Capitulo 55

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—No, no iremos a ninguna lado —esa era yo quien hablaba con mucha seguridad.

Seguridad que no sabía de donde estaba sacando.

—Lillie, no seas aguafiestas.

Decían ellas.

—Yo no iré, de ninguna manera. Si ustedes desean no las detendré.

Las cinco chicas me miraban, suplicando.

No tenía idea, pero no querían ir sin mi.
¿Cual era el fabuloso plan? Solo ir y descubrir que hacían en una playa nudista con el grupito de amigas de Camila.
Aunque una parte de mí quería ir, la otra se negaba. No quería ir y ver lo que Santiago estaba haciendo con esa chica, y si estuviera haciendo algo no podía hacer nada, no cuando en realidad no éramos algo.

—¡Una razón, eso te pido! —preguntaba Jenny.

—Tengo muchas, una de ellas se llama dignidad y confianza, creo qué hay que confiar en que ellos no —me quede a medias.

Ya estaban montadas en la camioneta 4x4 de Nina.

—¿Vendrás?

Negué.

—No, yo creo que mejor será si rezamos un poco para alejar los malos pensamientos que nos trae satanas —mencionaba —o tal vez podría llamar a Nicolás y comentarle que ustedes van en camino.

Las chicas se sintieron amenazadas.
Minutos más tarde yo estaba atada de manos y pies, con una cinta en la boca.

¡Me estaban secuestrando!

—¡EST IS AN SE...ESTRO! —hablaba con la boca aún tapada.

No supe cómo, pero todas se la ingeniaron para atarme y subirme a la camioneta. Yo había luchado, muchísimo, pero ellas eran cinco, ellas ganaron.
Era una pena.

—Quieres un puré de papa? —Jenny trataba de descifrar.

Pamela casi le pega en la cabeza.

—Tonta, está diciendo que esto es un secuestro —aclaró a todas que estaban interesadas en saber lo que decía.

—Ah —dijeron las desgraciadas.

Después de veinte minutos de forcejear con mis manos y pies, me rendí. Resople algo cabreada.
Primero, estaba secuestrada, segundo, me gustaba estar secuestrada porque así fingía que no quería venir con ellas aunque en el fondo estaba brincando de una pata.

—Voy a quitarte la cinta.

Me arrancaron la cinta con posiblemente mis bigotes.

—¿Que decías? —preguntó mi prima.

—Esto va a salir mal —le respondí.

Todas me ignoraron.

Estábamos cantando una canción de Taylor Swift que me ponía de buen ánimos, así que para el terminar la canción yo ya había olvidado que venía secuestrada y hacía a donde nos dirigíamos.

—¿Seguro que vamos por el camino correcto? —pregunté yo.

Marina, una de las amigas de Nina, era la encargada de dar las instrucciones para ir por el camino correcto.

—Si vamos por el camino correcto —mencionó ella.

—Creo que deberíamos pensarlo mejor y regresar a nuestras casas.

Yo en serio ya estaba entrando en pánico, que le diría a Santiago cuando lo viera? Un hola cómo estás? No me serviría de mucho. Y el plan de Dorothea no me serviría a estas alturas.

—Lillie, desde cuando eres tan bien portada?— preguntó Mirian.

—Desde que nací, obvio —dije yo a la par.

Mirian levantó una ceja.

—El brownie dice lo contrario.

Bufé

—Ya supéralo, si? Eso fue un error —mire a Pamela.

Pamela bufo también.

—Si, eso ya es parte del pasado.

—Aún tengo pesadillas de Jarol comiendo vomito —mencionó Mirian.

—Se calman, si? Vamos a la playa, deberíamos estar más animadas.

Nina se distrajo, intentando cambiar de emisora de la radio. Perdió el control y casi nos fuimos por un abismo.

—MIERDA!!! —Pamela gritó aferrándose a mi brazo.

Todas fuimos impulsadas a nuestra izquierda.

—CARAJOOOO! —Jenny se pegó la frente con la ventana.

—VERGAAAA! —soltó Mirian.

Mirian casi se salta de su asiento. Yo casi volé por el parabrisas.

—SANTIAGO TE AMOO —Exclamé yo. Aterrorizada.

Nina maniobró el volante, recuperando la estabilidad con total tranquilidad.

—¡Detén el auto! —Jenny ordenó aterrorizada —¡Me bajaré!

Yo estaba recuperando mi aliento. Juro que todos los órganos se me desubicaron del ajetreo.

—¿Estas loca? —le dijo Marina.

Mariana y Nina tenían toda la tranquilidad del mundo. Cómo podían tenerla si estuvimos a punto de morir!

—Loca Nina, que casi nos mata —Pamela se entrometió.

Nina sonrió angelicalmente.

—Les dije, les dije que esto no me convencía —decía yo.

—Disculpen chicas, se me olvidó que tenía el volante —se excusó nuestra conductora.

—Creo que deberíamos regresar, es tarde y seguro que ellos ya estarán de regreso —trataba de razonar.

—Si, es cierto, este viaje es una pérdida de tiempo —Jenny estuvo de acuerdo.

—Pues no, ya estamos por llegar y encontraremos a los chicos —Nina habló —No se ustedes, pero yo estoy dispuesta a atrapar a mi Jamir con otra.

—Opinó igual, ya estamos a mitad del camino, debemos continuar —dijo mi prima ya más tranquila.

—Si, pero a este paso llegaremos, pero seguramente muertas —les aclaré a todas.

Nina sonrió divertida.

—Vamos, no fue para tanto.

Justo ahora estábamos peor que la canción: Es merengue, no es merengue.

—Lillie, de verdad me sorprendes.

—Verás, no quiero morir tan joven —le respondí a Marina.

La mayoría estuvo de acuerdo conmigo.

—¿Le tienes miedo a algo? ¿O alguien? —Mirian —ves que es feo, pues así de miedo le tengo a Jarol desde que se comió su propio vomito la noche de tus brownies.

Volteé mis ojos.

—Justo ahora a la única que le temo es a Nina, de ahí nada más. Además no es mi culpa que Jarol estuviera tan ebrio que se comió su propio vomito.

—¿Esa es la policía? —Jenny nos interrumpió.

Mirian le hizo con la mano a Jenny, para que se callara.

—Si, pero de todas formas vi eso traumático... Jenny acabas de decir policía? —dijo con pavor.

Nina tomó otro camino, desviándose de la policía. La velocidad con la que cambio de rumbo, nos mandó a todas a golpearnos, no supo observar bien y agarró un gran muro a gran velocidad. Casi llegamos hasta el techo, corrección, todas nos pegamos en la cabeza con el techo del carro.

—Evadiste a la policía o es mi idea —interrogo Pamela.

—A este paso me saldrá otro chichón —informe mientras me acariciaba la cabeza, donde me había pegado fuertemente.

—Si, si. No tengo licencia de conducir pero si sé conducir —aseguró nuestra conductora.

Como sea, a este punto lo único que se me apetecía era ahorcar a nuestra conductora.
Afortunadamente, el resto del camino continuó con total tranquilidad, nadie más se golpeó, todas sobrevivimos al trayecto del camino, solo faltaba sobrevivir al regreso.

—¡Válgame Dios!.

Todas nos asombramos al ver que habíamos llegado a la playa, pero no a la nudista, sino otra playa.

—Nina, es mi idea o estamos en otro lado?

Jenny preguntaba, mirando por todos lados, al igual que yo.

La gente fumaba marihuana a montones, bailando sin parar. Habían unos chicos que bailaban vulgarmente con las chicas. Esto era cierto tipo de perdición. Espero que Santiago esté en un lugar mejor.

—Marina, esta no es la playa nudista en la que deberíamos estar!

Marina se encogió de hombros, acomodando sus lentes.

—Esta es la dirección que me diste —aseguró la morena de ojos claros.

Las personas pasaban a nuestro lado mirándonos como a extrañas, lo que somos, si. Aumentando nuestros uniformes escolares y yo que seguía atada de pies y con el cabello hecho un lío.

Más adelante, en la arena. Se encontraba un desfile de bellas mujeres que participaban por ser miss no sé qué. El evento se transmitía a todos los canales del país, también había una competencia de surf.

—¡Uh! Me interesa ver aquel desfile— Pamela se quitó los zapatos y los tiro a la camioneta.

Se arrepintió de inmediato, ya que la caliente arena quemaba sus pies.

—Bien, creo que tendremos nuestro día de playa, pero primero iremos de compras.

Agradecía cargar unas gafas oscuras, era lo único que gritaba playa, aunque eso no era mucho para el lugar en el que estábamos.

Media hora más tarde estábamos pagando en caja unos pares de trajes de baño, sandalias cómodas y ropa más cómoda que gritaba: Sol, playa y arena para rumbear.

—Son cien dólares —dijo la cajera.

Casi se me cae la quijada.

—Y acaso estos trajes de baños traen wifi o nueva tecnología anti ahogamiento?

La chica me miró con aburrimiento.

—Ahora son ciento veinticinco dólares.

Refunfuñe. Ya no quería sus trajes de baños horrendos.

—Abusiva —dijo Jenny sacando su billetera.

Estaba por detenerla, al final no necesitábamos estas cosas. Pamela se entrometió, empujándome un poco.

—Nos faltaba el protector solar —informó —encontré uno.

—Serían doscientos dólares.

¡Imposible comprar algo aquí!

Al final si compramos, estábamos en la playa y al menos teníamos que ponernos en ambiente. Mi traje de baño era simple y de dos piezas, solo llevaba un short de tela jean, sandalias blancas y una camiseta tejida. No se veía tan horrible, créanme.

—¿Que? —quede en shock ante el altercado de Pamela —¿Que es esto?

Pamela se posicionó en frente de mi, me empapó de bloqueador solar. Hasta en mi boca entro un poco de la crema.

—El bloqueador solar es importante y necesario —decía —así cuidamos nuestras pieles bellas preciosas y la protegemos del sol y la rojez.

—No sabía que mi lengua también tiene que cuidarse del sol —me quejé.

—Malagradecida.

La ignoré cuando algo de esencia de coco llegó a mis narices.

—Esto es lo que huele a coco? —pregunté ensimismada en encontrar el origen de la esencia.

—Aparte de bruja, también eres una nariz? —dijo Pamela.

—Nariz? —preguntó Jenny.

Pamela se cruzó de brazos.

—Si, así se les llaman a los perfumistas en Paris —aclaró —no han ido a Paris?

Entrecerré mis ojos.

—Es la primera vez que vengo a esta playa, voy a tener cara para estar yendo a Paris?

Pamela sonrió divertida.

—Cierto, a veces olvido que eres mi prima la pobre.

Casi la mato.

—Mira, Pamela, mejor vete a molestar a alguien más —le dijo Jenny.

—O sea, no lo dije por ofender —aclaraba

—No me imagino cuando lo digas para ofender.

—Ya pero es que no es mi culpa que mis tíos no tengan dinero para llevarte a Paris.

Estábamos a punto de empezar a discutir cuando la música empezó con buen volumen. Reconocía esa canción. La había bailado en una presentación en la escuela, cuando tenía cinco años.

Si eres fotogénica, te invito a mi pasarela.

Todas nos miramos antes de correr y arrimarnos al desfile, gritando y haciendo barras a todas las chicas que pasaban.
Sacamos nuestros pasos más prohibidos, sin importar el ritmo de la canción.

Marina y Mirian corrieron cuando reconocieron a unos de los competidores de Surf, para pedirles un autógrafo.
El chico les coqueteaba sin disimular. Pamela se les unió para así, coquetear con aquel moreno candente.

—Contestaré mi celular —Nina comentó y se alejó del bullicio.

—Te parece que nos estamos perdiendo de aquel suculento hombre?

—No... bueno posiblemente si.

Jenny y yo, nos miramos con una sonrisa alcahueta, nos tomamos de los brazos dispuestas a ir con los surfistas.
Un reportero nos detuvo, para que respondiéramos algunas de sus preguntas.

—Señoritas, cuáles son sus nombres?

Pánico, entre en pánico escénico.

—Soy Jenny y mi amiga es Lillie.

—¿Como la están pasando en el festival?

El periodista llevaba un estilo playero muy fresco. Se dirigía a mi en todo momento. Acaso no sabe reconocer cuando alguien entra en pánico?

—Increíble... ya nos podemos ir? —respondí a la defensiva.

La cámara estaba muy cerca de mi cara.

—Ja,ja,ja. Estas chicas se mueren por ir con los surfistas. Están galanes, cierto?

Iba a contestar que no, pero se me trabó la lengua.

—Si, están bellísimos, me siento en el paraíso —Jenny contestó pacíficamente.

—Ustedes son de por aquí?

—No, claro que no, veníamos en busca de unos amigos pero creo que nos perdimos un poco.

Jenny volvió a responder dando detalles con pelo y señales.

—O tal vez ellos se pierden de este asombroso festival.

Ignoré un poco al reportero y me le eché una mirada a Nina, ella seguía hablando o más bien discutiendo por teléfono, alejada de nosotras. Mirian y Marina seguían coqueteando con aquellos surfistas.

—¿Solteras o con compromisos? —inquirió el hombre.

—Recientemente libre —Jenny respondió riendo.

Me parecían que las preguntas básicas ya se habían convertido en personales.

—Y tu Lillie?

El hombre me puso el micrófono en frente.

—Soltera —dije mirándolo de mala gana —quiero decir, a usted que le interesa? 

El chico se sonrió de boca abierta.

—Aquí veo pasión —decía a la cámara.

Pamela se acercó, con un gran vaso de alcohol, la cámara captó el gran vaso.

—¡Oh! ¡Increíble siempre quise salir en la televisión! —Comentó, bebiendo un gran sorbo de su vaso —quiero enviarle un gran saludo a mis amigos que estarán disfrutando de la vista nudista. También a mi abuela —casi se mete en la lente de la cámara —abue esto es como estar en el paraíso, todos fuman marihuana es increíble que una planta medicinal también pueda servir para otras cosas, es mágico —no sabía como callarla —aquí todos son divertidos y ese chico de allá me pidió permiso para robarme un beso, es increíble todos son muy amables y respetuosos y —la empuje y perdió el equilibrio yendo a parar a la arena.

El entrevistador se asombró.

—Eh, abuela —hablé yo a la cámara —abuela, Pamela está un poco tonta del cerebro, aquí la gente no está fumando nada excepto la pipa de la Paz.

Justo cuando estaba aclarando al frente de la cámara, un chico pasó por nuestro lado entremetiéndose entre la cámara y yo. Se detuvo coqueto y me tiro todo el humo que salió de su boca en mis ojos y cara, luego siguió con su vida y con su caminar de debilucho.

—Eh —decía yo, me detuve para toser —abuela, eso que acaba de pasar no paso en realidad.

Seguí tosiendo, dramáticamente.

El entrevistador se reía, como si fuera chiste, al final hizo unas últimas preguntas y al fin decidió marcharse con su cámara.
Seguramente ya presentía que estaba a punto de chispearlo de una patada.

—Hace mucho calor, deberíamos meternos al agua —Pamela habló.

Me negué.
Nos quedamos dormidas un rato bajo el sol, pero al menos Pamela si había pensado un poco y teníamos protector solar a nuestro favor.

—Ay me arde —Pamela susurraba.

Abrí un ojo, desorientada. A nuestro alrededor todo era fiesta y buenas vibras.

—¡AYYY DIOS! —se quejó Jenny.

Me levanté totalmente asustada.

—Nos robaron? —deduje asustada.

Jenny estaba de espaldas, pero se giró y pude ver al fin lo que la había hecho gritar.

—AY DIOS, LILLIE! —gritó aterrada.

Me toque la cara, porque era lo que Pamela y Jenny miraban.

—Me cago un ave, es eso? —pregunté asustada.

Negaron.

—Yo lo siento chicas, yo de verdad pensé que había leído protector solar.

Quería matarla.

—Si claro, ahora parecemos un tomate —se quejó Jenny.

—Deben creerme.

—Bien —suspire —te creemos solo porque también estas como nosotras.

Pamela había confundido el protector solar con un bronceador de coco. Así que, dormir 20 minutos bajo el candente sol, nos había dejado como camarones apañados, literal.

—Deberíamos ir a bañarnos, así nos refrescamos un poco.

Segundos después estaba brincando y corriendo al agua.

Se encontraba fría, refrescante y las inmensas olas, me revolcaban hasta botarme a las orillas. Pero como solía encantarme el masoquismo regresaba a las profundidades del mar, hasta que me llegara al cuello.

—¿No creen que están muy lejos de la orilla?Deberían salir.

Jenny gritaba muy cerca de la orilla.

—No seas miedosa.

Pamela le gritó, bebiendo de la botella que cargaba, adentrándose aún más.

—Jenny —la llame yo —acércate más, aquí es divertido, las olas son más divertidas.

Yo le aseguraba, Jenny estaba por acercarse cuando me giré a Pamela. Ella ya no estaba. Se me había desaparecido, no la veía por ningún lado.

Modo alerta.
Preocupación
Miedo.

—Pamela, deja las bromas —Jenny gritó sin gracia.

Espere segundos que parecían ser infinitos.
Entonces me adentré un poco en el fondo, la arena desapareció, haciéndome caer en un hueco.

Pánico
Miedo.

Sentía de todo, al no poder salir del agua y al tragar agua salada.

Agarre de las greñas moradas de Pamela, arrastrándola a la orilla donde el salvavidas venía a nuestro auxilio.

—Si, las olas estuvieron muy divertidas —dije yo vomitando agua —más la parte en la que casi morimos.

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