04.- Encuentro fortuito(?)

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La profesora ya había llegado y la clase se estaba desarrollando en forma normal, sin embargo, (t/n) estaba especialmente poco motivada ese día por lo que la lección le estaba pareciendo extraordinariamente aburrida. Envió unos mensajes por el móvil e intentó con todas sus fuerzas poner atención. 

No, no iba a ser posible

Al undécimo bostezo disimulado, simplemente se disculpó, tomó sus cosas y se retiró en silencio por la puerta de atrás. Caminó lentamente por los pasillos, había pocas personas yendo de un lado hacia otro, pues la mayoría disfrutaba del día en el exterior.

«Quizás sería buena idea ir a buscar a Luffy», pensó intentando engañarse a sí misma. En el fondo prefería estar paseando y lo demás era tan solo una excusa. Aún tenía una hora para volver a encontrarse con su amigo Sabo para almorzar, así que decidió dirigirse a los jardines, de paso buscaría a Luffy...Quizás.

                           *

(T/n) caminó hacia el otro lado del edificio más próximo, había un árbol en particular al que le gustaba visitar para disfrutar de la sombra. Atravesó el césped y fue directo hacia la parte trasera del edificio de ciencias. No había rastro de Luffy alrededor, así que se distrajo mirando sus zapatillas al avanzar. Cuando quedaba poco para llegar alzó la vista e inmediatamente su corazón dio un vuelco.

Bajo su árbol, con un balón de basquetbol a un lado y la cabeza apoyada en los brazos, estaba un joven de su edad, moreno, de melena corta ondulada y múltiples pecas que adornaban su rostro: era el mismísimo Ace quien estaba haciendo una siesta.

«Uf, parece que todavía tiene la costumbre de dormirse en cualquier lado», pensó (t/n) acercándose sin hacer un ruido. Viendo más de cerca, notó que vestía solo unos shorts negros con una camisa amarilla de mangas cortas que estaba sin abotonar, dejando ver todo su torso con su bien formada musculatura.

La chica no pudo contener un leve suspiro mientras sus mejillas se teñían de rojo. «Maldición, Ace estás incluso mejor que antes», confesó para sí misma.

(t/n) sonrojada, esbozó una sonrisa que en un segundo cambió a una mueca de disgusto, definitivamente no podía permitir que su mente le traicionara, no importa que tan poca ropa usara el atrevido individuo que osaba descansar bajo su árbol. Cuando estuvo parada cerca del moreno, le movió un pie con la punta de uno suyo.

—Ey tú, ¿te falta mucho? —le dijo con voz de pocos amigos, no le interesaba que le hubiera despertado o lo que sea.

—¿Eh? ... —Ace dio un bostezo y respondió— ¿Qué manera de despertar a alguien es esa? ¡Déjame dormir! —contesto en lo que pareció más un gruñido.

—¿¡Como que déjame dormir !?...Q-quiero sentarme y ¡estás en mi árbol! —argumento (t/n) a pesar de lo tonto que pudiera oírse. Ella sabía que lo que reclamaba no tenía mucho sentido, pero ese chico le sacaba de quicio solo por estar en la misma habitación y usualmente terminaba discutiendo barbaridades, sobre todo cuando no estaba Sabo para contenerla.

—Disculpa, ¡¿tu árbol? —dijo extrañado el chico que, en ese momento, abrió un ojo y sonrió maliciosamente—. No sabía que era de alguien, ¡ah, pero si eres tú! ¿Qué pasó? ¿Ahora me hablas?

—No es que tenga algo que hablar contigo,¿Por qué no tomas tu pelotita y te vas? —escupió la chica mientras se cruzaba de brazos.

Ace tenía ahora los dos ojos abiertos y se notaba molesto.

—Eres un dolor en el trasero, idiota. Déjame descansar y vete tú. O ve a buscar las escrituras del árbol que tanto dices que es tuyo.

—¡Uuuy, eres insoportable! ¡Idiota tú!

—¿Yo soy el insoportable? Mira quién anda despertando a la gente a puntapiés...

El moreno volvió a cerrar los ojos y se hizo el dormido.

(t/n) se rascó la cabeza exasperada, se había girado para retirarse, pero se volvió a darle otro puntapié. Ace se levantó de golpe visiblemente molesto y se acercó a la chica, ella le miró con miedo.

Ace se detuvo en seco.

—¿Desde cuándo me tienes miedo (t/n)? sabes que no te haría daño —dijo casi en un susurró, cambiando su mirada por una de genuina preocupación.

(t/n) se sonrojó por completo y desvío la mirada. Se dio cuenta de lo que había hecho y se avergonzaba. Pese a todo lo que había ocurrido entre ellos era cierto que el jamás le pondría una mano encima. Su cuerpo había reaccionado por instinto, suponía que en el fondo no había superado algunas cosas del pasado.

—Disculpa si te incomodé —dijo Ace con decepción en su voz. El chico tomó sus cosas con la

intención de retirarse y cuando estaba dando el primer paso para alejarse de allí, (t/n) le retuvo tomándole de su camisa e inclinó su cabeza hasta que su frente tocó su ancha espalda.

—Ace quédate...—musitó la chica apenas sacando la voz.

El gesto sorprendió sobremanera al pelinegro, pero no más que a ella misma. Ace no esperaba que le pidiera que se quedara con ella y (t/n) no se imaginó estar en esa situación, sobre todo cuando había estado molesta hace unos instantes atrás.

Las barreras que normalmente ponía frente a él, se habían desvanecido por un momento provocando que sincerara su corazón.

De verdad, no quería que se fuera.

Ante la petición, él volvió a acomodarse bajo el árbol sin saber con qué intención esta vez. Pensamientos de todo tipo cruzaban por su mente. No había estado tan cerca de la chica desde hace meses. Su corazón bombeaba con fuerza, no esperaba nada; sin embargo, estaba contando esto como un gran avance entre los dos.

Otras personas hubieran dicho que su actitud el último año había sido de indiferencia, pero no sabían que lo único que Ace buscaba era una posibilidad de acercarse. Una señal o apertura en la fría faceta que (t/n) le brindaba. Quizás este era el momento que había estado esperando, tal vez si había resultado su pequeño plan.

—¿Has visto a Luffy? —consultó (t/n) tímidamente, intentando romper la tensión entre los dos.

—Sé que estuvo con ustedes en la mañana... —dijo Ace, encogiéndose de hombros y sin abrir los ojos. Le había prometido a su hermano que no diría que andaba por allí a esa hora escapando de Nami, a cambio de un pequeño favor.

(t/n) sabía que el pelinegro le ocultaba algo, pero no quiso seguir indagando. Soltó un suspiro, apesadumbrada.

—¿Quieres que lo busque por t...

—No, gracias, no necesito que hagas nada por mí. —(t/n) le interrumpió sin dejarlo terminar, hablando en forma cortante. En cuanto las palabras salieron de su boca se arrepintió cuando vio como Ace fruncía el ceño enojado. No era de sorprenderse, se contradecían sus palabras con sus actos: quería que se quedara, pero le trataba mal. ¡Él no tenía por qué aguantarlo!

«Pero porque tengo que ser tan antipática con él, ¡debo comportarme como la adulta que soy! ¡Vamos (t/n), tu puedes hacerlo!», pensó (t/n) en el instante.

—Ahm...Ace yo... — comenzó a decir (t/n), no entendía por qué tenía que ser tan intolerante con él.

Era tiempo de que se comportara, dejara el orgullo de lado y enfrentara los problemas.

Intentó hablar de nuevo, esta vez con una sonrisa forzada. Lista para ser amable... «¡Mierda! No puedo», pensó la chica un tanto estresada, no se había a dado cuenta que tenía los puños cerrados con fuerza y sus nudillos emblanquecían.

—¿Cómo puedes ser tan cabeza dura (t/n)? No es necesario que estés a la defensiva todo el tiempo. Si no me quieres hablar ¡bien por mí!, Pero ¿te enoja tanto tenerme a tu alrededor? ¿Es que acaso no te importo? Luego de todo lo que hemos pasado. Y no, no me refiero a lo último. Hay mucho más y lo sabes. —Fue el turno de Ace para hablar y vaya que aprovechó. Había sonado un tanto exasperado, pero era la oportunidad de sacarse esas emociones contenidas de hacia un tiempo, se sentó recto y cruzó los brazos.

—Si me importas, siempre me has importado... —soltó la chica observando hacia adelante con tristeza. Había sido más fácil contestar que tomar la primera palabra.

—¿Q-qué...? —preguntó Ace abriendo levemente la boca. No esperaba esa respuesta ni en sueños.

Ella no se esperaba esa declaración con tanto sentimiento de parte de Ace y el no esperaba que ella pensara eso de él, le daba esperanzas. Por el momento las defensas y barreras de ambos colapsaron definitivamente y sin decir nada más, ambos compartieron en silencio. A lo lejos se escuchaban las voces de los demás alumnos y el viento a través de las ramas del árbol en donde estaban apoyados.

Sin poder evitarlo (t/n) comenzó a recordar todo lo que habían vivido juntos y con ello cómo era su vida antes. Normalmente no se detenía a pensar en ello, pero quizás era bueno recordar, repasar cada hecho que la llevó a ese lugar. Si bien es cierto tenía una vida que podía catalogar como buena, la verdad era que no siempre había sido así.

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