15: Traición

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Traición
Lillie Torres

—¿Dónde está mi abuela? —pregunté a la recepcionista del hotel.

—Salió con sus amigas, señorita.

Casi me muerdo el puño de mi mano. Okey, necesitaba hablar urgentemente con mi abuela.

—¿A que hora dijo que volvía?

—No dijo hora, señorita —respondió— pero me hizo reservar una mesa en...

Conocía el lugar, mi abuela estaba en su pretenciosa cena de amigas, pero no se libraría de mi, ni muerta.
Después de una hora llegué al lugar mencionado. Respiré hondo porque tomaría todo con calma, le haría la pregunta a la abuela y luego muy calmada esperaría su respuesta.

Seguro fue un error.
Fue un error.
Un terrible error que cometió la abuela.
Es la edad, seguro vio mal y firmó sin consultármelo.
No fue más que un error.

—Señorita —un joven me detuvo— ¿nombre y apellido?

Y estaba revisando su lista.

—Vengo a ver a mi abuela, está en este lugar.

—¿Nombre?

Le di el nombre de la abuela y asintió.

—Está adentro, pero no nos informó de otra invitada.

—Soy una invitada sorpresa.

—No puedo dejarla pasar.

—Y ¿por qué?

—La señora Bernadette no tiene otra invitada.

—Es mi abuela.

—No veo ninguna nieta en esta lista, así que haga el favor de retirarse.

Y entonces asentí.

—Bien, entraré por mi nombre, no quiero ninguna mesa.

—Nombre —pidió.

—Lillie Torres.

El hombre abrió sus ojos como si enfrente tuviera al diablo en vivo y en directo.

—Disculpe, señorita Torres, puede pasar, no necesita ninguna reservación.

Le hice una mueca.

—Por favor, no mencione este pequeño malentendido a mis...

Ni siquiera pretendía quejarme con el gerente, solo pretendía hablar con la abuela.
La encontré en la mejor mesa, como es normal en ella. Las señoras estaban riendo y conversando hasta que notaron mi presencia.

—Lillie —habló Victoria, sorprendida.

—Hola a todos —salude— Abuela, debemos hablar.

Y entonces las amigas empezaron a decir:

—¿Es Lillie? —preguntó la señora Sarah— pero si está preciosa.

Y otra se cubrió la boca, sorprendida.

—¿La última hija de Aurora? ¿Es ella? Dios, está cambiadisima.

—Ven aquí, siéntate con nosotras —pidió otra.

—En realidad vengo porque quiero hablar con mi abuela... urgente.

Y la abuela hizo lo peor.

—Hablaremos luego, ahorita estamos charlando de temas más importantes.

—Si, como el tema de tu compromiso —añadió Sarah.

Mire a la abuela y ella sonrió.

—Es un tema de relevancia para muchos. Le estaba contando a las señoras como fue que ustedes dos empezaron a salir.

—Mi vida personal no tiene que ser relevante para nadie —respondí con mala cara. Solo debía hacer esto con calma— Abuela, podemos hablar un minuto, no te quitaré mucho tiempo.

—Lillie, sea lo que sea no es el momento —y fue su mirada la que me sacó de quicio.

Fue como si enfrente tuviera a una niña insistiendo por un juguete. Es como si fuera a preguntarle algo tonto o estúpido.

Y el mesero se acercó, para ser más exactos, se acercó a mi.

—El vino que pidió, señorita.

Y todas chillaron al ver el exquisito vino.

—Yo no pedí vino, pedí hablar con mi abuela —y agarre la finísima botella para estrellarla en la mesa... que casualmente era de vidrio— y no me iré de aquí hasta hablar con ella.

Y las amigas de la abuela empezaron a gritar cuando la mesa quedó en pedacitos muy pequeños. Probablemente tenían cristales en los pies.
No prentendia molestarlas a ellas, o a nadie, pero se exaltaron gritando y haciendo que otros griten aunque no sepan porque lo hacen. Y así todos empezaron a correr como si se tratara de un atentado.

—Lillie —La abuela me regaño.

—Quiero hablar.

—Bien, ¿de que quieres hablar? —se resignó.

El mesero seguía en shock con lo sucedido. Estaba sin moverse de mi lado y sin quitarme la mirada de encima.

—Firmaste un contrato laboral —empecé, tratando de tomar todo con calma.

—¿Lo hice? —preguntó algo hastiada.

—Es tu firma, abuela.

—Bueno, seguramente lo es —admitió—. He firmado muchos contratos de tú empresa, mientras solucionábamos tú problema con la empresa.

Respire suavemente, calmándome... al menos tratándolo.

—Y ¿por qué demonios firmaste un contrato laboral de seis meses con Santiago Martin?

Y la abuela entendió de dónde venía tanta ira por mi parte.

—Es un excelente contrato... millones de dólares.

—Entonces ¿sí sabías que ese contrato era para Santiago?

—Si, claro, Félix y Zac —si, le llamaba Zac porque ella se llevaba muy bien con el señor Johnson— me convencieron de que era una gran contrato. Santiago ganó la licitación y ya lleva tres meses en el proyecto del parque. ¿Por que recién te molestas con esto?

—¿Será porque él está aquí y recién me entero?

—No veo el problema.

—Ya veo, ni siquiera entiendes un poco en la posición que me has dejado.

—Por supuesto que entiendo que hice un bien mayor.

—Abuela, has traído al demonio.

—Si, lo estoy viendo justo ahora.

Y me ofendí mucho más.

No entendía porqué mi familia seguía conectada con Santiago Martin. Él es mi ex, el ex que me hizo mucho daño. No se supone que hay reglas como la más básica que es:

No hablar con el ex de tu familiar.

—Abuela, estamos hablando de que tendré que trabajar con Santiago porque se te ocurrió firmar ese maldi... contrato.

—Lillie, en el mundo de los negocios debes aprender a separar la vida personal de la vida laboral. Aceptar el proyecto de Santiago es un excelente negocio para la empresa y por eso firmé yo, porque tú no sabes de negocios, no ibas a poder separar lo personal con lo laboral.

Y entonces me reí, con sarcasmo.

—Tratas de controlar mi vida, me estás manipulando a tu favor abuela —solté enojada— no volverá a pasar y ¿sabes que? Me importa muy poco ser o no ser profesional cuando se trata de Santiago, él no debía estar aquí, no debía entrometerse en mi vida, pero gracias a ti está aqui.

—Entonces ¿traigo otra botella? —preguntó el mesero saliendo del shock.

—Lillie —llamaba la abuela— espérame un momento, aún no he terminado.

Me detuve.

—No debiste hacer eso, abuela. No sin al menos consultármelo. Me has dejado como una idiota que no sabe ni a quien contrata en frente de los demás.

Salí de ese lugar sin saber que afuera habían fotógrafos inundándome de flashes. Me congele un momento. Esto no suele pasar.

—Lillie, ¿es cierto que está a pasos del matrimonio? —preguntó algún reportero.

No me dejaban caminar, ni respirar. Me estaban apretujando y dejando ciega con las luces de sus cámaras.

—Permiso —que conste que pedí permiso.

Pero al parecer nadie tomaba en serio a Lillie. Nadie se creía que Lillie podía con una situación difícil.

—Usted y el príncipe Félix están saliendo ¿desde cuando?

Me detuve y todos se detuvieron. Agarré la cámara de un fotógrafo y la tiré al piso.

—El que se me atraviese, también verá como sus cámaras atraviesan el piso.

Entonces todos me dejaron pasar.

Hice mal, por supuesto, yo era una chica rehabilitada de la maldad, yo había madurado, al menos creía eso.

—Las revistas más importantes están hablando de lo qué pasó fuera de...

Me detuve.

—¿Te parece que me importa lo que digan las revistas de chismes, Theo?

—No, pero...

Entrecerré mis ojos.

—¿Hiciste lo que te pedí?

Él asintió.

—Reservé una habitación, la mejor habitación en el hotel de Mila...

Suspiré porque si no me calmaba terminaría muerta de la rabia. Y aparte no todos debían presenciar mi malhumor.

—¿En el hotel de Mila que ahora está a mi nombre y el mismo hotel donde se hospeda toda mi traicionera familia?

Y Theo asintió lentamente.

—Si, ahora que lo pienso fue una mala idea. Buscaré otra de inmediato.

—Gracias.

Nota: Gente recién me acuerdo que hoy es San Valentín JAJAJAJAJA Lo siento a veces siento que no vivo en este mundo.

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