Capitulo 47

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Estaba ansiosa, nerviosa y aterrorizada. Demasiado de todo. Era un manojo de todos los sentimientos que se podían sentir.
Me había dicho a mi misma que me portaría de mejor manera, como una niña buena pero juntarme con Pamela no ayudaba mucho. Así que antes de arrepentirme de todo lo que estaba a punto de hacer, me repetía lo que Pamela me había dicho la noche anterior:

"Lillie, vida solo hay una y tienes que aprovecharla".

Lo dijo seriamente así que si, creí en su seriedad y en la certeza con la que habló.
Además, ¿Que podía salir mal? Solo era una cita, no era la guerra.

Tengo que aprovechar mi vida. Tengo que aprovechar mi vida. Esa frase se había vuelto mi mantra y me la repetía cada vez que estaba por dar el brazo a torcer.

—Lillie, la abuela ya salió de su habitación, llevaba una maleta.

Pamela entró a mi habitación sin permiso alguno, ya me había acostumbrado, ya que hasta la tenía en la cabeza. Pamela en estos instantes era como el diablillo malo que solo aparecía para hacer desastres y más. Tal vez solo exageraba un poco.

—Bien... 

Pamela me veía como si estuviese mentalmente estupida, probablemente.

—¿Qué? —dije a la defensiva.

—¿Como que qué? Tienes que ir y despedirte con la cara más inocente que tengas.

Mi prima cruzó los brazos mientras veía su carísimo reloj.

—Eso no me haría ver, no lo sé, ¿más culpable?

—A veces creo que eres maravillosamente inteligente y en otras creo que eres una descerebrada.

—Gracias —acepté el elogio —también pienso lo mismo... un segundo, me dijiste descerebrada? Bueno, si lo soy.

Me levante de la cama, apagando el televisor y dejando en un "Te veré pronto" a la serie que veía en estos instantes.

—A ese paso que vas la abuela ya estará tomando su vuelo, que digo tomando su vuelo, ya ha de estar de vuelta.

Refunfuñé.

—Voy lento pero seguro.

—Exagerada.

Aún seguía algo exagerada y super cuidadosa con los puntos que aún tenía en mi abdomen. Aunque ya había pasado varios dias, tenía cierto miedo que la herida se abriera y muriera desangrada.

—Cuando tengas puntos en tu abdomen hablamos.

Pamela solo río y se retiró a su habitación.

—Cualquiera me desea la suerte —dije antes de que ella cerrara la puerta de su habitación.

—La suerte es para los vagos. Tú y yo no la necesitamos, tenemos esto —dijo señalando su cabeza.

—¿Piojos? —pregunté confundida —mira que la otra vez te vi rascarte la cabeza con desesperación.

Pamela parecía querer matar a alguien, tal vez a la rubia que tenía en frente.

—No, idiota.

—¿Caspa?

Solo pretendía molestarla.

—Renuncio —se resignó —contigo es imposible ser algo poética y profunda.

Me reí en cuanto ella se metió en su habitación. Con algo de lentitud baje las escaleras y llegue al lobby. Me quedé en silencio cuando vi a mi maestro de química tomado de la mano con mi abuela.  Aún era difícil de acostumbrar a los ojos.

—Lillie, ¿cómo estás de la cirugía? —Preguntó el hombre, interesado en mi respuesta.

—Bien —miré a la abuela —venía a despedirme.

Ella junto sus manos.

—Has llegado a tiempo, ya nos estábamos marchando.

Me acerqué a la abuela, le di un pequeño abrazo y un beso en la mejilla.

—Que les vaya muy bien en su viaje.

—Gracias, querida —dijo mi abuela sin sospechar nada.

—De nada... que disfruten mucho.  No se olviden de los regalos.

Mi profesor, digo, él comprometido de mi abuela soltó una carcajada divertida y contagiosa.

—Anotado —dijo aun riendo.

—Dorothea —interrumpió la abuela —dejé todas las instrucciones para cualquier emergencia. Si algo sucede le informas de inmediato a mis hijas y luego a mi.

Dorothea afirmó diciendo que no permitiría que ni un solo hueso se moviera sin antes ella saberlo.
El acompañante de la abuela llevó las maletas hasta el carro, luego regresó por ella, se despidieron y se marcharon.

—Dorothea, saldré un momento.

Pamela entró en escena, muy bien arreglada y con llaves en mano.

—Ey, Ey, Ey —Dorothea la detuvo —¿señorita a donde va? Usted está castigada y sus padres me encargaron no perderla de vista.

Mis tíos estaban de viaje en no se donde, haciendo no se que.

—¡Qué! —fingió sorpresa y enojo —¿Eso dijeron mis padres?

Dorothea, ahora la encargada de la casa, se cruzó de brazos aún con el plumero en sus manos.

—Si, usted ya lo sabía, así que regrese por donde vino y cámbiese que parece que iba a una fiesta de payasos.

Dorothea habló sin pelos en la lengua, haciéndome reír.

—Lillie, no te burles de lo que Dorothea dice, es la envidia que le corroe por las venas.

Y aunque Pamela me advirtió de que parara mi risa, pues me era inevitable ya que Dorothea era muy graciosa sin querer.

—Lo siento, no quería reírme.

Seguí riendo junto a Dorothea.

—¡Saben que, váyanse directo al infierno!

Seguimos riendo sin parar.

—¡Esas palabras! —Dorothea la retó.

Ya que Pamela estaba en una posición de testaruda, Dorothea se encargó de enviarla a su habitación a punta de plumazos en la nalga. Lo que me causo mucha risa.

—Creo que se enojó —le informé divertida.

Pamela desapareció, no sin antes tirar un par de cosas que se encontraba en el camino.

—No importa —dijo segura —ya se le pasará mientras grita y daña toda su ropa con las tijeras, mañana estará como nueva.

Abrí mis ojos ya no tan divertida, lo hacía algo sorprendida.

—Está juventud de hoy se ofende por la verdad... Estaré en la cocina.

—Tienes toda la razón —dije disimuladamente — estaré muy ocupada haciendo tareas atrasadas.

En cuanto Dorothea se marchó camine de prisa hasta la habitación de Pamela con cuidado de que nadie me viera.

—¿Qué? ¿Funcionó?

Asentí con una sonrisa en la cara.

—Si, ahora cree que estás enojada conmigo.

—Me sirve, creo que debes seguir aparentando normalidad... A las siete te veré en el patio.

—Claro, fue muy fácil, no crees?

Pamela se encogió de hombros.

—Te lo dije, conozco muy bien a Dorothea sabía que diría ese tipo de cosas para que me regrese a mi habitación... tampoco te disculpes por reírte de lo que decía, sabía que solo seguías el plan.

Abrí mis ojos, casi podía volver a reírme, pero eso no era lo más conveniente.

—Correcto —solté con severidad, aunque solo quería volver a reírme —solo estaba siguiendo el plan.

Pamela achicó sus ojos, alertada de mi seriedad.

—¿Necesitas algo más? ¿O solo quieres que te preste ropa? —negué rápidamente —bien, entonces sigue el plan y trata de no arruinarlo en el proceso.

—Como diga, jefecita.

Salí de su habitación y me metí en la mía, donde los pensamientos resurgieron y la culpa me carcomía.
Si, creí que nunca haría esto, pero llegue a tal punto, que saldría de la casa sin permiso, bueno sin permiso de la abuela, porque había hablado con mis padres y les comenté que saldría un rato y no dijeron nada más que "cuídate", aunque solo pienso que lo dijeron sin preocupación porque no me explique bien.

—Ya te metiste en otro problema? —preguntó mi madre al contestar el teléfono.

Dude unos segundos.

—No, como crees. No me he metido en ningún problema.

Aún.

—Bueno —dijo mi madre preocupada —eso es una novedad... segura que te sientes bien? Tienes temperatura? —me bombardeó de preguntas —tomare las llaves de auto y llegaré en tres horas.

Se escuchó que tomó unas llaves y luego cerró la puerta.

—¡Nooo! —me apresuré a detenerla.

Esto arruinaría mis planes y ya estaba en modo loca pensando en el meme que decía:

"Estúpida, no arruinarás mis planes."

—¿No? ¿Segura, Lillie?

—Si madre, solo estoy haciendo muchas tareas, algo estresada me siento...

Mi madre suspiró aliviada.

—Ve a dar una vuelta, eso ayudará.

Sonreí de oreja a oreja. Resultó más fácil de lo que había pensado.

—Bien, haré lo que me aconsejas —me apresuré a decir —besos, te amo.

—Cuídate —decía.

Corte la llamada y me tire a la cama más aliviada. Lo que haría no era nada malo. Ya tenía el permiso de mamá, eso era lo único que me faltaba, ahora ya no. Ahora solo tenía un problema más y ese ahora se llamaba Dorothea, que brindaba sus servicios y su lealtad a una única mujer y esa era a Victoria Bernadette.

—Flores azules, espinas rojas —canturreaba mientras me vestía —flores azules, espinas rojas.

Me engalané con unos pantalones negros con aberturas laterales, una camisa corta blanca y unos zapatos rojos. Al ver la hora en el reloj de pared, salí de la habitación y con cuidado tome el camino menos transitado de la casa, donde casi siempre estaba a oscuras y que daba directo al jardín, ahí estaba Pamela que se asustó al verme.

—¡Lillie! —susurró —¿irás a una cita vestida de esa forma?

Miré mis pantalones.

—Si, ¿que tiene de malo?

—¡Todo! —exclamó —Parece que vas al funeral.

—¿Al funeral de quién? —pregunté ansiosa.

Tal vez sería al de Michael Jackson, aunque el ya estaba muerto. ¿Tal vez a su exhumación?

—Al funeral de un amor que pudo ser y que no será si vas vestida de esa forma.

Me crucé de brazos, enojada.

—Estoy cómoda y además Santiago nunca mencionó ningún lugar, no sabía que ponerme.

—Correcto y vas y te pones lo más simple y sencillo del mundo?

—Exacto.

Pamela resopló sin paciencia.

—No discutiré más contigo, es imposible ganar la razón. Mi novio esta esperándome —guardo su celular en el bolso al ver en la lejanía a ese chico en su motocicleta —nos vemos mañana.

Iba a aceptar pero un momento, dijo ¿mañana?

—Dijiste que nos veríamos aquí a las doce —le recordé.

—Cambié de parecer, nos vemos.

Terminó de hablar y se montó a la motocicleta de su novio, sin mirar atrás.

—Tienes que estar aquí a las doce como la cenicienta o te meterás en problemas—susurré fallidamente o solo fui ignorada.

Mientras esperaba inquietamente, pensaba en si sería mejor regresar a mi habitación y continuar con mi tarea.

Tengo que aprovechar mi vida. Tengo que aprovechar mi vida.

Ya estaba muy cerca de arrepentirme de hacer esto, así que desbloquee mi celular y puse la canción de Gloria Trevi. Para así ponerme en modo loca.

—Me miraba en el espejo y no me hallaba, yo era solo lo que tú querías ver... y me solté el cabello, me vestí de reina, me puse tacones, me pinté y era bella —canturreaba hasta que vi al jardinero salir de la puerta trasera de la cocina.

Me tire a los arbustos y me escondí tapándome la boca y con Gloria Trevi de fondo y al parecer no era la única que podía escuchar la canción ya que el jardinero habló.

—¿Alguien anda por ahí?

Y mientras Gloria Trevi cantaba de fondo en mi celular: "Y todos me miran, me miran" yo respondía al jardinero.

—No, no hay nadie —hablaba con voz ronca.

El señor asintió y se dio la vuelta, luego volvió a mirar al lugar donde yo estaba, seguramente confundido, pero decidió que mejor sería marcharse antes de encontrarse con un fantasma que escucha a Gloria Trevi a todo volumen.

Y de verdad sentía que me miraban, esperaba que ningún fantasma vagabundo sin oficio alguno. Me levante del césped y me sacudí la poca dignidad que tenía mientras me deshacía del césped y hojas que se me habían pegado a la ropa y cabello. Más decentita salí y me ubique en una esquina oscura, fue cuando vi a Santiago llegar en su carro, estacionándose en frente de la puerta principal, encendió las luces del carro y ya estaba a punto de pitarme.

—No pites, no pites —pedia.

Pude respirar aliviada cuando lo vi tomar el celular.
Tendría que correr para llegar rápido y avisarle que estaba saliéndome sin permiso, cosa que no haría. Camine como una diosa que no se escapaba de su casa a las ocho de la noche para ir a quien sabe dónde, solo esperaba que fuera a una discoteca bien loca donde pusieran a la diosa de Gloria Trevi y todas las Glorias del mundo artístico. Al subir al vehículo, me asegure de que nadie, absolutamente nadie me haya visto.

—Hola —saludé inquieta.

Santiago me miró por unos segundos, poniéndome nerviosa y de hecho hasta olvidé que estaba escapándome.

—Estas hermosa —soltó con una sonrisa en su cara.

Me miraba de arriba para abajo.

—Gracias, ya me lo habían dicho.

Santiago me miró unos segundos más hasta que se volteó para reírse.

—Espero que te lo hayan dicho mis suegros y no otro chico indigno.

Me empecé a reír histérica mente. Dijo suegros o yo ya estaba loca?

—Mis padres no son los únicos que me dicen linda —fingí enojo —para tu información la otra vez el chico del super me dijo "cuidado se resbala preciosa" y el señor del semáforo me dijo "se le cayó el papel en el que viene envuelto, bombón".

Su risa se detuvo de inmediato.

—¿En serio? —dijo serio.

—Claro, nunca miento.

Entrecerró sus ojos y se dedicó a conducir.

—Te ves bien... —dije —te vez sano, saludable.

—Estoy sano y saludable.

Sonreí atontada, mis palabras no le hacía justicia a lo bello y divino que podía verse, su cabello tenia un resplandor áureo, suave, brillante, el color de sus ojos verdes me hipnotizaban, llevaba una camisa blanca, unos pantalones oscuros que le quedaban exquisitamente.

—Eres malvada —dijo sonriendo.

Sonreí con malicia.

—Y se puede saber a donde iremos? —pregunté ansiosa.

No respondió a mi pregunta, al contrario me ignoró mientras encendía la radio. Salió una canción, la cual no conocía pero al parecer Santiago si, ya que empezó a cantarla con mucho entusiasmo.

—I still look at you —empezó a cantar —With eyes that want you. When you move. You make my oceans move too. If I hear my name. I will run your way.

Abrí mis ojos sorprendida. La letra era profunda, preciosa y la voz de Santiago también.

—Can we say that we love each other?. Can we play like there ain't no other?. If I hear my name.I will run your way

Sonreía observándolo fijamente.

—It's my desire that you feed. You know just what I need. You got power, power. You got power over me

Giró en U, observando el retrovisor.

—I give my all now, can't you see?Why won't you set me free? You got power, power. You got power over me

Cantaba increíble. Cantaba mejor que el príncipe encantador de Sherk.

—I was lost until I found me in you—me señaló —I saw. I side of me. That I was scared to. But now I hear my name. And I'm running your way.

—Más te vale que lo hagas.

Pausó sonriendo. ¿Que creía? ¿que no me sabía ella traducción de la canción? Mi inglés tampoco estaba tan oxidado.

—All I feel as I get closer to you. Is the desire to move like you do. So now I hear my name. And I'm running your way

—Haces lo correcto —solté enseguida.

—I am ready now.

Estaba muy divertida y feliz con esta serenata.

—It's my desire that you feed. You know just what i need . You got power, you got power. You got power over me

—Son las pociones mágicas que te di —dije cruzando mis brazos.

Santiago abrió sus ojos, de manera asustada, lo que me causó más risa.

—I give my all now, can't you see. Why won't you set me free?.

—Nunca te dejare libre, no lo haría... —lo estaba amando mucho como para dejárselo a otra.

Y lo decía muy en serio.

—You got power, power. You got power over me —me seguía mirando brevemente —You're the one that seduced me.

Abrí mi boca, sorprendida.

—Si, claro te seducía con mis estupideces.

—Lured me in with your beauty —cantó.

Me tire el cabello para atrás, como si fuera una diva.

—Claro, con mi corte de cabello de Dora la exploradora que enamora a cualquiera.

—Now I know that you used me.

Tosi rápidamente.

—No esperaba a que te dieras cuenta, no me culpes, es que necesito a un rubio de ojos verdes para que haga mi tarea y fuiste el primero en caer.

—I'm ready now, I'm ready now

—¿Eso significa que si vas hacer mis tareas? Eso estaría bien porque son muchas.

—All you did was confuse me

—¡Patrañas! ¡Yo fui la primera en besar al otro!

—You're no longer what I need

—¿Como que no? —fingí enojo.

—Touch me slow. Feel my heart bleed.

—Exagerado, ni que te hubiera acuchillado en el corazón.

—I'm ready now, I'm ready now.

Terminó la canción y Santiago ya estaba muriendo de la risa.

—Te la estaba dedicandooooo —se quejó divertido.

—Pues al principio empezó muy bien, pero cómo que te acuchille en el corazón?

Santiago estaba riendo a carcajadas.

—Bien, está será la última vez que te cantaré una canción, has perdido el derecho.

—¿Como que perdí el derecho? Detente, llamaré a mi abogado.

Ambos reímos divertidos, eso hasta que el carro se detuvo.

—Era broma, pagar un abogado me costaría un ojo de la cara —dije ya asustada.

Quedamos en frente de un parque de diversiones, estaba completamente vacío, excepto por las personas que trabajaban ahí.

—Creo que está en mantenimiento —solté un bufido.

—No está en mantenimiento —Santiago me contradijo.

Me crucé de brazos. Estaba a punto de golpearme con la caja del carro.

—Pero de todas formas está cerrada —añadí —llamaré a mis abogados y denunciare a los dueños.

El parque de diversiones era lo mejor en el mundo, excepto cuando estaba en mantenimiento.

—Que no está cerrado, no para nosotros.

Abrí mis ojos, estaba por perder mi paciencia.

—Creo que tienes una mala idea de cómo soy, es decir, puedo comportarme como una demente, atolondrada y totalmente desquiciada, pero no entraré a un lugar cerrado, ¿qué tal si la policía nos arresta? Mis padres no me dejarían ni el alma.

Santiago se burlaba de mí en mi propia cara.

—Lillie, no entraremos ilegalmente —informó —naturalmente este lugar es patrimonio de mi familia, la policía no te arrestará, no si estás en mi compañía.

Lo mire impresionada, la boca casi se me caía del asombro. Alterne la mirada entre Santi y su parque de diversiones, no, no era un parque sencillo y aburrido, era el gran parque de diversiones, es decir, podría vivir aquí toda mi vida y nunca me cansaría o más bien nunca lo terminaría de conocer completamente, además sería solo para nosotros dos.

Sonreí diabólicamente, hasta que me detuve en un pequeño detalle.

—Entonces, ¿tus padres saben que estás aquí?

—Por formalidad, si.

—Entonces, es normal para ti traer a todas tus citas a este lugar? —pregunté mordiéndome mi mejilla interna.

—Es la primera vez que vengo.

—Me estás diciendo que tienes un parque de diversiones y es la primera vez que vienes? —solté como una loca —Quiero matarte, voy a matarte y entonces ahí si puedes cantarme sobre el corazón acuchillado.

Santi volvió a reírse por un corto tiempo.

—Nunca me interesó venir —dijo tomando más seriedad.

—¿Porqué? —enseguida pregunté.

—Porque no me preocupaba tanto impresionar a una chica.

¡Llamen a los paramédicos! ¡Este corazón ya se detuvo!

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