Capitulo 10

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Cubrí mi rostro con la mano, por instinto.

—Oh por Dios, eres tú.

—No, no soy yo—respondí.

—Nicolás, conoces a Lillie? —le preguntó Romina.

El chico sonrió y luego miró a su madre.

—Si, ella me choco haciendo que mi tarea se esparciera por el piso, si también la aplasto con sus sucios zapatos.

Todos me miraron, como si hubiera matado a un inocente perrito.

—Lillie, ¿hiciste eso?

—Si, Victoria. No me mires así, además, fue él quien me empujó y me mandó al suelo como si fuese una ligera pluma, fue muy grosero de su parte y yo simplemente lo traté igual.

—Nicolás me disculpo en nombre de mi nieta, ella aún no está acostumbrada al ambiente.

Que no escucho la parte en la que decía que él era el culpable?

—Acostumbrada? Victoria eres la culpable de que eso sucediera, me estabas dejando botada- mire a los señores- en realidad, si me dejó atrás.

—Lillie, deberías comer tu postre y dejarnos a los adultos conversar.

El tal Nicolás, se burlaba de mi desgracia, en mi propia cara, sin disimular un poco.

—Hace un momento dijiste que no me comiera el postre... abuelas, quien las entiende.

Victoria, se acercó y susurró.

—Ya deja de comportarte como una niña.

—Regalaste mi computadora.

—Supéralo!

Estaba jugando con las aceitunas, de repente y sin saber cómo, una de las aceitunas cayó en la cabeza de Nicolás, el estaba tan concentrado en su celular que no notó de donde cayó la aceituna, que quedó enredada en sus chorlitos.
Victoria al darse cuenta, se levantó.

—Tenemos que irnos, fue un gusto charlar con ustedes.

—El gusto fue de nosotros, tu nieta es un encanto.

Victoria me miró, como si viera a un demonio.

—Adiós, feliz aniversario.

Nos despedimos y salimos del restaurante con mucha prisa.

—Lillie, ¡eres demasiado rencorosa!— reclamó, mirando por la calle— ¿Dónde está el chofer?

—Dijo que vendría en dos horas, recién paso una.

—El tiempo se me hizo tan largo que creí que estuve contigo como una eternidad... ¿Así eras de berrinchuda en tu pueblecito?

—Era peor la verdad. Deberíamos pedir un taxi.

—¡Eh! No, esos vehículos son tan peligrosos.

Resople, aburrida.

—Entonces esperamos una hora, hasta que llegue Malcolm.

—¿Malcolm?

—Tu chofer.

No sabía el nombre de su chofer, no me sorprendía.

—Esperaremos.

Entonces la lluvia no demoró en caer.

Victoria gritaba y cubría su cabello con el bolso, trataba de no mojar su lindo vestido blanco, pero, un camión pasó tan rápido que salpicó agua estancada en nuestras ropas.

—¡Dios, mi vestido!

Empecé a burlarme de su desesperación.

—Abuela, solo es un poco de agua, relájate.

Se paralizó y luego empezó a reír.

Cuando al fin se decidió, paramos un taxi, fue complicado porque ninguno quería llevar a una adulta y una joven, ambas bañadas con la lluvia.
Llegamos a la casa, que se encontraba con todas las luces encendidas.

—Tuve que parar el taxi, cuando lo propusiste— me dio la razón.

—No dire te lo dije, porque eso ya lo sabes.

—Por cierto, te compraré una nueva computadora.

—No es necesario.

No quería una computadora nueva, solo quería mi antigua y preciosa computadora, pero eso ya era imposible.

—Si, lo es, tome algo que no es mío y lo regale, no fue justo de mi parte.

Abrió la puerta y entramos, aliviadas de sentir el calor de la casa.

—Mamá, ¿qué haces mojada?

Nos encontramos con toda la familia de mi tía.

—El clima no da tregua —respondió.

—Quien es la chica?—preguntó mi prima— ¿nueva sirvienta?

Victoria me miró.

—Lillie, ellos son tus tíos, Merly y Carlos y ellos tus primos, Daniel y Pamela.

—Mamá no sabía que Lillie vendría de visita.

—Y porque tendría que informarte? Lillie vivirá con nosotros, ya te sientes informada o ¿quieres preguntar algo más?—la tía Merly quería morir de vergüenza, pero negó—Iremos a cambiarnos de ropa.

Victoria, me agarro de la mano y dejamos a los demás atrás con dudas y en shock por la nueva noticia.

—Ahora que lo pienso, estuvo divertido bañarnos en la lluvia aunque tendremos gripe. ¿Dónde está  Dorothea?

—Justo aquí, señora.

Ambas nos asustamos al ver a Dorothea junto a nosotras, ¿en qué momento llegó?

—¿Dónde está el chofer?

—No lo se, voy a llamarlo y regreso con ustedes.

Dorothea desapareció entre pasillos.

—La esposa de Malcolm sufrió un accidente, él fue con ella.

Victoria me miro extrañada.

—Y tú ¿cómo lo sabes?

—El chico que se ocupa de los autos me entregó esta nota, donde Malcolm se disculpa.

Iba a mostrarle el papel, pero ya estaba mojado y la letra ilegible.

—Tendré que despedirlo.

—¿En serio? — me desagradó pensar en eso—Solo por que un poco de agua mojó tu ropa cara, mientras, Malcolm estaba preocupado por su esposa quien por cierto no sabemos cómo está, no tienes remedio.

Entre en mi habitación y me encerré en ella. Abrí la ventana del balcón y me quede ahí, escuchando el sonido de la lluvia.

***

—Lillie... Lillie!

Abrí mis ojos, volví a cerrarlos cuando todo el sol caía en mi cara.

—Se te hace tarde para ir a desayunar con los demás, luego tienes escuela.

Abrí mi boca y estornudé sin querer.

—Como decía mi abuelita, que en paz descanse— hizo una pausa para persignarse—quien en la lluvia se baña, al siguiente día se espanta o algo así.

—Es demasiado temprano para las frases de tu abuelita, Dorothea.

—Claro, claro Lillie, deberías ir a la ducha, yo me encargo de tu uniforme.

Iba a agradecerle por ser tan amable, volví a estornudar, esta vez fue muy fuerte y las costillas me dolieron.

—¡Mis costillas!

Me metí a la ducha, que salió intensamente helada, me despertó por completo, luego la regulé y quedó tibia.
Me puse shampoo, y sentía mi cabello raro, mas delgado y mas corto. Cosas que pasan cuando lo cortas.

Al salir del baño, ya peinada y llena de talco, me vestí con el uniforme y salí de la habitación, aún no conocía muy bien la casa de Victoria, aún me perdía entre pasillos y puertas.

—Niña shii —mire por todos lados, encontré a un niño de unos ocho años—shiii, el comedor está por aquí.

Lo seguí, agradecida.

—Soy Lucas, mi mamá trabaja en la cocina.

—Y tienes un segundo nombre?— uno más bonito que no se parezca al de mi desagradable ex?.

—No me gusta mi segundo nombre— me regalo una mueca.

—Soy Melina, tampoco me gusta mi primer nombre.

Después de un par de puertas, llegamos al comedor.

—Gracias pequeño, que tengas un gran día.

El niño asintió y dio la vuelta.

—Buenos días —salude en general.

Iba a sentarme en la esquina de la gran mesa. Victoria intervino.

—Lillie, ven siéntate de este lado.

Amanecimos mandonas!

Me senté donde Victoria quería, en frente tenía a la tía Merly, a su lado estaba el tío Carlos, seguía Pamela que no se veía para nada contenta. A mi derecha estaba Daniel y a mi izquierda Victoria.

—Que es eso que tienes en la cara?

—Ojos?— pregunté divertida.

—Polvo, polvo blanco.

—Es talco para bebé, si sabes para qué sirve, o ¿no?

—Si, si lo se. Le ponía a mis hijas cuando estaban bebés.

—Pareces pescado con harina— Pamela comentó sin gracia.

Mi primo soltó una carcajada, pero al instante se detuvo.

Iba a responder pero volví a estornudar.

—¡Mis costillas!

Si seguía así, para el fina del día tendría una costilla rota.

—Dorothea, prepara los ingredientes para el batido que alivia la gripe, ¿te acuerdas?

—Si señora, ¿el de la receta de su abuelita?

—Ese mismo.

Dios me libre.

—No, no es necesario— me levante de la mesa.

—Buen provecho, iré a la cocina—aclaró Victoria, sin prestarme atención.

—Prima, te doy mi bendición, espero no sufras tanto con ese brebaje.

Bueno, eso definitivamente no me ayudó, para nada. Es más, eso alimento mis ganas de salir huyendo.

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