verdad es que sí, se aprovechó de cada oportunidad que tuvo, cada vez que yo me equivocaba ahí estaba él diciendo:

"Ella es muy joven, es inexperta, nos enviará a la ruina"

Probablemente eran palabras certeras, pero yo había cambiado. Ahora sabía lo que debía hacer y por quien. Estuve realmente perdida, tenia muchas preguntas, pero cero respuestas, me preguntaba cada noche por que Mila me dejó una gran responsabilidad a alguien como yo. Había una carta, palabras que Mila escribió, era su puño y su letra en esa carta, pero la verdad me habia dejado mas confundida y con más preguntas, pero no podia preguntarle cosas a una persona muerta... al menos no por la via correcta.
Una vez trate de comunicarme con ella, pero probablemente invocamos a otro demonio, bueno no se con certeza si aquellas respuestas en el juego ese era por mis amigas o porque todas estabamos ebrias.

—En serio me da un poco de miedo tu seguridad —Candace comentó mientras pasaba a la cocina.

—Gracias.

—No era un cumplido —aclaró Amanda.

Mi maliciosa mirada cayó en Amanda.

—Pero antes que decidas degollarme, quiero agregar que te vez fantástica, cual fantástica si hasta parece que vas a patear traseros por doquier.

—Eso es lo que hare.

—Seran puros traseros arrugados y viejos —añadió Candace.

Bueno, pensé en eso un segundo, pero bastó para hacer una mueca de asco.

—No se porqué me imagine a una pasa, toda arrugada y...

—¿Vieja? —preguntó amanda.

Y nos empezamos a rier desenfrenadas.

—A veces somos asquerosas —admití. Recogí mi bolso— me tengo que ir al trabajo.

Y decir esa palabra fue fantástico, al menos me dio alegría. Johnson no podia interponerse, no podía hacer nada más para sacarme de mi propia empresa, nunca más.

—Suerte con eso —Amanda habló.

Candace negó.

—No necesitas suerte, tu solo necesitas éxitos.

—Poetico —dije riendo— pero más poetico es seguir durmiendo en este departamente tan...

—Se los he repetido unas tres mil veces, pero claro, Amanda esta loca, Amanda es intensa y lo otro y esto.

—Ya te entendimos, hermanita.

—Tenías razón —admití también.

Amanda asintió confundida, pero sorprendida.

—Debo admitir que me da miedo esta nueva Lillie. La Lillie empresaria.

—Ciertamente el que debe sentir miedo es el señor Johnson.

—No seas dura con el —me pidió Candace— es un señor mayor y algo necio, pero no es tan malévolo como creemos.

Dos horas mas tarde.

—La empresaria del año —exclamó el señor Johnson al verme.

Y yo estaba agotada.

—El ascensor no servía —admití.

Estaba llegando tarde, tarde y sudando. No podia existir ser mas desastroso que yo.

—Que curioso, lo usé hace —miro su reloj— hace diez minutos y servia perfectamente. Oh, olvide que pedí que lo apagaran, al utilizarlo sentí que estaba un poco averiado. Quería evitar cualquier percance.

Y un trabajador salió del ascensor. Ya servía.

—Buenos días, señor Johnson.

—Buenos días, muchacho —luego me miró— parece que ya sirve.

Y mi cara se des configuró. Juro que ya estaba respirando como un toro que tenía entre ceja y ceja a su gran enemigo: el humano agitando un tonto trapo rojo.

—Nuestra socia ha llegado tarde, caballeros —anunció el señor Johnson— no podemos perder mas tiempo.

En la mesa de junta se encontraban los socios mas importantes acompañados por sus asistentes. Repasé a cada uno, intentando recordar sus rostros, eso hasta que llegué a un rostro muy bien conocido.

—Oh, si —habló Johnson, porque ya no merecia ser llamado por señor— él es Santiago, no se si lo recuerdas, querida.

¿Cuál querida, anciano?

Estaba conteniéndome de la furia, de la ira, de la molestia, del pasado. Aún no podía digerir bien lo que había y lo que de hecho estaba pasando. Decidí que no iba a caer en las sucias trampas de Johnson y acepté con profesionalismo al nuevo trabajador.

—Lo recuerdo perfectamente —dije sin quitarle la mirada de encima— más de lo que quisiera.

Concéntrate.

—¿Se puede saber desde cuando lo hemos contratado? —pregunté calmada.

—Hace tres meses —contestó uno de los socios.

Casi me atraganto.

—¿Cómo? —solté casi que atragantada.

—Él junto a su equipo presentó uno de los mejores proyectos para el parque de diversiones. Él se ganó la licitación.

¿Y por que demonios yo no sabia?

—Oh, claro —ahora lo recuerdo— bienvenido.

Casi que me obligué a hablarle.

Se, se perfectamente que crucé ciertas palabras con Santiago, pero estaba nerviosa, confundida y además creía que iría a la cárcel, estaba petrificada como para pensar porqué demonios mi ex trabaja con nosotros. Ahora recordaba perfectamente lo que según yo estaba tranquilo en lo profundo de mis pensamientos había resurgido.

—No perdamos tiempo, empecemos con la reunión.

Estaba por tomar asiento en mi lugar, en la cabecera, pero Johnson me empujó suavemente a su lado. Dios, casi me tira patas arriba.

Sonrió dulcemente.

—Aquí voy yo.

—No te preocupes, es un simple asiento que no define el cargo.

Toma esta anciano decrepito.

Lillie 1- Johnson 0.

En realidad, sería:

Lillie 1- Johson 2

Como si me importara.

—Continuemos —pedi— por favor.

Y no se en qué momento estos señores cambiaron de tema del proyecto sobre el hotel al proyecto quememos a Lillie.

Hay disturbios.

—No creo y no confío totalmente en ella para que tome cargos tan importantes —comentó Patrick.

Y si, ataquemos a Lillie había tomado fuerzas.

—Tampoco creo que ella pueda con esta responsabilidad —añadió Thompson.

—¿Y quiénes son exactamentes ustedes? —pregunté sin inmutarme, estaba guardando la calma—. Señor Patrick, está hablando de confianza, está hablando de cargos tan importantes cuando apenas usted cumple con sus responsabilidades, con que cara habla de confianza? —pregunté tranquila.

El señor socio se quedo con la boca abierta.

—Usted es nueva, es una novata aqui —comentó Adams— no sabe nada.

—Eso es cierto, no puede venir y faltarnos el respeto —añadió Patrick

Y sonreí.
Me estaban quemando en mi propia empresa, nada mas faltaba eso.

—¿Usted que sabe de negocios? —preguntó el señor Bach— recientemente obtuvo su título.

Miré a Johnson, ¿en serio dejaría que nuestros socios me atacaran de esta forma?
Su mirada fue la respuesta, fue una afirmación, él dejaría que esto continuara, que ellos me atacaran, pero yo no.

Me levanté y el silencio fue notorio. Apenas se escuchaban las risas.

—Uy, se molestó —se burló el señor Bach— es dificil trabajar con una mujer, se los dije.

Santiago estaba levantandose para defenderme, pero le di la señal de que yo misma podia con esta situación.

Saqué de mi bolso varias carpetas. Agarré la roja, la carpeta del señor Bach.

"No lo olvide, señorita Lillie, la roja es de Bach, roja por su cabello"

—Ábrela, por favor —pedí cuando deje la carpeta en la mesa.

El hombre la agarro sonriente.

—¿Que me va a vender? —preguntó riendo.

Y casi todos rieron despues de él y su amargo chiste. Yo mantuve la calma.

—Vamos, ábrela y así podrá descubrir su contenido.

El señor abrió la carpeta añadiéndole misterio, pero entonces cuando la abrió su sonrisa se congelo. Su rostro se congelo y de hecho su cara estaba tan igual como su rojizo cabello.

—Socio desde hace siete años —hablé fuertemente mientras el leía el contenido de las hojas—, pero perdió un proyecto de millones, millones de dólares por olvidar patentarlo. Hay siete, siete demandas de sus antiguas secretarias por falta profesional, dos demandas de otras empresas que acusan de que usted les copió los proyectos. Debido a su ineptitud se atrasó este proyecto, el proyecto que Mila quería para hace dos años, asi que, dígame si quiere que continue con la larga lista de errores que de hecho superan sus años de labor. Y se que como usted, todos los demas tienen cola por pisar.

Agarré la carpeta amarilla.

—Señor Patrick, ¿desea que le refresque un poco la memoria y le haga recordar todos los erroress que ha cometido en esta empresa? —pregunté juntando mis manos.

Todos los socios que hace unos minutos se burlaban de mi, ahora estaban con la boca cerrada, justo como queria.

—Asi que, ¿desean que continue con cada uno de ustedes o por fin dejaran las estupidas bromas machistas a un lado? —pregunté confiada— Creo que son inteligentes y creo tambien que no se sentirán tan amenazados por mi presencia en esta sala de juntas, si es asi les recomiendo acostumbrarse porque me veran cada día, en cada reunión y en cada proyecto. No podrán deshacerse de mi, nunca.

El silencio reinó en la sala, asi que:

Lillie 1000 - socios 0.

—Se acabó la junta —informé.

—Pero aún no hemos tocado temas importantes —habló el señor Adams.

—Tocaremos esos temas cuando ustedes no se sientan atacados por una novata —utilice sus propias palabras.

Agarré mi cartera dejando todas las carpetas en la mesa, si, habia investigado a cada uno de los socios, de los trabajadores y de todo aquel que respirara en esta empresa, en mi empresa.

—Yo ya acepté ser dueña de esta empresa, acéptenlo ustedes también —sugerí— Porque hasta la fría cerámica que pisan me pertenece.

Santiago sonrió y dio un gran aplauso, pero entonces se quedó quieto en su puesto al obtener la miradas del resto, que por cierto no estaban del todo contentas.
Me retiré de la sala dejando un silencio sepulcral y a Santiago muy quieto, creo que no debió aplaudir.

Al final de todo, me sentí bien, me sentí con poder. Y lo peor, me había gustado. Me había encantado.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen2U.Pro