55: Volver a casa

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Volver a casa
Lillie Torres

Félix se las estaba agarrando en mi contra, no podía desquitarse con su tío, con su familia, pero si con la metiche de Lillie y sinceramente estaba molesta.

—Lillie, ¿me estas escuchando?

La abuela me siguió hasta la habitación y entró en el segundo que destroce las fotos que me habían enviado. Es inevitable ocultarle la verdad, ocultarle el hecho de que Félix estaba queriendo atemorizarme. Claro que no tenía miedo. Félix no podía hacerme nada mientras huía de la ley. Además, parecía que el tipo seguía en el país y era 100% seguro que lo atraparían si llegara a intentar salir del país. Nadie sabía dónde estaba, ni siquiera Zac, aunque tenía la sospecha de que Zac intuía dónde podía estar escondido su sobrino. El punto es que Félix estaba a poco de ser atrapado y sabíamos que en cuanto eso pasara Félix no pisaría la calle en mucho tiempo, tenía varios cargos en su contra y la justicia le estaba armando muy bien el caso. De hecho, había ya algunas pistas de cómo es que logró salir del hospital luego de asesinar a Patrick, pero no decían mucho acerca de eso para evitar que la gente estropee el caso.

—Si, te estoy escuchando, pero hay un par de cosas que estoy entendiendo hasta ahora —respondí contándole el resto.

La abuela estaba preocupada, se le notaba a pesar de que quería ocultarlo. Nadie más en la familia sabía de esto, de que Félix enviaba notitas en las que aseguraba hacerme daño, porque si, cada día una nueva nota aparecía en casa y cada vez se ponían mas intensas. La abuela no paró hasta que me convenció de llevar seguridad. Claro que no duró más de dos días. Sabía que el propósito de llevar guardaespaldas es para sentirme segura y a salvo, pero la verdad es que no me ayudaba mucho. No podía soportar a alguien que me estuviera resguardando 24/7. Es horrible, necesario, pero horrible. Finalmente la abuela accedió a que Gen me acompañara a todas partes, claro que Gen es inteligente y me daba mi espacio, no como los antiguos guardaespaldas que me seguían de cerca, mucho. Incluso pasaban el límite.
En la empresa todo iba bien, todos hacían su parte y nadie estaba en pánico como en días anteriores. Era casi la misma empresa que comandaba Mila antes de morir, así que me sentía bien con eso, se que la abuela me había ayudado y la verdad es que estaba agradecida de tener a la abuela siempre a mi lado apoyándome en todo momento.

—Bien —me animé a hablar en medio desayuno—. Creo que finalmente iré al desfile.

La abuela terminó de cortar su fruta y negó.

—No, Lillie. Aun no han atrapado a Félix y déjame decirte que es peligroso salir.

Suspiré.

—Es verdad, Félix sigue por ahí haciendo de las suyas, seguro, pero sabes que es imposible que se me acerque —recordé— tengo a Gen a tan solo un grito.

—Y vaya que ese hombre sí que está fuerte —soltó Dorothea—. ¿Que? No estoy diciendo ninguna mentira. Además, se nota que en una pelea él destriparía a ese príncipe criminal.

La abuela miró a Dorothea y luego a mi, alternando la vista entre ambas. Estaba considerándolo.

—Lo pensaré —dijo.

—No hay nada que pensar —continué—. Solo te estaba avisando que saldré.

La abuela apartó su desayuno. Dejando a la vista lo molesta e incómoda que estaba con mi decisión.

—Lillie, me pediste que no le dijera nada a tus padres y lo hice —empezó— me dijiste que te sentías atorada con los guardaespaldas que contraté para que te protejan, los despedí. Dios, sabes que si quieres irte a Ibiza de fiesta, no tendría problema con ello, pero Félix si que está resentido, las fotos y las notitas dejan mucho a pensar y a temer, así que no saldrás de esta casa hasta que él esté bajo prisión, mucho menos saldrás de noche es como tentar al demonio.

Miré a Dorothea en busca de apoyo, pero Dorothea siempre estaba del lado de la abuela.

—Bien, tienes razón —admití— y Félix está totalmente resentido, más que resentido, me tiene odio, pero no puedo parar mi vida solo por temor, ¿no crees que es injusto que me esconda en esta casa y deje de vivir mi vida? Es justo lo que él quiere.

Y la abuela se lo volvió a pensar.

—Bueno, Lillie tiene un buen punto —confesó Dorothea.

La abuela lo pensó y finalmente lo soltó.

—Creo que es hora de que vuelvas a casa, Lillie —anunció la abuela.

Y claramente me quedé sorprendida.

—No, abuela —me negué rápidamente— aquí está mi vida, me he acostumbrado y tengo obligaciones aquí por si te olvidas.

La abuela suspiró frustrada.

—Lillie, creo que es lo mejor que podemos hacer ahora. Mira, si te alejas por un tiempo tal vez las cosas se calmen, luego puedes volver cuando esta ciudad no presente un peligro para tu vida.

—No creo estar lista para volver a casa, abuela.

La abuela iba a responder, pero Pamela ingresó a la casa, saludando con emoción. Nos callamos automáticamente.

—Acabo de hacer mi última prueba de vestuario. Dios, Lillie no puedo soportar a que me veas modelando.

—Lillie no va al desfile —le informó la abuela.

Y Pamela levantó las cejas, sorprendida. La abuela había levantado sospechas.

—¿Por qué?

—Si, abuela —continué yo— dile la razón de porqué no asistiré al desfile.

Pamela empezó a sospechar de nosotras, pero la abuela le dio un cambio al asunto.

—Hay mucho trabajo en la empresa de Lillie.

Pamela hizo una mueca.

—Dios, abuela —se quejó— Lillie tiene tanto dinero que puede deshacerse de esa empresa si quisiera. Vamos, Lillie, no puedes abandonarme esta noche, la mejor noche de mi vida, ya me abandonó el bruto de mi hermano por estar metido en sus libros, no podría soportar otro abandono.

Y miré a la abuela. Supe por su mirada que no podría negar nada frente a Pamela. Es que a la abuela tampoco le convenía que la familia se enterara que estaba recibiendo amenazas por el chico que ella misma me presentó, mis padres se enfadarían y la abuela no quería eso, ella ya había cambiado un poco y ahora podía decir que le afectaría mucho una pelea con mi madre. Por otro lado, si Pamela llegaba a saber inmediatamente lo sabría toda la familia, no es que Pamela fuera chismosa, pero seguro se lo contaría a Dani, Dani a mis tíos, mis tíos a mis padres y finalmente explotaría la cosa. La abuela no tenía culpa por las acciones de Félix, nadie más que el mismo Félix es responsable de sus acciones, pero seguro que mis padres le restregarían a la abuela el día en que se molestó mucho porque rompí mi compromiso con el príncipe fugitivo. Así que, las cosas estaban bien y a la abuela le convenía... por ahora.

—Claro, estaré ahí —afirmé.

Pamela se marchó porque es el día más importante para todas y como es de esperarse necesitaban terminar de preparar el evento. Tenía entendido que es un evento totalmente privado y súper exclusivo, así que es algo que no quería perderme.
Candace me empezó a hacer una videollamada mientras terminaba de arreglar mi habitación.

—Lillie, necesito ayuda —dijo.

—¿Sucedió algo malo? —pregunté entrando en pánico— ¿es tu padre?

—No, gracias a Dios ese tema está resuelto —respondió aliviada—. Mi problema ahora es lo que me pondré esta noche. ¿Crees que una funda de basura sirva?

Reí.

—Claro, serás la sensación del bloque —bromeé.

—Claro, muy chistosa —respondió.

—¿Te quieres poner muy guapa por alguna razón en especial? Por ejemplo... ¿para tu esposo?

Disimule, por supuesto que si. En todo este tiempo no había hablado con Nicolás. Yo nunca mande un mensaje, él tampoco, así que no sabía a ciencia cierta si él estaba molesto conmigo por no solucionar las cosas con Santi.

—No puede viajar —soltó triste— así que no estará esta noche para el desfile.

Y entonces supuse que Santi tampoco estaría aquí. Jenny nunca me contó si Santi vendría o no a su desfile y tampoco pregunté porque la verdad es que no quería interrumpir a Jenny en los días más atarantados de su vida.

—Mmm —fue lo único que pude decir.

—Lo extraño mucho —confesó, pero luego quitó su mueca por una sonrisa brillante—. Compré los boletos, así que volamos esta noche después del desfile.

—Genial —solté—. Tengo que irme. Nos vemos esta noche.

Y antes de que colgara Candace habló.

—Lillie, ¿esta todo en orden? —preguntó ya sabiendo la respuesta.

—Está todo bien, de verdad, lo está.

Y colgué.

No quería hablar de mis sentimientos o de mis problemas, simplemente quería olvidarlos por un momento y ser feliz por unas horas. La abuela se resignó a convencerme de que me quedara en casa, pero al menos se contentó con ayudarme a prepararme. Al final Dorothea y la abuela sonrieron satisfechas del resultado final. Debía admitir que estaba preciosa.
Un mensaje llegó a mi celular y miré rápidamente.

—Candace está afuera —dije despidiéndome.

—Espera, ¿donde está Gen? —preguntó la abuela.

—No te preocupes, le pedí que fuera por mi.

La abuela no muy convencida aceptó. Así que me marche antes de que se acordara de Félix y su locura.

—Dios, Lillie —exclamó Candace—. Conquistarás a todos esta noche.

—No más que tú —aseguré— estas preciosa, divina, regia, hermosa, sexi y puedo continuar.

Candace se empezó a reír.

—Ni siquiera Nicolás me halagó tanto.

—No, seguro estaba más preocupado de que le roben a la esposa —aseguré divertida.

—No había pensado en eso —respondió.

Al llegar tomamos nuestro asiento. Tenía al lado a la mismísima Jelena. Mire a Candace, ella y yo estábamos igual de sorprendidas. Jenny me envió un mensaje y supe que todo fue planeado por ella, así que no pude hacer nada más que agradecerle. La colección primavera/verano fue... demonios, lo quería todo en mi armario. Candace estaba igual de loca que yo, ambas enamoradas de todo lo que había aquí. Todo era mágico, hermoso... perfecto. Y debía admitir que cuando vi a Pamela en la pasarela no pude evitar chillar. Es que ver a mi prima haciendo lo que le gustaba, era un placer. Me encantaba verla feliz. Como toda buena Torres grabé un vídeo desde mi celular y lo envié al grupo familiar. Todos empezaron a enviar mensajes diciendo lo hermosa que estaba Pamela, pero la verdad no preste atención. Los vería con calma al llegar a casa. La presentación final de Chanel fue increíble, Dios, que mujer tan talentosa es la madre de Jenny, hasta la propia Jenny. Ver sus creaciones fue suficiente para entender el amor y la pasión que sentían al hacer esto. La verdad es que ellas tenían demasiado talento y por fin los demás lo verían.

—Jenny, eso ha sido increíble —dije apenas se acercó a nosotras.

—Dios, si hubiera sabido que en tu casa estaban todas esas prendas, ahora sería fugitiva porque claramente me las hubiera robado todas —soltó Candace.

Jenny nos presentó a más personas, que digo personas, eran netamente celebridades y personas conocidas en este mundo de la moda.

—Deberían venir —comentó Chanel.

—Si, claro, ¿por qué no?

—Porque tú tienes un vuelo en unas horas —detuve a Candace.

—Cierto —Candace dijo apenada—, pero tú sí que puedes quedarte y disfrutar en mi nombre.

Y no puede negarme al after. Estaba acompañada de Pamela así que no fue necesario presentar el pase. Pamela no paraba de hablar emocionada de todo lo que había pasado esta noche. Se detuvo antes de entrar a la fiesta.

—Lillie, esto ha sido demasiado —confesó.

Y me detuve.

—¿Demasiado? —repetí incrédula— Pamela esto es muy poco para lo que te mereces. Dios, eres genial en la pasarela, es lo tuyo... este es tu mundo.

Pamela me abrazo, apretujándome.

—Me estás haciendo llorar —se quejó— y nosotras las estrellas no lloramos.

Y no pude evitar reír.

—Señoritas —saludó Joe Mori.

Pamela y yo nos separamos inmediatamente. Ella disimuladamente se secó las lágrimas.

—No pretendía interrumpir este momento —añadió Joe.

Pamela negó.

—Para nada, has llegado en el mejor momento —admitió—. ¿Podrías enseñarle a mi prima como divertirse esta noche?

Y Joe Mori aceptó. Claro que casi me da un infarto cuando Pamela fue raptada por otros invitados. No dije nada porque este era su momento y no pensaba molestarla en lo absoluto. Joe Mori es más divertido de lo que pensaba.

—Creo que soy el hombre más odiado por las chicas —dijo.

—¿Crees? —pregunté divertida— Eres el hombre más odiado, después de varios ex novios de Taylor Swift.

—Vaya, no debería alegrarme, pero me alegro de que hayan otros en primer lugar.

Y no pude parar de reírme. Es que estaba muy feliz por Pamela, por Jenny, por Chanel, por Candace. Si mi familia es feliz, yo también. Bailamos un buen rato, incluso nos colamos en una conversación ajena.

—Claro, ¿que piensas tú? —me preguntaron.

Y yo me había infiltrado en esta conversación sobre moda y Dios, no era bueno en esto.

—Yo solo quería preguntar dónde está el baño...

Hui y rece para no encontrarme a esa gente extraña que me juzgo por no saber de telas, costuras y no se cuantas cosas más.
Creo que estaba un poco ebria y todo era culpa de Joe Mori.

—¿No puedes? ¿Ya no puedes? —me molestaba.

Y detestaba no poder con algo.

—Claro que si puedo —respondí.

Me tomé dos copas más de esa bebida extraña que repartían los meseros.

—Tú turno —dije al terminar con mi copa.

Joe Mori se negó, pero así mismo como me empujó a tomar, yo hice con él.

—Eres increíble —soltó mientras estábamos en la pista.

—Ya, muchas personas me lo han dicho —respondí.

Pero entonces pasó algo. Un deja vu. En algún momento le había respondido de esa manera a Santi, pero en frente no tenía a Santi y eso me dolió. ¿Soy lo suficientemente madura para aclararle mis sentimientos al chico que me trae loca? Creo que no y esa es la razón por la que no quería volver a casa... a mi país.

—Lillie, me gustas mucho —soltó Joe Mori.

Y prosiguió a besarme. Me aparte inmediatamente, sorprendida, anonadada, congelada. Mire a Joe Mori con esa misma mirada que dan las señoras hacia los niños cuando hacen algo que esta mal.

—Joe, esto no va a funcionar, nunca.

—¿Por qué? —preguntó totalmente ofendido.

—Porque no eres el chico que descontrola mis emociones y mis sentimientos, no eres la persona que alborota todo mi sistema y no puedo hacerte perder el tiempo, porque no va a cambiar el hecho de que me gusta otra persona.

—Bien, gracias por advertirme muy tarde, Torres —y se marchó.

Mi diversión se había acabado y estar en esta fiesta ya no es algo que quisiera. Quise encontrar a Pamela o Jenny, pero no encontraba a nadie. Llame a Gen, pero inmediatamente me di cuenta que en algún momento le escribí diciendo que hoy tenía libre y que se fuera a casa, pero al menos tenía el carro por aquí.

—Dios —solté preocupada al no recordar donde lo había dejado Gen.

Busque las llaves en mi bolso y empecé a bajar la calle.

"Lo dejaré bajando la calle, doblando la esquina, está más tranquilo en esa parte"

Al menos recordaba donde estaba el carro. Baje la calle aun mareada y torpe. Le quité el seguro al carro, pero dejé caer mi cartera, las cosas empezaron a rodar y ya veían a Lillie detrás de sus cosas. Me caí de rodillas, pero logré recuperar al menos la mitad de mis cosas. Me levanté totalmente mareada y con náuseas. Ignore todas las ganas de inclinarme para vomitar, así que continué con lo mío:
Llegar al carro.
Empecé a acercarme al carro cuando este de la nada estalló. La fuerza del estallido me expulsó unos metros. Al caer al piso la cabeza me golpee la cabeza con tanta fuerza que empezó a doler. No se cuanto tiempo pasó, si fueron segundos o minutos, pero al abrir los ojos vi a unas chicas que trataban de ayudarme y de arrastrarme lejos de lo que antes solía ser un carro, que ahora solo es una bola de metal en pleno fuego. Estaba sudando por la ola de calor, mi cabeza estaba por explotar y los paramédicos estaban llegando para auxiliarme.

—¿Estas bien? —preguntó el hombre— ¿Cual es tu nombre?

Y fue lo último que pude escuchar. Perdí la conciencia por el susto, el calor y el estallido. Cuando me recuperé la abuela ya estaba en los papeleos hospitalarios. Me atendieron con rapidez y lo último que me dijeron fue que tenía suerte de estar viva. La abuela entró a la habitación y estaba llorando desconsoladamente.

—Lillie, pudiste haber... no quiero ni pronunciarlo —dijo abrazándome.

Me quejé porque el cuerpo me dolía, aunque su abrazo me reconfortaba. La abuela se alejó inmediatamente.

—Tranquila, estoy bien —aseguré.

—¿Bien? Casi te conviertes en cenizas, Lillie —se quejó Dorothea asustada y también al borde del llanto.

—No se que sucedió —admití— yo estaba un poco ebria. Fue mi culpa... fue mi error, perdón.

Y la policía entró y confirmó que no fue un error, fue un hecho premeditado lo que hizo que incluso yo perdiera los estribos.

—Lo que sabemos es que fue una bomba. Señorita, la querían desaparecer de este mundo.

La abuela casi discute con los policías por la falta de tacto y sensibilidad ante el caso, así que los terminó echando, no sin antes dejar claro que enviaría sus abogados y que los llevaría a la corte.
Yo seguía asustada.

—No soy mala... abuela, no soy mala y han querido asesinarme —solté llorando.

Sentí miedo. De verdad tenía miedo de que en un segundo entraran a esta habitación y terminaran lo que no pudieron hacer con esa bomba. La abuela me dejó llorar en sus brazos y acarició mi cabello todo el rato en el que estuvimos así.

—Sabemos quien hizo esto, Lillie —susurró—. Cariño, no podemos permitir que lo vuelvan a intentar... porque no sabemos si a la próxima contemos con suerte.

—Abuela, quiero volver a casa con mis padres —pedí limpiándome el rostro de las lágrimas.

La abuela besó mi frente y asintió.

—Dorothea, consigue un vuelo lo más pronto posible.

—De hecho, ya lo conseguí.

Así que, si, Dorothea fue rápida y veloz, y se anticipó a las órdenes de la abuela, consiguiéndome un vuelo que salía en tres horas, así que ni siquiera volví a casa de la abuela para recoger mis cosas.

—No te preocupes, Gen traerá lo esencial —aseguró.

Salí del hospital inmediatamente y la policía nos resguardó hasta el aeropuerto. Abracé nuevamente a la abuela y después a Dorothea.

—No te preocupes, yo me encargaré de todo aquí —aseguró la abuela.

—Gracias, abuela —dije con la voz entrecortada.

La abuela limpió sus lágrimas y prosiguió a desbloquear su teléfono.

—Bien, voy a avisarle a tus padres que vas a volar.

—No, déjame sorprenderlos —pedí— Quiero ver sus caras de sorpresa.

—¿Y quien te va a recoger cuando salgas del aeropuerto? —preguntó inmediatamente.

—Le pediré a Candace, ella estaba viajando, seguro ya estará cuando yo llegue.

—Esta bien —aceptó—. Por favor, Lillie, necesito que te reportes a cada hora, estaré pendiente, ¿de acuerdo?

—Bien.

Me despedí nuevamente de Dorothea y la abuela y finalmente me marché. Dejé Paris con lágrimas en los ojos, pero en cuanto puse un pues en el avión me emocioné porque volvería a casa con mis padres... y sin duda, este altercado sirvió para abrirme los ojos, llenarme de valentía para hablar por fin con él... con Santi. No pude esperar, así que no me contuve y me armé de valor para escribirle antes de subir al avión. Repetí tres veces lo que quería escribir, pero las tres veces lo eliminaba antes de poder enviarlo.

—Dios, solo hazlo —dijo la chica que estaba a mi lado.

Iba a decirle que es de muy mala educación mirar mensajes ajenos, pero la verdad preferí tomar su comentario y hacer caso. Escribí un rápido y miedoso "Te extraño demasiado... te necesito, Santi". Lo envié antes de que volviera a eliminar el mensaje, bloqueé rápidamente el celular, en esos minutos de espera hice de todo, desde mirar a otros pasajeros hasta contar las personas que habían en esta sala. Al final no hubo mensaje de respuesta, estaba muy nerviosa y subí al avión, en ese momento recibí un mensaje. Sin querer -pero obviamente queriendo- abrí el mensaje.

Santi me envió una foto de Joe Mori y yo besándonos con un mensaje "¿Debería creerte?". Casi me infarto en este mismo lugar.

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