꒰◌; capítulo treinta y seis

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Luego de haber salido de la sala de cine, fueron sorprendidas por el fuerte viento que yacía en la plena noche. Pero no les importó tanto, ambas tomaron su tiempo de disfrutarse la una a otra, comentando lo que más les gustaba de "Avengers: The End Game" o alguna que otra crítica de parte de una insaciable Lisa, mientras las disimuladas risitas de Jennie se escuchaban por lo bajo al ver con ternura como es que la pelinegra fruncía el entrecejo o arrugaba levemente su nariz.

Empezaron a caminar lentamente, de vez en cuando Jennie besando con ternura la coronilla de la tailandesa, haciendo a esta sonreír y cerrar sus ojitos por inercia, sintiéndose segura y reconfortada al notar que Jennie rodeaba sus hombros con uno de sus brazos. Le agradaba en demasía tenerla cerca.

La castaña sonrió con una felicidad desbordante y una calidez infinita envolverle el corazón. Sentía que todo por fin estaba yendo bien, que todo estaba siendo correcto. Como pudo serlo desde un comienzo.

Lisa llevó sus labios a la pajilla para probar lo que quedaba de aquella bebida gaseosa en su vaso descartable. Mientras que la mayor admiraba una vez más su delicado perfil... Aquellos ojos enormes e inocentes, su perfecta y tersa piel blanca con un toque de luz brillante gracias a la gran luna que reposaba en el cielo oscuro.

La imagen perfecta para alguien tan hermosa como lo es Lisa.

—¿Tengo algo en la cara? —bromeó la extranjera tomando toda la valentía posible al notar la inquisitoria mirada de Jennie.

—Sí —respondió con simpleza, haciendo que Lisa la mirara al instante—.
Demasiada perfección —sonrió al notar como la mencionada empezaba a ruborizarse.

Amaba causar tales cosas en Lisa, cosas que solo ella, sus palabras y acciones eran capaces de lograr.

—Yah~ —le dio un golpe en el hombro izquierdo a Jen—. No te burles —y la castaña empezó a soltar más risitas sonoras.

Lisa estaba muy segura que Kim estaba burlándose de ella al verla tan tímida, por lo que intentó zafarse del agarre que Jennie había impuesto en sus hombros. Esta logró reaccionar y antes que la otra lograra su cometido, la acercó aún más a ella.

Cerca. Demasiado cerca.

Lisa abrió desmesuradamente sus ojos ante el fuerte golpeteo de su corazón, estaban demasiado cerca y eso no era para nada bueno. Sentía sus manos temblar y no precisamente por el gélido frío. El aliento de Jennie chocaba con el suyo mientras sus respiraciones empezaban a mezclarse, una más nerviosa que la otra. Mas con el mismo sentimiento genuino relucir en sus corazones.

Conectaron sus miradas y un destello fugaz nació a través de ellas, un click resonando en sus mentes y sentir como podían embriagarse ante lo cálido que el ambiente se sentía en ese preciso momento.

Lisa cerró sus ojos no creyendo poder soportar tenerla tan cerca, no sin mostrarse un manojo completo de nerviosismo. Sentía sus mejillas arder y sus piernas debilitarse.

Recordando tal cual chiquilla enamorada de su mejor amiga era...

Desde la primera vez que sintió una gran timidez ante la cercanía de Jennie cuando eran niñas...

Desde la primera vez que sintió un dolor punzante en el pecho y la odiosa incomodidad de sus celos por ella...

Desde que todo en su corazón empezó a nacer.

—¿Jennie?

—Eres perfecta, Lalisa Manoban —susurró cerca a sus labios para luego dejarle un peligroso, pero lento beso en el filtrum—. Realmente perfecta —se separó escasamente de ella para poder apreciarla mejor, mientras que Lisa sonrió ampliamente. Entre timidez y una felicidad difícil de explicar.

Se acercó al pecho de Kim, rodeando sus delgados brazos por todo su torso y escondió su sonrojado rostro en la curvatura del cuello y hombro de Jennie. La castaña la sostuvo de la cintura con una sonrisa igual o más grande que la de Lisa.

"Sólo un poco más, yo sé que te estás dando cuenta".

El primer y pesado día de la semana se dio por inicio, una mañana llena de ejercicios de matemáticas, exposiciones y presentación de tareas, la jornada estudiantil de siempre.

Lisa se mantuvo un tanto distraída cada vez que Joohyun le contaba algo, pero es que no podía dejar de pensar en todo lo que había pasado con Jen al cabo de esos meses, no sin sonreír de una manera estúpida y un brillo reluciendo en sus orbes.

¿Acaso Jennie también sentía lo mismo por ella?

No es como si Lisa hubiera visto a Jennie en plan cariñoso con alguien después de su última ruptura -bien, dejó de pensar en eso último- pero de cierta forma todo se estaba pintando de una manera hermosa. Solo ansiaba que aquel dibujo no se distorsionara y pueda ser completado con hermosos y alegres colores.

—¿Lis? ¿Me estás escuchando? ¡Lisa!

Esta dejo caer abruptamente su mentón de la mano en la que fielmente se reposaba.

—¡Ya! Me asustaste.

—No me estabas escuchando.

—Lo lamento, Hyun, pero es que tengo la mente en otro lado.

Bae volteó levemente su cabeza y observó a su viejo profesor revisar una hojas de su archivador. Suspiró con calma al saber que era la última clase y que este no le tomaría importancia a su conversación con Lisa.

Volvió a dirigir su mirada a la tailandesa.

—¿Otro lado o en otra persona? —sonrío pícaramente.

—¡Hyun!

—Una chica de ojos gatunos, castaña, labios esponjosos y fornido cuerpo. ¿Me equivoco?

—Eres irremediable —se quejó a la vez que tapaba su sonrojado rostro con sus manos, no queriendo que su amiga la vea.

Irene soltó unas cuantas risas más.

—Y tú tan predecible.

La campana resonó y poco a poco los chicos empezaron a acomodar sus cosas y dirigirse a la salida.

—Hasta luego, jóvenes, nos vemos la siguiente clase —dijo con calma el profesor para luego retirarse del aula.

—¡Bien! —habló emocionada, haciendo un gesto de victoria. La menor rodó los ojos ante la actitud infantil que a veces Bae solía tener.

Se colocaron sus respectivas mochilas y empezaron a caminar hacia el campus principal.

—Tendrás que contarme todo lo que está pasando entre ustedes con lujo y detalle.

—¿Por qué supones que pasa algo entre nosotras?

—Porque no te sonrojarías con tanta facilidad a no ser que ciertos "recuerdos" lleguen a tu mente —sonrió ladina—. Y hablando del rey de Roma.

Lisa al tener al frente suyo a Bae y escuchar lo que dijo, giró levemente su cuerpo por inercia y pudo observar la esbelta figura de Jennie dirigirse hacia ellas con una gran sonrisa.

—Voy a suponer que estuvieron esperándome.

—Sí, sí lo que tu digas —bromeó—. Vamos, camine, mi querida señora Kim —se inclinó en un acto de dramatismo.

—Gracias, amigable bufón.

Lisa no puedo evitar soltar una gran carcajada, amaba sentirse así, feliz y ver feliz a las personas más especiales para ella.

Jennie y Joohyun se siguieron el juego y uno que otro insulto para nada ofensivo hasta llegar al portón de salida de la universidad.

—¡Joohyun! —gritaron no muy lejos.

Dos de las tres jóvenes reconocieron aquella voz. Sus miradas viajaron rápidamente a la dueña y en efecto, ahí estaba Kang Seulgi.

—¿Gigi? —dijo Irene entre sorprendida y feliz.

—¿Seulgi? —Lisa no podía entender que es lo que hacía ahí.

Irene logró escuchar el murmullo de la tailandesa.

—¿La conoces, Lis?

Bien, quizás no debió hablar... ¿Sería bueno decirle? No era como si algo hubiera pasado con aquella chica de personalidad amable y encantadora sonrisa.

¡Gracias por leer!
🌻

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