Capitulum XII

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Las notas del piano que abundaban en la habitación dejaban a su paso un mar de imaginación propia de aventuras. La calidez de la melodía en una escala mayor, los acordes armoniosos de la canción, todo era tan perfecto cuando se trataba de música que cualquiera en este mundo podría encontrar su confort en ella. Yo era de esas personas que le tenía un gran aprecio a la música por como esta me hacía sentir.

En malos momentos, ella fue mi única compañía y consuelo. En los buenos, también. Aquella me acompañaba a cualquier parte y me hacía perder de emoción al sentirme tan identificado con algunas melodías. Nada en esta vida sería pintado de algún color si la música no estuviese presente. Las bodas no tendrían un ritmo y las celebraciones de fiesta serían de lo más aburridas, sin sentido. 

La música unía a las personas así como dos almas que comparten una misma sintonía. Aquello de las almas relacionadas con la música nunca lo había entendido del todo. Si bien era conocedor de lo trasportadora que podía llegar a ser la música, la unión de dos personas por ella no llegaba a convencerme.

Una tenue luz se alzaba en algún lugar de la sala, no logré distinguir de donde exactamente. Mis párpados permanecían cerrados por el reciente despertar, una vaga sensación me hacía querer permanecer así, inconsciente a la realidad que se encontraba en el exterior. No quería levantarme, me encontraba tumbado sobre algún sillón cómodo, suponía que, por la textura, era el sofá que yo poseía en mi sala de estar.

Una calma pura me acunaba como si estuviese rodeado de nubes y, el olor dulce a las velas aromatizantes de  manzana, me hizo sentir en completa sintonía con la canción Mad world de Gray Jules que se reproducía desde algún paradero desconocido. Todo era perfecto, no deseaba bajo ningún concepto despertar de aquel sueño, porque era eso, un profundo sueño. Aunque fuese consciente, por el violento sonar de la lluvia contra la venta y los truenos cada cierto tiempo, que yo no me encontraba completamente en la realidad, no quise despertar. Estaba bien, nada dolía, toda la desgarradora soledad que horas antes —creía, no sabía el tiempo que había pasado— había llegado a hacerme ver mi final, ahora era inexistente.

Tal vez ya esté muerto.

Todo a mi alrededor era oscuridad, no podía ver nada ni escuchar nada más aparte de la música y las tronadas de fondo. Mi mundo pareció desaparecer pero no me importaba, nada lo hacía a esa altura. Inconscientemente, sonreí por lo bien que se sentía el no experimentar dolor. Tan lejos de ser dañado por algo o alguien.

Mentalmente, pronuncié unas últimas palabras de despedida. Le daba las gracias al pelimenta por estar a mi lado y a mi hermana por apoyarme y respetar el no ser tocado por mucho tiempo. Le dije a mis padres que dentro de poco me reuniría con ellos y sonreí por eso. Una sonrisa triste sustituyó a la anterior formada por felicidad; pensé en Jimin. En dónde estaría él ahora o qué estaría haciendo. Un amargo sentimiento emergió en mi pecho y me odié por verme interrumpido de la calma eterna por mis estúpidos pensamientos. Quería verlo, quería saber que estaba haciendo el castaño ahora y confesarle como me sentía respecto a él de alguna forma antes de la despedida. El mayor era una persona tan hermosa que nunca creí que alguien de su calibre pudiera llegar a existir. Lo más seguro era que aquel, hubiese descendido desde el mundo celestial para alegrar la vista a algunos humanos e iluminarlos en su camino. Yo resultaba ser la prueba de aquello. Como nunca me cansaría de repetir, Jimin había sido aquella persona que llegó a brindarme de su cobijo entre sus brazos y que, poco a poco, resultó ayudarme a superar ciertas partes de mi fobia. Deseaba poder verlo una vez más antes de irme a algún lugar remoto donde las almas vagaban libres, tanto era mi anhelo por agradecerle de todas las bonitas sensaciones que me hizo experimentar en el poco tiempo que nos conocíamos, que terminé saliendo de mi ensoñación, perdido en la melodía de la canción y abriendo los ojos lentamente para poder cumplir mi deseo.

Como pude, fui reincorporándome lentamente entre los cojines a mi alrededor. Me hallaba tendido en mi sillón —como bien había supuesto—, siendo una manta que cubría mi cuerpo y, buscando la tenue luz de la que provenía ese brillar casi invisible. Una vela. Varias velas que yo poseía guardadas en una vitrina —no sabía la razón— eran la iluminación de mi gran sala de estar junto con los rayos sigilosos que solo alumbraban el suelo por segundos.

Giré mi rostro hacia la entrada a la cocina. Antes de lograr posar mi mirada sobre aquella puerta, mis orbes oscuros fueron a parar a una antigua emisora de la que parecía provenir aquella melodía melancólica. Sonreí al escuchar pasos acercándose desde el comedor y me dispuse a levantarme del cómodo sillón, fallando por la escasez de fuerzas repentinas y volviendo a encontrarme sentado al no ser capaz de avanzar. Y entonces, lo vi entrar.

Un castaño con un rostro de apuro regresaba de lo que parecía ser mi habitación, portando una pequeña vela entre sus manos. El chico parecía encontrarse en constante tensión, todos sus músculos parecían estar alerta y un ligero destello de miedo inundaba sus pupilas avellanas. Nuestras miradas conectaron y corrió hacia a mí.

Ninguno de los dos dijo nada cuando terminamos recostados sobre el sofá, fundidos en un abrazo desesperado, el pequeño cuerpo del mayor sobre el mío y sus brazos rodeando mi cuello con desespero, como si yo fuese una efímera ilusión que desaparecería en cuanto me soltase. Enrollé mis brazos en su cintura y me dejé abrazar.

No pasó mucho tiempo para que, leves hipidos por parte de Jimin, se hiciesen presente en la sala, mezclados ahora con otra sinfonía que la antigua radio reproducía y el rugir del cielo acompañados por destellos violáceos.

El castaño se rompió en llanto en mi cuello, sin soltarme o hacer el amago de separarse, solo se aferró más a mí, buscando de consuelo y no dudé en brindarle mi hombro para su llanto desconsolado, sintiendo húmeda la parte en la que las lágrimas ajenas caían y terminaban resbalando por la piel de mi cuello.

Y no me importó. Nada llegó a importarme cuando llegué a conocer una nueva faceta de Jimin, una que no me gustaba. Verlo tan frágil, tan necesitado de calor y buscándome a mí para ello era algo que, aunque me gustaba estar de esa forma con él, nunca desearía volver a presenciar porque, verlo en aquel quebradizo estado, estaba haciéndome doler en el interior. No me importó que estuviese tocándome sin ningún pudor porque yo no sentía asco y sabía que si era necesario, haría lo que fuera por ver sonreír a aquel chico, incluso si mi cuerpo entero se contaminaba y llegaba a contraer una enfermedad mortífera por la falta de protección, lo haría por él, porque lo amaba.

—Jimin...— susurré en un tono dulce y calmado, acariciando su suave cabello cuando los hipidos parecieron desaparecer. El diluvio en el exterior daba a entender que no se calmaría por varias horas y, la fina luz que bañaba la sala, era suficiente para ver como el frágil cuerpo que no quería soltarse de mi cuello, temblaba. No quería alterarlo más de lo que ya estaba pero, si seguía aferrándose a mí de aquella forma, me quedaría sin oxígeno— Pequeño, ¿Qué pasa...?

Con precavidos movimientos, mis manos en su cintura hicieron el amague de alejarlo del hueco de mi cuello que el mayor se había encargado de regar con lágrimas saladas para mirarle a la cara. Jimin se removió inquieto, aferrándose más a mí y haciéndome percibir que no quería separarse.

Realmente necesitaba respirar.

—Jimin, siento tener que romper este momento, pero no puedo respirar...—el castaño reaccionó, separándose rápidamente de mí para mirarme mientras secaba el rastro de agua salada que sus pequeños ojitos aún desprendían y me miraba con lástima y miedo. El chico sonrbió su nariz y frunció su ceño, dando lugar a una expresión de cachorro abandonado bajo la lluvia, haciéndome morir de ternura.

Jimin no exclamó nada, se limitó a  seguir sollozando en silencio con mis manos sujetando su estrecha cintura. No se separó, mucho menos ninguno desvío la mirada del otro. Nos encontrábamos absortos en los ojos ajenos, cada uno perdido en su mundo. El mayor parecía comprobar que yo realmente estuviese allí y yo...Yo solo admiraba el resplandecer del brillo avellana. No buscaba algo específico al perderme en el iris ajeno, solo eso, perderme.

Una cálida sonrisa por mi parte fue apreciada por el más bajo gracias a las luz de las velas. El chico me miró triste y, al parecer, mi muestra de ternura fue lo suficiente para que éste volviese a romperse, aferrándose a mi cuello —esta vez dejándome hinchar los pulmones— y respirando en la piel tersa de esa zona.

—Jimin...— susurré su nombre al sentir como sus manos sujetaban con fuerza mi camisa y los hipidos regresaban con mas lágrimas amargas. Juraba que si no se detenía, yo también terminaría llorando—. No llores tonto, te vez más feo...— murmuré en su oreja cálidamente, buscando hacerlo sentir mejor.

Su respuesta fue comenzar con una secuencia de golpes suaves en mi pecho y no vi la intención de detenerse, más, no hice nada para detenerlo, sentía que me lo merecía, probablemente, estaría molesto y asustado conmigo, lo entendía.

—¡I-Idiota! ¿¡S-sabes el miedo q-qué he pasado!? ¡De verdad pensé que te había perdido!— me gritó en medio de su llanto roto. El malestar era notable, su ser irradiaba odio hacia mí y separé mis manos lentamente de su cadera para dejarle hacer.

No tenía fuerzas para defenderme. Tampoco estaba en mis planes hacerlo o no. Solo sabía que me merecía todo el odio del más bajo por lo mal que tuvo que llegar a sentirse sin ser consciente de todo mi sufrimiento interno. No lo culpaba, era yo el que no había dicho nada sobre ello cuando era claro que algo no iba bien conmigo estas últimas semanas y, a pesar de las recientes sesiones, no había dicho nada. No articulé palabra porque, en el fondo, quería llegar a convencerme a mí mismo de que estaba estable, que todo iba bien, y que nada profundo sucedía con ese dolor que me hizo ahogar en cualquier hora del día. Ignoré el sufrimiento de mi alma y me dejé llevar, aparentando estar bien cuando me encontraba más que roto. 

Se preguntarán, ¿Por qué lo hiciste si sabías que aquello podía llegar a destruirte? ¿Por qué fingir estar bien y no buscar una solución? Pues bien, se lo explicaré. Todo esto remonta a viejos años de escuela, cuando yo era un niño.... ¿Muy atrás? Me centraré en el ahora. El resumen y verdadera explicación del por qué no había tratado de amenhar el dolor, eran los demás. Si, así como lo oyen, no había hecho nada respecto al estado deploroso en el que me encontraba con tal de que, las pocas personas que me rodeaban, no se preocupasen y pudiesen seguir con sus vidas felices. Esa forma de pensar se remontaba a mi infancia, cuando veía a mi pobre madre llorando en silencio por las noches cada vez que yo caía en cama por mi estado enfermizo y la escuchaba rezar para que yo pudiese, al menos, llegar a la adolescencia. Mi forma de actuar era similar a la de mi progenitora. Después de haber apreciado su llanto las noches oscuras, al día siguiente aquella me sonreía de una forma tan cálida, tan reconfortante, tan....falsa. Pero aquello me hacía sentir mejor y recuperarme con más rapidez al sentirme rodeado de felicidad, que no me importaba realmente hacer lo mismo que ella para que los demás también se sintiesen bien y alegres. Tan así era mi pensamiento que había terminado por llevarlo al extremo y romperme frente al pelicastaño.

La inesperada visita de Jimin a causa de la reciente precipitación tormentosa fue inesperada, más, no indeseosa. Agradecía una vez más al mayor por estar a mi lado, salvándome de perderme en quien sabe donde y manteniéndome con una sonrisa, por muy leve que fuera. Estaba contento de la cercanía y aún más de saber que podía tocarlo. Lo estaba tocando y nada, aparte de calidez, era lo que sentía. Ni asco, ni repudio, ni contaminación. Solo felicidad y confortabilidad.

Sus golpes sobre mi pecho se detuvieron y el castaño agarró con desespero mi camisa, hundiendo su cabeza en esa zona y haciéndome asustar por lo frágil que parecía ser su estado actual. Su cuerpo tembloroso más que antes, me daba a entender que tenía frío y no tardé en coger la manta que había dejado minutos antes a nuestro costado para cubrir su cuerpo con ella. Jimin levantó su vista para mirarme al no esperarse mi acción. Le sonreí una vez más, esperando que con esa muestra de calma que le brindaba el chico pudiese calmarse y llegar a sentirse mejor.

Pareció rendirse. Los demonios que parecían atormentarlo se esfumaron, lo noté en el brillo de sus ojos gracias al fuego de las velas. Sin pedir permiso y con Fix You de Coldplay de fondo, Jimin se acurrucó entre mis brazos, apoyando su cabeza en mi hombro y cubriéndonos a ambos con el nórdico de lana, buscando de mi calor y cerrando sus pequeños ojos para llamar a Morfeo y que viniese a por él para llevarlo a un lugar mejor donde descansar. Sonreí por ello. Tan tierno se volvió su repentino actuar que mi corazón latió con fuerza en mi pecho, éste último ya no dolía, una calma lo había invadido al saber que el mayor estaba a mi lado. 

Había descubierto dos facetas más del castaño. Su forma asustadiza y con sus ojos bañados en lágrimas lastimeras. Deseé no volver a apreciar aquella parte del más bajo. Se mostraba tan vulnerable, tan falto de consuelo que lo único que mi cuerpo reclamaba era correr a él y abrazarlo hasta que aquel lo notase necesario. Si eran minutos, horas, días en una posición incómoda, los aguantaría por él. Porque lo amaba.

También había descubierto la actual faceta del mayor, la cariñosa, tierna y que buscaba esconderse en alguien más. Esa fue una forma de actuar de Jimin que llegué a amar al instante. Era tan placentero observarlo dormir. Ver sus ojitos hinchados y rojizos por el llanto y como su respiración calmada era la prueba de su vida. Era tan hermoso aquel hombre, sus encantos aumentaban con la romántica luz de las velas y el ambiente que nos envolvía era simplemente perfecto. La balada de fondo, las gotas de lluvia golpeando contra el ventanal de la sala y pude ser consciente de que, los sonidos del cielo y las luces violáceas, no hacían acto de presencia hacía rato. El sonoro bombear irradiante de felicidad de mi órgano y la tonta sonrisa cincelada en mi rostro; aquel momento en el que tuve al mayor entre mis brazos en un día lluvioso, no lo olvidaría nunca. Se convertiría en un grato recuerdo del que cada vez que el cielo dejase azotar su furia contra el pavimento de la acera, recordaría, no me importaba si estaba con el mayor o solo en mi departamento como había acostumbrado a estar, lo recordaría y el sentimiento de nostalgia no tardaría en hacerse presente junto con una sonrisa. Eso lo tenía seguro. 

Tal vez y con algo de suerte, la próxima tormenta de este estilo lo pasaría entre los brazos de la persona que ahora acunaba y susurros llegarían a no ser lo único que compartiésemos. Caricias, roces y...besos era lo que yo quería. Buscaría el momento y la forma adecuada de confesarle al castaño como era que yo me sentía respecto a él.

No sabía cómo pero, guardar aquellos sentimientos en mi interior, estaba empezando a sentirse angustioso. Aquellos habían sido parte de la causa de mi decaída en la cocina tiempo antes y tenía por claro que debía hacerle saber al mayor. Lo necesitaba y lo haría en el momento que yo viese oportuno. Si recibía una respuesta negativa por su parte, intentaría al menos mantener su amistad. No esperaba que se convirtiese en mi pareja de la noche a la mañana, no quería apresurar las cosas y que ninguno de los dos nos sintiésemos confusos o llegásemos a arrepentirnos si algo surgía con el tiempo. Tampoco tenía muy claro esto de conservar una relación amorosa con alguien, nunca lo había hecho y mis expectativas se remontaban a las películas y novelas románticas, nada que ver con lo que era en realidad. Pero al menos quería hacerle llegar al mayor que alguien en este vil mundo lo amaba y que daría todo por él. Con hacerle saber que yo estaría a su lado si me lo permitía, estaría más que contento y, si sabía que no me rechazaría por ser un hombre, tal vez Taehyung tenía razón y al mayor no le gustaban las relaciones serias y prefería lo casual. Estaba a completo favor de aquello pero yo había decidido desde hacía tiempo que no entregaría mi cuerpo y alma a cualquiera, solo a la persona con la que estuviese seguro y pudiese llegar a sentir que era la indicada. Con esa persona y nadie más.

Lo último que pensé fue en lo afortunado que era de haber podido conocer al mayor y ahora poseer a una persona tan pequeña y buena entre mis brazos. Después de eso, Morfeo me recargó con una sonrisa en mi rostro y me acunó para llevarme junto al de bajos complejos, aquel al que mi corazón latía y que cada palpitar llevaba con sigo una parte de mi felicidad para conservarla junto a Jimin.

[...]

El cálido amanecer me recibió con un rayo de luz directo, acariciando mi mejilla a una temprana hora de la mañana. Lentamente, abrí mis ojos para acostumbrarme a la claridad que se filtraba por el ventanal iluminando la sala. Intenté enderezarme, pero sentí como un cuerpo ajeno se encontraba sobre el mío, interponiéndose en mi mover y pesando sobre mi tronco. Supe de quien se trataba aquella persona cuando mis ojos terminaron de adaptarse a la luz clara y divisaron la figura pequeña del castaño durmiendo con tranquilidad en mi pecho en la misma posición que nos encontrábamos la noche anterior.

Sonreí con ternura al poder apreciar al mayor de aquella forma tan bella, siendo un hermoso ángel. Como si se tratase de una escultura cincelada por seres celestiales, Jimin lucía de una forma más atractiva que nunca cuando dormía y no perdí la oportunidad de admirarlo con detalle. Con delicadeza, pasé mi dedo sobre su frente, retirando mechones rebeldes de su cabello castaño que caían por ésta. Dirigí mi yema ahora a su nariz, delineando las curvas de éstas y volví a subir mi dedo, repasando el contorno de sus párpados, mejillas y mandíbula. Por último, sus labios, más rosados y abultados que de costumbre. Me quedé repasando aquella parte tan atractiva del mayor, preguntándome si la suavidad de aquellos se sentiría igual que como lo estaba sintiendo con mi dedo.

Y, sin ser consciente, me perdí una vez más en el rostro del psicólogo, deleitándome con cada lunar colocado estratégicamente sobre su tez blanquecina y sintiéndome la persona más feliz de poder tenerlo a mi lado y admirarlo de esa forma tan calmada y tranquila.

Mi sonrisa risueña se borró cuando observé como el castaño arrugaba su entrecejo, moviéndose con molestia y provocándome reaccionar asustado, retirando mi mano de su rostro. Lo había despertado y terminé de asegurarme de aquello cuando el chico más bajo se reincorporó, sentado sobre mis muslos, mientras frotaba sus pequeños ojos y entrecerraba éstos para adaptarse a la luz. Su pelo se encontraba algo alborotado al haberse recién despertado y, sin ser consciente, Jimin fruncían un tierno puchero aún sin saber del todo que yo estaba allí.

Los nervios me carcomieron al pensar en todo lo que estaba pasando. Había dormido con Jimin acurrucado en mi pecho tras haber descubierto una triste faceta del mayor que llegó a romperme el alma y luego nos habíamos quedado dormidos sin tener en cuenta la brusca lluvia en el exterior. Las velas que desprendían una tenue lu, se habían terminado de consumir a lo largo de la noche y, el cielo, parecía haber desprendido toda su furia con aquella tormenta, ahora el firmamento se apreciaba despejado y el sol resplandecía como si no lo hubiese hecho por días, cosa que, en cierta medida, era verdad.

El castaño terminó de desperezarse y reaccionó minutos después de la situación en la que estábamos, volteándose a mirarme con su ceño fruncido y provocando que mis mejillas ardiesen, desviando mi mirada al piso. Esperaba por que el chico no hubiese sido consciente del período de examinación que yo acababa de experimentar con su rostro instantes atrás, sino, me enterraría a mí mismo por la vergüenza.

—B-buenos días...— hablé nervioso por su intensa mirada. Sin darme tiempo a reaccionar, el chico bajo se abalanzó sobre mí, envolviendo mi cuello con sus brazos en un abrazo y escondiendo su cabeza en el hueco de éste.

Aquello ya no tenía un sentido para mí. El accionar del castaño fue inesperado, más, no tardé en corresponder su gesto, sujetando su espalda, acercándolo a mí. Imité su acción y enterré mis fosas nasales en la piel de su cuello, aspirando su fragancia natural que tanto amaba y sonriendo como un idiota por lo bien que me estaba sintiendo al encontrarme una vez más entre sus brazos.

Fueron segundos los que estuvimos unidos, segundos que disfruté pero no aproveché del todo cuando el más bajo decidió separarse para mirarme, quedando sentado sobre mi regazo y con sus extremidades aún envueltas en mi cuello, mirándome con un brillo en sus ojos y manteniendo su rostro a escasez del mío. Mi corazón parecía que quería salirse de mi pecho y entregarse en las manos del más bajo para ir y que éste hiciese lo que quisiese con él. Tan rápido iba que me reprendí interiormente, regañándome a mi mismo por si el castaño podría ser capaz de escuchar mis latidos acelerados.

El más bajo levantó ambos de sus brazos, llevando sus manos a mis mejillas ligeramente rosadas y brindándoles calor con las palmas de sus manos.

—Jimin...— susurré observando como el chico unía su frente a la mía y cerraba sus ojos sin soltar mis mejillas acunadas. Lo miré en ese estado, parecía sentirse aliviado por verme, pero algo estaba haciéndolo estar inquieto en su interior, podía verlo y me hubiese gustado saber el qué para poder ayudarlo. Lo que menos quería era que el castaño estuviese triste o se sintiese mal por algo y, si yo podía, lo ayudaría.

—Jungkook...—susurró de la misma forma que yo y abrió sus ojos, separándose centímetros para mirarme. La suficiente distancia para sentir su aliento chocando contra mi nariz y todo mi interior se estuviese removiendo inquieto por acortar la escasa distancia y unir nuestros labios finalmente.

Tragué saliva duramente cuando, inconscientemente, me pillé observando los belfos abultados del mayor con una intensidad devoradora. Aparté mi vista de ellos para regresarlos a los ojos del pelicastaño, pero éste ya parecía haber notado mi estado de agitación por la cercanía y el cómo estaba tratando de contenerme en besarlo. Sonrió ladeado.

—¿Puedo hacerlo?— preguntó sin dejar de mirarme, dando ahora leves caricias sobre ambos cachetes y haciéndome estremecer ante su contacto suave.

—¿El...qué?— no sabía a qué se refería, tal vez quería bajarse de mi regazo e ir a hacer el desayuno o simplemente levantarse e irse sin más. Me defraudaría si fuese el último caso, yo esperaba pasar más tiempo a su lado.

—Besarte— concluyó sincero.

No supe como reaccionar. Mi alrededor se detuvo y mis manos, que previamente se encontraban sujetando su cintura para que no se cayese de mi regazo, dejaron de tocarlo, alejándolas de su cuerpo, asustado. El sentimiento tan intenso que trasmitieron sus palabras me descolocó y llegó a ocasionarme terror. 

¿Por qué el mayor quería besarme? ¿Acaso yo también le gustaba?

No lo sabía y me hubiese gustado una explicación a su pedido repentino. Debía admitir que en lo más profundo de mi ser, las ganas porque esa fuese su pregunta y no otra, estaban presentes. Oírlo pedir por un beso, mi primer beso siendo compartido con él hicieron bombear con fuerza mi órgano bañado en reciente felicidad, pero también el miedo a contaminarse estaba presente y ya mi mente no podía pensar con claridad. 

Estaba debatiéndome internamente sobre si asentir a mis más profundos y oscuros deseos y ser rozado por los labios esponjosos del chico al que quería o, negarme y echarlo de mi casa por lo inseguro que me estaba sintiendo en ese momento.

No dejaba de mirarlo a los ojos, con un brillo asustado en ellos que hicieron al castaño ser consciente de lo que pasaba por mi mente.

—Por favor Jungkook... —acarició mi mejilla con dulzura obligándome salir de mis pensamientos—He querido hacerlo desde hace mucho tiempo, déjame cumplir mi deseo— confesó casi rogando en sollozos aunque lagrimas no mojasen sus cachetes.

Sus palabras me aturdieron y nada tuvo realmente un sentido para mí. ¿Algo tenía sentido en este mundo realmente? No, nada poseía un sentido y tampoco iba a ser yo el que se rompiese la cabeza buscándolo. Me limitaría a mis conocimientos propios y, aquellos, me indicaban que por la forma tan acelerada y feroz a la que mi pulso iba y las infinitas ganas de que fuese besado por Jimin, estaba más que claro que yo quería ser corrompido por el más bajo y entregarle esa parte a él. También estaba empezando a pensar que la loca idea de que yo le gustase al chico y los sentimientos fuesen recíprocos, no era tanto un sueño si podría cumplirse. Aquello me lo confirmaban la forma con tanto cariño con la que el psicólogo me miraba y su confesión sobre el deseo por ser mi primer toque de labios desde hacía tiempo. Eso último fue lo que más me sorprendió, ¿Desde hacía cuánto? Era algo más desconocido a mi ver y me gustaría saberlo también. 

Pero tan así mis pensamientos anteriores sonaron muy convencidos por acceder a su beso, el terror también estaba presente y éste ganaba por encima de mis incesables ganas a dejar a un lado mis inseguridades y miedos y lanzarme a saborear la boca ajena.

—Jimin, yo no...— hablé inseguro, librando mi rostro de su cálido agarre y desviando la mirada al suelo, aterrado y cohibido.

El mayor se apresuró en volver a tomar mi quijada y hacerme mirarlo fijamente, con una leve sonrisa en su comisura y brindándome de su seguridad silenciosa con su sola presencia. Lo miré triste.

—Por favor... —suplicó una vez más—Quiero besarte Jungkook, y creo que tu también sientes lo mismo que yo, déjame ser tu primera vez. Prometo no volver a pedirlo si no te gusta y me separaré si lo decides. ¿Puedo...?

No pude retenerme más. Sentir sus labios acunando los míos y llenándolos de cariño, era cuanto deseaba en ese momento. Nada importaba ya, ni las incontables personas con la que el mayor había decidido compartir su saliva antes a pesar de la poca higiene, o que yo pudiese contraer cualquier tipo de germen por el contacto directo con la boca del mayor, lo único que deseaba realmente era acortar la ya corta distancia y unirnos en uno solo. Entonces, no me rehusé más y asentí con un tímido movimiento de cabeza, sintiéndome sonrojar al instante y apreciando la gran sonrisa del mayor.

Como si todo fuese a cámara lenta, cada segundo que pasaba iba acelerando mi corazón a su paso. Jimin comenzó a acercar su rostro al mío, haciendo escasear el pensar razonablemente y, finalmente, acortar la distancia y juntar nuestros labios sin otorgarme tiempo a reaccionar o separarme. 

Pero no me arrepentí cuando, por fin, había conseguido algo que anhelaba desde hacía tiempo inconscientemente. Me sentí flotar y experimentar el dulce sabor que los carnosos dejaban en mi paladar, provocándome sentir como si acabase probar una droga hecha de caramelo y azúcar, dulce y adictiva. Porque si, los labios del más bajo se habían convertido en mi adicción y perdición en cuestión de que estos se hubiesen unido a los míos para provocar un roce de afecto.

El beso empezado por Jimin fue  tranquilo y no conservaba nada de agresividad o segundas intenciones detrás de él, simplemente fue eso, un toque de labios que se conocían por primera vez y que estaba seguro que no olvidaría. Pero no duró mucho, el psicólogo se separó a los pocos segundos de unirnos y me miró sin soltar mis mejillas.

Yo había dejado de pensar con la cabeza y ahora mi cuerpo funcionaba por ordenes de mi corazón quien, al sentir esa muestra de cariño, no tardó en acelerarse de una forma tan contenta e irradiante de felicidad que llegué a pensar que moriría de alegría por un infarto. Tanta fue mi emoción que no dejé que el chico dijese algo para volver a juntar nuestras bocas, esta vez de una forma algo desesperaba y con más pasión que la anterior. Era la forma de asegurarme que no estaba soñando y que aquello realmente estaba sucediendo de verdad o entonces tendría problemas mentales al imaginarme besándome con mi psicólogo.

Pero no, aquello no era el mejor sueño de mi vida y en realidad si que estaba compartiendo besos y roces con el mayor. Cuando él se quedó estático sin corresponder mi beso al principio pero luego terminó aceptandolo y pasando sus brazos alrededor de mi cuello, acariciando mi nuca con la punta de sus finos dedos y siendo atraído con fuerza de su cintura para apegarlo más a mí, comprobé que eso era la realidad y yo estaba sintiendo mi estómago contraerse con fuerza de la felicidad y dejando suaves caricias el la estrecha cadera del castaño sobre las prendas de tela.

Nos estábamos besando. Compartiendo toques y saliva con una pasión que solo había visto en las películas. Nuestros labios se movían lentos y acompasados, pude apreciar como el bajo jadeaba en mi boca ante mis caricias en la parte baja de su espalda.

Estaba en el mismo cielo.

Solo esperaba por que, después de esta muestra de afecto, Jimin no me dijese de olvidarlo todo, porque yo no podría y tendría que mentirle. Pero, como todo lo bueno tiene que acabar, ambos nos quedamos si oxígeno en los pulmones tras varios minutos y tuvimos que separarnos para coger de aquella sustancia necesaria.

Poco a poco, abrimos los ojos dándonos espacio para respirar, no separándonos por mucho. Observé al mayor reír con ternura y, sin ser consciente, me uní a su risa. Estaba tan contento de lo que acababa de pasar. No había  reído con tanta ternura por años, estaba feliz. Pero toda aquello terminó cuando la sonrisa del mayor se borró y una expresión triste y asustada se implantó en su rostro haciéndome dejar de reír a mi también. Con audacia, Jimin llevó una de las manos que aún envolvían mi cuello a mi mejilla y secó la zona húmeda. Había empezado a llorar sin saber.

—Jungkook...— habló él en un susurro. Parecía que toda su felicidad y energía segundos atrás se había esfumado y ahora un aura de tristeza se encontraba a su alrededor al mirarme. No quería verlo así.

— Lo siento— me disculpé retirando el resto de las lágrimas saladas que había. Le sonreí —, estaba tan contento que no me di cuenta que estaba llorando.

Los hombros del castaño, que se habían tensado ante la primara lágrima, se destensaron al oír mi confesión y soltó una risa suave negando con la cabeza. Verlo sonreír era lo mejor del mundo, no dudaría en mentir si era por verlo contento. Aunque lo último no hubiese sido una mentira.

— Me asustaste, idiota— rió, mirándome enternecido y acariciando aún el cabello de mi nuca con el brazo que no había retirado de ese lugar. El otro lo colocó en mi pecho y juré que podría sentir mis latidos con solo eso —Jungkook...tú...¿Tú sientes algo...? Porqué, yo lo hago...— confesó.

Aquello fue lo único y necesario para que me rompiese en llanto y colocase mi cabeza en su pecho con la esperanza de que él no pudiese verme, aferrándome con más fuerza a su cintura y mojando la camiseta que llevaba con lágrimas. Lágrimas de felicidad.

—S-si siento algo Jimin— hablé entre hipidos sin levantar la cabeza—, y-yo te quiero.

—Yo también te quiero, Kook— con sus manos ahora libres de mi cuello, llevó aquellas a mi rostro para alzarlo y unir nuevamente nuestros labios en un corto beso, un beso que dió lugar a una sonrisa boba por parte de ambos y que terminó consolidando en un abrazo.

Ya podía morir en paz, pero no lo haría. Me había confesado a la persona que quería y ella me correspondía de la misma forma. Tanto dolor, soledad y lamentos por años, sumido en una oscuridad cegadora, Jimin había sido mi luz y mi mapa para encontrar el camino y no perderme. Con solo eso, un "te quiero", conseguía acelerar mi pulso y revolver mi mundo entero. Ahora me encontraba felizmente entre los brazos del chico al que amaba, llorando de felicidad al ser correspondido y orgulloso de haber sido capaz de superar, una vez más, mi fobia a los gérmenes.  

Era capaz de todo si Jimin estaba a mi lado.

Después de aquella confesión, ambos decidimos quedarnos tumbados un rato más en el sofa donde nos encontrábamos, ahora yo sobre el pecho del rubio y deleitándome con el risueño palpitar de su órgano. Amaba esa melodía que sus latidos producían.

Ninguno dijo nada más después de los sentimientos entregados, solamente nos sumimos en una burbuja de cariño y nos brindábamos caricias mientras esperábamos contentos por que el tiempo avanzase un poco más y poder levantarnos, aún era temprano. 

Jimin acariciaba mi pelo oscuro, mientras yo me entretenía en dibujar pequeños círculos con mi dedo sobre su pecho cubierto. Ese momento estaba siendo tan agradable que deseé por que la tecnología avanzase y momentos importantes pudiesen ser tatuados para conservarlos en alguna parte de la piel. Los melódicos cantares de los pájaros fuera, los rayos de luz que entraban por el ventanal y la caricias y mimos que compartíamos entre nosotros. No necesitábamos más, solos Jimin y yo.

Esperaba por que aquello último durase para siempre y de verdad el castaño y yo compartiésemos una vida juntos, unidos en uno solo y puede que hasta con pequeños niños corriendo por la casa. 

¿Muy apresurado? Quizás, pero eso era lo que deseaba y el soñar era libre. Yo podría formular cualquier tipo de fantasía, esta podría llegar a cumplirse o no, eso ya era cosa del destino. Por ahora, disfrutaría del tiempo a su lado y lo amaría como nuca lo había hecho con nadie.

Yo estaba amando a Jimin con mi alma entera.

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Mad Worl de Gary Jules

https://www.youtube.com/watch?v=jeBkM-vjRFA

Fix You de Coldplay

https://www.youtube.com/watch?v=F2S2IAQnrI4

Buenas. Se esperaban ese beso?? (≧▽≦) Yo por mi parte era algo q me estuvo comiendo la cabeza por días y por ello casi no puedo cumplir el plazo y publicarlo hoy (ꏿ﹏ꏿ;). Tengo muchísimos examenes y discúlpenme si no puedo darles el cap el próximo jueves. Perdon!!
(╥﹏╥)lo intentaré pero no creo q sea muy capaz, de todas formas seguiré dando mi mayor esfuerzo por publicar y ko abandonar los estudios (╯ರ ~ ರ)╯┻━┻
A partir de ahora, la relación entre Jimin y Jungkook crecerá? Ustedes q creen? Yo debo añadirles q aun no tengo claro q pasara asi q estoy igual q ustedes, con la incógnita XD
Pero bueno, les dejo el cap por aqui y no se olviden de votar y compartirlo. Me ayudarían mucho!! ♡(> ਊ <)♡
También quiero agradecerles, finalmente regresamos a los 20 seguidores!!! Estoy contenta de nuevo, espero q ninguno decida marcharse de nuevo ( ・ั﹏・ั)
Ahora si, espero q hayan disfrutado de la lectura y me ayudarían si comentasen q creen q va a suceder a partir de ahora con los chicos.
Nos vemos y una vez más, gracias a todos!! ( ◜‿◝ )♡

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