Capitulum XX

Màu nền
Font chữ
Font size
Chiều cao dòng

Park Jimin

18 de noviembre de 2009, Busan, Corea del Sur

Los seres humanos no podemos evitar nunca interponer nuestros propios sentimientos por encima de todo. Nos gusta sentirnos bien incluso si eso significa dañar a una segunda persona. Pero lo mas importante, no son los daños que causamos en consecuencia, sino, que hacemos más tarde para remediarlos.

Por si aún no son consciente, sí, mi nombre es Park Jimin. Sé que Jungkook les ha estado contando sobre lo que sucede en su vida, bueno, ahora su vida y la mía están unidas y por ello estoy aquí para contarles y que presencien como el destino puede ser a veces muy cruel con personas que no se lo merecen.

Conocerán a mi lindo novio, ¿verdad? Cada vez que recuerdo la manera desvergonzada en la que se me ocurrió proponerme no puedo evitar sentirme como un completo patán. Pero, ¿Qué puedo hacer? Ese chico pelinegro me trae loco desde hacía mucho tiempo, el tema del amor no es algo que tomarse a la ligera.

Aprendí el estudio de la psicología por un sencillo motivo, quiero llegar a comprender a las personas y ayudarlas. Como algo natural, mi instinto profesional no pudo dejar al menor de lado en aquella cafetería, dando tremendo espectáculo como lo es superarse. Es difícil, y muchas veces resulta imposible para algunos de mis pacientes. Pero nada de eso es cierto, el problema es que no lo afrontan de la manera correcta, y por ello, se rinden sin siquiera buscar más formas de conseguirlo.

Por el impulso que tuvo mi cuerpo hacía poco más de un año —ya trancurrió más de un año de ese encuentro— ahora me encontraba en la relación más feliz de mi vida. No me importaba nada, Jungkook era mi única preocupación y no dudaría en encargarme de él si tenía algún problema. Lo amaba, lo quería y aquello lo sabía meses atrás aún cuando el pelinegro no se sentía atraído por mí. Hice todo lo que estuvo en mi mano para enamorarlo, puede que suene un poco cruel, pero fue así. El menor me fascinó desde el primer instante y no pude apartar la mirada de él una vez sus pequeños y oscuros ojitos de ciervo concertaron con los míos.

Pero bueno, ese no es el caso principal por el que estoy hoy aquí, sino, vengo a narrarles como fue nuestra primera cita como novios oficiales.

Admito que lo único que quise hacer era llorar de felicidad y tomar al pelinegro completamente mío. Pero entendía que, si ni siquiera pudo responderme, tener nuestra primera relación sería algo demasiado apresurado y no quería forzarlo a nada o que se asustara por ello. Era Jungkook, y más que nadie conocía de su situación. La misofobia eran casos frecuentes y que se solían poder tratar si lo tomas de una buena forma. El menor lo hacía, afrontando todos los dañinos sentimientos que cargaba con él día a día por todo lo malo que le había sucedido. No me daba lastima, ni mucho menos, pero algo dentro de mí me impulsaba a abrazarlo y querer protegerlo y, Jungkook, me había permitido hacerlo.

—¿Dónde iremos?—le pregunté con una sonrisa el rostro y sosteniendo su mano.

El menor y yo dormimos juntos esa noche, no de una manera que muchos pueden malinterpretar, sino, literalmente. Nos acostamos en su cama y envolvimos nuestros cuerpos abrazados con el edredón, hacía frío afuera a pesar de que nuestros corazones se sintieran tan cálidos por dentro.

Dos semanas más tarde de eso, Jungkook me llamó con notable nerviosismo. Pensé que algo malo había sucedido y me ofrecí a ir a buscarlo. No pude evitar soltar una carcajada a través del teléfono cuando el chico pelinegro me dijo tartamudeando que quería organizar nuestra primera cita oficial y un brillo alegre emergió en mis ojos. Como sabrán, no tardé en asentir y preguntarle los detalles de aquella salida. Jungkook negó y comentó que todo sería organizado por él y que sería una sorpresa. Reí de nuevo al pensar en qué era lo que posiblemente pudiera organizar, más, no le di demasiadas vueltas y esperé con ansias el día de la cita. Y, bueno, aquí estamos, paseando con nuestras manos unidas por un gran parque de Busan, rumbo a algún restaurante para desayunar que el menor había elegido. No me quejé, solo lo seguí cuando el chico pelinegro se presentó en mi puerta y me arrastró con él sin siquiera dejarme saludarlo.

—Es una sorpresa, Jiminie— curvó sus labios de una manera tierna y las ganas de tirarme a su cuello y devorarlo no tardaron en hacerse presentes.

Dios, Jimin, estas en medio de la calle, no des un espectáculo.

—¿No me dirás nada de nada?—insistí, pero el más alto negó y solo lo seguí en silencio. Comimos, vimos una película y luego, entramos a una florería. 

El lugar estaba repleto de vivas flores aromáticas y coloridas. Cualquiera podría marearse al ver de repente tantos tipos de colores y yo no era una excepción, aturdiéndome nada más posar mi suela en el establecimiento y sintiendo como si todo comenzaba a girar. El pelinegro no pareció afectarse con el drástico cambio de entorno, recorriendo con rapidez su mirada curiosa por el lugar, notando como sus ojos brillaban de más al estar rodeado de vida.

—¿Qué es lo que buscamos?—cuestioné, adentrándome por uno de los pasillos repletos de maceras. El lugar era bastante grande.

—Un ramo que sea bonito— comentó y se giró para mirarme, sonriendo emocionado. Él estaba caminando delante de mí.

Jungkook no se había dignado a decirme el motivo por el que estábamos aquí y aquello me estaba atormentando de cierta forma. No sabía nada, era como si estuviese vagando y mi único rumbo fuera dictado por el viento, en este caso, el menor.

—¿Puedo saber para quién es?— Jungkook me miró, hizo perder sus ojos oscuros en una línea sonriendo y se giró para seguir andando, ignorándome.

Creo que debo comentarles algo antes de seguir. Desde hacía una semana, había notado al pelinegro decaído, su complejo era más delgado y pude notar las ojeras bajo sus ojos. Parecía perdido cuando lo llamaba, como si estuviese en otra parte intentando encontrar el camino a algún lugar. Eso me estaba preocupando porque no sabía que le sucedía. Intenté hablar con él pero ocultó lo que le pasaba. Insistí en que hablara conmigo como profesional pero se negó, cerrándose una vez más en sí mismo e hiriéndose por ello.

Lo sabía, era consciente de que nada bueno rondaba por la cabeza del menor estos últimos días y, aunque lo intentase, Jungkook no podía esconderme nada porque lo conocía demasiado bien, sabía de sus hábitos a mentir por el bien de los demás y lo poco que le gustaba ser el centro de atención con sus problema. Pero eso no era bueno y yo lo tenía asimilado desde que entré en la facultad de psicología. Guardar los más profundos dolores y sentimientos para uno mismo podía llegar a matarte, por eso insistí en que hablara conmigo. Fue en vano.

El pelinegro sonreía, lo hacía casi cada vez que me miraba y eso solo aumentó mis sospechas de que algo iba mal. Él curvaba sus labios buscando forjar una sonrisa lo más sincera posible, pero muchas veces, su estado deprimido lo consumía y terminaba haciendo una mueca. Otras, me sonreía de una forma triste que parecía rogarme por ir y abrazarlo, librarlo de sus heridas dolientes.

Pero no podía hacer nada si Jungkook no se abría a mí y me dejaba curar sus penas, solo me estaba apartando a pesar de que sabía que no podía esconderse y fingía, hiriéndose más a él mismo con cada muestra de bienestar actuada. Verlo dañarse me estaba matando a mí también lentamente y no dudaba en rezarle al cielo porque el hombre al que amaba dejase de sangrar internamente.

—¡Perfectas!— su voz emocionada me devolvió a la realidad como si me hubiera caído un barreño de agua helada encima y me percaté de que había estado caminado por aquellos pasillos todo este tiempo, mirando hacia el suelo.

Levanté la vista y mordí mi labio inferior con impotencia, quería ayudarlo, era lo único que deseaba en el mundo y algo oprimía mi pecho al no ser capaz.

—¿Qué opinas?—me preguntó.

Un ramo de flores Crisantemos de distintos tonos violáceos se alzaba en las manos del menor y, por alguna razón, me sentí mal de repente. ¿Por qué tenía la sensación de que esas flores eran para algo importante? Haciendo a un lado mis pensamientos, le sonreí y asentí.

—Son bonitas, me gustan.

—Entonces nos llevaremos estas—afirmó seguro, acercando su fina nariz a los pétalos para olfatearlo.

Temblé en mi sitio viendo aquella imagen. Si, definitivamente tenía un mal presentimiento.

Jungkook pagó por las flores y, en un descuido, cogió un clavel blanco que me regaló con un brillo cegador en sus ojos de ciervo. Le agradecí por el gesto, este chico era simplemente perfecto y detallista, siempre atento para que cada momento a su lado se volviese inolvidable. Dios había tenido mucho cuidado en crear al pelinegro, porque aquel, era una obra de arte digna de admirar.

—¿Qué haremos ahora Kookie? Aún es pronto para volver a casa—comenté apreciando el clavel entre mis manos. La delicadeza con la que sujetaba el tallo era demasiada, pero no quería que se dañara, al fin y al cabo, había sido un regalo de mi lindo novio.

—Quiero que conozcas a alguien importante para mí y creo que hoy es el día perfecto— declaró y pude notar un tono triste en sus palabras. Fruncí mi ceño, mirándolo.

—¿Alguien importante? ¿Quién?

—Eres muy impaciente, Jiminie—rió y levantó su mano para detener un taxi. El vehículo estacionó a metros de nosotros y el menor se giró a mirarme—. Está algo lejos así que, por favor, no te quejes todo el camino—comentó con burla. 

—No soy un niño— rodé los ojos por su comentario y comencé a caminar en dirección a aquel coche en nuestra espera. Pero su mano se interpuso entre mi andar y yo, haciéndome detener y mirarlo desconcertado.

—Espera un segundo, quédate aquí— ordenó y solo asentí. Corrió y habló por unos segundos con el conductor del taxi. Se volteó a mirarme sonriente de nuevo, haciéndome señales para que me acercase a aquel vehículo—. Listo, vámonos.

Algo que no debía pasar por alto, era el hecho de que aquel auto en especial tenía las ventanas de espejo desde el interior, por lo que, los pasajeros, tenían la opción de no ser visto por las personas de fuera, pero también, cambiar eso y cegarles de apreciar el paisaje. Aquello me hizo desconfiar. El taxistas podía tratarse de un asesino en serie y llevarnos a su almacén de cadáveres sin que nosotros fuésemos conscientes. Pero, decidí confiar en Jungkook y en lo emocionado que se veía de verdad por primera vez en todo el día y subí en la parte trasera de aquel coche.

No le pregunté al menor donde nos dirigíamos, estaba claro que sería ignorado o rechazado una vez más y solo disfruté de la travesía a algún lugar con la compañía del pelinegro a mi lado, sosteniendo el ramo morado. El chico lucía impaciente por llegar, lo notaba en la forma tan brusca en la que mordía su labio y en como movía su rodilla nerviosamente. No comenté nada y solo me dediqué a intentar memorizar las curvas que tomaba aquel taxi para poder darle algunas indicaciones a la policía si nos secuestraban.

Mi sorpresa fue notoria cuando, al cabo de casi una hora, el coche frenó y el hombre desconocido al volante le comentó a mi pareja que ya habíamos llegado. Mis sentidos se pusieron alerta, sentía como si lo que quiera que se alzase a mi alrededor fuese a ser impactante y, oh, por supuesto que no me equivoqué al bajar de aquel taxi y reconocer las estrechas calles de Nam-gu frente a mí. Como para no reconocerlas, pensé.

Sentimientos de nostalgia me azotaron con fuerza, haciendo temblar mis rodillas. Estaba de vuelta. Hacía unos años viví por un tiempo en esta ciudad, a pesar de ya hace bastantes años, lo recordaba todo, cada árbol, cada farola e incluso, cada piedra de más en las carreteras. Los recuerdos estaban regresando a mí como ráfagas violentas y, si no hubiese sido por el pelinegro quien agarró mi mano, trayéndome de vuelta al presente, me hubiera perdido en las imágenes del pasado en la que yo era un niño.

—Estamos en Nam-gu— comentó y lo miré atento, buscando la razón del por que me había traído aquí. Pero él mantenía su vista puesta en las veredas y edificios y podía notar que la nostalgia también lo consumía a él.

—Lo sé.

—¿Has estado antes?

—Si—afirmé. 

—Entonces no perderé tiempo enseñándote el pueblo y vayamos directos a nuestro destino— giró su rostro y me sonrió, comenzando a caminar con mi mano agarrada, guiándome por aquel lugar tan antiguo en mi mente.

—¿A dónde vamos?— cuestioné, pero rápidamente me di una bofetada mental ante lo estúpido que había sido preguntarle. Él no había respondido ninguna de mis preguntas anteriores y, esta, no iba a ser una menos. Pero me sorprendí cuando si contestó y lo escuché con antención.

—Te dije que íbamos a ir a ver a alguien importante para mí, ¿cierto?—asentí con la cabeza aunque él no estuviese viéndome— Pues debemos ir a visitarlos. Tranquilo, no queda mucho—asentí de nuevo y solo me dejé hacer, deleitándome con los hermosos recuerdos que poco a poco me consumían y dejándome bañar por la otoñal brisa que le daba un toque ameno a nuestro andar.

Estaba ansioso por conocer a aquella persona especial para el pelinegro. No tenía idea de quien podía ser. Por lo que conocía, la hermana del chico se encontraba en Seúl y no en este pueblo, por lo que descarté rápidamente esa opción y seguí buscando en la memoria alguna otra mención de alguna persona especial para el más alto. No la encontré y decidí desistir en la búsqueda, portando una sola pregunta en la cabeza. ¿Quién sería esa persona especial que Jungkook quería presentarme?

[...]

Tal vez no debí cuestionarme quién, sino, quienes. Sus padres, o más bien, las tumbas de sus fallecidos padres, era a los que el pelinegro había insistido tanto en arrástrame a conocer.

Recorrimos el pueblo a pie por unos 5 minutos en los que sentí en nerviosismo recorrerme al no saber donde íbamos. El cementerio del lugar se alzó ante nosotros y fue ahí donde empecé a sospechar de a quien o quienes iba a conocer. Jungkook no se detuvo, vi la indecisión en su mirada pero no por ello dejó de andar, con el ramo de crisantemos aferrado a su pecho con fuerza y haciendo un esfuerzo sobre humano por tragarse sus lágrimas. Paró frente a dos lápidas, dejándome libre de su agarre y pudiendo apreciar el nombre de los dos señores Jeon gravados en aquellas piedras. Se agachó a dejar el ramo frente a los gravados, con una mueca de tristeza y posiblemente gritando de angustia por dentro.

—Mamá, papá, quería presentaros a alguien que se ha convertido en una persona importante para mí como vosotros— se reincorporó de nuevo, rompiendo el silencio y miró el ramo sobre el césped verdoso. Yo me limité a observarlo—. Él es Park Jimin, y es un chico— comentó. Mi alma tembló dolida al ver cómo una lágrima salada resbalaba en su mejilla—. Sé que no me educasteis así, lo sé. Y también pensaba que estaba mal el amar a otro hombre, pero, si me habéis estado viendo todo este tiempo, entenderéis por qué estoy hoy aquí— agarró mi mano y sentí como temblaba—. Amo a Jimin, lo amo con todo mi corazón y por eso me gustaría que lo aceptarais desde donde quiera que estéis— sorbió su nariz y retiró el rastro húmedo que no dejaba de fluir en sus ojos. Yo solo podía guardar silencio, observándolo dolido al verlo tan frágil y vulnerable—. ¿Qué hubiese pasado este mismo día años atrás si no hubieses montado en ese coche? ¿Si yo hubiese regresado antes a casa? ¿O si simplemente vosotros hubierais aparecido a recogerme como todos los días? Nada malo hubiera sucedido si no hubieseis tenido ese accidente pero, aquí estoy, pidiéndoos por que me dejéis ser feliz después de mucho tiempo al lado de la persona que amo— intensificó nuestro agarre y lo sentí romperse en cada palabra.

Entonces, al oírlo terminar, entendí todo un poco mejor. Por lo que había captado de aquel dialogo emotivo que el menor había tenido con sus difuntos progenitores, el pelinegro afirmaba que, justo hoy, un 18 de noviembre, era el aniversario de la muerte de aquellos señores y también, el aniversario de la violación de Jungkook. Este mismo día, doce años atrás, un pequeño muchacho quedó traumado por una agresión y su vida terminó de devastarse cuando recibió la noticia de que sus padres, personas a las que amaban, lo habían dejado para pasar a la otra vida.

Me imaginaba a un pequeño niño pelinegro, con el rostro cubierto de lágrimas y su cuerpo débil temblando, cubriendo los rastros de sangre de su entrepierna para no llamar la atención. Me faltó el aire solo de pensar lo mal que debió pasarlo el de cabellos negros y como tuvo que afrontarlo solo por culpa de su fobia. Él era una persona más fuerte de lo que aparentaba y tenía un coraje increíble por venir aquí de nuevo, al pueblo donde su vida se hizo pedazos y el mismo día que aquello ocurrió.

—Jungkook...—el mencionado giró su rostro en la dirección opuesta a la mía e intentó calmar su llanto desconsolado.

Oí como, poco a poco, trocitos de mi alma se rompían e iban cayendo a aquel pasto verdoso sobre nuestros pies, esparciéndose por la brisa que corría. Sabía lo que tenía que hacer y no dudé en dar un paso al frente y encarar la situación. Debía ser fuerte a pesar de que todo mi interior buscaba esconderse, porque sí, de alguna forma, los padres del pelinegro me estaban intimidando y sentía mis nervios de punta al estar en su presencia—al menos espritualmente—.

—Amm... Esto...— solté la mano del menor y rasqué con nervios mi nuca. Había tenido muy claro que decir frente a las tumbas de aquellos señores pero ahora parecía ser mudo. Sentí la mirada de mi acompañante puesta en mí y aquello me dió el valor de seguir adelante— V-veran, me llamo Park Jimin y como su hijo les ha dicho, sería todo un honor para mí que me aceptasen como su pareja—tartamudeé nervioso, esto estaba resultando más complejo de lo que creía —. Desde la primera vez que vi a su hijo, no pude evitar preguntarme como unos humanos pudieron hacer a alguien tan hermoso como Jungkook lo es— solté una leve risa que fue acompañada por otra de parte del pelinegro—. Luego lo conocí y pude aprender muchas cosas de su hijo. A ser fuerte, a confiar en alguien más, a ver grandes cosas donde no las hay... Pero lo más importante, Jungkook me enseñó a amar a alguien y eso es algo que no voy ha olvidar jamás — el menor agrarró mi mano de nuevo, entrelazando nuestros dedos. Lo miré con una sonrisa curvada y él me respondió con sus ojos cargados de ternura. Regresé mi vista al frente donde auqel ramo violáceo descansaba en el suelo—. Por eso, les ruego que me acepten como el novio de su hijo. Se que no soy una linda chica y que no puedo darle hijos propios, pero prometo esforzarme en cuidarlo  y si me lo permiten les prometo que le hare el hombre más feliz de todos— sentí mi mejilla humedecerse.

Después de decir aquello, sentí un tiró en el agarre que me unía al más alto y como era envuelto en sus brazos con fuerza. 

—G-gracias—sollozó en mi oído, tan frágil y vulnerable que no pude evitar aferrarme a su cuerpo con la misma intensidad y soltar lágrimas de dolor.

Estaba dolido por todo lo que el pelinegro tuvo que pasar solo y no me perdonaría nunca el no haber estado a su lado. Pero prometí estar a su lado para siempre y así lo haría, no lo dejaría nunca solo a partir de ahora, porque él se había convertido en mi felicidad y vida, porque él era mi razón para vivir y para ser feliz.

No quería separarme de aquel abrazo en el que la cercanía me brindaba la oportunidad de sentir el latido de su corazón y lo rápido y brusco que este se intensificaba con el pasar de los segundos. Quería mantenerlo a mi lado para siempre y, si se podía, no me alejaría nunca de sus brazos. Pero el pelinegro no pareció pensar lo mismo cuando, minutos después, en los que los dos nos encontramos llorando, Jungkook me soltó, disculpándose conmigo por los vulnerable que lucía y por haberme abrazado de repente. Le dije que no debía disculparse, que todo estaba bien y que no había problemas, más, el menor no pensaba lo mismo y me arrastro con él de nuevo fuera de aquel lugar que parecía atormentarlo. Me dejé hacer y lo seguí, sin comentar nada al respecto. Estaba claro que él se sentía mal, estaba destrozado y, por más que Jungkook supiera que fingir estar bien lo dañaba, seguía haciéndolo, por eso decidí dar todo de mí e intentar hacerle aquel día triste uno más ameno. Hornear una tarta había sido mi idea y el pelinegro no se opuso frente a ella. Ahora nos encontrábamos en uno de los supermercados de Nam-gu en busca de los ingredientes necesarios para la preparación de aquel pastel.

—¿De qué quieres que sea el pastel?—le pregunté sujetando dos tipos de mezclas entre mis manos y girando mi rostro para mirarlo.

—No es necesario que hagas esto, Jimin...

—Pero quiero hacerlo—voleteé mi torso completamente para observarlo portando ambas cajas con las mezclas—. ¿Y bien? ¿Cual prefieres?— le sonreí y el pelinegro se contagió con mi sonrisa, brindándome lo que sería la primera sonrisa sincera del día. 

—Creo que me quedo con el de fresa—asentí y dejé la otra mezcla en su lugar para depositar la elceción del menor en el carro que el mismo portaba—. Jimin...—me llamó.

—¿Hmm?

—Gracias— sonrió tímido y se acercó a mi para unir nuestros labios.

Como cada vez que probaba aquellos finos y rosados labios a los que me había vuelto adicto, lo atraje más a mí envolviendo mis brazos en su cintura y provocando que el pelinegro riera en el beso para rodear mi cuello y fundirnos en uno.

Ya no nos importaba que nos viesen. Nosotros nos brindábamos amor en cualquier lugar al que íbamos y cuando Jungkook estaba a mi lado, el resto del mundo desaparecía. No teníamos de que preocuparnos, o al menos eso creía.

—¿J-jungkook...?—el sonido de un tarro de cristal rompiéndose contra el suelo seguido del nombre del menor a nuestro lado nos hizo separarnos y observar a lo que sería una mujer morena con el rostro pálido como si hubiese visto un fantasma.

Aquella joven había dejado caer el recipiente de cristal y ahora cubría su boca con el ceño fruncido y lágrimas amenazando en sus ojos.

Me resultaba familiar. No sabía quien era aquella muchacha que parecía conocer a Jungkook y me estremecí cuando el pelinegro comenzó a temblar en mis brazos. Lo miré en busca de la razón de sus temblores, pero no tardé en descubrirla cuando rastros salados humedecían sus mejillas y sus ojos estaban puestos en aquella chica. Estaba asustado por ella.

—¿Kook?—regresé mi mirada a la chica y luego a mi pareja quien no respondía a mi llamado.

Me separé para mirarlo. Claramente había algo mal, Jungkook estaba temblando demasiado y pude sentir que sus manos se tornaron en una temperatura fría. No sabía que estaba sucediendo y estaba empezando a asustarme porque el menor parecía sufrir un ataque allí mismo. Tiré de su mano con delicadeza sin obtener reacción por su parte, toda su atención estaba puesta en aquella mujer la cual le estaba haciendo retorcerse asustado con solo verla.

—¿J-jungkook q-qué...?—habló la mujer de nuevo y la observé acercarse.

Lo que no me esperaba era que el pelinegro se alejase temeroso y después de pronunciar un titubeante "Lo siento" saliese corriendo del establecimiento. La mujer empezó a gritarle que se detuviese y aproveché que estaba distraída para salir corriendo detrás del chico. No quería problemas con alguien a quien no conocía y, si Jungkook realmente la conocía, creía que él me le presentaría más tarde.

—¡Jungkook!—le grité observando como escapaba a través de los callejones cerca del supermercado y me dispuse a correr tras él.

Debía estar a su lado, al menos solo acompañarlo y ya me contaría que era lo que sucedía. Pero una mano me agarró de la muñeca y detuvo mis intenciones de avanzar. Era aquella chica morena.

—Disculpa, tengo que ir-

—Sé a donde va— me interrumpió y sus palabras me dejaron atónito.

¿De verdad aquella mujer tenía algún tipo de relación con Jungkook como para saber dónde está ahora? ¿Sería alguien malo para él por la forma asustada en la que reaccionó al verla?

Mis dedos picaban por descubrirlo y simplemente asentí, siguiendo por detrás a aquella morena que parecía realemnte asustada por algo.

[...]

Sabía a donde nos dirigíamos. Conociá el camino a aquel parque de memoria porque yo solía pasar mis tardes allí cuando vivía en Nam-gu. Pero no sabía porqué aquella mujer pensaba que Jungkook estaría allí. Él podría haber huido a cualquier parte en aquel pueblo y nada aseguraba con certeza que él hubiera elegido aquel lugar, o...si.

—Te preguntarás quién soy o qué le sucede a Jungkook conmigo—dijo a unas calles de llegar a nuestro destino.

—No realemente—me miró sorprendida sin detener su paso, yo tampoco lo detuve—. No sé quien eres o que relación tienes con él, cierto, pero ahora eso no me importa, solo quiero saber que está bien, nada más—declaré con la angustia interpretando mis palabras.

Nada de lo que había dicho era mentira y la mujer asintió, sabiendo que ahora eso, no era mi prioridad.

Y mi corazón latió con fuerza al—como aquella desconocida había predicho— ver al pelinegro sentado bajo un arból de almendras, llorando con su cabeza gacha, apoyada en sus rodillas.

Pude divisar sus hombros temblar indicando su llanto y como sus leves pero agudos sollozos se hicieron presentes a medida que nos acercábamos a él. 

El pelinegro pareció sentir nuestra presencia y, al levantar su rostros y verme, soltó aún más lágrimas tristes. Sabía que de alguna forma meterme en esta situación lo estaba dañando, pero la cosa era que yo no tenía ningún incombeniente en estar a su lado. Me arrodillé frente a él y limpié los rastros salados que no paraban de brotar de sus pequeños ojitos de ciervo, algo rojos por el llanto. 

—L-lo siento—sonrbió su nariza y frunció sus labios. Era notable que estaba intenado dejar de llorar—. S-siento todo esto Jimin. Y-yo de verdad lo siento...

—Está bien Kookie, no hay problema—le sonreí de forma cálida intentando que se tranquilizase—. ¿Puedo saber cuál ha sido el porblema?

Me miró con más calma tras la caricias que brindaba en su rostro. Parecía como si se estuviese llenando de mi calor y confotr y eso me tranquilizaba un poco. Asintió ante mi pregunta con la intención de comenzar a hablar. Las lágrimas parecían comenzar a borrarse y sus temblores también cesaban con los segundos. Pero entonces, el menor miró más allá de mi espalda, contemplando que no estábamos solos y, la leve sonrisa que fruncía al ver mi rostro, desapareció tornándose de nuevo a una asustada al divisar a quella chica morena, observándonos.

—¿No querías que lo supiera?—preguntó la joven acercándose a nosotros con una rostro serio y dolido. Jungkook mordió su labio desviando la mirada al suelo, como si estuviera siendo regañado— Querías esconderme que salías con un hombre porque crees que no lo aceptaría, ¿cierto?— su tono de voz reflejaba molestia y también temblaba— ¿Qué porque soy de su sangre seré como ellos?—un sollozo se hizo audible por parte del pelinegro y fruncí mi ceño observando a aquella morena— No soy así y lo sabes. Lo hubiera aceptado si me lo decías. ¡Te hubiera apoyado, Jungkook!

—¡No quería que lo supieras!— el menor alzó su cabeza y se levantó del suelo para encararla con lágrimas. Me levanté tras él. Tenía el presentimiento de que necesitaría mi apoyo y yo no dudaría en dárselo— Y si, sé como eres, p-pero tenía miedo...—bajó su voz.

—¿De qué tenías miedo exactamente?

—De que descubrieras la verdad...— mordió su labio y desvió la mirada tras la confesión.

Suponía de que hablaba. De su problema en un pasado, y no pude evitar sentirme mal por él.

—¿La verdad? ¿Hay algo qué no me has contado?—cuestionó confundida y el pelinegro mantuvo el silencio— Jungkook, sé que nunca me has contado todo lo que pasaba por tu cabeza y entiendo si no quieres hacerlo ahora que eres adulto, pero me duele que no confies en mí— sinceró, pasando una mano por su cabello ondulado con desesperación.

—Lo siento...

—Si de verdad lo sientes, compénsame—Jungkook y yo fruncimos el ceño tras oírla y la mirada de la mujer demostró no tener la intención de rebajar su propuesta.

—¿Cómo?—cuestionó y la morena me señaló con la mirada, haciéndome incomodar al sentir la mirada de las dos personas más en el lugar sobre mí.

—Dime todo y no me ocultes nada—pidió.

—Pero, Min Hwa...

—Nada de peros, merezco enterarme ahora que ya lo sé—Jungkook suspiró con cansancio y asintió, secando los restos de sus lágrimas de sus ojos—¿Y bien? ¿Quién eres?—se dirigía a mí.

Di un paso al frente acercándome al pelinegro y la morena. Debía admitir que aquellos dos tenían bastante parecido y la mención del nombre de la chica se me hacía conocido.

—Soy el Doctor Park Jimin, psicólogo—declaré.

La desconocida soltó una risa sarcástica y sonrió con burla mirando el menor. No entendí el porqué hasta que habló de nuevo.

—¿Por eso no querías dejarme conocerlo?—le preguntó y el chico gruñó con molestia.

—Disculpa, ¿Y usted es?— intervine.

Aún no sabía del paradero de aquella joven de cabellera morena y qué relación tenía con Jungkook. Debía admitir que todo en mi picaba lleno de curiosidad por saber pero me contenía para no parecer impaciente y sobreprotector con el pelinegro. La mujer me sonrió y miró al otro chico menor que nos acompañaba para que me constestara.

—Ella es mi hermana—declaró sin mirarme y la confusión y sorpresa fueron notables ante aquella revelación. 

—Encantada, Jeon Min Hwa—reverenció e inmité su acción sin saber que más hacer o decir.

Las palabras se habían esfumado de mi mente. La fresca brisa de la ciudad azotaba mi rostro y ensordecía todo a su paso. La mención de la hermana del menor anteriormente me había dejado curioso por conocer a aquella persona que el pelinegro parecía admirar con firmeza, pero tenerla finalemnte frente a mí fue más revelador de lo que esperaba y solo pude fruncir una mueca en el lugar donde debería haber una sonrisa encantadora como yo soliá dar al conocer a alguien nuevo. Los nervios me estaban atacando de una manera repentina y debía controlarlos.

—Igualmente—declaré una vez fui capaz de sobrepasar el nudo formado en mi garganta y articular palabra.

Jungkook se giró a mirarme, pareciá que notaba mi estado confuso y con aquella mirada de ciervo me suplicó que lo perdonase nuevamente. Negué con la cabeza y cogí su mano sonriendo, si él estaba a mi lado, no importaba a que situación me expusiera, estaría bien.

—A decir verdad...—Min Hwa llamó nuestra atención de nuevo— Me suenas de algo Jimin, ¿no nos hemos visto antes?—preguntó haciendo que el ceño del pelinegro se frunciera.

—No creo— declaré tranquilo y la chica asintió juntando sus cejas intentado recordar qué era lo que no encajaba con mi rostro y mi presencia junto al menor.

Tal vez no haya sido del todo sincero con ustedes, pero si alguno ha sentido que había algo que no cuadraba con nuestra historia, entonces están en lo correcto. Jungkook y yo no nos conocimos de pura casualidad, yo no me había parado a mirarlo en aquella cafetería y acercarme a él solo por mera curiosidad. Mi objetivo de enamorarlo en un principio, todo no había sido una casualidad y creía que la hermana del pelinegro tal vez pudiese recordar algo sobre la situación actual.

Creo que pueden tener una idea sobre ello, pero no creo que sepan el motivo de porqué lo oculto. Bueno, no es una razón en especial, simplemente, quise dejar las cosas como estaban sin involucrar las cosas del pasado. Conocer al pelinegro del presente y que este me demostrase en lo buena persona que se había convertido.

Me sorprendió bastante verlo aquel día en aquella cafetería. Yo solo fui en busca de trabajar un poco fuera del ambiente monótono de mi consulta y salir fuera de la rutinar, buscar algo divertido y entretenerme. Y tanto que lo había conseguido, ver a Jungkook ese día fue como un sueño hecho realidad. No creía realmente que fuese él el que estaba viendo, pero esos ojos oscuros de ciervo y aquellos labios finos; las faciones de su rostro más agudas y lo perdido que lucía al apreciar al resto de personas en el local... Algo iba mal, claramente.

Y, como sabrán, el intento fallido del menor en superar su fobia, exponiéndose a sí mismo al contacto con un objeto, fue la excusa y la prueba que necesité para acercarme a él. Cuando el chico rechazó mi ayuda por primera vez, no pude evitar que las inseguridades rondasen en mi cabeza, suerte que era psicólogo y controlaba con demasía el tema de los sentimientos y emociones, pero realmente me asusté de poder perderlo y no volver a verle.

A pesar del poco agrado que Kim Taehyung me brindaba, nunca he dejado de agradadecerle internamente—porque nunca se lo diría a la cara— la buena acción que reañizó con la intención de ayudar a su amigo con su fobia, dándome su teléfono y otorgándome lo que sería un paso más a la vida de Jungkook. 

Debo admitir que me costó entrar y ser aceptado por él, incluso llegó a convertirse en un dolor de muelas cuando nuestra relación de amistad comenzaba a pesar de que yo ya lo amaba para ese entonces.

Pero como había dicho, puede que ya tengan una idea de lo que va ha suceder con el paso del tiempo. Por mucho que la verdad se guarde en los rincones más oscuros, nunca nadie podrá evitar encontrarla algún día, y ese día, resultaba estar a unas pocas horas, donde todo empezaría con las insitencias de la hermana del pelinegro sobre saber acerca de la relación que mantenía con su familiar y cualquier tipo de avance en su fobia como su psicólogo.

Pero, si quieren saber toda la verdad con más lujo de detalles, les recomiendo esperar un poco más y estoy seguro de que el pelinegro se encargará de detallarles lo que podría denominarse como "nuestra primera pelea de pareja" pero sin ser tan una pelea, relacionándose más con el tema de los engaños.

Por el momento, les cuento que Jungkook y yo nos fuimos a un hotel de la zona a descansar mientras que la hermana del chico regresó al antiguo hogar en Nam-gu donde el más alto pasó su infancia.

Solo esperaba que las cosas no estuvieran demasiado negras como para no poder limpiarlas y tuviese la oportunidad de explicarme si se daba al caso. Después de tantos meses luchando por el corazón de la persona que amaba, no podía perderlo, no soportaría volver a hacerlo…


Hola :3 espero q estén disfrutando de la historia y q les guste este cap especial narrado por JImin (. ❛ ᴗ ❛.)
Quiero agradecerles por su apoyo a la historia y me ayudarían mucho si me siguen o comparten el perfil.
De todas formas, muchas gracias y nos vemos en el próximo.
( ◜‿◝ )♡

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen2U.Pro