Capítulo 16. Jamie Sawyer

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Jamie Sawyer.

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El cumpleaños número 13 de Phoebe llegó.

Las manos me sudan y mis brazos tiemblan, y ni siquiera estamos cerca de la fecha oficial para comenzar a salir. Pero el tiempo avanza y debo estar preparado.

Phoebe tendrá una pequeña fiesta en su casa, solo amigos y familia estarán ahí. Aunque su papá no quería invitarme, sé que Ted y Phoebe lo obligaron a hacerlo con ayuda de su mamá.

Miro otra vez la caja en mis manos y me siento ansioso. Es la primera vez que le estoy dando un regalo importante a una chica, y realmente espero que le guste.

—¿Listo, hijo? —papá me mira por el espejo retrovisor.

Rayos, no.

—S...sí.

Se gira sobre el asiento para mirarme, el brazo colgado en el respaldo del asiento de mamá.

—Tranquilo, Christian solo puede amenazarte, pero no te hará nada. Su esposa lo tiene bajo control todo el tiempo.

Mamá gira su cabeza para mirarlo y arquea una ceja.

—¿Qué, mamita? Es cierto, Ana ha tomado las decisiones por él desde el principio. Deberías haberlo visto. —niega con una gran sonrisa—. A veces daba un poco de miedo.

Mamá lo golpea en el pecho y le ordena que ponga el auto en marcha para llevarme a casa de los Grey. Por lo que sé, está es su noche de citas o algo así, lo que me da tiempo de estar con Phoebe hasta tarde.

Papá estaciona afuera de la casa y ambos giran para mirarme.

—Buena suerte, chico.

—Que te diviertas, mi amor.

Ambos se despiden y bajo del auto con la caja en mis manos. Todo luce tranquilo por fuera, pero puedo escuchar el tenue sonido de la música en el patio trasero.

La ama de llaves abre la puerta antes de que pueda tocar.

—Joven Sawyer. —me saluda—. Pasa, Theodore está en la cocina.

—Gracias. —digo, pero no la corrijo.

Estoy aquí por Phoebe, no por Ted. Mis hermanas ya me patearon el culo lo suficiente por dejarla sola para ir a jugar videojuegos un par de semanas atrás.

Cuando entro en la cocina, el que está ahí es el señor Grey. Me lanza una mirada rápida y su expresión se frunce con molestia.

—Si viniste. —casi puedo escuchar un gruñido—. Un día de estos tendremos una pequeña charla, Sawyer.

—Si, señor. —respondo rápido, aunque papá dijo que no debería tener miedo.

—¿Christian? —la señora Grey se ríe desde la puerta al patio trasero—. ¿Recuerdas lo que dije?

El señor Grey hace un gesto curioso y niega con la cabeza.

—No estoy molestando a Jamie, ¿Verdad, chico?

No voy a confirmarlo ni a negarlo. Por suerte, la señora Grey lo toma del brazo y lo arrastra con ella al patio sin detenerse por sus quejas. Phoebe entra por la puerta unos segundos después.

—Hola, Jamie. —me saluda y sus mejillas se ponen rojas.

—Hey. —balbuceo como idiota. Este asunto de la novia me pone nervioso porque se trata de Phoebe Grey.

—¿Estás bien? —se acerca un poco hasta acariciar mi mano—. ¿Papá te dijo algo?

—Nada nuevo. —aseguro.

Ella sonríe, luego mira sobre su hombro hacia la fiesta de cumpleaños en su patio trasero, algunas mesas y muchos globos de colores adornan el lugar.

—¿Quieres pasar? Papá hizo hamburguesas y el pastel es de betún de mantequilla y vainilla, mi favorito.

—Claro.

Meto las manos en el bolsillo, pero choco contra la cajita que guardé como regalo, la saco y detengo a Phoebe antes de que salga al patio.

—Yo, emm, te traje algo.

Sus cejas se alzan cuando pongo la cajita en su mano y la mira, mis manos tiemblan de nuevo por saber si le gusta el obsequio. Espero a que lo abra para hablarle.

—Espero que te gusten. —Phoebs mira los aretes, luego a mí—. Quería regalarte algo lindo y creí que tal vez las flores te gusten. —divago—. Me gustaría tener un apodo para ti como tu papá tiene uno para tu mamá, pero no se me ocurrió nada... Por cierto, ¿Por qué tu papá llama a tu mamá Cerecita?

Le pregunté a papá y casi se ahoga con los pistaches que estaba comiendo, así que lo dejé para después. ¿No es un apodo cursi? Supongo que las parejas son así.

—¿Y elegiste girasoles? —se ríe.

—Si. —tomo la caja de sus manos para mostrarle los pequeños pendientes que compré con mis ahorros—. Son bonitos y brillantes, como tú.

Sus mejillas se ponen rojas y asiente, tomándolos uno por uno para ponerlos en sus orejas. El color amarillo de las flores resalta un poco más el azul de sus ojos.

—¿Se ven bien?

—Perfectos.

Pone la cajita en el mostrador de la cocina con sus anteriores aretes dentro, luego se acerca para besar mi mejilla.

—Gracias, Jamie. Me encantaron.

Uff.

—De nada.

Ella toma mi mano y me lleva por la puerta hacia el patio, lejos de su papá y cerca de su mamá para hablarle.

—¡Mira! ¿No son hermosos?

La señora Grey sonríe a su hija.

—Claro que lo son, supongo que son de tu parte, ¿Verdad?

—Si, señora.

Un escalofrío me recorre la espalda antes de que note al señor Grey parado detrás de nosotros. Antes de que él pueda decir algo, Phoebe lo mira con las cejas fruncidas.

—Papá, ¿Por qué llamas Cerecita a mamá? ¿Qué significa?

Debe ser algún tipo de broma, porque la señora Grey se carcajea mientras el señor Grey se pone pálido, luego frunce las cejas en molestia como siempre lo hace.

—¡Phoebe! —le grita, con una voz más aguda de lo normal.

—Si, Christian. Por favor explícale a nuestra hija adolescente y a su casi novio qué significa y por qué los vigilas tanto.

El señor Grey tuerce la boca en un gesto rápido, antes de girarse y volver a la parrilla encendida.

—No hay tiempo para eso, Ana. ¡La comida está lista!

Oh, bueno. Supongo que será una charla para después.

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