Final: Para siempre

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Sentía el corazón en la garganta.

Siendo absolutamente honesta, sentía cada órgano de su cuerpo metido en el reducido espacio de su tráquea, latiendo cada poro de su cuerpo que de pronto se volvieron perceptibles, tanto como los temblores de sus manos dentro de los bolsillos y el sudor de su frente.

Y no podía sentirse así de expuesta, por todos los cielos. Parecía que estaba a punto de entrar en el negocio y apuntar a la cajera para cometer un crimen. ¡Pero no! Tan solo iba a entrar a recoger un pedido, como una mujer civilizada, madura y honesta que llevaba la impresión de su compra entre los dedos... Un poco arrugada, eso sí.

Jennie debe respirar con mucha pero mucha fuerza, sujetando su pecho contra su mano derecha. Trata de recobrar la calma y no parecer una jodida ladrona a punto de cometer un crimen, ahí en medio de la maldita calle. Se reprende mentalmente porque la escena que debe estar dando seguro es espectacular: totalmente vestida de ropa deportiva negra y con una gorra bien fija en la cabeza, que se puso para calmar el rebelde montón de cabello largo y oscuro que si no se ha cortado es porque Lisa se lo suplica con esos ojos tan bonitos y un puchero, haciendo ese particular y adorable tono de voz que pone cuando pide algo.

"No~" diría la menor, ladeando su rostro "Me gusta así~ déjalo así, Mami" mientras mete sus dedos entre los largos mechones oscuros.

Y por eso Jennie debe usar gorra cuando no tiene el tiempo suficiente para peinarse.

—Bien —se anima mentalmente, tomando una profunda bocanada de aire—. Todo saldrá bien.

Y empuja las puertas de cristal polarizado hacia adentro.

Apenas entra, una señorita detrás del mostrador la recibe con una sonrisa y un cálido "¡Bienvenida!" que hace a Jennie relajar ligeramente la tensión acumulada en su espalda y hombros.

—¿En qué puedo ayudarla?

Jennie le devuelve la sonrisa, colocando frente al mostrador de la joyería, una nota de compra.

—Vengo a recoger un pedido.

♡♡♡

Acomodando su ropa frente al espejo, Lisa siente el corazón latirle con mucha fuerza, mientras los dedos le tiemblan haciendo más difíciles la tarea de abotonar su chalequito. Esa noche Mami y ella fueron a cenar a un sitio especial y bonito, muy elegante también al que Lisa nunca había ido, pero conocía como uno de los mejores restaurantes de la ciudad.

Está totalmente vestida de blanco, con ese vestido que hace que su cabello color negro se vea mucho más lindo. Desde la última vez que lo tiñió había pasado mucho tiempo, a la vez que muchos colores.

Ahora se encargaba de los últimos detalles antes de salir de su habitación para recibir el último regalo del día.

Es su segundo aniversario y está súper contenta de pasar una noche juntas y hacer algo especial que, está seguro, Mami se esforzó preparando. La comida fue exquisita, Jennie se veía tan guapa con ese vestido azul marino que Lisa jura haber perdido la noción del tiempo mirándola del otro lado de la mesa, con los ojos brillantes y el corazón latiendo con fuerza dentro de su pecho.

Jennie salió muy temprano ese día, dejándola
bajo cuidado de Nana quien no tuvo que insistir a la pequeña tomara una ducha, porque más veloz que un rayo, Lisa se había levantado de la mesa después de desayunar para correr a ducharse, anticipando la llegada de Mami y con ello, el comienzo de su día especial.

Habló por vídeo llamada con Bogyeol y conversaron sobre todo y nada, ocasionalmente atravesándose en la toma el Señor Marshmallow quien maullaba por atención de su humana.

"Es un día especial, Liz" dijo Bogyeol con medio rostro cubierto por la cola de su gato "¿Éstas emocionada?"

Y la pequeña asintió con una sonrisa tan grande que no cabría en ninguna pantalla.

Sin embargo, su día de cita especial no había terminado en el restaurante, pues cuando llegaron a casa, un vestido blanco perfectamente impoluto esperaba por ella en su habitación, contrastando a la perfección con el collar en su cuello que porta orgullosa desde esa tarde en la que Mami le aseguró, prometiendo que no estaba bajo ninguna prueba ni consideración porque para ella, ya no había nada que desmotrarle.

Lisa ha usado el collar que Mami le dió desde esa noche, cubriéndose de las curiosas miradas de la gente común en la calle tan solo abotonando el último botón de su suéter, además ayudaba que últimamente había desarrollado cierta afición por la ropa grande y floja, cosa que le facilitaba mucho cubrirlo. No le molesta en absoluto recibir ojos curiosos, la mayoría son miradas que la hacen sentir bien, pero prefiere evitarse disgustos cuando sale de casa. Sin embargo, en el club al que a veces va junto a Mami, a todos les gusta y les parece hermoso. Lisa se siente la chica más guapa del planeta cuando los pequeños curiosos se acercan a observar su collar y Mami le sonríe desde su sitio.

Bogyeol estuvo super contenta cuando llegó a visitarla usándolo, pidiendo verlo y sin poderle quitar los ojos de encima a la pieza que su amiga lucía con tanta gracia y orgullo. Lisa obtuvo un collar como deseaba... Pero Jennie todavía tenía otros planes en mente, unos que incluían a Lisa vestida nuevamente de blanco, caminando nerviosa fuera de la habitación, donde obedece la última instrucción de la lista y se coloca una venda en los ojos, esperando ser llevada a su último destino.

Cuando siente las manos de Jennie sujetar las suyas, sonríe, totalmente confiada.

—¿Lista?

Lisa asiente con una pequeña sonrisa nerviosa.

♡♡♡

Cuando Jennie retira la venda de sus ojos, Lisa puede ver que está en un lugar iluminado apenas por luces sutiles que hacen todo más íntimo, más tranquilo y a la vez misterioso. No tiene miedo cuando lo ve, desde su sitio, de pie frente a ella mientras Lisa espera de rodillas, con las manos flojas sobre sus rodillas.

—Lisa —la llama, totalmente vestida de negro y con la sonrisa más preciosa que jamás le ha visto—. Cuando me pediste un collar, no dudé en dártelo porque para mí, tu ya habías hecho todo para merecerlo sin siquiera saberlo. Desde el primer momento me diste todo de ti sin pedir nada a cambio que no fuese lo mismo de mi parte. Y hoy, mi pedacito de cielo, quiero que tengas algo que nos unirá por siempre.

Lisa asiente con los ojitos nublados, incapaz de articular una palabra que no sean "" bajito y con un montón de temblores en los labios. Jennie se aproxima a ella, sobre una de sus rodillas para abrir el collar que cuelga de su cuello, haciendo que resbale por el niveo cuello mientras lo retira lentamente. A pesar de no tenerlo puesto por primera vez en meses, Lisa no se siente asustada
ni vacía. Confía totalmente en lo que vendrá y lo anticipa tanto que casi le es imposible no llorar, pero se mantiene fuerte hasta que Jennie la pone de pie, sacando de una caja con un listón negro, un collar de terciopelo negro con cadenas de plata del que cuelga un corazón. Se aproxima a su espalda y lo coloca con cuidado, asegurando con una llave que cuelga de una cadena igual a las del collar, la parte trasera. Mantiene su palma abierta cuando encara de nuevo a la menor, mostrando la llave.

—Este compromiso no tiene final, fondo, profundidad ni peso. No puede ser medido, no puede ser visto, sentido ni tocado por nadie más que nosotras mismas —Jennie le recita con firmeza, pero con la voz tranquila y el amor impreso en cada palabra—. Está en nuestros corazones, mentes, espíritus y almas. Nos fortalece y nos hace una. Paso a paso, la confianza y el amor fueron creciendo. Me diste el regalo de tu sumisión y lo recibí con agradecimiento y aprecio. Como mi amor, eres querida más allá de todas las cosas. Te doy las gracias por el regalo que me has hecho y por completarme. Eras la pieza que me faltaba —los ojos nublados enfocan los suyos, sonriendo Lisa con las mejillas encharcadas—. No te obligaré jamás a nada, lo único obligatorio es el amor y la confianza. ¿Aceptas este collar con el mismo espíritu que te lo entrego?

—Sí —Lisa asiente, sujetada de las manos por Jennie—. Sí, lo acepto hoy y para siempre. Quiero entregarme y pertenecerte, que seamos nuestros con amor, humildad y confianza —se muestra entera, hablando desde el fondo de su alma y con cada palabra impresa de absoluta verdad—. Eres la persona perfecta para mi, la mujer de mi vida y con quién quiero pasar el resto de ella.

Jennie le sonríe de vuelta, intentando mantenerse firme en todo momento.

—Repite después de mí —pide, sujetando sus manos—. Acepto este Collar como una expresión externa de entrega. Lo hago libremente, completamente y sin reservas.

—Acepto este Collar como una expresión externa de entrega. Lo hago libremente, completamente y sin reservas.

—Llevaré este collar con orgullo, sabiendo que seré protegida, respetada y apoyada. Prometo comunicarme siempre abierta y honestamente, no guardándome nada para mí.

—Llevaré este collar con orgullo, sabiendo que seré me protegida, respetada y apoyada. Prometo comunicarme siempre abierta y honestamente, no guardándome nada para mí —la menor repite, para continuar con las palabras de su ceremonia de entrega.

—En este momento entrego mi cuerpo y alma en total libertad y confianza, a partir de ahora y hasta que reclamé mi libertad.

Lisa abre la boca pero de ella no sale nada, de pronto dudando de su debería repetir lo último. Esto no pasa desapercibido por la mayor, quien baja la cabeza tratando de encontrar los ojos de Lisa, cabizbaja.

—¿Cariño? —la llama, recibiendo una tímida mirada de vuelta—. ¿Estás bien?

La menor niega con la cabeza

—No puedo decir lo último... —suspira, apretando con fuerza los dedos que lo sujetan—. No quiero reclamar esa libertad nunca.

Jennie sonríe y la lleva a su pecho, donde la abraza con fuerza. A la mierda el protocolo, nunca fue mujer de ceremonias y a decir verdad es la primera vez que lo hace, pero quería que fuera especial para su pequeña. Si, los puristas posiblemente se le echarían encima de saber que hizo tantas cosas a su modo, pero al final todo era por y para esa chica a quien le besa con emoción las mejillas y la frente, escuchándola reír entre lágrimas.

—Hay una última cosa que hacer, princesa —Jennie desliza entre los dedos de la pelinegra, la cadena de la que cuelga la llave, apartándose suavemente de ella—. Es tu turno de cerrarlo —y la deja caer en su palma—. Esta llave, me une a tí, como símbolo de tu pertenencia y mi entrega absoluta, hasta que decidas irte. Prometo cuidar de ti, velar por ti en todos los aspectos y hacerte feliz. Amarte con sinceridad y... —Lisa no le permite seguir, pues le coloca la cadena en el cuello con serenidad y sobre las puntitas de sus pies, mirándola a los ojos.

—Te amo —susurra la menor, uniendo su frente al pecho de Jennie—. Te amo hoy y para siempre.

Y une sus labios en un beso tranquilo, largo, lleno de todo lo que no es capaz de expresar en palabras, porque no existen, no le caben en el pecho y no tendría suficiente tiempo para decirlas todas.

Fin

Todavía hay epílogo, no se mueran.

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